LA COMPLEJA REALIDAD DEL FENÓMENO OVNI
(Continuación)
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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EXISTENCIA RELATIVA DEL
FENÓMENO OVNI
El fenómeno
ovni no es un mero fenómeno de la conciencia, pues dicha aparición tiene trascendencia y existencia, pero sobre lo que aparece está en discusión lo que sea la
realidad objetiva del fenómeno y, más aun, su cosa en sí. En este sentido el
ser del ente-ovni es relativo a determinadas propiedades y al puesto en el
cosmos del otro ente (el hombre) que participa en él. Es decir, aquello que
llamo ovni puede tener diferentes grados de relatividad de existencia en
relación con: el hombre que de algún modo participa en su ser-así; el contorno
en el que aparece o desaparece sin que por ello su identidad sea destruida; y
también se puede considerar la relatividad de su existencia con el conjunto de nuestra
cosmovisión natural o de nuestros conocimientos psicológicos, astronómicos, astrofísicos
y astrobiológicos.
Esto último es
puesto de relieve por Carl Gustav Jung al estudiar el fenómeno ovni en su libro
Un mito moderno. De cosas que se ven en
el cielo (1956), tanto en el Fenómeno celeste de Núremberg de 1561 como el
Fenómeno celeste de Basilea de 1566. Subraya que los observadores del momento
hayan interpretado la escena con una gestalt conocida: cruces, balas de cañón,
tubos de cañón, lanzas y color sangre como anuncio de una desgracia divina.
Para Jung lo importante no es lo que representa el fenómeno ovni sino cómo se
los representan los seres humanos. Mientras que desde el ámbito científico se
lo explica desde un Halo o Parhelio, desde la ufología se alude como un
avistamiento renacentista del fenómeno ovni. En realidad, para Jung fue una preocupación constante explicar el fenómeno ovni, además de
interesarse por la precognición y la parapsicología. Así deja sentada su
posición en los siguientes términos: “He formulado mi posición ante la cuestión
de la realidad de los ovnis con la frase: La gente ve algo, pero no sabemos qué
es. Esta formulación deja abierta la cuestión del “ver”: se puede ver algo
material, pero también se puede ver algo psíquico. Las dos cosas son
realidades, pero de tipos diferentes.” [1]
Lo mismo
ocurre con los aparentes obeliscos en la Luna, que los creyentes ufolátricos
afirmaban convencidos y apresurados que pertenecían a la raza extraterrestre
denominada reptilianos, pero que en realidad los análisis de la NASA arrojaron
resultados que afirmaron que se tratan de formaciones rocosas. Pero esto no
desanimó a los partidarios de la hipótesis extraterrestre que muy prestos
pensaron que se trata de una conspiración para ocultar la verdad. Pero las
evidencias decían otra cosa muy distinta. La fotografía
tomada por el Lunar Orbiter 2 –que
los teóricos de la conspiración acusan con testimonios contradictorios de
falsificación a la NASA- a una altitud de 23 millas sobre
la superficie lunar en el Mar de la Tranquilidad,
muestra ocho supuestos capiteles. Se dijo que "los científicos rusos que
examinaron las relaciones geométricas entre los objetos encontraron que los
números 3, 4 y 5 son la réplica de las pirámides de Keops, Kefrén y
Micerino en Gizeh, Egipto". Pero una simple
comparación lo desmiente. El "obelisco" más alto, el número 7, no
tiene una altura de un edificio de 15 pisos, sino de en 13,2 metros, compatible
con formaciones rocosas halladas en la Luna.
Nuevamente aquí hallamos otro caso de Gestalt o imagen proyectada por el
inconsciente, muy parecido al caso de los supuestos canales de Marte.
Al
respecto cabe citar lo escrito por el astrónomo Carl Sagan: “Durante la época de los
aterrizajes lunares del Apolo, muchos aficionados -propietarios de pequeños
telescopios, defensores de los platillos volantes, escritores para revistas
aeroespaciales- estudiaron detenidamente las fotografías aportadas en busca de
anomalías que hubieran pasado inadvertidas a científicos y astronautas de la
NASA. Pronto hubo informes de letras latinas gigantes y números árabes
inscritos sobre la superficie lunar, pirámides, caminos, cruces, ovnis
resplandecientes. Se hablaba de puentes en la Luna, antenas de radio, huellas
de enormes vehículos reptantes, y de la devastación provocada por máquinas
capaces de partir los cráteres en dos. Cada uno de esos fenómenos, sin embargo,
resulta ser una formación geológica lunar natural mal interpretada por
analistas aficionados, reflejos internos en la óptica de las cámaras Hasselblad
de los astronautas y cosas así. Algunos entusiastas lograron discernir las
largas sombras de misiles balísticos... misiles soviéticos, decían en inquieta
confidencia, dirigidos hacia Norteamérica. Resulta que los cohetes, descritos
también como «agujas», son las montañas bajas que proyectan una larga sombra
cuando el Sol está cerca del horizonte lunar. Con un poco de trigonometría se
disipa el espejismo.” [2]
Los grados de
relatividad de existencia, por tanto, están en conexión también con el grado de
civilización humana y con cada esfera de existencia (físico, anímico, psíquico,
espiritual, ideal, irreal). Lo cual no quiere decir que el problema de los
grados de relatividad de existencia sea reducible, como en Kant, a una teoría
del conocimiento. Pues, en principio,
en ontología es posible distinguir algunos grados más de relatividad de
existencia de los considerados por Kant (cosa en sí, objetiva realidad del fenómeno y el mero
fenómeno). Pero lo importante aquí es destacar la necesidad de plantear estos
problemas en su dimensión metafísica,
porque se trata de un problema ontológico
que no puede ser reducido ni confundido con los problemas gnoseológicos.
El caso es que
el fenómeno ovni presenta un alto grado de relatividad de existencia pero ello
no justifica reducirlo en contenido del saber
ni en contenido de conciencia o algo perteneciente a la esfera anímica. El ovni
que es visto surcar el cielo es como la cuchara quebrada en el agua, esto es,
no puede ser tomado como un contenido de conciencia o siquiera psíquico. Por
eso la explicación de Jung aunque valiosa es limitada, porque si bien constata
un contenido de saber o interpretación humana en el fenómeno ovni, sin embargo
decirnos algo sobre lo que representa el fenómeno ovni al margen de su
representación. De allí que sea cuestionable explicar todo el fenómeno ovni
bajo el rótulo de “mito moderno”, lo cual explica sólo una parte del mismo, a
saber, la que corresponde a su respectiva objetivación humana. Es necesario
deslindar en el fenómeno ovni el problema ontológico del problema gnoseológico,
para determinar no solamente su existencia sino su verdadera realidad.
Pues, como ya
hemos visto, el ser-así inmanente es
separable de la existencia trascendente.
Tampoco se debe confundir el ser del
objeto con el ser-objeto, el ente
real y el ente intencional. Además, el saber es una relación de ser, con algo
real que está dado antes que la
conciencia. Ello exige distinguir la trascendencia
del objeto y la conciencia de la
trascendencia, pues no todo lo trascendente es real. Esto lleva a
comprender que el ser tiene esferas inconfundibles pero no todo lo que es externo es real. Y ahora hay que tomar
en cuenta que la relatividad de la existencia del ser es un problema ontológico que no debe ser
confundido con lo gnoseológico.
Por lo pronto
y bajo estas consideraciones se puede sostener que el fenómeno ovni tiene
existencia trascendente, no es un ente intencional, está dado antes de la
conciencia, es algo externo y tiene un alto grado de relatividad de ser. ¿Pero
es real? Veamos.
La
psicopatología ofrece tres casos extremos de cuestionamiento del sentido de lo
real: el esquizofrénico, que ve y oye
seres ficticios como objetos significativos que no puede manejar; el paranoico,
que ofrece objetos significativos de extrema coherencia lógica pero a partir de
la afirmación ficticia de una existencia (delirio de persecución); y el
afásico, que puede manejar cosas reales pero no puede aprehenderlas como
objetos significativos. Salvo los dos primeros, que están en el grado de la ilusión
metafísica patológica, el afásico se maneja en un mundo muy parecido al animal,
es decir, está casi totalmente en el grado del ser. La parapsicología, que
concitó la atención de filósofos como Broad, James, Bergson y Marcel, y que es
considerada por la comunidad científica como pseudociencia, por no ser los
fenómenos paranormales demostrables empíricamente, es otro caso de
cuestionamiento del sentido de lo real, donde sus adeptos quieren verla como un
indicio muy fuerte sobre la vida postmortal, la acción extracorporal del alma y
la existencia de una fuerza psíquica de origen desconocido. No obstante, sus
detractores subrayan la gran carga alucinatoria que implica, la mala
interpretación de fenómenos simplemente naturales y, cuando no, engaños de artilugios
mecánicos. En otras palabras, los fenómenos paranormales existen pero resulta
muy problemático establecer su realidad. De modo similar, en Derecho penal se
llama “duda razonable” cuando no se puede establecer la responsabilidad penal
del imputado, ni un veredicto por falta de pruebas. Esto hace que la realidad
de la imputabilidad resulte ambigua e insuficiente. También la regularidad de
las leyes de la naturaleza no excluye lo impredecible en muchos de sus
fenómenos. Así, por ejemplo, los científicos no pueden calcular cuándo ocurrirá
un terremoto, y, también, aunque estiman que cada millón de años se produce una
inversión magnética en la tierra, sin embargo no pueden predecir, con la
exactitud de un eclipse, cuándo ocurrirá el cambio de los polos. Esto es, su
realidad temporal no es posible precisar.
Al mismo
tiempo decía el escritor francés del siglo diecinueve, Stendhal, sobre el
sentido común: “Un hombre poco claro no puede hacerse ilusiones, o se engaña
así mismo o trata de engañar a los otros”. Y finalmente, la Sagrada Escritura
describiendo situaciones sobrenaturales de ocultamiento y velamiento de lo
real, representa al Maligno como el gran Engañador, que al propio Jesucristo
busca tentar en el desierto ofreciéndole todos los reinos de la tierra (Mt.
4:1-11) y, por último, calificando en Eclesiastés (12:8-14) al mundo y sus
preocupaciones como vanidad de vanidades. Algo parecido a todo lo mencionado acontece
con el sentido de lo real del fenómeno ovni. Es innegable su existencia pero
resulta muy difícil explicar lo que es.
La ilusión metafísica no patológica no es
una ilusión de adecuación o una ilusión de los sentidos, sino que corresponde a
un fantasma metafísico que surge al
violar el orden de la relatividad de la existencia en un orden que no le
corresponde. Como, por ejemplo, hacer valer los límites del orden
físico-matemático como explicación de todos los órdenes de la realidad. Se
trata aquí de una flagrante violación categorial de los niveles autónomos de la
realidad. De este modo, decir que el sol “no se pone” porque el sol astronómico
no puede salir ni ponerse, sería un juicio absurdo y falso porque está
confundiendo niveles distintos de realidad. Esto ilustra que el traslado de un
ente por los grados de la relatividad de la existencia no lesiona su mismidad
ontológica.
Parecida
violación categorial acontece con el fenómeno ovni cuando se hace valer una perspectiva óntica sobre su explicación
ontológica. El Dhammapada dice, por
ejemplo: “Es la mente lo da a las cosas su realidad. Quien obra con mente
impura, el pesar le sigue”. El aserto no se refiere más que a la realidad de
los actos morales y no puede hacerse valer para realidades de otras esferas del
ser. Entonces, se comprende que la aparición del ser es revestida de una
apariencia que no corresponde a su aparecer. Esto no significa que la
perspectiva óntica sea apariencia y
la perspectiva ontológica sea realidad.
Al contrario, la perspectiva óntica es ya un grado de determinación objetiva de
la perspectiva ontológica. Lo que caracteriza a la perspectiva ontológica es la
relación total de su consideración objetiva, mientras que la óntica es de
carácter parcial. Esto es, que se debe levantar la explicación del fenómeno
ovni en el plano objetivo de las diferentes experiencias sin tratar de dar
primacía a un determinado tipo de realidad, considerando así tanto la
experiencia externa como la experiencia interna y otros tipos de experiencia.
Esto no quiere
decir que identifiquemos la Apariencia con la Realidad, como ocurre con el
protagorismo, escepticismo de Pirrón y Sexto Empírico, el neoplatonismo
antiguo, la filosofía moderna con Hobbes, el empirismo de Locke, Berkeley y
Hume, en Kant, Hegel y Heidegger; ni que se asuma una relación simétricamente
opuesta entre ambas, como acontece con Parménides y Platón; ni que se reconozca
como Aristóteles la neutralidad de la apariencia sensible como punto de partida
de la investigación científica; sino que sin afirmar el carácter engañoso de la
apariencia ni el carácter opuesto a la realidad se afirma, por el contrario,
que la apariencia es un grado y medida de la realidad misma.
De modo que en
el fenómeno ovni tenemos en el alto grado de relatividad de su existencia algo
que se llega a configurar como realidad pero que, por lo mismo, impide
esclarecer su sentido como símbolo, se tiene su realidad de modo tan ambiguo que
dificulta esclarecer su imagen. Por ejemplo, yo ya he contado en otro trabajo (Signos del Cielo, 2011) una experiencia
personal ovni, pero hasta el presente no le puedo dar una interpretación
coherente sobre su realidad. La pluma es la lengua del alma, decía Cervantes.
Pero, como reclamaba Byron, no hay que rebajarla volviéndola en el poderoso
instrumento de los hombres insignificantes. En consecuencia, tratar de
establecer la relación entre el fenómeno objetivo ovni y su sentido
significativo es la tarea.
De manera, que
el fenómeno ovni existe innegablemente, pero su realidad es vista desde
diferentes, y hasta contrapuestas, perspectivas ónticas: platillos volantes
extraterrestres (hipótesis ufológica), fantasía consciente e inconsciente
(Jung), mito de trasfondo religioso en la era espacial (Sagan), fenómenos
lumínico-plasmáticos y ángeles demoníacos con apariencia astronáutica. La misma
vertiente ufológica presenta varias hipótesis no coincidentes: intraterrestres
(civilización más avanzada que habita en una tierra hueca), interdimensional
(civilizaciones que provienen de otras dimensiones del multiverso),
intertemporal (civilizaciones que viajan por el espacio-tiempo), proyectos
secretos (nuevas armas furtivas e hipersónicas de las potencias).
Esta última
versión constituye la más seria amenaza a la hipótesis extraterrestre de los
ovnis y robustecería la hipótesis jungiana. Todo lo cual ha vuelto a cobrar
fuerza desde que en su cuenta de Twitter, del 30 de diciembre del 2014, la CIA
volvió a reconocer que todos los ovnis avistados por numerosos testigos desde
los años cincuenta eran aviones de reconocimiento estadounidenses que formaban
parte de un programa secreto. Por ende, sin duda el gobierno norteamericano
estuvo involucrado en alimentar el mito ovni extraterrestre por propósitos
geopolíticos. Es por eso que a la CIA también se le imputa secuestros,
hipnosis, implantación de recuerdos, borrado selectivo de memoria, mutilación
de ganado, implantación de microchips, para robustecer el ocultamiento de
programas secretos por medio del mito ovni. Pero la ovnilogía se ha tornado en
ovnilatría, o inexpugnable delirio, y éstos no renunciarán a su creencia
extraterrestre. A pesar de todo, hay un núcleo ínfimo y duro de casos de
avistamientos que no se pueden explicar como programas secretos y exigen otra
explicación, quizá natural. Uno de los últimos, es el avistamiento del 28 de enero
del 2011 sobre el monte del templo de la ciudad de Jerusalén. Pero partir de
este dato para justificar la existencia de mundos ocultos, ciudades
intraterrenas, civilizaciones perdidas y seres multidimensionales, es una
distancia tan grande que solo puede deberse a una imaginación afiebrada o a una
conspiración bien organizada. Bien dice un fragmento del Hadit en la colección
de sentencias del Corán: “El ciego no es el que carece de vista, sino quien
tiene ciega su mente”.
7
LA REALIDAD DEL OBJETO
OVNI
Derivar la
realidad del objeto ovni del hecho de que subsista independientemente de todos los actos del saber parece un
procedimiento legítimo, sin embargo, es erróneo. En primer lugar, un objeto no
es real porque subsista independientemente del observador, sino, al contrario,
la independencia del ser se deriva del ser
real. Esta cuestión es de gran importancia, porque a la independencia del
saber le corresponde no sólo una realidad en sí, sino también porque el ser real trae como consecuencia la
independencia de lo real. En otras
palabras, lo real no se puede derivar de la condición de ser independiente,
como lo hace N. Hartmann, porque independiente también lo son los seres
irreales y los seres ideales y no sólo los seres reales. Así, la independencia de un ente no define su
realidad sino tan sólo su existencia.
Por tanto, la realidad del objeto llamado ovni no puede establecerse a partir
de su subsistencia independiente, la cual sólo define su existencia.
Recién en este
grado de la problemática ontológica ovni se plantea el problema de una teoría
integral sobre los criterios del conocimiento del mundo.
Para Platón es
válida aquella teoría que establece como criterio de conocimiento una coincidencia unilateral del pensamiento
con la imagen, y en la época moderna de la imagen con el pensamiento. Así,
sensualistas como Hume hacen derivar todas las intuiciones (incluso las
categoriales, v. gr., sustancia, causalidad) de la percepción sensible; y
Husserl que propone las intuiciones no sensibles. En el lado opuesto está el
neokantismo, que considera todo el material intuitivo como un no-ser (μη όν)
totalmente desorganizado donde unidades del pensamiento introducen alguna
organización.
Pero en
realidad todo conocimiento se efectúa en estrecha correlación entre imagen y
significación, que se refiere al ser-así del ser de la cosa misma. Esto implica que la realidad no es trans-inteligible, como supone N. Hartmann, pues la realidad no
anda rechazando el conocimiento de sí misma. Al contrario, las formas del
pensamiento y de la intuición del espíritu humano surgen del ente mismo por medio la intelección de la
esencia. Por eso, conocimiento es unidad
de coincidencia de algún correlato de intuición, de una imagen con algo
pensado. Conocer es un saber “de” algo (saber por intuición) “como algo” (saber
por pensamiento). Conocer es introducir una imagen en una esfera de
significación (concepto, juicio, inferencia). En una palabra, es recíproca
unidad de coincidencia entre la imagen y el pensamiento.
Es por esto
mismo que la teoría anti-representacionista de Richard Rorty es un anti-esencialismo
profundamente erróneo, porque al considerar que la mente y el lenguaje no
contiene ninguna representación de la realidad sino simplemente elementos
lingüísticos, convierte el acto cognoscitivo en una entidad con una lanza en la
mano con la cual rechazara todo contacto con la realidad misma. Empero, que el
objeto intencional pueda devenir en “ser-in-mente”
no significa que no exista como “extra
mentem”. Rorty [Objetividad,
relativismo y verdad, 1991] encarna en filosofía el soliloquio solipsista
de un neoliberalismo que pierde contacto humano con lo real y sus semejantes.
Es cierto que esta enfermedad epistémica es heredada del último Wittgenstein,
que duda que existan elementos no-lingüísticos que vuelvan verdadero o falso al
enunciado o representación. Ambas tesis se derivan de un nominalismo
psicológico, el cual depende de un nominalismo ontológico (no hay nada para
conocer salvo enunciados). Más lejos llega Davidson en el intento de disolver
la ontología y la gnoseología en la omnívora filosofía del lenguaje, al
disolver la idea de lenguaje como entidad, y reducirla a “teorías momentáneas”
de conducta estratégica ocasional. Aquí vemos triunfante en su plenitud el
ideal utilitario burgués, donde hasta el lenguaje queda negociado. La ontología
nihilista de G. Vattimo [Más allá del
sujeto] disuelve antropológicamente la esencia del mundo y se queda con la
libertad del hombre como la única esencia existente. Esta forma de urbanizar la
antropología heideggeriana, por parte de Vattimo es profundamente falsa, porque
hace que del ser real sólo se pueda
hablar con sentido cuando se refiere únicamente al hombre y no al mundo.
Contra todas
estas falsas teorías hay que reivindicar que el ser-así o la esencia del ente
puede ser a la vez in mente y extra mente, y no como afirma el
pragmatismo rortyano ni la hermenéutica idealista posmoderna in mentem. A mi parecer estas teorías
retroceden a una de las formas más primitivas de la teoría del conocimiento, a
saber, la teoría de la imagen. Y se supone que la imagen es una ilusión porque de existir una “esencia”
tiene que ser tan sólo imagen. Pero esta proposición es refutable ya que el
concepto de “ilusión posible” supone la intelección de la cosa misma. En
consecuencia, el anti-esencialismo es insostenible y se basa en una carencia de
un fino análisis fenomenológico.
En
consecuencia, para interpretar con sentido integral el problema de la realidad
del fenómeno ovni hay que asumir una teoría de los criterios del conocimiento
donde se reconozca la unidad de coincidencia entre una imagen y algo pensado,
la intuición y el símbolo; donde es totalmente insuficiente considerar que las
imágenes sólo son inmanentes a la conciencia y no tengan correlato en la cosa misma y sin lo cual el conocimiento
sería incontrastable con elementos del ser independientes de todo saber
posible. Las imágenes ovnis no son meramente inmanentes sino trascendentes y
por eso exigen una postura gnoseológica coherente. Conocer no es duplicar el
mundo en otro material, sino en hacer participar
la intuición y el pensamiento del espíritu humano en intelecciones de esencia
que surgen del ente mismo.
De manera que
la realidad del fenómeno ovni no es trans-inteligible, sino que es inteligible
para todo espíritu cognoscente posible. Otra cosa es que en que en su entorno
se hayan tejido toda clase de ideas que no tienen correspondencia intuitiva e
impiden un verdadero acto de saber. Por lo pronto, es posible afirmar que el
fenómeno ovni es objetivo, está dado en la existencia, es independiente y es
susceptible de ser objeto significativo.
También es posible sostener que su interpretación extremadamente multívoca se
deba a factores ajenos al propio fenómeno ovni y obedezcan a razones militares,
políticas, estratégicas, míticas, inconscientes, etc. En consecuencia, conocer
el fenómeno ovni es introducir una imagen en una esfera de significación
(concepto, juicio, inferencia) que se corresponda con la cosa misma y no
extienda su significación más allá de sus límites de unidad de intuición y
pensamiento. En una palabra, se trata de una intelección en unidad de
coincidencia entre la imagen y el pensamiento que debe surgir del ente mismo.
¿Puede
corresponder al ser del ente ovni que su realidad consista en la existencia de
mundos ocultos, ciudades intraterrenas, civilizaciones perdidas, once razas
distintas de aliens y seres multidimensionales? ¡Jamás, sin evidencias
concretas imposible! Pues, la falsa teoría
de la datitud de quienes sostienen contactos telepáticos, se desmorona al
advertir la falta de sentido que no exista contacto con autoridades o científicos. Si la
humanidad no está preparada, como argumentan sus apologetas, entonces qué
sentido tendría que se comuniquen con los más impreparados y legos. O por lo
menos como una prueba de su existencia efectiva podrían dar los alienígenas,
por intermedio de un lego terrícola, solución a algunos de los problemas
matemáticos irresueltos hasta hoy. Son siete los problemas del milenio elegidos por el Instituto privado Clay
de Matemáticas de Cambridge, Massachusetts (EE. UU.), cuya resolución sería premiada,
según anunció el Institute en el año 2000,
con la suma de un millón de dólares por cada uno. El inventario es la siguiente:
También
hay problemas irresueltos en la teoría de los números primos (conjetura de
números primos gemelos, la existencia de infinitos números primos de Mersenne,
número de Fermat compuesto para n > 4,
el problema de Sierpinski, la conjetura
de Goldbach fue resueltas en 2012 por Harald Helfgott) el álgebra (el problema
inverso de Galois) y la combinatoria (número de cuadrados mágicos). Y la
enumeración de problemas irresueltos puede seguir en las diversas áreas del
conocimiento.
En cambio,
ninguna solución ha sido proporcionada por la supuesta inteligencia alienígena
que absurdamente prefiere la cháchara telepática insubstancial en vez de dar
una prueba irrefutable de su existencia proporcionando una respuesta
irrefutable a uno de estos problemas. Todo esto lleva a pensar en la gran
propensión a crear ídolos por parte de la mente humana, que enturbia el
conocimiento del fenómeno ovni. La imagen del fenómeno ovni resulta tan ambigua
que se presta a muchos pensamientos que deben surgir del ente mismo. Cosa
comprensible si vemos que la ciencia tiene poco tiempo estudiando dichas
extrañas luces.
8
IDENTIDAD EQUÍVOCA Y FALSA
REALIDAD
Así como no se
puede derivar la realidad del objeto ovni del hecho de que subsista independientemente de todos los actos
del saber, del mismo modo, la independencia del ser nos puede llevar a problemas de identidad equívoca que se
deriva propio del ser real. Esta
cuestión es de gran importancia, porque no sólo una realidad en sí mal identificada es capaz de producir falsas
imágenes y equívocos significados. sino también porque el ser real queda sepultado sobre toneladas de falsas versiones. En
otras palabras, establecer una identidad equívoca sobre un fenómeno lleva
directamente hacia el reconocimiento de una falsa realidad como si fuese
verdadera.
De este modo, muchos ingenios militares y aeronáuticos
secretos no identificados por el mundo civil aumentaron considerablemente desde
el fin de la Segunda Guerra Mundial y, como es natural, fueron confundidos, con
el fenómeno ovni, cuando no lo provocaron. Ante el peligro de que la URSS
dispusiera de aparatos desconocidos hasta el momento o que se pudiera estar
violando de alguna forma el espacio aéreo estadounidense con gran impunidad, la
administración de Truman(1945-1953) inició una serie de investigaciones
secretas para esclarecer los hechos. Lo más probable es que tales
investigaciones hayan sido operativos de inteligencia y encubrimiento montados
para que la opinión pública creyera en los “platillos”, mientras el gobierno
proseguía con el desarrollo intensivo de globos, aviones y toda clase de
tecnología furtiva. Uno de los participantes en aquellas investigaciones y
director del posteriormente llamado Proyecto Libro Azul fue el astrónomo J. A. Hynek (1977).
Fue él quien tomó la decisión de cambiar el término "platillo
volante" por el más genérico "Objeto Volador No Identificado. Y con
ello quedó sellada exitosamente un problema de identidad equívoca y
otorgamiento de falsa realidad.
No hay que olvidar que la
disciplina que estudia o simplemente recoge los casos de ovnis presenta
numerosos fallos en la recopilación y difusión de los casos, como publicar un
avistamiento sin haberlo verificado. En la era de las videocámaras la
identificación ufológica a lo más que llega es un simulacro de investigación
científica. En la mayoría de los casos estudiados por ufólogos empleando el método científico se descubrió un conocido origen
terrestre. Cuando se ha estudiado el expediente y no se ha sido posible ofrecer
una explicación, se considera un caso positivo. Por el contrario,
cuando se puede dar una explicación se denomina caso negativo.
Con el objeto de determinar si
se trata de un caso positivo o negativo o de identidad equívoca con falsa
realidad, echemos una somera mirada a los diez casos considerados como los
mejores avistamientos ovni de la historia. Los casos los hemos tomado del medio
ruso RT noticias y éste a su vez se basa en archivos desclasificados sobre
ovnis por el Reino Unido. La lista corresponde al blog 'A
sideways look at the news' del diario británico 'The Guardian' que ha compilado
los 10 avistamientos de ovnis más conocidos. A cada caso le
añadiremos un comentario de nuestra parte.
1. Roswell,
1947
Este famoso
incidente ovni ocurrió en Nuevo México EE.UU., en
julio de 1947, cuando un supuesto objeto volador no identificado se estrelló en
un rancho cerca de Roswell. La teoría más popular apunta a que el objeto era
una nave espacial con vida extraterrestre. Desde finales de los 70, el
incidente de Roswell ha sido objeto de mucha controversia, lo que hizo que
surgieran teorías conspirativas en torno a este fenómeno.
Comentario: Desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial la inteligencia de los Estados Unidos sabía que los soviéticos estaban
tratando aceleradamente de obtener su primera bomba nuclear, cosa que lo
lograron el 22 agosto de 1949, por lo cual era prioritario conseguir nueva
tecnología para monitorear y espiar el programa nuclear soviético. De ahí que
el famoso ovni de Roswell y su
encubrimiento respondan al desarrollo de tecnología de espionaje
secreta para vigilar a los soviéticos y cuyo sigilo necesariamente provocó toda
una oleada de teorías conspirativas que fueron alentadas intencionadamente. Los
americanos probaron desde globos aerostáticos, maniquíes hasta nueva aviónica.
2. Bélgica, 1989-1990
Durante más de cinco meses, alrededor de
13.500 personas afirmaron haber visto grandes y silenciosos triángulos
negros que volaban bajo. Alrededor de 2.600 testigos
presentaron declaraciones escritas. Los escépticos lo atribuyen a
helicópteros o delirios masivos causados por el consumo de patatas fritas con
mayonesa.
Comentario: Los triángulos negros volantes
son considerados por la mayoría de los investigadores
como aeronaves terrestres
furtivas secretas de carácter experimental pero secretas para el mundo civil.
Nuevamente aquí tenemos otro caso de identidad equívoca y falsa realidad.
3. Westall, 1966
Más de doscientos estudiantes y profesores
de dos escuelas de Melbourne vieron un platillo volador que descendió en un
campo de hierba y luego ascendió sobre un suburbio local. No existen imágenes,
pero los testigos todavía se reúnen para hablar de ello.
Comentario: Tiene los indicios que se trata de
una prueba secreta de hipnosis colectiva realizada por la CIA para hacer ver lo
que se quiere que se vea. No se descarta tecnología furtiva para provocar
grandes destrucciones sin responsabilizar a ninguna potencia en particular. Lo
más extraño es que se trata de un relato exclusivamente oral sin imagen alguna.
Durante la Segunda Guerra Mundial los británicos recurrieron a un mago
ilusionista para engañar a los nazis haciendo “desparecer” el puerto de
Alejandría. Jasper Maskelyne (1902-1973) fue el mago que venció al temible
Afrika Korps de Rommel y propició la victoria del General Montgomery en El
Alamein. Con un juego de luces nocturno creó una falsa ciudad a 3 millas de la
Alejandría real y la ilusión funcionó a la perfección. Con falsos tanques
inflables también se engañaría a los alemanes para posibilitar el desembarco de
Normandía. Lo más sensato es pensar que la CIA aprendió la lección de los
británicos y como era de prioridad nacional ocultar los proyectos de los
aviones negros, entonces alimentar el mito de los ovnis resultaba necesario con
el fin mantener la identidad equívoca y la falsa realidad aprovechando el
delirio ovni.
En consecuencia, si hombres de mucho ingenio y
gran imaginación fueron capaces de engañar a uno de los más grandes estrategas
militares del siglo XX, con cuánta menos dificultad será embaucar a un grupo de
estudiantes y profesores incautos. En la actualidad el término mago conserva
aun el significado ancestral de sacerdote con poderes ocultos, pero en la
sociedad moderna hiperracionalista predomina el significado de artista que
practica el ilusionismo.
La seducción de la magia radica en que produce
asombro ante la realización aparente de lo imposible, pero en el fondo se trata
de la arraigada aspiración de alcanzar lo sobrehumano e increíble, más propio
de los dioses que de los hombres. La magia sería parte del afán por trascender
la condición humana, entrando en empatía con fuerzas naturales y sobrenaturales
que serían manipulables por el mago. Pero más seductor para la mente humana
resulta ocultar el carácter mágico del fenómeno producido y aun más suponerlo. Esto
último está presente como mecanismo mental en la interpretación del fenómeno
ovni. Así, Frazer [La Rama Dorada] llamó
a la magia “la hermana bastarda de la ciencia” y en la cosmovisión natural del
desespiritualizado hombre moderno encontramos un retroceso o revival hacia
formas de pensamiento mágico, como compensación hacia su pobre sentimiento
religioso. En la teoría de Frazer el pensamiento mágico es más antiguo que el
pensamiento religioso y éste último se impone cuando el hombre reconoce su
absoluta dependencia respecto a lo divino. Pero desde la modernidad el
horizonte de lo trascendente religioso se ha venido eclipsando hasta quedar
bien perfilado un hombre sin Dios y que vive bajo el imperio totalitario de lo
inmanente. Esto permite explicar en el fenómeno ovni la adhesión a la hipótesis
extraterrestre, llena de la primordial visión dramática de la magia.
4. Kenneth Arnold, 1947
La prensa acuñó el término 'platillo
volador' después de que un piloto de Idaho afirmara haber visto una serie de
nueve objetos brillantes con forma de platillo volando a velocidades
supersónicas cerca de Mount Rainier, en Washington.
Comentario: Se conocen nubes lenticulares de
todo tamaño, aunque estáticas, y de no tratarse de un fenómeno natural sería, por
la fecha de la guerra fría con la URSS, una nueva arma espía que se estaría
probando. A propósito, desde 1900 se conoce el cañón Gauss electromagnético,
que son básicamente idénticos al proyector de masas. Desde 1934 trabajaron para
convertirla en un arma utilizable con disparo de plasma, artilugio mortífero
capaz de atravesar cualquier blindaje. En el 2013 se dio a conocer que la
armada estadounidense probó con éxito el cañón electromagnético y pronto estará
en servicio. El caso es que un experimental proyector de masas probado sobre el
desierto a gran velocidad podría ser origen de las veloces luces brillantes en
el cielo.
5. Bracknell par pub, 2013
Hace unos días, a principios de este mes,
dos discos brillantes fueron fotografiados flotando cerca de Bracknell,
Berkshire, Inglaterra, en el cielo por encima de un pub.
Comentario: Se trata de dos luces en forma
lenticular que viajan a velocidad hipersónica pero también pueden ir muy
lentamente. Cabe una primera versión de que se trata de una nueva tecnología
experimental secreta y furtiva. Una segunda que afirmaría ser un fenómeno de
energía lumínica de origen conocido en la atmósfera (centellas) aunque
insatisfactoriamente explicado. Y una tercera, y menos plausible, que sostiene
la tesis de naves extraterrestres.
6. Ronald Reagan, 1974
Los presidentes Jimmy Carter y Ronald
Reagan afirmaron haber visto ovnis. Carter se ganó la burla de la gente por su
avistamiento en 1973, pero el hombre que finalmente le sucedió en la Casa
Blanca también vio un misterioso objeto en 1974 por encima de Petersfield,
California.
Comentario: La experiencia resultó
aleccionadora puesto que demostró que políticamente era inconveniente que un
presidente anduviese relatando sus propios avistamientos ovnis. Además, los
programas secretos y presupuestos negros son muchas veces desconocidos por los
propios presidentes norteamericanos con el fin de evitar complicaciones con el
Congreso y su fiscalización presupuestal. Además, de tratarse de tecnología
secreta furtiva es mejor que la presidencia sólo lo conozca en la hora
oportuna.
7. Levelland, 1957
Conductores de Texas informaron que sus
motores se pararon después de encontrarse con un objeto brillante en forma de
huevo, y que solo volvieron a ponerse en marcha después de que el supuesto ovni
pasara volando. Una investigación concluyó que se debía a una tormenta
eléctrica y una centella.
Comentario: Efectivamente una tormenta y una
centella explica el fenómeno descrito. Este es un típico caso de confusión de
identidad atmosférica con el fenómeno ovni. La centella es un fenómeno natural
relacionado con las tormentas eléctricas y su manifestación es un rayo en forma
esférica o bola luminosa. Este rayo de bola o centella es confundido
frecuentemente con ovnis y lo cierto es que existen numerosos efectos ópticos y
atmosféricos que por su rareza son poco entendidos incluso por la ciencia,
identificándoseles como ovnis. Lo cual significa que hay fenómenos naturales
poco explicados que son tomados por ovnis y persistirán como tales mientras la
teoría científica no sea capaz de un total y coherente esclarecimiento. La
mecánica de los rayos globulares o centellas, los hologramas solares y los
sprites deberán ser reproducidos en laboratorios para confirmar definitivamente
que esas luces no son ovnis.
8. Phoenix, 1997
Varios testigos vieron en los cielos de
Arizona una nave en forma de V con cinco luces esféricas venida "de otro
mundo", como afirmaban algunos testigos.
Comentario: nuevamente se trata de naves
triangulares terrestres de carácter experimental desconocidas para el mundo
civil. Serían los ovnis norteamericanos TR-3B, vistos en el área 51 y sobre los
cielos de Moscú. Los aviones X tienen una larga historia de confusión con
ovnis. Lo cual hace pensar en el largo periodo de experimentación con la
tecnología tipo ovni y de los drones y que serían confundidos con ovnis.
9 Sao Paulo, 1986
Veinte ovnis que fueron avistados y
detectados por radar en Brasil desaparecieron cuando aviones militares acudieron a la zona
para interceptarlos. Los expertos atribuyen el avistamiento a escombros
eyectados por la estación espacial soviética Salyut-7.
Comentario: Es valedera la explicación sobre
los escombros de la nave Salyut-7. Otra posibilidad es que sean rayos esféricos
cuyo comportamiento aleatorio todavía se intenta explicar por la ciencia.
10 Teherán, 1976
Un supuesto ovni pasó
zumbando sobre la capital de Irán, inutilizando el instrumental electrónico de
dos aviones F-4 Phantom II y bloqueando el equipo de control de tierra.
Generales iraníes afirmaron que el objeto no les pareció de origen terrestre.
Comentario: La Lockheed viene desarrollando
por décadas aviones de vigilancia de gran altitud, un incidente con sus aviones
ocurrió en plena guerra fría el primero de mayo de 1960. Era un avión
supersónico estratégico y actualmente la inteligencia rusa habla de tecnología
hipersónica en la Lockheed. De manera que no sorprende que aviones de guerra de
países con tecnología convencional queden atónitos por tecnología desconocida
de avanzada. En
los años 60, la compañía Lockheed Martin creó un avión supersónico el SR-71,
más conocido como Blackbird. Hoy, el mismo equipo que creó aquel pájaro negro
presenta los diseños de su sucesor, un nuevo avión espía que surcará los cielos
a Mach 6 desde 2018. La nueva aeronave tiene el nombre de Lockheed SR-72,
aunque su perfil futurista no tardará en ganarse está pensado para
reconocimiento estratégico en países cuyo espacio aéreo es demasiado peligroso
para el reconocimiento con drones,
y cuya orografía hace difícil la exploración con satélites. A diferencia del
Blackbird, el SR-72 también dispondrá de medios de ataque aún sin especificar.
Pero la verdad es que la
velocidad de Mach 6 ya se había alcanzado en 1967 y ahora se registran vuelos
no tripulados donde se alcanza la increíble velocidad de Mach 10. Incluso, en
la actualidad ya se están probando motores Mach 12. Si a todo esto le añadimos
que no sólo EEUU y Rusia, sino también China, India y otras potencias
espaciales, experimentan con naves y misiles hipersónicos, velocidades Mach 10,
increíbles motores Mach 12, cañones electromagnéticos, proyectores de plasma, armas
láser, barcos invisibles, misteriosas naves espaciales no tripuladas como el
X-37 B o el ovni norteamericano TR-3B, de espionaje espacial cada vez más sofisticado
y masivo, robots-androides militares y tecnología furtiva, entonces es fácil
imaginar la multiplicación de casos de identidad equívoca y falsa realidad ovni
reportados.
Los ovnis triangulares del Área
51 tienen su antecedente en el ovni Avrocar, desarrollado en los primeros años
de la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia. La intención del proyecto
militar secreto era convertirlo en el caza más avanzado y avión táctico de
combate. Su forma de platillo de volador no resolvieron los problemas de empuje
y estabilidad. Aparentemente el programa fue cancelado en 1961. Hubo un segundo
prototipo en forma de ala delta comprimida y la enorme inversión de los
norteamericanos en el proyecto es la razón por la que se piensa que el programa
prosiguió hasta lograr el ovni triangular de tercera generación TR-3B. Más de
cincuenta años en búsqueda de la mejor tecnología furtiva hace pensar que
potencias como Rusia y China también posean ovnis propios. No es casual que el
espacio aéreo soviético se vio invadido de ovnis desde fines de los años 80 y
comienzos de los 90 del siglo veinte justamente sobre la ciudad de Krasnoyarsk
de Siberia, justamente la localidad a la que fueron trasladadas sus industrias
pesadas durante el avance nazi. Actualmente es sede del Instituto de Física
Kirensky y del Instituto de modelización computacional. En el cosmódromo
militar secreto de Kapustin Yar se registra el Roswell ruso, como la versión
soviética de encubrimiento de sus propias investigaciones ovnis. Aparentemente
la tecnología extraterrestre cayó casi intacta y, si fuese verdadera, no se
comprende por qué no contaba con un mecanismo de autodestrucción o, de lo
contrario, por qué los supuestos ET buscarían que sus ingenios tecnológicos
cayeran en manos humanas.
Como nada de esto tiene
sentido, lo que cobra mayor fuerza es el origen humano de tales tecnologías. Es
decir, se impone la necesidad metodológica de diferenciar entre el problema del fenómeno ovni y el problema de las tecnologías ovni. La
segunda economía mundial, China, ya ha hecho público en 2014 su primer avión
Stealth o caza furtivo J-20 de quinta generación y muestra su decisión sumarse
al selecto grupo de tecnología ovni. En otras palabras, los platillos voladores
hechos por el hombre dejaron de ser materia de la ciencia ficción y son parte
de nuestra realidad. Por ello, es de mayor credibilidad la versión de que los
platillos voladores son fruto originalmente de la carrera armamentista entre
EEUU y Rusia. Otras potencias como la India, Brasil y Sudáfrica consideran
seriamente impulsar armas de quinta y hasta sexta generación.
Es más, con el desarrollo de
armas de sexta generación la tecnología ovni humana cobrará nuevo impulso. Rusia,
por ejemplo, lleva a cabo veintitrés proyectos armamentistas de sexta
generación y cosa similar ocurre con EEUU y China. La creación de laboratorios
militares como el DARPA norteamericano se está proliferando. Las armas de sexta
generación incluyen armas de energía dirigida (cañón láser), armas hipersónicas
(aviónica, misiles, drones), la mortífera infantería robótica, fabricación de
armas y municiones con impresoras tridimensionales, misiles y municiones que
eligen su blanco en el trayecto, entre otros. Es casi seguro, y por ello más
peligroso, que las armas del futuro no demandarán capacidades especiales para
usarlas.
En conclusión, con todo esto no estamos
afirmando que el fenómeno ovni se identifique con un programa de encubrimiento
de la carrera armamentista, sino que el fenómeno ovni existe pero que ha sido
utilizado en los últimos tiempos para encubrir el desarrollo de tecnologías
secretas de origen terrestre. Por eso se debe distinguir entre el fenómeno ovni –origen natural- y la tecnología
ovni –origen humano-. Así, la evidencia muestra que la mayor parte de casos se
trata de problemas de identidad errónea que produce una falsa realidad a partir
de estrellas brillantes, satélites, meteoros, centellas de tormentas eléctricas
y tecnología súper-secreta furtiva de origen terrestre, todo lo cual es más
coherente y plausible que la hipótesis de que se trata de visitantes ET. La
carrera armamentista entre las potencias después de la Segunda Guerra Mundial
avivó el mito extraterrestre sobre la base del fenómeno ovni con fines
diversionistas y de encubrimiento tecnológico.
Pero el fenómeno ovni es antiguo, se vincula
más con los extraños y raros fenómenos naturales atmosféricos y ópticos, como
el rayo en forma globular que puede permanecer estacionario, moverse lenta o
rápidamente, desaparece con un fuerte fogonazo o ser silencioso, descrito por
vez primera por Nikola Tesla en 1904 y que fueron llamados por los pilotos de
bombarderos de la Segunda Guerra Mundial foo
fighters.
Algunas características difíciles de explicar del rayo globular son la
longevidad de su existencia y la flotación casi neutral en el aire. Su
flotación casi neutral ha hecho pensar en su antigravedad o ausencia de
gravedad, y su duración sugiere que se trata de un tipo de plasma con una
recombinación y conducción térmica aun no aclarada. Se han hecho muchos
intentos para crear rayos globulares en laboratorio, y algunos han resultado superficialmente
similares, pero no hay demostraciones convincentes de que el fenómeno natural
haya sido reproducido. Pero al menos su presencia en la naturaleza permite
descartar que se trate de materializaciones psíquicas desconocidas. Lo que sí
no se descarta en estas manifestaciones desconocidas de la naturaleza es que coincida
sincrónicamente con la humanidad que proyecta sobre ella sus propios contenidos
conscientes e inconscientes, dándoles un significado que no les corresponde en
absoluto (Hermanos mayores extraterrestres, civilizaciones ocultas del
universo, civilizaciones interdimensionales, etc.).
La explicación popular postula que el rayo globular es un plasma altamente ionizado contenido por campos magnéticos
autogenerados. Pero un plasma caliente, incluso combinado con un campo magnético,
no sobreviviría el tiempo que duran los rayos globulares, debido tanto a la recombinación como a la conducción térmica.
No obstante, puede haber formas especiales de plasma compuesto por iones positivos y negativos, en lugar de
iones positivos y electrones. Así la
recombinación puede ser bastante lenta, incluso a temperatura ambiente. Una de
estas teorías involucra hidrógeno cargado positivamente y una mezcla de nitritos y nitratos cargados negativamente.
No obstante, existe una compleja casuística
que da a pie a especular sobre el origen no natural de estas esferas luminosas
[Ballester y Fernández, Enciclopedia de
encuentros cercanos con ovnis, Plaza Janés, Barcelona, 1987, 239-279; G.
Creighton, Some thoughts on “Thinking
Globes”, Flying Saucer Review, 18 (3), 23-24; M. Morey, Rayo en bola. Diccionario temático de Ufología,
Fundación Anomalía, Santander, 1997, 321-323] con gran variedad de aspectos,
movimientos, tiempos y efectos producidos, tras los cuales se oculta la manifestación
de una centella o rayo en bola. El origen más probable del real fenómeno ovni
son esta clase extraña de fenómenos naturales atmosféricos (Fuego de San Telmo,
Halo Solar, Fuegos Fatuos, Rayo Globular, Rayo Verde, Nubes Lenticulares, Maelstrom,
Nubes Mammatus, y destellos super-atmosféricos).
Ahora
se explica, por un lado, el interés decreciente de los gobiernos al no encontrar nada
especialmente raro ni misterioso en los fenómenos ovnis; y, pese a la total
ausencia de pruebas, por otro lado, el ascenso inaudito en la literatura popular
del tema ovni en su versión de antiguos carros de los dioses, astronautas
ancestrales, civilizaciones interdimensionales, supuestos contactos telepáticos,
pretendidos secuestros y declaraciones sobre experimentos genéticos perpetrados
por los tripulantes de dichos objetos. El fenómeno ovni
como mito-espacial, cobró impulso desde 1947 con la ufología popular, comercial y acientífica, alentando decididamente la hipótesis
extraterrestre, íntimamente vinculada a los medios de comunicación y
a la guerra fría, y actualmente el tema se mantiene en debate mantiene por las especulaciones de
la astrobiología, exobiología,
exopolítica y ufología pro-científica preconizan manejar el asunto
rigurosamente usando el método científico. Pero a pesar de no existir ninguna
prueba irrefutable de la existencia de seres extraterrestres que visiten la
tierra, una gran parte de la población mundial cree en la veracidad de los
llamados testigos.
Lo cual no es
extraño en una era sin Dios. La humanidad moderna con su espíritu inmanentista,
secular, materialista, nihilista y hedonista, no puede colmar el vacío de lo
trascendente y busca creer en mitologías inmanentes, mágicas, que le den
consuelo ante los desatinos de la antropolatría actual. La Guerra de los mundos de H. G. Wells y la saga de literatura mágica moderna
(Harry Potter es lo útlimo en la
lista de magos) es parte de la esta carencia de fe en lo trascendente, donde el
hombre arreligioso encuentra gran atracción por historietas sobre hombrecillos
verdes, humanoides, aliens grises, encuentros del tercer tipo y expedientes x,
todo lo cual ayudan a espiritualizar un poco más la vida en medio de una
deplorable pobreza espiritual. En la cultura popular la hipótesis
extraterrestre es un socorro para suplir las necesidades religiosas inhibidas
del hombre moderno sin Dios y dicha creencia encuentra su estímulo objetivo en
los programas psicosociales de las agencias de inteligencia encargadas de
encubrir proyectos negros.
Lima,
Salamanca 21 de Enero 2015
[1]
Cfr. Carl Gustav Jung, «Tomo XI. Civilización en transición
(OC 10)». Obra completa de
Carl Gustav Jung. Volumen 18/2. La vida simbólica. Madrid: Editorial Trotta,. 2009, p. 196, § 1445.
[2]
Cfr. Carl Sagan, El
mundo y sus demonios, Editorial Planeta, 1967, pp. 68-69. Sagan siempre
rechazó la explicación extraterrestre del fenómeno ovni. Cuando organiza y
publica las posiciones del célebre Simposio de 1969 reafirma su escepticismo al
sostener la existencia de un trasfondo religioso en el fenómeno ovni. En 1980
emprende su última arremetida temática para expresar que era muy pequeña la
posibilidad que naves extraterrestres visitasen la Tierra en el pasado o
presente. Bregó por la desclasificación de los archivos ovnis.
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