1. Muerte de Fujimori coincide con agotamiento global del neoliberalismo unipolar
Otro detalle significativo es que el funeral de Fujimori es oficial, en cambio el cortejo fúnebre del General Velasco fue popular. Fueron más 500 mil personas, y el pueblo junto a las organizaciones sindicales se disputaron llevar el féretro. Es un funeral con aroma de condena y olvido popular.
2. El golpe de Estado Blando del fujimorismo
Se suele sostener que los demagogos extremistas son un peligro para la democracia y que hay que evitarlos para no interrumpir la vida democrática. Pero la realidad es más compleja que esta simple recomendación.
Hay un hecho para ilustrarlo que no ha sido destacado por los especialistas y politólogos preocupados por la democracia.
Fujimori fue un candidato outsider, demagogo blando o populista, apoyado por el poder global antidemocrático, que simuló ser antisistema -negó hasta el último minuto que aplicaría shock económico y una vez en el poder lo hizo- para engañar al electorado haciéndose del poder, y luego dio un golpe de Estado.
Es decir, Fujimori es un claro ejemplo de dos cosas: 1. simular ser antisistema para ganar las elecciones, y 2. dar un estilo de golpe de Estado cívico-militar, donde una figura civil asume el poder.
Esto es importante señalarlo porque significa que el poder global para las elecciones peruanas del 2026 buscará otro outsider aparentemente antisistema para ganarse los votos de un electorado radicalizado. También apoyará a uno abiertamente pro-sistema, pero sabe que no ganará. Por eso, necesita emplear diversas estrategias para no perder el poder.
Fujimori fue un caso paradigmático de simulación antisistema y del golpe de Estado blando. La pregunta es: ¿puede aparecer un outsider que aparente ser pro-sistema para luego volverse anti-sistema? No se puede descartar.
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