DIOS PRECOLOMBINO
Y ESPIRITUALISMO CHAMÁNICO
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
El Dios Ordenador
precolombino es un Absoluto dinámico por cuanto se presenta como un tejedor de
todas las formas de vida. Es el Camac o Animador, inteligente y providente.
Invisible y poderoso, pero personal. Es un Principio generador de vida al cual
se le rinde preces y se le ora. Esta consideración se desprende de la “Oración
al Hacedor” de Cristóbal de Molina, González Holguín, Betanzos, Cieza, Polo de
Ondegardo, Santacruz Pachacuti, Inca Garcilaso, Guamán Poma y Blas Valera. Por
tanto, no es un Kamaqen impersonal o energía vital de carácter panteísta sino
una deidad ordenadora, personal de índole henoteísta, enmarcado en un dualismo
metafísico de la paridad primordial Animador-Viracocha y lo Caótico-Inanimado.
Ahora bien, ¿Qué
relación guarda este tejedor cósmico con los mundos sutiles del chamanismo arcaico?
En primer lugar hay
que tener presente que el chamanismo es una religión de integración, donde lo
primordial de estos pueblos recolectores, cazadores, con agricultura
incipiente, capaces de arte y culto, es integrarse a los ritmos de la
naturaleza para asegurar su sobrevivencia. En segundo lugar, la deidad
ordenadora precolombina pertenece a las llamadas religiones de servicio, donde
lo esencial de estas civilizaciones de cultura agraria, con agricultura
sistematizada, comercio activo, urbes prósperas, aparato estatal teocrático,
desarrollado, burocrático y servil, que promueve un sacerdocio hierático, da
origen a cosmogonías y teogonías –Manuscrito de Waruchirí-, donde aparecen
grandes señores del cielo, la tierra y del inframundo, un dios supremo criador
y trascendente –Wiracocha-, al cual se debe servicio y homenaje para recibir
beneficios inmediatos, responsable del orden cósmico y de otras potencias
cósmicas divinas, y donde el hombre es una figura pasiva de los grandes ciclos
cósmicos –ciclo Pachacuti-.
Así las cosas entre
chamanismo y la deidad ordenadora precolombina reina una distancia
considerable. No obstante, en el chamanismo y las religiones de integración se
halla el punto de partida de la reflexión religiosa mitomórfica, de la
existencia del alma –primeras sepulturas de hace 70 mil años-, la preocupación
trascendente por la inmortalidad, la sacralidad sideral, el culto al Señor de
la Vida, la reflexión sobre el misterio de la vida, la técnica de éxtasis para
viajar a mundos sutiles con propósitos escatológicos, manejo de sustancias psicoactivas en
plantas consideradas sagradas, el manejo de seres primarios y amorales,
espíritus comunican arte –el kene en los shipibos-, la creencia en divinidades,
espíritus y demonios, la abstinencia sexual y el dietar, la formación de ritos
iniciáticos y sociedades secretas, donde ciencia, religión, magia y filosofía
se confunden. El chamán amazónico tiene a Nete Ibo como Dueño de todo lo
existente hasta el día de hoy, como un resabio arcaico que dio origen a
Wiracocha.
En
otras palabras, la dialéctica del tejedor cósmico con el tejido cósmico tiene
su origen en las prácticas chamánicas porque el propósito curativo y
escatológico chamánico se extiende ahora de modo más abstracto a la ontología y
cosmología de la deidad ordenadora de la religión de servicio. Es decir,
sirviendo y adorando a la deidad principal se aseguran los beneficios del orden
cósmico. Con el servicio al divino ordenador se asegura la sanación no sólo del
cuerpo del enfermo, como acontecía en el chamanismo, sino al cuerpo entero del
cosmos. No obstante, el cosmos tiene sus propios ciclos destructivos que dan
inicio a una nueva vida. El ciclo del eterno retorno es la idea característica
que se ha visto perfeccionada en la religión de servicio. El chamán al
participar de la propia sabiduría de los seres sutiles implica una mística de
unidad con identidad, la misma que se conserva en el alto sacerdocio de las
culturas teocráticas.
En el
chamanismo hay animales hechiceros –en el Amazonas son la nutria el delfín y la
boa- y se asume que los propios animales tienen sus chamanes. Esto ha hecho
decir que en el chamanismo lo central no es la identidad personal que separa
del cosmos sino la alteridad que une al cosmos. No obstante, lo cierto es que
la identidad es fundamental puesto que el acuerdo con todos los seres se basa
en la preservación de la propia identidad. Esto significa que las religiones de
integración como el chamanismo y las religiones de servicio como la
precolombina expresaban una mística de unidad con identidad. Esto es, en la
mística mágica primitiva del chamanismo hay unión con los seres espirituales sutiles,
y en la mística precristiana precolombina hay unión con la deidad vitalizadora
dentro de un esquema dualista. La diferencia con la mística oriental, que
también es unión con lo Uno, es que no comparte el monismo metafísico ni la
disolución en el absoluto del hinduismo ni la absorción en la Nada del budismo.
Esto último es de suma importancia porque hace que en la mística precolombina no
se descarte el sentido real de la trascendencia, el mundo y la historia. La Cruz del Sur y sus cuatro puntas rigen el
cielo austral andino no como ente astronómico sino como deidad. De ahí que el
Sol, la Luna y las Estrellas –Qoyllur-
sean considerados como dioses, como consigna G. Taylor.
En el fondo todo esto
significa que si bien la mística primitiva del chamanismo y la mística
precolombina de las culturas desarrolladas era una mística de unión con
identidad, sin embargo el eje de unión cambió de los seres sutiles espirituales
a los seres divinos del cielo. La Cruz del Sur simbolizada en el símbolo de la
Chakana –que está en toda América- también es la representación de las deidades
del mundo en un sentido cuatripartito: el mundo de arriba o Hanan Pacha, el mundo de acá o Kay Pacha, el inframundo o Ukhu Pacha y el misterioso mundo de
afuera o Hawa Pacha. En el enigmático
mundo de afuera o Hawa Pacha está expresado con más nitidez la Trascendencia
del principio generador de la vida, el orden y el cosmos, del cual incluso dependen
las deidades del cielo. La Trascendencia es una dualidad metafísica que genera
el cosmos con el Animador-Viracocha y lo Caótico-Inanimado.
Este complejo dualismo
metafísico es lo ausente en las religiones de integración del chamanismo. Este
sentido de Animador está presente en la observación filológica del Inca
Garcilaso en discusión con Cieza de León sobre la traducción del término
Pachacamac como Vivificador y no como Creador o Hacedor. Este fue el sentido
original precolombino, porque la idea de Creador supone la idea metafísica de Creatum ex nihilo o Creación desde la
Nada, categoría conceptual que estaba ausente en el horizonte ideológico andino
hasta la llegada de los españoles. En su lugar se manejaba la idea de Nihil ex nihilo o nada viene de la Nada,
que se corresponde con una concepción Ordenadora y no Omnipotente de la
divinidad. La idea del dios omnipotente que crea el cosmos de la nada es de
raíz cristiana y no precristiana. Fue necesaria la Revelación para llegar a una
concepción superior de la Trascendencia divina.
En otras palabras, lo que el provecto religioso católico Inca Garcilaso nos dice es que
los antiguos peruanos no pensaron a Pachacamac como Hacedor sino como
Vivificador. Y esto es lo más acorde con la interpretación estructural-fenomenológica
e histórica de las religiones.
Ahora bien, este Dios
Ordenador precolombino que da ánima o vida al mundo es de una complejidad
metafísica que supera el animismo espiritualista del chamanismo. El chamán
viaja en las regiones del Ser, el sacerdote precolombino se remonta al
principio del Ser. En otras palabras, las cosmogonías y teogonías mitocráticas andinas
se plantean el problema peliagudo, inadvertido por el mitomorfismo chamanista,
de explicar el origen de los seres a partir del principio de que nada viene de
la nada. Es decir, el pluralismo de espíritus sutiles del chamanismo se
reordena en la religión de servicio andino en un politeísmo Henoteísta, donde
la deidad principal se responsabiliza del orden cósmico.
Sólo mediante una hermenéutica
remitizante que rompe con los estrechos criterios cientistas y empiristas de las
filosofías modernas, es posible reconstruir el universo metafísico del hombre ancestral
precolombino y del hombre arcaico. Y esto nos conduce al reconocimiento que el
Animador precolombino del mundo conserva una común forma espiritualista con el
chamanismo pero un contenido metafísico mucho más elaborado, dualista y más
complejamente trascendente. Comparten la misma mística de unión de identidad,
pero con diferente inspiración y profundidad.
Para ambos el cosmos es
animado o Kama, pero mientras en el chamanismo el énfasis está puesto en el Ser
como un interactuar bueno o mundo bueno –Jakon
Nete en lengua shipiba- , en la religión de servicio precolombino está
puesto sobre el Ser como Ordenamiento. El diálogo primordial que exhiben las
deidades en el Manuscrito de Waruchirí justifica una ontología del Ser como Ordenamiento
del mundo. No se trata de la primacía ontológica del Interactuar sino de la primacía
ontológica del Orden. Orden que los hombres deben acatar y mantener. Y es lo que hace el Inca Túpac Yupanqui para
congraciarse con el dios Pariacaca, después de haber exigido bruscamente a los
dioses para que colaboren en la guerra contra los yungas.
Georges Gusdorf había
subrayado la existencia de una metafísica primaria en la conciencia mítica y de
la intención mítica en todas las grandes filosofías. Y K. Jaspers había
defendido la universalidad de la filosofía sosteniendo que la filosofía está en
todas partes, tanto en el pensar metódico (Occidente) como en el pensar mítico
(Oriente). En otras palabras, se trata de advertir el vínculo entre mytho y
logos, de enlazar el universalismo filosófico con una hermenéutica remitizante,
de operar un giro copernicano mitocrático para afirmar la existencia de la filosofía en un
nuevo sentido, tanto al interior del chamanismo arcaico como de la religión de
servicio precolombina.
La confusa equivalencia entre “ordenador” y “creador” en la teología andina es atribuible a la trasposición cristiana de los
cronistas Bartolomé de las Casas, Cieza de León, Betanzos, Cobo, Sarmiento de
Gamboa, Molina el cuzqueño, Acosta, Santacruz Pachacuti y Ramos Gavilán. Al referir
a Wiracocha como Hacedor en vez de ordenador del mundo se procede
desprolijamente a eliminar injustificadamente la sutil y crucial diferencia
metafísica existente entre cristianismo y religión precolombina. Lo cual impide
también captar su vinculación con el esquema ontológico metafísico del
chamanismo.
Finalmente, la expresión más madura en la
teología incaica está contenida en la idea de Pachacamac como deidad ignota del
Hawa Pacha, que se yergue
soberanamente sobre todas las deidades menores como Gran Ordenador del Universo.
Asi, mientras la teología del Manuscrito de Huarochirí trasmite una teología
milenaria, la teología del dios ignoto de los Incas es más elaborada y
abstrusa. Esa deidad ignota es en Blas Valera Luz Eterna o Illa Teqse que reina en las tinieblas o lo inanimado. En el
chamanismo lo inanimado es la muerte, el mal, la enfermedad o el secuestro del
alma por algún espíritu. En otros términos, el emanatismo –orden emana de Teqse-,
dualismo –Animado e Inanimado- y dinamismo –vivificación sin término y cíclica-
no provienen directamente de la religión de integración del chamanismo sino que
son creación de la religión de servicio precolombina.
En una palabra, la filosofía mitomórfica del chamanismo brinda sólo el
impulso y algunos elementos primordiales en la filosofía mitocrática de la
religión precolombina. Pero lo substancial de su especulación metafísica –la
teogónica y cosmogónica paridad primordial arquetípica- es su aporte
original.
El gran enigma es que si el chamanismo es arcaico y antecede a todas las
formas religiosas entonces cómo se explica que sirviera de punto de partida
para concepciones contrapuestas que derivaran unas hacia la desvalorización del devenir, lo múltiple y el mundo –filosofía
oriental y filosofía griega- y otras hacia la revalorización del
mundo, el devenir y la vida –filosofía mitocrática precolombina-. Y esto atañe
a una diferencia profunda al interior de las mismas filosofías mitocráticas.
30 de
Agosto 2017
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