AMÉRICA LATINA BAJO ATAQUE IMPERIAL
América Latina siempre ha sido un dolor de cabeza para el imperio del mal debido a que sus pueblos, principios e ideales son de una arraigada vocación antimperialista. Como dejó constancia José Enrique Rodó, Calibán es pragmático, imperial y prepotente, mientras Ariel es humanista, solidario y cooperador. Son dos almas, dos espíritus de distinto calibre las que se miden y oponen. Ni la ola neoliberal de cerca de cuarenta años pudo eliminar ese sentimiento anti imperial. Menos aún ahora, que se ha hecho evidente toda su maldad castigando al pueblo cubano por décadas, a través de un bloqueo ilegal condenado por todas las naciones del mundo, salvo por su socio Israel. Y es que el imperio del mal es intolerante con el principio consagrado por el derecho internacional sobre la libre determinación de los pueblos.
Así, el imperio del mal no descansa y el golpe que armó en Perú trata de replicarlo en Brasil, Colombia, México, El Salvador, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Argentina. Y es que en medio del terremoto geopolítico global que representa la guerra en Ucrania, al imperio del mal no le cae nada bien la hegemonía creciente de China en la subregión, la negativa a enviar armas al nazi Zelenski, la mayoría de gobiernos de izquierda -salvo el de Boric de Chile, que muestra una sumisión inaudita al imperio-, la promoción que hace Lula para abandonar el dólar del comercio internacional, la política integracionista del Mercosur, y el hecho de que las tierras raras y la gran riqueza en recursos naturales se le enajenan.
Lula, Petro, AMLO, Bukele, Ortega, Maduro, Arce y Fernández saben por diferentes motivos que están en peligro, porque la política soberana e independiente no es del agrado ni satisface los intereses colonialistas del imperio del mal en la subregión. Pero Xi Jinping, cuyo país es el principal inversor en la subregión, y Rusia, que es el principal sostén político-militar de varios países sudamericanos, no están dispuestos a que los golpes de Estado blandos o las revoluciones de color prosperen en el patio trasero del imperio del mal. Un pequeño botón de muestra son los planes golpistas descubiertos en el asesor militar de Bolsonaro. La CIA y los servicios de inteligencia del imperio del mal no se dan abasto en la subregión, y llevan a cabo una febril campaña desestabilizadora en todo el Continente.
América Latina no se puede hacer a un lado en la presente lucha geopolítica entre China, Rusia y Estado Unidos de Norteamérica. Su elección a favor del Nuevo Orden Mundial Multipolar es un desafío para la decadente potencia hegemónica del norte. Ahora son los golpes de Estado blandos los que intenta, mañana puede ser una medida más agresiva. Si ha perdido el control en Ucrania lo mismo puede suceder en América del Sur. China y Rusia lo saben. Y sobre todo la primera está dispuesta a la defensa militar de sus aliados en la subregión. El imperio del mal está en una encrucijada en el peor momento de su historia, se debate en una profunda crisis interna y externa, y en su desesperación puede ocasionar grave daño en las relaciones internacionales con otros países. Lamentablemente en estos momentos Perú juega un papel clave para el imperio del mal, y no se descarta que sea usado para provocar una conflagración bélica regional de consecuencias desastrosas.
En una palabra, la paz social, política y regional en América Latina está en peligro ante un imperio del mal desbocado y desesperado por mantener su hegemonía en la subregión en el peor momento de su historia. La derrota militar en Ucrania es la derrota del imperio del mal y sus vasallos europeos. El viejo mundo unipolar colonialista se derrumba y un nuevo mundo multipolar nace. Vivimos una hora histórica decisiva que, si no es interrumpida por una demencial guerra termonuclear, puede llevar a la humanidad a un nuevo amanecer.
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