sábado, 19 de agosto de 2023

NUEVA RELIGIÓN UFO

                                          NUEVA RELIGIÓN UFO

 


EL fenómeno ovni coincide con su presentación como una nueva religión. Cosa que nos debería llamar la atención. No se trata solamente de contactistas alucinados, sino de mensajes que ordenan organizar una nueva religión ovni. El abordamiento de los aliens no como seres extraterrestres sino como demonios se retrotrae también al destacado escritor estadounidense John Keel (1930-2009), que en su libro Operación Caballo de Troya (1970) sostiene que los movimientos que describen los ovnis, que violan las leyes de la física, no responden a objetos materiales sino inmateriales, y no responde a ninguna tecnología terrestre ni alienígena. Sus formas son de lo más diversas y extrañas, que van desde cubos, platos, triángulos, rosquillas y campanas, hasta objetos en forma cigarros de apariencia metálica, con ventanas, sin ventanas, echando fuego azul de sus colas, expeliendo sustancias misteriosas, y de medusas transparentes voladoras. Los ovnis no son de un modelo único.

Para Keel, además, los ovnis son de naturaleza paranormal y espiritual, porque las experiencias que dejan en los contactados y abducidos son de la misma naturaleza que se presenta en la extensa literatura demonológica. Si fuesen de una civilización superior no estarían apareciendo y desapareciendo de continuo, no preferirían la presencia clandestina y nocturna, tendrían buenas intenciones, mostrarían voluntad de ayudar, hubieran evitado la Primera y Segunda Guerra Mundial, el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, ayudado en las pandemias, contribuido a superar ciertas enfermedades, las guerras la crisis ecológica, alimenticia y energética, pero en su lugar y en la mayoría de los casos sus contactos con humanos son terroríficos y atentatorios contra la libertad individual.  Y su negación de la hipótesis extraterrestre concluye que el Caballo de Troya de dichos demonios es presentarse como visitantes espaciales.  

En realidad, la hipótesis parafísica del fenómeno ovni, que sostiene que es una broma y engaño perpetrado por seres invisibles para asustar, confundir y embaucar a la raza humana viene siendo sostenida desde 1949 con Meade Layne[18], Arthur Clarke, Harol Wilkins, Morris Jessup, Bryant Reeve, Ivan Sanderson y Jacques Vallée. Tratando de dar cuenta de ese 1 o 2 % de casos sin explicación dichos investigadores coinciden en que tomando en cuenta los métodos crueles y malvados que emplean dichas inteligencias con los abducidos se muestra que desean nuestro mal, son verdaderos demonios y que actúan no en un plano físico, sino espiritual. También se reportan casos en que dichos seres de apariencia monstruosa y horrenda, tienen mal olor, se trata de un hedor insoportable que lleva a violentos espasmos y vómitos. Naturalmente que espíritus angélicos no pueden mostrar ni aquella apariencia ni olor, sino que sólo pueden tenerla seres provenientes del infierno. En su afán de confundir en muchos casos producen teletransportación, con parálisis de los relojes y anomalías espacio-temporales. Las víctimas aparecen en otros lugares distantes y con varios días de ausencia inexplicable. Además, pueden producir materializaciones y desmaterializaciones repentinas, atravesar paredes, hacer caer piedras en las habitaciones, provocar incendios, combustión espontánea de personas, provocar torrentes de agua de origen desconocido, pueden flotar en el aire con su apariencia espantosa, pero adoptar cualquier apariencia, incluso de animales. Y todo esto lo han venido haciendo desde el origen de los tiempos.

Siendo Satán y sus demonios seres mentirosos y estafadores, embaucadores y destructivos suelen aprovecharse de personas neuróticas, crédulas e inmaduras. Así el contactado es el estafado y el ovninauta el estafador. El caso de Albert K. Bender es muy significativo para el caso. Bender era un afamado espiritista que en 1952 fundó la International Flying Saucer Bureau con éxito casi inmediato. Pero un año después cerró la asociación sin explicación alguna. Reaparece en la escena ufológica en 1962 con su libro Los discos volantes y los tres hombres, allí cuenta que fue víctima de fenómenos paranormales, entre ellas, la aparición imágenes terribles, pavorosas, y de entidades extraterrestres, que dejaban un terrible olor. Hasta que víctima de un secuestro, le insertan minúsculos objetos en el cuerpo, hasta que le explican que vienen de un planeta externo al sistema solar, habitados por seres muy diferentes a los humanos, extremadamente avanzados tecnológicamente y -he aquí lo más sintomático e interesante- privados de todo tipo de religión. O sea, presentaban al ateísmo como el estadio espiritual más avanzado de una civilización tecnológicamente muy desarrollada. Y esto es más importante que reparar en el aspecto terrible de dichos seres y en su vinculación con la presencia de fenómenos paranormales. El ateísmo doctrinal y el ateísmo práctico no es que sea la ideología del demonio, al contrario, él cree en Dios, pero es ángel rebelde. De modo que emplea la propagación del ateísmo como táctica para apartar a la humanidad de su Creador y así facilitar su ataque vengativo.

Esto es lo que ha hecho pensar al astrofísico e investigador de fenómenos ufológicos Jacques Vallée, en su libro Emisarios del engaño, que detrás de este fenómeno hay una verdadera manipulación de masas que busca crear una nueva religión. Vallée fue inicialmente defensor de la hipótesis extraterrestre hasta que en 1969 cambió de opinión y adoptó la hipótesis parapsíquica. Su libro Pasaporte a Magonia es la primera vinculación que hizo entre ovnis, movimientos religiosos, demonios, ángeles y fantasmas. Esto lo hizo postular la hipótesis multidimensional, esto es, que los supuestos extraterrestres podrían coexistir con los humanos más allá del tiempo y del espacio. Y por ello no son detectados. Para Vallée los ovnis son reales, pero no representan a viajeros espaciales, sino que son seres de otra dimensión, fuera del espacio-tiempo. Luego extendió el fenómeno ovni a las apariciones marianas y a las revelaciones de Joseph Smith. Por ello concluyó que este fenómeno religioso no debe ser manejado por teólogos.

En realidad, la hipótesis parafísica de Vallée parecía bien encaminada cuando superó la hipótesis extraterrestre, pero cuando derivó hacia la hipótesis multidimensional termina sustituyendo primero a los viajeros espaciales por seres parafísicos (ángeles, demonios, fantasmas), y luego, reemplazando a éstos por seres multidimensionales con capacidad para manipular el espacio y el tiempo. Habla de una inteligencia detrás del fenómeno ovni que manipula socialmente engañando a los humanos con seres espaciales. Su sospecha es que el propósito final de este engaño es promover el cambio de creencias religiosas. Cosa que queda confundida y oculta por la participación de charlatanes y de la ciencia ficción. Finalmente aboga por la participación más activa de la ciencia en el fenómeno ovni.

En suma, su aporte es que considera un engaño la hipótesis extraterrestre promovida por el contactismo y las sectas ovni; y su limitación es no precisar que aquellos seres multidimensionales son demonios. Esto hace perder un poco de vista que el objetivo fundamental de aquellos seres es promover una nueva religión. Lo que queda en evidencia flagrante en el gran fraude del caso Ummo. Al final, en 1993, José Luis Jordán confesó que todo se había tratado de un experimento psicosocial para medir la credulidad de la gente y la estupidez humana sin límites. Incluso J.J. Benítez salió burlado, como otros gurús platillistas, porque lo consideró auténtico. Por treinta años se consideró el caso como verídico. Incluso se llegaron a formar sectas que tatuaban el símbolo en los niños y los inducían a la homosexualidad. Todo fue un fraude. 

Esto hace que sea plausible que el fenómeno ovni sea confundido con fenómenos naturales, artefactos humanos y fraudes de sectas religiosas. Pero el verdadero fenómeno ovni es un fenómeno parafísico y parapsíquico producido por los demonios, y por ello debe ser considerado una rama de la demonología. No es casual que cuando dichos seres dan un mensaje religioso traten de presentar a Jesucristo como un extraterrestre, a Dios como una energía cósmica, a la Virgen María como la que fue hibridada por un extraterrestre, nunca hablan del Cielo, el Purgatorio, ni el Infierno. Tampoco es casual que expidan mal olor, tengan aversión a las cosas sagradas y su presencia resulte traumática y violenta para sus víctimas.

Que dichos seres nunca hablen al contactado sobre el Cielo, el Purgatorio y el Infierno queda testimoniado por la mística austriaca María Simma (1915-2004). Simma fue una gran mística que recibió el don de Dios de recibir las almas del purgatorio. Eso no era espiritismo, porque ella no las invocaba, sino que las almas venían a ella. Pero un día preguntó a un alma del purgatorio si existía vida inteligente en otros planetas, y ésta dijo que no. Lo cual no significa que los avistamientos no sean verdaderos, sino que son obra de Satanás. De estos tres destinos espirituales nunca se pronuncian los supuestos extraterrestres, porque como demonios que son están en el infierno para toda la eternidad. E inculcando la religión de adoración de los extraterrestres como dioses, consiguen hacer pensar a los hombres en un paraíso galáctico hipertecnológico donde vivirán felices e inmortales para siempre junto a seres superiores.

Hay una experiencia del Padre exorcista Giuseppe Tomaselli, referido en su libro La gran bestia es inteligente[19], donde pregunta al demonio Astort, en nombre de Jesús, si los platillos voladores son obra suya, a lo que responde que no, que son asteroides, pero que ellos, los demonios, hacen creer que son ovnis. Y que los contactados son hijos suyos. A partir de aquí no cabe duda que las supuestas razas alienígenas no son más que demonios que adoptan diversas formas. Ahora se entiende que el demonio le haya respondido que aquello de las confederaciones galácticas es falso e inexistente, y que en otros planetas no había humanos. En conclusión, los demonios querían acabar con la Biblia sin quemarla, haciéndose pasar por extraterrestres. Al Padre Tomaselli ya no le quedó ninguna duda, los alienígenas eran demonios.

Por ello, aquella versión del ufólogo conspiranoico Bob Lazar que la marina estadounidense posee el elemento combustible 115 y que el gobierno está haciendo en el Área 51 tecnología inversa de ovnis capturados, como naves de propulsión de campo que crea una distorsión en el espacio-tiempo, donde el espacio se deforma, y el ingrediente crucial es un elemento que aún no existe en la tabla periódica, el elemento pesado 115, como combustible que hace posible el viaje interestelar, es pura fantasía y especulación. Lo que Lazar quiere dar a entender es que, si la marina estadounidense tiene naves de tecnología inversa, con esta fuente combustible para viajes interestelares, entonces hay ovnis de hechura humana. Pero, además que Lazar es un mitómano compulsivo confirmado, pues no existe documento alguno que confirme que trabajó para el gobierno estadounidense, ni los documentos que acrediten los títulos que afirma que obtuvo en dos universidades de ese país, terminó afirmando que participó en reuniones que describen la participación histórica desde hace diez mil años de seres extraterrestres (Grises) con la Tierra, y que provienen de Zeta Reticuli. Es significativo que en 1990 haya sido procesado por proxenetismo y se le ordenó someterse a psicoterapia. Todo indica que Bob Lazar es víctima de sus propios demonios.

Del mismo talante es el caso del ex agente de inteligencia David Grusch que el día 12 de junio del 2023 se armó todo un estrépito porque daría a conocer los lugares donde el gobierno norteamericano tendría restos de naves de origen extraterrestres. Fue todo un montaje mediático que buscaba proseguir con el encubrimiento de la desastrosa política internacional del presidente Biden, y crear una cortina de humo de tres cosas puntuales: 1. La nueva tecnología militar supersecreta, 2. el estrepitoso fracaso de la contraofensiva de los nazis de Kiev, y 3. la inevitable nueva derrota militar estadounidense en Ucrania. Propósitos nada inocentes y nada extraterrestres en medio de la imprudente y desatinada III Guerra Mundial que se desarrolla. Otro fraude más.

Si los supuestos aliens no hablan de las tres dimensiones espirituales ¿se harán presentes en las experiencias cercanas a la muerte?

El psiquiatra y doctor en medicina Raymond Moody se hizo famoso por su libro publicado en 2017, Reflexiones sobre la vida después de la vida. Allí cuenta la entrevista de más de tres personas que habían tenido experiencias próximas a la muerte. Todos relatan la presencia de Jesús como Dios, y que no aparecen los extraterrestres de ninguna de sus supuestas razas. Ahora se comprende mejor por qué los susodichos seres espaciales no hablan del Cielo, el Purgatorio ni del Infierno. Simplemente son un fraude y engaño del demonio. Lo mismo consigna la psiquiatra y especialista en estudios sobre la muerte Elisabeth Kübler-Ross (1926-2004) en su libro La muerte un amanecer (1983), después de estudiar veinte mil casos habla de una luz a través de un túnel y que a medida que uno se aproxima más aquella luz brilla blanca más hasta sentirnos llenos de amor y alegría indescriptible de estar en presencia de Cristo o Dios. Aparecen otros seres que guían y ayudan, y que la Iglesia denomina ángeles guardianes, también la presencia de seres queridos que ya abandonaron esta vida. Como observamos no hay extraterrestres por ningún lado, y no podía ser de otro modo, porque a todas luces éstos pertenecen al camino de la oscuridad y no de la luz. El mismo testimonio comparte del doctor Melvin Morse en su libro Últimas visiones. Significados y enseñanzas de las experiencias previas a la muerte (1996), donde sobre una amplia muestra de casos se destaca el hondo sentido espiritual que tienen estas visiones previas a la muerte que van desde premoniciones, encuentros angélicos hasta experiencias místicas. Pero no hallamos nada de encuentros con los fraudulentos seres espaciales. Todo lo cual les proporcionó a estas personas una nueva orientación en su vida. Se cuenta el caso de un delincuente que inconsciente en la ambulancia vio el rostro de sus amigos que habían muerto en la calle lanzando horribles gritos de dolor. Recuperado abandonó su vida delictiva y se ordenó ministro.

Esta casuística, a la que se puede añadir a los muertos que reviven en el quirófano contando lo mismo, es bastante elocuente para entender que la nueva religión promovida por los seres del espacio no es, sino que otra tramoya urdida por el infierno. Por ello, no es extraño que los fundadores de sectas ufológicas terminan promoviendo la libertad sexual, o sea, muestran la misma obsesión por el sexo que manifiestan los supuestos aliens en las abducciones. Prueba suficiente que esos supuestos mensajes extraterrestres anticristianos y ateos son invento del demonio. Michio Kaku y Avi Loeb, junto a otros estudiosos del tema, deberían reparar en estas evidencias que resultan siendo más que significativas para descifrar la realidad del fenómeno ovni. El fenómeno ovni es real, pero no se trata de tecnología superavanzada de una civilización estelar, tampoco de tecnología terrestre, sino de engaños e ilusiones del demonio. No menos significativo es que la abducción pueda ser detenida invocando los nombres sagrados.

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