"APUS DE LOS CUATRO SUYUS (2014) de Rodolfo Sánchez Garrafa es un extraordinario estudio de los Apus -Awsangate en el Qollasuyo, Sawasira y Pitusiray en el Antisuyo, Mallmanya en el Kuntisuyo, y Yanawanga en el Chinchaysuyo- en el mundo mágico religioso del hombre andino desde la antropología simbólica.
Recogiendo todo el acervo etnológico, etnográfico, etnohistórico, lingüístico y de folklore sobre el tema, y especialmente desde las contribuciones de Hocquenghem y Golte, afirma que los Apus en la sociedad sacral andina son seres espirituales de poder compartidos en la sociedad prehispánica y que han sobrevivido -junto a la Pachamama- después de la invasión española como seres de intermediación cósmica del mundo de aquí (Kaypacha) entre el mundo de arriba (Hananpacha) y el mundo de abajo (Ukupacha).
Su modelo de cosmovisión no es estática y meramente cíclica, sino que presenta variaciones temporales, es dinámica. Relaciona los mitos cósmicos, la variación temporal de la naturaleza y los ciclos de producción con la conformación binaria del universo que no es una dualidad simple sino reproductiva, cíclica y dinámica en el tiempo. Por ello, los Apus también expresan pautas ordenadoras de la vida comunal andina.
Destaca que la construcción mítica del mundo andino implica deidades sin carácter omnipotente, no son deidades creadoras sino ordenadoras, en el mundo de los muertos el tiempo corre al revés, la estructura binaria del cosmos es dinámica y no excluye la tripartición ni la cuatripartición, el tinku es principio de interacción cósmica, ritual y sexual, los mallkis o momias son también intermediarios, y el zorro es un viajero entre los mundos que preserva el mundo. El espíritu de la montaña exige adoración y sacrificios, y se manifiesta con la apariencia de diversos animales.
El texto nos deja varios desafíos e interrogantes que competen a la filosofía de la religión, teniendo entre las principales: Si los Apus testimonian una religión de servicio, cómo se concilia con el cristianismo que es una religión de salvación; si la religión de servicio prehispánica dejó muy atrás el animismo de las religiones de integración de la prehistoria, entonces cómo explicar la sobrevivencia de un politeísmo-henoteísmo andino en medio del monoteísmo del cristianismo; si los espíritus de la montaña son reales qué tipos de seres espirituales son; la estructura dual y complementaria de las deidades andinas que no siendo creadoras son, sin embargo, ordenadoras, qué significado metafísico-ontológico encierra; y, por último, si la topología cósmica tripartita -mundos de arriba, de aquí y de abajo- no es de origen cristiano -Cielo, Tierra e Infierno- porque ya se encuentran en las religiones del chamanismo, entonces cuál es el significado ontológico metafísico de esa tripartición cósmica del mundo.
Por todos estos aspectos y aciertos nos encontramos ante un libro brillante, sugerente y fecundador en ideas y propuestas".
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