viernes, 20 de diciembre de 2024

IMPORTANCIA FILOSÓFICA DE CORINTIOS I

 

IMPORTANCIA FILOSÓFICA DE CORINTIOS I


Estamos ante una de las Cartas más inspiradas y profundas del apóstol Pablo. Su contenido fundamental gira en torno a la preeminencia del amor.

Mientras el amor griego o Eros es deseo, que sublimado puede acceder a la divinidad, el amor cristiano es ágape porque proviene de Dios hacia el hombre. En Eros el amor es un movimiento ascensional o anagógico hacia lo divino, mientras que en ágape el amor es un movimiento de descenso de Dios hacia el hombre.

La diferencia contiene una nota metafísica sustancial de alcance metafísico. La divinidad griega no ama porque no es creadora sino emanatista, pero se deja amar como participación ontológica; en cambio la divinidad cristiana es Amor y por ello viene en auxilio de su creación. En la divinidad griega el ser es por indiferente emanación, por el contrario, en la divinidad cristiana el ser es por amor. El reino de Dios es el poder el amor y por el amor es el ser.

Pablo había fundado la iglesia de Corinto, la cual era una ciudad portuaria con muchos esclavos, famosa por su libertinaje y su templo de Afrodita con un millar de prostitutas sagradas. Además, la iglesia de Corinto estaba afectada por disensiones internas (incesto, embriaguez, pleitos, negación de la resurrección de los muertos, sobreestimación del don de lenguas, etc.).

Ahora se entiende mejor el énfasis puesto por Pablo en la preeminencia del amor sobre la fe, la esperanza y el don de lenguas. También incide en la superioridad de la fe sobre la sabiduría de los sabios, la concepción del cuerpo como templo del Espíritu Santo, el consejo de que es bueno casarse, aunque es mejor permanecer soltero si se tiene el don de continencia, todo es lícito, pero no todo conviene, la mujer está bajo la autoridad del hombre, al amor es superior incluso a los dones que da el Espíritu Santo, y que los fornicadores, avaros, adúlteros, afeminados, homosexuales, borrachos, maldicientes, ni estafadores, heredarán el reino de Dios.

En suma, la condición fundamental de la vida cristiana es el amor al prójimo. Y este amor hace de la materia y del cuerpo algo digno y bueno. De modo que cuando se concibe que el amor es el principio del ser se está aludiendo al ser creado y finito, y diferenciándolo del ser infinito y absoluto que es Dios mismo. Se trata de una distinción ontológica basada en el sentido multívoco y no unívoco del ser. Y en el sentido multívoco del ser el ser finito “es” no por participación ontológica, como en los griegos, sino por comunicación ontológica de la misericordia divina a sus criaturas. Por eso mismo el Dios cristiano no es un frio principio absoluto e indiferente al cosmos, sino que es Padre, ser supremo, creador y sustentador del universo, existiendo en tres personas (Padre, Hijo -Jesucristo- y Espíritu Santo) y una sola sustancia. 

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