viernes, 31 de mayo de 2024

LOS CRONISTAS

 LOS CRONISTAS

Mito, tradición e historia del Perú del insigne Raúl Porras Barrenechea es para el ilustre historiador Waldemar Espinoza Soriano un modelo de precisión, amenidad y cabalidad de conceptos, así lo expresa en la Nota introductoria. 

Por mi parte, sólo quisiera referirme a su tercer ensayo intitulado Los cronistas. Con maestría y conocimiento exhaustivo el erudito Porras destaca tres aspectos clave:

1.  En la crónica indiana -pretoledana, toledana y post-toledana- se forja la cultura mestiza del Perú.

2. La crónica indiana estuvo marcada por el diferente objetivo político de la Corona. Así, bajo el pacificador la Gasca el objetivo era probar la crueldad del conquistador para justificar el sofocamiento de la revolución de Gonzalo Pizarro. De modo que la crónica pretoledana mantuvo una versión moderada y justa con el indio y con el incario. Tal fue el tono de los cronistas soldados Cieza y de Santillán. 

En cambio, bajo el Virrey Toledo el objetivo era probar la tiranía sangrienta de los Incas para justificar la pérdida de su señorío, tal como lo exigía la teoría de Vitoria. De esta manera los cronistas toledanos fueron injustos con el indio -lo presentaron como ocioso, sucio e inmoral- y con el incario -sanguinario y ejecutor de sacrificios humanos-. De este talante son los cronistas Sarmiento, Molina, Juan de Matienzo y Racionero Villarreal. La gran excepción fueron el jesuita José de Acosta, Gómara, Zárate, Palentino. 

Finalmente, la crónica post-toledana tuvo como objetivo la coexistencia pacífica entre indios y españoles y poetizó la vida incaica. De este talante fueron Cabello Balboa, Murúa, Montesinos, Anello Oliva, Santa Cruz Pachacuti y el Inca Garcilaso. Aquí Cabello de Balboa es la excepción y no idealiza la vida incaica. Porras también nos recuerda que fue Riva Aguero el que rehabilitó la versión de Garcilaso que había sido tachado de utópica.

3. Sin caer en la versión rosada de Garcilaso ni en la versión terrorífica de Sarmiento hay que admitir con la versión moderada de Cieza que aun siendo los incas gente de gran razón, que dejaron leyes justas y suprimieron la antropofagia no obstante mantuvieron entierros y suicidios colectivos, hubo actos tiránicos de los monarcas, afrontaron rebeliones de los pueblos vencidos, tenían bárbaras costumbres guerreras, penalidades crueles y efectuaron sacrificios humanos.

En pocas palabras, no hay línea que se dé por perdida en el ensayo lúcido y bien enterado sobre los cronistas que Porras escogió para este libro. Finalmente, cuál es nuestra visión personal sobre el pasado incaico ¿justa, terrorífica o idílica? 

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