COMIENZO DEL GENIO Y FIN DEL ACADÉMICO
Gustavo Flores Quelopana
Este libro fue el alumbramiento del genio y el hundimiento del académico. Efectivamente, su publicación lo llevaría hacia una jubilación anticipada. Paralelamente sus migrañas paralizantes se acentuaban y lo obligaban a largos reposos. Aprovechando para viajar a Suiza e Italia y tener contacto con la naturaleza.
Obra escrita a los 28 años (1872) como muestra de su precocidad filosófica genial. Su maestro Ritschl la calificó de megalómana. Sus colegas académicos le dieron en bloque la espalda. Sólo sus amigos como Wagner y Rhode lo defienden. Como profesor e investigador pierde todo su prestigio. Lo que provocó su rechazo fue que su filología no era ortodoxa, sino heterodoxa-culturalista.
Afirma que la Tragedia nace de la unión de lo dionisíaco (caos) y lo apolíneo (orden), rompiendo de este modo los cánones filológicos. El fin de la tragedia empieza con el conceptualismo socrático y el esencialismo platónico. La apoteosis de la Razón es el fin de la tragedia, porque significa el predominio del hombre teórico sobre el hombre vital.
Sobre esta base dirige sus disparos ante los valores de la sociedad moderna. Racionalidad, utilitarismo y democracia equivalen a decadencia cultural. Les dice a sus colegas y a su tiempos ¡Somos decadentes! Cosa que no cayó nada bien entre los rancios y orgullosos filólogos eruditos. Pero Nietzsche lanza un salvavidas, a saber, el arte. Hay que recuperar la vida mediante el arte, la música, lo estético la unión del mito y el logos.
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