ARTE Y CIVILIZACIÓN
¿Suscribe Usted aquella opinión culturológica que considera que el arte se adelanta a la época?
No, no la suscribo porque sencillamente el arte no nace en el aire, sino en un contexto concreto. Y de este modo lo que parece un "adelanto" es en realidad la percepción de las tendencias más profundas del espíritu de una época. Por ello, el arte es un poliedro que puede reflejar catástrofes apocalípticas o un rayo de esperanza de un mundo feliz.
Pero, por ejemplo el surrealismo no insurge en 1914 con la Primera Guerra Mundial sino al acabar ésta en 1917 cuando Guillaume Apollinaire acuña el término. ¿Este ejemplo no refuta su consideración?
Sería una refutación siempre y cuando olvidáramos el dadaísmo, pero la historia es que esta teoría surrealista de lo inconsciente y lo irracional como medio para cambiar la sociedad es precedida por la vanguardia artística de protesta llamada dadaísmo, donde lo central es lo dudoso, ambiguo, fantasioso y la negación de la realidad. Eso es precisamente en su radicalidad lo que vemos en Salvador Dalí, Max Ernst y Leonora Carrington, máximos representantes del surrealismo. Es por eso que el arte resulta siendo el termómetro de la salud de una civilización.
¿Considera el arte moderno como expresión de una época decadente?
Sí. El espíritu de nuestro tiempo fluye sin tensión y no es capaz de sostener el cáliz de la comunión que reconquiste el peso de la realidad perdida. Ese giro hacia la representación artística de lo inconsciente es síntoma que lo consciente se volvió insoportable y patológico. Se trata de una huida al mundo de los sueños y de la fantasía.
¿Y qué es lo que está enfermo en nuestro tiempo?
La razón burguesa que se volvió irracional. El irracionalismo del arte moderno es expresión de la deshumanización de la razón burguesa en la modernidad envejecida. El uso de este oxímoron revela que nuestra cultura occidental a pesar de su capacidad de autocrítica no tiene que ser eterna y está destinada a morir, a pesar de las buenas intenciones que puedan existir en muchas personas individuales.
¿Eso es lo que representa el predominio de las figuras abstractas en el arte moderno?
Sí, representa la deshumanización del mundo. Esta ruptura con la realidad y el triunfo de lo pueril representa la quiebra del mundo humano, el triunfo del nihilismo, la negación de los valores y la desaparición de la metafísica para poner en su lugar las profundidades de una psique angustiada. Ortega y Gasset había señalado que en el arte moderno ya no es el hombre el que interroga al ser, lo subjetivo cabriolea lo objetivo, siendo el triunfo de la modernidad idealista que ya no retrata el mundo sino la idea de mundo. Considero que en esta desvinculación de lo real que volvió popular entre las masas responde a una nueva mentalidad. El fin de este mundo es lo que expresa el arte moderno con sus figuras abstractas, es el canto de cisne de un orden espiritual y material que llega a sus límites, y que se disuelve en el terror, el miedo, la agonía y la desesperación.
¿Esa es la relación entre arte y civilización?
Cuanto más insoportable se torna el mundo, más abstracto se vuelve el arte. Un mundo pacificado y pastoril produce un arte realista. Un mundo deshumanizado y profundamente alienado genera un arte desequilibrado. El arte moderno es no figurativo al buscar expresar las fuerzas irracionales del inconsciente. Y en ello se expresa la fisura psíquica del hombre contemporáneo. El artista no sólo es portavoz de la psique, sino también de una época. El arte moderno se ha justificado a sí mismo afirmando que busca expresa el alma secreta de las cosas, pero lejos de tratarse de un animismo redivivo, se trata del vacío nihilista que aprisiona el alma del hombre. Es un arte psicótico, donde el hombre y lo humano se retira para dejar su lugar a las fuerzas ciegas del inconsciente. La desintegración de la vida consciente es lo que predomina en este arte no figurativo, y por ello el abstraccionismo es el de una conciencia en trance que escapa de sí misma. No es casual que cuando en la Antigüedad triunfa la megamáquina opresiva de las monarquías teocráticas el arte se vuelve geométrico, lineal, matemático, pierde la plasticidad de lo vital y la flexión mostrada en el arte rupestre del paleolítico superior y del arte del mesolítico. El neolítico sienta las bases de una vida regimentada por los grandes Estados divinizados.
¿Pero las Pirámides y otras obras de arte desparramadas en las grandes culturas de todo el mundo antiguo no son expresión de un gran auge espiritual? ¿Todo abstraccionismo en el arte es sinónimo de decadencia cultural?
Lo es, aunque el abstraccionismo en el arte es una potencia bifronte, porque expresa por un lado desintegración psíquica, pero también un ansía de reintegración del alma desde dentro. Admiro el geometrismo de los Chavín, Paracas, Nazca, por ejemplo, aunque me asombra aún más el naturalismo de los Mochica. La psique humana es inventiva, recreativa y creadora, y en ese sentido siempre busca salidas autocurativas, aunque no siempre sean exitosas, muchas veces termina en un fracaso, aunque la experiencia se acumula para una posterior regeneración o palingenesia. Pero no abandono la idea de que desde que comienza la civilización hace ocho o cinco mil años comienzan otras patologías mentales para el hombre, que están relacionadas con la presencia opresiva de la megamáquina estatal divinizada. Es cierto que la sociedad rural no retrocede tan fácilmente, y constituye una oxigenación para la salud de la psique humana. Pero su retroceso respecto a la sociedad urbana es un fenómeno reciente, asociado al avance vertiginoso de los cambios políticos, sociales, sanitarios, demográficos y científicos. Esto lleva a pensar que el arte moderno refleja el estado de esquizofrenia y psicopatía creciente en que caído el hombre materialista, nihilista, descreído y negador de la realidad.
¿Cómo podría condensar su interpretación del arte moderno?
El arte moderno expresa la desintegración nihilista de la psique humana. Y actualmente se trata de una mentalidad extendida a todas las manifestaciones de la cultura. La filosofía hermenéutica y posmoderna, por ejemplo, son otras flores que manifiestan la misma insania negadora de la realidad y que se parapeta relativistamente en el "todo vale". Por ejemplo, cómo se explica que el turismo sea la primera industria a nivel mundial. Ella es expresión de un ansia interna en el hombre. Pienso que los viajes turísticos prosperan en la medida en que para el hombre quedó cerrado, ocluso, el viaje interior de carácter espiritual. El turista es un ser evadido de su ser interno. Es innegable que viajar ilustra y recrea, pero no puede volverse en el sentido de la vida como lo es actualmente.
¿El abstraccionismo del arte moderno es la principal fuerza cultural de la desintegración del mundo actual?
No, no lo es. Nihilismo, relativismo, cientismo, son apenas la punta del iceberg de la desintegración humana en la modernidad. Pero más profundamente está el extravío del sentido del ser y del sentido de lo sagrado como las líneas principales que encarnan la extenuación y consunción de la modernidad envejecida. El hombre digital, que no cree en Dios y confía en sus máquinas monstruosas, se olvidó de lo esencial: conócete a ti mismo. Pero hasta esto lo ha tergiversado en un sentido narcisista y antropolátrico. La sabiduría consiste en conocerse a sí mismo para llevar una vida feliz, plena y fértil, pero la experiencia de la modernidad demostró que esto no es posible divorciando lo inmanente de lo trascendente. La erosión nihilista de la sociedad postmetafísica está estrechamente vinculada con ese antropologismo sin Dios. Hay que reconocer que el hombre es sueño y fantasía, pero la ciencia ha contribuido a deshumanizar el mundo actual en un desierto intelectual de abstracciones. Esa es la tendencia interna de la ciencia que crece desmesuradamente porque existe un sistema social inhumano que la estimula y desintegra el lado humanístico de la civilización, y me refiero al sistema capitalista. O sea, es la civilización capitalista la que hace crecer las tendencias antihumanistas en todas partes de la cultura, incluida la ciencia. No es la ciencia por sí misma, sino el capitalismo la que la vuelve inhumana. El hombre moderno con su racionalismo suprimió lo sagrado y abrió con ello las puertas del inframundo. Eso explica que Auschwitz y el genocidio esté de moda.
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