Gustavo Flores Quelopana
Sociedad
Peruana de Filosofía
Se suele pensar que se hace estupideces por
ilogicidad, más nuestra convicción es que la verdad consiste en lo contrario. Es
decir, se hace estupideces dentro de un determinado contexto lógico. Nos
explicamos. Si la estupidez no fuese tan lógica no hubiese prosperado tanto en
el género humano. Por eso siempre he tenido la sospecha de que el hombre no es
estúpido por accidente sino por sustancia. O mejor, el hombre necesita de una
gran dosis de estupidez para a contrapelo dar sentido a su vida. Incluso Goethe
le dio la necesaria importancia diciendo: “Contra la estupidez, hasta los
dioses luchan en vano”. Además, lo estúpido muchas veces tiene la ventaja de
ser jocoso, y al hacer estallar la hilaridad se enlaza con la felicidad. Esto provoca
cierto incremento en la respetabilidad de la estupidez. Por ejemplo, ¿cuál es
el lápiz más peligroso del mundo? Lápiz tola. O sea, mientras más estúpido más
gracioso. Si esto no fuese cierto no habrían pasado a la inmortalidad histórica
los comediógrafos griegos y romanos como Aristófanes, Menandro, Plauto, el
barroco Moliere, y los contemporáneos Charles Chaplin, Woody Allen, entre
otros. La comedia no es exactamente estúpida, al contrario, es un arte bien
elaborado que explota los vicios, defectos y debilidades de personajes y
personas comunes. Pero una cosa es la estupidez en la comedia, otra es que la
estupidez sea cómica y otra que la estupidez sea tomada en serio. Razón tenía
Michael de Montaigne al decir: “Nadie está libre de decir estupideces, lo grave
es decirlas con énfasis”.
El asunto es que la estupidez humana suele ser
remitida por comodidad a la ilogicidad. ¿Pero, acaso, es esto cierto? Cuando
observamos la historia y la vida cotidiana con cierta serenidad no se tarda uno
en darse cuenta de la cantidad insólita de cosas estúpidas que llenan la vida
humana. Konrad Adenauer expresó cierta vez: “Hay algo que Dios ha hecho mal. A
todo le puso límites menos a la tontería”. Pero no seamos tan inclementes
porque incluso las cosas estúpidas, como la avaricia y el lujo –muy bien
estudiado por Werner Sombart (1863-1941) en sus libros El Burgués y Lujo
y capitalismo- suelen ser factores importantes en los cambios históricos.
De manera que si el hombre es la criatura racional por excelencia, hay que interrogarse:
¿Tiene todo esto un sentido lógico? ¿Cuál es la esencia lógica de la estupidez?
¿Puede el hombre vivir sin la estupidez? En el fondo el problema de la
estupidez nos remite a la estructura misma de la racionalidad. ¿Exigirá la
intonsa estupidez su derecho a ser incluida en una nueva teoría de la razón?
Por lo demás, así como hay épocas donde la sesera se llena de razones graves y
profundas, también las hay en las que está ocupada por la trivialidad y la
ridiculez.
A propósito de las contradicciones ínsitas en una
misma época recuerdo una anécdota trivial y a la vez grave, que ilustra el
imperio omnímodo de la estupidez. En una reunión
social Einstein, el científico más conocido y popular del siglo veinte, se encuentra con el símbolo del humorismo y
cine mudo, Chaplin, y en el decurso de la conversación, Einstein le dice a
Chaplin: Lo que he admirado siempre de
usted es que su arte es universal, todo el mundo le comprende y le admira.
A lo que Chaplin manifiesta: Lo suyo es mucho más digno de respeto, todo el mundo
lo admira y prácticamente nadie lo comprende. Dos genios pasándose la oscilante
pelota de la estupidez del mundo. Nadie como Chaplin, cuyo personaje encarna al
vagabundo de maneras aristocráticas, corazón bueno pero sin un centavo en los bolsillos,
para expresar mejor que nadie las contradicciones estúpidas y crueles de
nuestra época.
Para el ínclito Ariosto nadie está exento de la mancha
de la tontería. Así, codicia, orgullo, vanidad, credulidad, prejuicios,
burocratismo, fanatismo, incredulidad, erotomanía y otros defectos hacen del
hombre un ser estúpido. La obra cumbre de la estupidez podría acabar con la
raza humana en un exterminio nuclear. La estupidez es una epidemia, un lujo
devastador, destructivo y costoso de la humanidad. Solamente el inteligente
comprende que es estúpido, y esta comprensión se convierte en el acto supremo
de la inteligencia. Por ello, razón tenía Moliere al razonar que un estúpido
ilustrado es más estúpido que un estúpido ignorante. De modo que no hay que
exagerar para darnos cuenta de la importancia histórica y filosófica que tiene
el cavilar sobre la relación que guarda la estupidez y la lógica. Lo misterioso
es que no sabemos realmente qué es la estupidez, esquiva es su definición, pero
no es expresión del temor, sino que es algo más complejo y sus términos forman
una verdadera legión.
Muchas veces hasta resulta sensato hacerse el
estúpido. Estupidez por sensatez resulta siendo la suprema contradicción lógica
en la vida concreta, pero lo más interesante es que resulta siendo efectiva por
razones pragmáticas. Es curioso que en Hispanoamérica la palabra pendejo es
sinónimo de tonto, torpe, estúpido, pero en el Perú significa lo contrario, o
sea sagaz, astuto, avisado. Por eso en nuestros lares corre un viejo adagio que
reza así: El pendejo es el que navega con la bandera de cojudo. Otra suprema
contradicción del disimulo o hacerse el sonso. Por lo demás, es intrigante la
contradicción entre el homo sapiens y la estupidez, pero lo más seguro es que
no es un defecto de la mente sino del espíritu. Así como hay hombres sensatos
sin ser sabios hay también hombres sabios con estupideces. Con experiencia lo
decía Oscar Wilde al afirmar que resulta siendo suficientemente sensato hacer
tonterías de vez en cuando.
Pero yo tengo la profunda impresión que la estupidez
tiene su propia lógica. Y con ello no sólo nos referimos a la ironía sino
también al disparate. La nueva lógica nos ha demostrado que la inteligencia
humana maneja varios sistemas lógicos al mismo tiempo y en situaciones
diversas. La lógica de la estupidez no es una parodia de la lógica formal,
aunque tenga esa apariencia por su forma pero por su contenido constituye un
propio ejercicio lógico de la razón. Lo encantador de la estupidez es que tiene
la virtud de jugar con la posibilidad de las contradicciones locales como la
lógica minimalista, y también puede pasar a considerar fatal a la contradicción
como en la lógica intuicionista clásica. Por ejemplo, como cuando flaco Laurel
enciende fuego con su pulgar, y cuando el gordo Hardy hace lo mismo se quema el
dedo. Si esto es así, entonces no es cierto que con la lógica no se puede reír,
sino, al contrario, hace posible el reír.
La gran pregunta que se podría dilucidar de todo esto
es si la lógica de la estupidez es una verdadera lógica de la deducción o si
tiene una lógica privilegiada. Lo singular del caso es que la estupidez tiene
sus leyes y dichas leyes del pensamiento estúpido siendo un desafío para el
pensamiento correcto sin embargo ayudan para la cognición del mundo objetivo
defectivo. Pero dichas leyes no sólo ayudan a la cognición de taras y defectos
sino a la tolerancia propia y con ello hace la existencia más soportable. La
estupidez cómica puede ser un gran medio de consolación y diversión pero
también de insubordinación. Con ello no sólo tiene una función epistémica y
timética, sino principalmente relajante y motivadora. El hombre sabe que la
inteligencia artificial, por ahora, no puede reír y eso se convierte en motivo
de burla y de acusación de la estupidez de la máquina.
Hacer que la máquina ría y haga estupideces implicaría
traducir en lenguaje artificial o en algoritmos la lógica de la estupidez.
Hasta que ocurra esto recordamos la siguiente cantinflada: Dos amigos
paseando por un parque de atracciones se encuentran con una maquina sabia, uno
de ellos le dice al otro:- ¡Juan esta máquina es una maravilla lo adivina todo!
El amigo totalmente por la tontería escuchada, incrédulo se ríe diciéndole que
eso son tonterías, y que para demostrárselo va a introducir una moneda, dicho y
hecho, introduce la moneda y con voz metálica le responde la maquina:
-Qué quieres saber. El incrédulo le dice: ¿Dónde está mi padre? Le responde la máquina: jugando al dominó en la bodega de la esquina. El incrédulo riéndose estruendosamente le dice a la maquina: mi padre murió hace cuatro años. A lo que le responde la máquina: tu padre está jugando al dominó, el que murió hace cuatro años es el marido de tu madre. Pero aquí se observa que lo insólito y lo inesperado de la respuesta tiene su logicidad. Pero cuál es.
-Qué quieres saber. El incrédulo le dice: ¿Dónde está mi padre? Le responde la máquina: jugando al dominó en la bodega de la esquina. El incrédulo riéndose estruendosamente le dice a la maquina: mi padre murió hace cuatro años. A lo que le responde la máquina: tu padre está jugando al dominó, el que murió hace cuatro años es el marido de tu madre. Pero aquí se observa que lo insólito y lo inesperado de la respuesta tiene su logicidad. Pero cuál es.
Desde el principio del mundo apareció la estupidez,
por estupidez el hombre perdió el Paraíso. El prejuicio, el fanatismo, la
ambición y la ignorancia son sus formas principales. Pero hay algo muy especial
en la verdadera estupidez y es que no duda y menos el estúpido. Dichoso el
estúpido que está libre de dudas, pero esto suele ser un estado temporal y a
veces permanente incluso en hombres muy inteligentes. Un libro muy ilustrativo
al respecto es de Paul Tabori, Historia de
la estupidez humana, y allí muestra que la Avaricia ocupa el primer lugar
desde tiempos inmemoriales y en la actualidad nosotros lo podemos apreciar en
la inequidad que reina en la globalización neoliberal. Desde las minas del rey
Salomón hasta los negocios especulativos de las megacorporaciones privadas
podemos ver el imperio de esta forma de estupidez. Si el fin justifica los
medios, entonces es comprensible lo dicho por Napoleón: “Cuando se hacen
tonterías, éstas por lo menos deben dar resultados”.
Otra de sus ilustres formas más importantes es la
Vanidad, la cual es alimentada por la lógica de la ambición, el servilismo y la
absurda autodegradación del alma y del cuerpo. Actualmente la vanidad ha salido
de las cortes reales europeas para instalarse en la vida del hombre común a
través de la moda incentivada por el consumismo del mercado capitalista. La
moda postmoderna del sistema fetichista de la apariencia y el espectáculo
refleja la estupidez generalizada de la sociedad de consumo donde el individuo
alienado pierde su personalidad. La normalización de las necesidades
artificiales bajo el imaginario capitalista impone la frivolidad y la
teatralidad del cuerpo como experimento. La Generación X y su moda andrógina
revelan muy bien lo que Lipovetsky describe en su libro El imperio de lo efímero. Yo creo que la moda es el campo
privilegiado en el que se va contra la recomendación de Sartre: “Nadie debe
cometer la misma tontería dos veces, la elección es suficientemente amplia”.
La locura del orgullo se refleja también no sólo en la
manida afición en los árboles genealógicos sino en la acumulación de grados y
títulos para fines puramente promocionales y ascenso social, antes se trataba
de aumentar la fama y la gloria ahora se trata de acceder a mayores ingresos
económicos y aumentar el ritmo de vida consumista de la vida alienada. Se dice
que estamos en la era del conocimiento pero en realidad se está en la era del
consumismo frenético. El conocimiento se ha convertido en un medio para un fin
económico y el hombre mismo ya no tiene dignidad sino precio. La estupidez del
consumismo supera a la del burocratismo. Si el burocratismo es estúpido y
maligno, comienza con la adquisición de autoridad, lo que atrofia la
inteligencia, no tiene piedad, es ilógico, ama las frases largas y complicadas,
es pomposo, ama los secretos, se divorcia de la realidad y no cree en la
justicia sino en el papeleo; en cambio el consumismo es más mentecato y
pérfido, comienza con la acumulación de cosas materiales, lo que atrofia la voluntad,
no tiene saciedad, es absurdo, ama las frases directas y cortas, casi
telegráficas, se divorcia de las necesidades reales, , es exhibicionista, ama
el espectáculo, convierte lo real en ilusión y no cree en la justicia sino en
el libertinaje.
Pero la estupidez humana no se limita a cosas banales,
pues también invade fueros majestuosos como el de la justicia. La estupidez de
la justicia con su suprema majestad puede también ser expresión de la suprema
estupidez. La manía de pleitar, la legislación múltiple, el juicio a animales,
el lenguaje engorroso son cosas pequeñas con la actual falta de castigo para
los responsables de la crisis hipotecaria del 2008 que provocó un verdadero
Crash financiero. La justicia no tiene nada que decir, está callada respecto al
infierno ecológico chino, el estilo de vida californiano, el mito del
desarrollo sostenible, el desequilibrio físico-social, la amenaza de terrorismo
nuclear, el creciente abismo social global y el antropocenio destructivo.
Guarda un silencio sepulcral ante toda esta locura.
En otras palabras la justicia está envilecida y
callosa en sus estúpidas circunvoluciones codigeras. Avanzando en terreno más
interesante la estupidez se hace del corazón mismo de la filosofía y así
convierte a la duda escéptica en el prodigio teorético de los últimos tiempos.
La filosofía de la postmodernidad la representa en alma y cuerpo. La estupidez
de la duda escéptica hizo mucho daño a inventores, científicos, poetas,
humanistas y enciclopedistas, y lo más lamentable es que la duda se apodera
ahora no sólo de las masas sino del hombre eminente, y ahora vemos a éste que
marcha al unísono marcando el paso con la mediocridad ambiente del nihilismo
cultural y la cultura del espectáculo. La locura de la incredulidad es otra
muestra de la estupidez humana en un mundo sin Dios ni trascendencia. A propósito del nombre de un juez:—Hola, ¿cual es tu nombre? —Unos me dicen Teo y otros me dicen Doro.. —Ah, te llamas Teodoro —No, Doroteo.
Las ciencias tampoco son indemnes a la estupidez
humana y se encarna en el naturalismo biologista, sucedáneo del materialismo.
Ya Searle reducía la conciencia a un problema biológico y a la mente a un
problema cerebral, sin darse cuenta que la physis biológica conduce a la physis
ontológica, ésta a la metafísica y ella a la teológica. Se trata de un
conciliábulo de inmanentistas y temporalistas que reducen el problema de la
vida a lo biológico sin tomar en cuenta la dimensión preternatural, espiritual
y eterna de la vida humana. Las ciencias genómicas tienen la virtud de poner
fin a la idea cartesiana-hobbesiana de que las ciencias son éticamente neutras,
pero tienen el defecto de desarrollar un bioderecho que amenaza con la
manipulación de genes con fines subalternos. La medicina individualizada, el
uso de transgénicos y la biotecnología en vez de ponerse al servicio de la
demanda de alimentos, medicinas y de un ambiente sin contaminación son puestos
al servicio de la ganancia megacorporativa. A propósito de la divina ciencia: -Las matemáticas son sencillas... -Si tú tienes 20 dólares y tu mujer 5...-Ella tiene 25 dólares.
Los fines militares y las élites económicas
amenazan a las ciencias de la vida dando
un sesgo inmanente a la primacía del criterio ético, para así sepultar
cualquier consideración religiosa, metafísica, teleológica y trascendente que
estorbe a sus intereses. Es una estupidez no frenar el uso irresponsable de la
biotecnología. A propósito de uso irresponsable aquí viene una anécdota a
cuento: Una mujer entra a una farmacia y le pide al farmacéutico: –Por
favor, quisiera comprar arsénico. Dado que el arsénico es muy tóxico
y letal el farmacéutico quiso saber más datos antes de proporcionarle la
sustancia. – ¿Y para qué querría la
señora comprar arsénico? – Para matar a
mí marido.
– ¡Ah, caramba! Lamentablemente para ese fin no puedo vendérselo. La mujer sin decir palabra abre la cartera y saca una fotografía del marido haciendo el amor con la mujer del farmacéutico. –¡Mil disculpas!, dice el farmacéutico no sabía que usted tenía receta.
– ¡Ah, caramba! Lamentablemente para ese fin no puedo vendérselo. La mujer sin decir palabra abre la cartera y saca una fotografía del marido haciendo el amor con la mujer del farmacéutico. –¡Mil disculpas!, dice el farmacéutico no sabía que usted tenía receta.
Después de este esparcimiento estúpido volvamos a lo nuestro. Al volver apreciamos
que la insólita respuesta guarda logicidad. El avance de la
ciencia le quitó al hombre identidad porque el dualismo idealista o
materialista lo redujo a subjetividad o mecanismo maquinal. Pero cada vez es
más notorio que frente a la estupidez de las ciencias de la vida hace falta
recuperar el horizonte de lo trascendente para devolverle al hombre su
identidad integral.
La estupidez también ha sabido penetrar en la tenaz
supervivencia de los sueños de la humanidad que se muestra en los mitos y
ensueños. La manipulación de estos sueños ha generado creencias
seudocientíficas estúpidas (seres extraterrestres, juventud eterna,
invulnerabilidad, invencibilidad, etc.). La racionalidad mítica ha sido
envilecida y manipulada para mantener a las masas subordinadas a los prejuicios
del poder y del mercado. Pero la estupidez erótica se lleva la mejor
performance. Vivimos un erotismo degradado. No sólo reviste en los países
postindustriales todas las formas de sadismo y perversión, sino que sus
derechos son defendidos como cosa buena. Esta forma de locura y bestialización
degenerada del sexo es directamente proporcional al grado de cosificación y
deshumanización operada por un aparato económico-social que ha puesto sobre el
hombre el dinero y a la ganancia como dios supremo.
A propósito de erotismo y estupidez viene a cuento un
chiste español: “-Cariño, ¿por qué le has dicho a todo el mundo que tienes sida
si lo que tienes es cáncer de pulmón? -Porque me voy a morir, pero a mi mujer no se la folla
nadie”. Hay quienes opinan que la estupidez de la mujer es inofensiva y encantadora,
en cambio la del hombre es peligrosa cuando no mortal. De cualquier forma si se
inventase una vacuna contra la estupidez, el estúpido sería el primero en creer
no necesitarla.
Con semejante multiformidad parece muy dificultoso
determinar la esencia lógica de la estupidez, pero de algo sí estamos seguros,
a saber, tiene su lógica y es muy importante en la vida humana. Pero por qué.
El sentido significativo de la estupidez es lo torpe inesperado lingüístico o
gestual que causa risa. Por ejemplo, “Creo que tengo el peor trabajo del
mundo”, dice el cepillo de dientes; “¿Estás seguro?”, le responde el papel
higiénico. Tiene todo esto un sentido lógico preciso. O esta otra: “Yendo a
buscar agua Marte, pudiendo venir a Galicia”. Entonces, ¿Cuál es la esencia de
la estupidez? Si consiste en la falta de entendimiento para comprender o
carencia de destreza para hacer las cosas, entonces estamos ante un defecto,
una defección, una debilidad. ¿Puede el hombre vivir sin la estupidez?
Aparentemente no, siempre seremos incapaces de algo.
Pero todo esto ¿nos remite a la estructura misma de la
racionalidad? El hombre para existir no tiene lógica privilegiada, sino que su
razón en diferentes situaciones emplea diferentes lógicas y una de ellas es la
de la estupidez. ¿Exigirá la enterada estupidez su derecho a ser incluida en
una nueva teoría de la razón? Sin duda, no puede ser remitida simplemente al
cajón de sastre de la irracionalidad. Su intonsa presencia tiene demasiada
importancia entre tanto estropicio de la historia de la humanidad.
Por lo demás, en nuestra ligera época sin valores el
que cree llevar una vida controlada y dirigida por una racionalidad sin
estupidez es candidato al Premio Nobel de la estupidez absoluta. Allí tenemos
para desmentirlo a la desenfrenada carrera de armamentos emprendidas
especialmente por los países más avanzados del planeta y que deberían mostrar
más sensatez. Así, un solo tanque M 1 Abrams cuesta el equivalente a cinco
centros culturales totalmente equipados; un helicóptero eurocopter Tigre
equivale a la atención social durante un año de treinta mil personas en extrema
necesidad y un solo caza bombardero F 22 equivale a tres grandes hospitales. Ni
pensar en el costo de las armas nucleares. A propósito de armas. Un ladrón entra a un banco, apunta con su arma al cajero exige que le de todo el dinero. Una vez con el botín, se da la vuelta hacia uno de los clientes y le pregunta: -¿Usted me vio robar? -Sí, pero de refilón. El ladrón le pega un tiro en la cabeza. Se dirige a otra persona que había al lado. -¿Y Usted me vio robar? -No, la verdad es que apenas vi nada...El ladrón le pega dos tiros en la cabeza. Se da la vuelta hacia una familia que estaba parada a su lado pregunta: -¿Y Usted, me vio robar? El hombre contesta: -Yo no vi nada...pero mi suegra si, la vi grabando con el celular.
No querer ver esta nuestra realidad trivial y
ridícula, obedece a nuestro insensato narcisismo antropocéntrico, exacerbado
por la modernidad egocéntrica y egolátrica, solipsista e inmanentista. Lo
asombroso es que en medio de tanta tontería nos pueda seguir gustando una
cantata de Bach, una sinfonía de Beethoven o un grabado de Durero. Lo cual
ratifica que el hombre es portentoso en su grandeza y ridículo en su miseria.
Nada expresa mejor esta dramática oscilación antitética de nuestra naturaleza
entre la sensatez y la estupidez.
En suma, la compleja relación entre lógica y estupidez
puede definirse del siguiente modo:
(1)Como la
Lógica no es una sino un conjunto diversificado de sistemas lógicos, la
estupidez o juega con dichos sistemas o tiene su propio sistema o ambas cosas.
(2)Como
lenguaje lógico, la estupidez –oral, escrito o gestual- no establece la verdad
sino lo inverosímil.
(3)Lo
fundamental en la lógica de la estupidez no son los conceptos ni la
formalización sino lo estereotipado e insólito.
(4)Su
lenguaje no se compone de proposiciones u oraciones gramaticales aseverativas
–por ejemplo 1 más 1 es 2- sino de oraciones exclamativas, interrogativas e
imperativas.
(5)Que el
lenguaje de la lógica estúpida sea un sinsentido en la lógica proposicional
demuestra que la mente humana maneja en diferentes situaciones diferentes
lógicas.
(6)En su
estructura lógica de premisas verdaderas se pueden obtener conclusiones
absurdas.
(7)Lo
absurdo de la conclusión no asegura la verdad ni la falsedad de las premisas.
(8)No mejora
el razonamiento cotidiano ni el razonamiento científico sino que divierte y
entretiene.
(9)Los
gestos estúpidos pueden ser sustituidos por la retórica estúpida porque no
busca probar ni convencer un saber verdadero en filosofía ciencia, sino divertir la cotidianidad común.
(10)El
razonamiento estúpido es unilateral y vertical pero lejos de imponer a la razón
una rigidez catatónica, se convierte en su abuso en un instrumento anomizante e
inútil.
(11)Su nula
comunicación aseverativa se agota en acrobacias divertidas que relajan a la
razón sensata. La mente humana recurre a lo insensato para relajar su sensatez.
(12)La
estupidez universal no sólo expresa la barbarie presente en todo tiempo sino
también la luz del que se ríe de su propia nada.
(13)La
propia ley lógica de lo estúpido es manifestar consciente –en el chiste- o
inconscientemente –la torpeza- la fórmula demostrable del vacío exterior –un
microcosmos que se aburre ante lo infinito espacial- y del vacío interior –un
microcosmos que no encuentra tranquilidad sino en el infinito espiritual- que
rodea la finitud humana.
(14)El telos
lógico de la estupidez humana es denunciar la vanidad del historicismo y del
iluminismo como fin y sentido de la existencia.
(15)El
misterio de la lógica de la estupidez es la esencia de la historia de la
humanidad desde Adán en adelante, que produce las negatividades de la
existencia pero que también se ríe de ellas.
(16)La
lógica de la estupidez al romper la absolutización de la historia y del
humanismo absoluto revela la inconsistencia del intelecto humano.
(17)Su
ínsita contradicción radica en señalar lo trágico de la vida y la finitud
ontológica mediante la ironía divertida.
(18)Su
expresión más nociva, soberbia y nada cómica es convertir la razón finita en
omnipotente.
(19)La
lógica de la estupidez no soluciona el problema del dolor humano, aunque la
haga más soportable, ni el problema de la limitación de la razón, a la cual
humilla constantemente.
(20)En
última instancia la lógica de lo estúpido denuncia la fragilidad de solucionar
todos los asuntos humanos en el horizonte del tiempo y de excluir a Dios. En
una palabra, lo estúpido nace de colocar lo infinito en lo finito.
Y como para no extraviar el rastro de nuestro insigne tema se me ocurre rendir homenaje a la Estupidez recordando lo que sigue: -Oye, ¿qué es peor, la ignorancia o el desinterés? -No lo sé, ni me importa.
22 de Octubre 2017
Iván Abrill Mendoza (UNMSM) Muy buena reflexión estimado Gustavo, sobre un tema interesante pero poco estudiado, en el que algunos no quieren ni siquiera pensar porque temen reconocerse. Saludos cordiales.
ResponderEliminarLiliana Molineris (Italia)La stupidità umana è infinita..... e infinito sarebbe l'elenco di tutti i tipi di stupidi che esistono a questo mondo.
ResponderEliminarQuelli che mi fanno più pena, sono coloro che si fanno influenzare dalle mode del momento, dalle pubblicità che rendono ebeti. Chi ostenta benessere, solo per il gusto di apparire.
Il mio dispiacere più grande? È che questi "stupidi" si perdono la vera essenza della vita.
Un'altra cosa è lo "stupido intelligente". Saper far ridere e divertire, è tutt'altro che stupido.
Maria Luisa Chunga Flores (Trujillo) Muy interesante. Nos lleva a la reflexión e introspección.
ResponderEliminarSúper interesante.
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