SENTIDO HISTÓRICO DE LA REVOLUCIÓN PERUANA
Gustavo Flores Quelopana
Joven peruano, tú no sabes cómo era el Perú antes de la Revolución
velasquista. Pero yo te lo diré. Por un lado, estaban los humanos y por el otro
los subhumanos. Por casualidad, los primeros eran blancos y mestizos, y los
segundos eran indios y campesinos. No se trataba de una distinción establecida
por la naturaleza, sino de una perversa discriminación racista de herencia
colonial impuesta por siglos por una egoísta clase social llamada oligarquía.
La emergencia de las masas y de las clases medias en la vida política, con
figuras como Mariátegui, Haya de la Torre, y con intelectuales como Luis Valcárcel
y José Uriel García, habían hecho bastante para sensibilizar a la sociedad sobre
la condición del indio. Pero mientras no triunfara un cambio estructural en el
país, todo seguía igual, y el latifundista seguía siendo señor de horca y
cuchillo, con derecho de pernada sobre las indias en sus haciendas. Y en las urbes
imperaba el derecho de paso, por el cual el indígena tenía que salir de la acera
para no cruzarse con el blanco. A todas luces imperaba un orden social
perverso, cruel y discriminador, nada cristiano y por contrario un espíritu lleno
de odio y desprecio por el ser humano cuanto más humilde era.
Pero quiso Dios que un 3 de octubre de 1968 el General Juan Velasco
Alvarado diera comienzo a la Revolución militar de izquierda y antimperialista
que cambió para siempre el rostro del Perú. Heredero del mensaje humanista y
libertario de Fray Bartolomé de las Casas, Túpac Amaru II y Ramón Castilla, el
general Velasco sepultó para siempre a la oligarquía terrateniente y su
colonialista racismo que mantenía en el ignominioso servilismo al campesino
peruano. Reivindicó la dignidad humana del indio peruano. Muchos fueron sus
aciertos y también sus errores. Pero ninguna gran obra se lleva a cabo sin
correr riesgos. Como ejemplo de su honradez murió pobre en bienes materiales,
pero muy rico en el legado espiritual que dejó a la Patria.
Yo recuerdo que era un niño de nueve años cuando salieron los tanques de la Revolución. Y me dirigía caminando unas pocas cuadras a mi Colegio San Andrés -ex Anglo Peruano- cuando tuve que pasar por delante de la maquinaria bélica. Pero se respiraba una atmósfera nueva de dignidad y una alegría difícil de describir en el ambiente social. Pensé que algo grande y hermoso estaba sucediendo, como si los muertos martirizados por la libertad de nuestra Patria se hubiesen levantado de sus tumbas para saludar una nueva etapa de nuestra historia. Aun lo recuerdo y me emociona. Nunca como en ese momento me sentí tan orgulloso de pertenecer a esta tierra milenaria, hermosa y generosa. ¡Era mi Perú!
El General Velasco cumplió el gran ideal de nuestros cronistas indios y
mestizos. El Inca Garcilaso, Guamán Poma de Ayala, Juan Santacruz Pachacuti
eran reivindicados en espíritu y en verdad. El Perú de todas las sangres del
gran Arguedas, comenzó a fluir por las venas sarmentosas del Perú profundo. Y
por eso estimado joven, no permitamos que la incuria y la inquina de ayer se
instale en la gran Patria de hoy. Que ninguna distinción económica, política,
racial o cultural nos separe. Cristo vino por todos, y sobre todo por el más
humilde y desvalido. Y es aquí donde reside el sentido histórico de la Revolución
Peruana de 1968 que siempre se proclamó Humanista, Antimperialita y Cristiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.