ESTUDIO PRELIMINAR
1
AMOR Y TRASCENDENCIA
Diana Maceda/PUCP
Lic. Literatura
Me complace comentar el nuevo libro
de Gustavo Flores Quelopana, Amatorium, porque dentro del Colectivo
interdisciplinario TXT, al cual pertenezco, siempre hemos sido suspicaces
frente a las ideas y teorías posmodernas, y además siempre queremos conocer a
personas que enfrenten con coherencia estas ideas, y Flores Quelopana es un escritor que propone una fuerte crítica contra esta
corriente.
ESTILO MODERNISTA
Ahora, yendo directamente al
poemario, debo confesar que la primera vez que lo leí me extrañó un tanto la forma en que se expresaba
en sus poemas ya que no me parecía un estilo muy actual, sino que más bien me recordaba más al estilo modernista. Y tuve
como primera impresión que no había tomado mucho en cuenta los aportes de la
vanguardia a la poesía, luego tuve la oportunidad de consultarle esta duda y
efectivamente, la vanguardia no es su etapa preferida de la historia del arte.
Más bien, me confesó que para él Rafael Alberti había sido una gran influencia,
y creo que, en general, los de la Generación del 27 de España, como Pedro
Salinas, Jorge Guillén, García Lorca, entre otros.
En Amatorium, a pesar de que cada poema no encaja en una forma poética
determinada o de no existir rima en cada verso, cada poema tiene un ritmo y una
musicalidad propia, en cada poema se puede percibir un ritmo propio, se puede
aprehender una estructura que ha sido construida con esmero, con cuidado de
cada verso y palabra que se emplea para darles una adecuada intensidad.
BELLEZA CLÁSICA
Flores Quelopana busca, en cada
poemario que escribe, la belleza de las palabras, la belleza de la expresión, para esto él se
aleja de nuestra habla llana, de las palabras coloquiales, pero no por eso es
un escritor oscuro, para nada, no se va a un extremo, creo más bien que se
expresa claramente, y esa belleza que busca lo consigue al colocar determinadas
palabras en un orden preciso escogido por él. La belleza que se busca es una
belleza relacionada con lo armónico, es una belleza clásica. Pero, como dije
antes, su búsqueda de la belleza de la expresión no oscurece las palabras y
mucho menos les quita su sencillez.
TEMÁTICA
Este conjunto de poemas le canta,
obviamente, al amor, y si queremos
hablar con más precisión, diría que le canta al amor erótico, al amor de
pareja, al amor de los amantes. Aunque, el amor a la divinidad, reflejado en
los poemas como “Deo Gratia” o “Misterio Grato”, también impone su presencia.
Otro de los temas es su propia vida, el autor pretende comprender en unos pocos
versos toda su vida, como en “Corazón”, en el que se figura un tábano valiente,
o como en “En este vuelo terrenal”, donde expresa “mi corazón late duro como
tambor”. No puedo dejar de anotar que también es perceptible la tensión entre
la vida y la muerte muy presente en estos poemas de corte biográfico, pero de
eso trataré más adelante. Asimismo, el tema del sueño también ronda en varios
de los poemas, a través del sueño se expresan visiones con un poder anunciador
que puede causar pavor en el soñador, como en “Ángel exterminador”, pero
también se puede soñar con algo hermoso como el amor como en “Sueña eternidad”
pero, a pesar de soñar con amar, el
sueño no deja de ser lo desconocido e incomprensible, y por lo tanto,
peligroso.
CELEBRACIÓN DEL AMOR ERÓTICO
Ahora, volviendo al tema amoroso, al
amor erótico. Toca preguntarnos qué es el amor en estos poemas. Recordemos que
para algunos poetas el amor es entendido como una enfermedad, aquí podría
mencionar a Safo, o, en otros casos, el amor se comprende como algo que no se
puede expresar, solo sentir. Para el autor, el amor no es como una enfermedad
ya que en sus poemas celebra el amor y nos invita a disfrutarlo como algo
placentero; y si bien, en Amatorium el
amor es lo irracional, se intenta expresarlo a través de la poesía, ya que por
medio de un lenguaje estándar no le sería posible. Entonces, para el poeta de Amatorium el amor es lo que embriaga, es
lo que lleva al éxtasis, es la pasión y la locura, no es para nada algo
racional.
MUJER Y NATURA
En estos poemas de amor erótico, los
amantes son los protagonistas, pero, sobre todo, lo es la amada. La mujer amada
está siempre dotada de una belleza comparable a la beldad de la naturaleza, ya
que muchas de las figuras que compone aluden a escenas de la naturaleza, como
señalar “el olor a violeta” de la amada
o asemejarla a “una rama silvestre”, o comparar su voz con la de un jilguero,
así como llamarla “ninfa” u “ondina”, que si bien estos personajes pertenecen a
una categoría cultural son conocidos como seres divinos muy relacionados con
los bosques y con lo natural. La belleza de la amada no es fugaz, sino más bien
trascendente, es una belleza que va más allá de la muerte, que vence a la
propia muerte, como se puede apreciar en “Tu urna” o en “Con piedad y celo”, al
igual que el amor que canta el amante,
que tampoco termina con la muerte, sino que la trasciende y va más allá.
El mismo lugar donde se aman los
amantes nos recuerda a un paisaje de ensueño, como los modernistas, pero en
algunos poemas, más bien se podría asimilar el espacio de encuentro de los
amantes a un locus amoenus, a un
paisaje natural y armonioso. Por supuesto, el amante es el admirador de la
belleza de la mujer y a través de él somos partícipes de cada escena amorosa,
él es nuestro guía, a través de quién conocemos el amor que atraviesa estos
poemas; sin embargo, en estos poemas la amada no es siempre un ente estático que
solo está ahí para dejarse admirar, sino que también es parte de un diálogo, y el poeta le da voz para
expresar su sentir, ya sea su rechazo o aceptación de los halagos del amante.
Claro está que si bien los versos de Amatorium celebran el amor erótico, en
algunas ocasiones este amor se torna oscuro, como en “Mustio corazón”, en el
que se expresa un desamor por
desilusión, en el que la bella amada pasa de ser lo más bello de la naturaleza
a ser “espina” y “borrasca”, y poseedora de una gran insensibilidad. Aunque
esta situación se da en muy pocos poemas.
AMOR A LO DIVINO
No quiero dejar de comentar acerca de
los poemas relacionados con el amor a la divinidad. El dios del que nos habla el poeta, es un
dios creador de todo lo terrenal, así como creador del propio hombre, y esta creación es entendida como un
misterio, pero como un misterio grato, tal como reza el título de unos de sus
poemas. La figura de Dios es utilizada en estos poemas para representar, para
exponer la mortalidad del hombre por contraposición de la eternidad de Dios, en
esta comparación lo efímero de la vida se nos presenta con horror, los seres
humanos son descritos como seres “breves
y falsos” en su poema “Misterio grato”, y es por eso que se le reclama fortaleza
a lo divino para aprovechar la finita vida y
no ser tentado, para a pesar de ser breve, no ser tan falsos.
LA MUERTE
Junto con la tensión entre lo eterno
y lo efímero, se halla representada en los poemas la tensión entre la vida y la
muerte, que ya mencioné más arriba. Pero ahora quiero profundizar un poco más
hablando sobre el tema biográfico, como
en los poemas “En este vuelo terrenal”, “Corazón” y “Presentimientos”, en los
que el poeta pretende dar una mirada a toda su vida desde su finitud, y expresa
pasajes de su vida, al mismo tiempo que hace hincapié en que su vida es
efímera, pero a pesar de esa limitación intenta
exponernos su vida y la muerte futura en conjunto. Sin embargo, en estos
poemas la muerte no es un futuro que aterroriza totalmente, y tampoco es lo que
deja sin esperanza al ser humano, sino que hay algo que la suaviza, o en otras
palabras, hay algo que da fuerza al ser humano para enfrentarla sin temor y con
esperanza, ese algo es el poder de trascender la muerte, y para el poeta es el amor el que alcanza
trascender la muerte, como en “¡Salve espíritu!”, dice “nuestro amor no irá al
sepulcro jamás”, y yendo más allá, en los versos de Amatorium el amor se muestra tan eterno como Dios, soñar con el
amor es soñar con la eternidad, el amor es comparable con Dios en tanto que ambos
son eternos, el amor no ha tenido que ser creado sino que es algo tan divino
que ha estado ahí desde siempre.
AMOR Y TRASCENDENCIA
Entonces, Amatorium es un libro de poemas llenos de musicalidad, que reflejan
una búsqueda de la belleza armónica de la expresión a través de la poesía, en
el que recorren los temas del amor erótico,
el amor divino y el tema biográfico, estos tres principalmente,
aunque se puede hallar otros como el tema del sueño o el consejo a sus
lectores como en “Admonición”. Sin duda, el amor es el protagonista de esta
obra cargada de elementos de la naturaleza que compara con la figura femenina
de la amada, aquí el amor es lo que se celebra, a lo que cantan los amantes
desde su experiencia terrenal; pero, también, el amor está dotado de una
categoría divina, es precisamente la acción del ser humano que puede trascender.
PUCP, 19 de abril del 2012
2
UN POEMARIO A
CONTRACORRIENTE
Luis Enrique Alvizuri
Filósofo y poeta
NEO-ROMANTICISMO
El filósofo y escritor Gustavo Flores
Quelopana nos vuelve a presentar otra de sus obras en su ya vasto bagaje
literario tratándose esta vez de un poemario al que ha intitulado Amatorium. Tal como se señala en la
reseña, este trabajo pretende ser “…un tránsito hacia un neo romanticismo que
sintetiza el alma introvertida y nostálgica del indio taciturno con la pasión
desbordante y galante del hispanoamericano, alma a su vez angustiada por la
apocalipsis moral y climática de la posmodernidad”.
MÁS ALLÁ DEL DESEO CARNAL
Esta misma presentación nos anuncia
un eje temático que no necesariamente se circunscribe al interés hacia el sexo
femenino sino que esencialmente se centra en las más hondas preocupaciones del
ser humano, algo que abarca aspectos que van más allá del drama personal del
deseo carnal.
Toda creación es la huella en el
caminar de un ser, es su firma por la cual es posible descifrar un mundo
interior siempre cerrado y desconocido a los sentidos. En el caso de Flores
Quelopana, este poemario nos revela una vez más al hombre que desde un
principio se ha dado a conocer como un profundo pensador y analista, típica
actitud que caracteriza a los filósofos. Porque Flores Quelopana es un
filósofo, y aún cuando haga una poesía que intenta dirigirse aparentemente a la
mujer, no puede desligarse de su esencia natural que es la filosofía. Quien
escribe estas líneas comparte con él este mismo oficio por eso le es más
asequible entenderlo. Bastaría con comparar alguna de sus líneas con lo que
comúnmente se entiende por poesía para vislumbrar que su estro no se agota en
solo la perecedera carne o en los recuerdos sensoriales de lejanas caricias
sino que se entrecruzan con los principales hilos que mueven su espíritu: la
mística y reflexión.
PASION, FE Y DESTINO
Cada uno de los 54 poemas insertos en
este libro contienen una mezcla peculiar de estos tres orígenes: la pasión humana y personal, la búsqueda de una trascendencia
mediante la fe y la preocupación permanente por el desarrollo y destino de toda
la especie humana.
Esta clase de expresiones nos remite
de algún modo a la poesía mística española del siglo XVII con San Juan de la
Cruz o Santa Teresa de Jesús donde el objetivo de las ansiedades y esperanzas
son siempre Dios como iluminación y anhelo pero por intermedio de la
experiencia mundana. El mismo vocablo Amatorium
que sirve de título nos advierte que el poeta intenta ubicarse en un plano que
no es precisamente el moderno sino, todo lo contrario, uno más cercano a un
romanticismo tardío.
REBELION AL MINIMALISMO ACTUAL
A un lector contemporáneo puede
resultarle extraña o hasta obsoleta esta actitud pues se nota claramente que se
retoman los valores del pasado premoderno donde aún no había calado el
pragmatismo y el uso de la palabra llana, casi vulgar, para la manifestación
sublime. Aún más, la poesía actual justamente se esmera en negar todo tipo de
elevación puesto que se agota en el consumo inmediato del placer terrenal y
rechaza todo aquello que se proyecte más allá de la utilidad. Lejos de la
mirada vallejiana o la dimensión de Eguren, los poetas del siglo XX y XXI,
influenciados por el ritmo y los horizontes de la sociedad de mercado y sus
parámetros, sobredimensionan su propio ser, que toman como centro para su
sentir, y se abocan desesperadamente en transmitir su individuismo muchas veces
carente de la mayor profundidad puesto que de allí está erradicada la
proyección ultraterrena y metafísica. Se puede decir que la poesía moderna se
indefendió de la agresión del sistema y se enconchabó en sus propios miedos y
frustraciones sin lograr sacar la cabeza más allá de la realidad que el mundo
material del consumo permite. Los intentos socialistas del siglo pasado
quedaron en el olvido en medio de un triste convencimiento que poetizar es solo
sufrir lánguidamente de impotencia.
Flores Quelopana pareciera rebelarse
ante ese desencanto y minimalismo de hoy, en donde prima lo crematístico y
comercial en desmedro de las manifestaciones del espíritu, y recurre a un
pasado que para él estuvo pleno de contenido, de ahí se desprende el que
encontremos términos que nadie ahora se atrevería a emplear por temor a la
calificación de “arcaico”.
Palabras como bermejo, céfiro, áureo, bergamasco, prístina, brezo, arrobada,
inmarcesible, vesperal, zarzal, oráculo, argénteo y muchas más por el
estilo navegan sin pudor por sus versos, haciendo caso omiso a los posibles
críticos dispuestos a ubicarlo en el gabinete de lo pasatista y falto de
originalidad. Es cierto que al lector del siglo XXI tales voces le sonarán a
palimpsesto, más apropiado para exégetas que para personas atareadas y
atosigadas por los medios masivos y estupidizantes actuales, pero habría que
preguntarse si no existirá detrás de esto una forma sutil de protesta ante un
sistema que ha deshumanizado al humano y ha desacralizado a lo sagrado.
Mientras que para el pensamiento
oficial, propio de Wall Street, la realidad es res, cosa, en Flores el Universo retoma sus antiguas vestiduras y
se plaga de dioses y luces expulsadas por las nociones cartesianas y por el
agiotismo fenicio de los anglosajones y banqueros judíos. Se podría incluso
semejar a la última gran marcha anti
moderna habida en el siglo XX cuando un grupo de intelectuales propuso el
retorno a la naturaleza como cura para esta enfermedad creando el frustrado
movimiento hippie.
MÍSTICA
Los aires místicos con los que se
arropa el erotismo del poeta se rebelan desde los mismos títulos de los poemas
como: Ángelus, En este vuelo terrenal…,
Ángel exterminador, Misterio grato, Se lo di al cielo, ¡Salve espíritu!, Deo
gratia, Sueña eternidad, Alma herida, Con piedad y celo, Cielo silente,
Milagros. Y si hablamos del estilo nada extraño le será éste para quien
esté acostumbrado al manejo de la Biblia encontrar un claro ritmo salmódico que
se repite con frecuencia en muchos de los poemas. Se puede citar Cielo silente cuando dice:
“En los límites del cielo silente,/ pienso en ti, Marta mía./ Atesoro
cuando ensortijabas tu cabello/ al advertir que te miraba./ Y mis ojos te
hacían toda mía,/ y yo existía porque tú lo sentías. En los límites del cielo
silente, / pienso en ti, Marta mía.”
O también Corazón:
“He vivido al galope, / de querencias y pasiones. / Descarnando mundos
sin posesiones, / como tábano valiente/ amé volando la vida, / pegando
tenazmente/ mi prolongada nariz, / donde de incienso y pólvora/ se enciende la
poderosa frente. He vivido al galope, / de querencias y pasiones.”
Y siguiendo con las ineludibles
menciones teológicas podemos referirnos a Impureza
pura, en el que convergen la simbología cristiana y la ansiedad corporal:
“¡Oh impureza pura, de manos santas!/ Y en aquella hora fría,/ de
lujuria, bacanal y vergel,/ vi aquella mujer enclavada en su cruz,/ ocultando
en su seno un cirio de luz.” También lo hallamos en ¡Muerte! ¿Dónde está tu
corazón?: “¡Muerte! ¿Dónde está tu corazón?/ Yo comprendo tu maléfico veneno, /
más, serán rotas las cadenas de tu cieno,/ cuando la Eternidad te haya besado.”
Una más sería Misterio grato: “Dame Señor,
las cosas temporales para usar/ y las celestiales para desear, porque/ sólo
visitados por ti, vivimos y somos levantados. / Es un misterio grato, que Dios
haya amado/ la idea de la existencia del hombre.”
EFECTO DE CONTRASTE
Como se ve, la presencia del complejo
mundo de la fe se inmiscuye entre las miradas, los perfumes y los balcones que
son materia tradicional de la poesía romántica y finisecular de los inicios de
la modernidad. Podría objetarse que se trata de una obra calcada de viejos
libros novecentistas españoles parodiando esto a un febril Quijote que se
embriaga de ciertas lecturas hasta hacerlas suyas. Quizá. Pero viniendo de un
escritor de ensayos de filosofía acostumbrado a la crítica profunda y al
detalle escondido es imposible creerlo, por lo que es más que seguro que esa ha
sido la intención del autor: la utilización de figuras literarias en desuso
para causar el efecto de contraste, yendo en contra de las modas y los
convencionalismos para los que en la poesía lo más importante es la libertad
total del verso al punto que ha devenido en caótica, dispersa e incomprensible.
Al perder todos los referentes
absolutos (Dios, la belleza, la reflexión filosófica, la armonía) la poesía
moderna se ha desvanecido en las aguas turbulentas del ruido y el apurado
frenesí de los compromisos laborales que no dan tiempo más que para ver
televisión para coger el sueño. Flores Quelopana pareciera haberse enviado a sí
mismo al pasado, cual novela de ciencia ficción, y con levita y pañuelo
estuviese al pie de una ventana señorial engalanando a una dama cuyos únicos
atributos son el ser fémina y estar en edad de merecer.
EL INGREDIENTE FILOSÓFICO
Pero un tercer elemento que completa
la trilogía de ingredientes en este poemario es el filosófico en donde, junto
con el halago y la exultación de la belleza física, se entremezclan reflexiones
y pensamientos obviamente muy necesarios para el propio autor aunque
probablemente no tanto para la supuesta receptora de sus versos. Como muestra
se puede citar un fragmento de Presentimientos:
“La soñé como mi único tesoro y desde/ Mis adentros digo: ¡Eso es vivir
para no morir! Que la única eterna juventud/ Es la que ganamos con el oro de
las ilusiones. Amén.”
También en Bella Taylor encontramos: “No indagues el secreto, ni busques la
verdad, Porque desde los hondos valles hasta la altas cimas/ La fuente más pura
encuentra siempre légamo al pie,…” Y en Con
piedad y cielo: “Yacía bella,
angelical en el funeral, / con sus hermosos ojos cerrados, / en contrito
réquiem ritual, / dulce descansaba mi amada.”
Igualmente no se puede ignorar que
existen toques clásicos que hacen recordar a poetas como Shakespeare en el caso
de Alma herida: “¿Qué conducta es digna para un alma herida?/ Sufrir los dardos
sórdidos y tiros del desamor, / un breve mes, un breve día, / luego me buscas
con amorosa hambre,…” O en el de Epitafio:
“¡Nadie ose perturbar esta tumba! Aquí
yace con las cuencas vacías/ un cráneo de selvas foscas, / un corazón que ardió
como fuego, / dos manos que se extendieron como garras, / un cadáver que sorbió
el fragante veneno”. También hay pasajes logrados que tienen un peso
significativo propio como en La soledad:
“Yo lo sé, y lo digo con lagrimones, / Tú
partiste antes, / porque la soledad/ era más mi compañera, Y es cierto.” O
en el mismo poema: La vida es como un
sueño, / un día llegamos sin saber ni prever, / y al otro levantamos velas
sabiendo/ menos de lo que creemos.”
VERSOS LOGRADOS
Pero si hubiera que destacar un
poema, entre varios, podría resaltarse el titulado No te quiero. “Si me buscaba,
mañana tarde y noche/ la suave ninfa de los bosques, / me preguntaba yo si su
aroma a violeta/ sentía atracción por un viejo roble. / Terminé queriéndola
como bestia irracional, / sin concretos y vibrando a puro sentimiento, / sin
reparar que un diente de sierpe, / se hundía sin cariño en mi agreste añoranza.
/ Sus piececitos hechiceros/ dejaron el rosal deshecho, ella/ como criatura
errante, amarga doncella, me espetó con rostro indecible: / “Uf, no te quiero
¡Vejete!/ Mi débil corazón perdió sus
compás./ ¡No más!… ¡Oh, nunca más!”
Tampoco se puede desdeñar lo logrado
en materia netamente erótica, como en el titulado Tu cabello: ¡Ay de mi —repuso
ella—/ Y con su mano de nácar/ accedió a mi ruego,/ con el meñique dio un
capirotazo,/ y el moño deshecho dejó llover/ en cascada hasta la espalda,/ una
lisa y radiante cabellera negra”.
Por otro lado, a pesar de lo reseñado
en la contratapa es muy poco lo que de raíz andina se puede encontrar en el
poemario; apenas algunas expresiones como ayacuchana,
amaranto o Ande. Abundan más bien las de claro origen hispánico, razón por
la cual ciertas palabras hacen recordar a las obras clásicas del llamado Siglo
de Oro. Y si de poesía peruana se trata en el poema titulado Lleno de años se hace una clara
referencia a Eguren: “Cual Diana trépida
de albos lirios / como guirnalda festiva, / alegre vive la fugitiva, /
derrochando rutilante juventud. /”
INTERROGANTES
Amatorium es
una obra que suscita justificables preguntas en el lector quien de primera
intención puede pensar que está ante un texto extemporáneo, pero al leerse con
el debido detenimiento que toda poesía requiere se entenderá cuáles han sido
las causas de su existencia y entre ellas parecen estar, como ya se dijo, una modernidad en vías de extinción incapaz
de reflejar con palabras algún atisbo de belleza, lo que ocasiona en espíritus
sensibles como el de Flores Quelopana, un rechazo asqueado por la manera cómo
se ha privado a la vida y al mundo de su valor intrínseco para dárselo todo a
la ley de la oferta y demanda, convirtiendo la existencia en un proceso de
compra y venta.
Flores Quelopana, con Amatorium, hace caso omiso a estos
cantos de muerte y crea su propio mundo donde el pasado y el presente se hacen
uno cohabitando en un mismo momento atemporal. Es por ello que su lectura no es
fácil para ojos acostumbrados a la literatura de poca exigencia.
PUCP, 19 de abril del 2012
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