lunes, 20 de mayo de 2024

MITO Y REALIDAD DEL CRISTIANISMO

 

OSCAR MARAÑON VENTURA-Filósofo/UNMSM

 

 

MITO Y REALIDAD DEL CRISTIANISMO

(CONCYTEC, Lima, 1990)

 


 

Presentación

Mito y realidad del cristianismo, es un nuevo y polémico trabajo de Gustavo Flores Quelopana, desarrollado en el campo de la filosofía de la religión; libro que sucede a otros, interesante en su temática económica dentro de su inquietante producción intelectual.

Esta obra incluye conclusiones que me han suscitado discrepancias razonables, acomete la ardua tarea de estudiar el cristianismo desde la percepción de lo que podría denominarse la crítica histórica. Óptica que desde hace tiempo ha sido estimulada por los resultados positivos que produjo la tremenda expansión del conocimiento científico en la época moderna, y que tuvo una influencia profunda sobre creencias religiosas, principalmente en grado mayor, dentro de la tradición judeo-cristiana.

Es sabido que desde el Renacimiento la información científica acerca del mundo se ha extendido constantemente en campos tales como la astronomía, geología, zoología, química y física. Este desarrollo científico ha conducido a contradecir muchas afirmaciones, en los mismos campos, derivadas de la Biblia, antes que de la observación directa y el experimento. Por los resultados obtenidos, no cabe la menor duda que desde entonces la aplicación con rigor y la validez del método científico han sido reivindicados debido a su fructuosidad práctica.  

Dentro de este gran marco de referencia, el autor, desde un punto de vista estrictamente coherente, busca las razones y causas sociales que expliquen principalmente la figura de Cristo; pues ella representa el punto cardinal sobre el que emerge, evoluciona y se consolida la doctrina y práctica del cristianismo. El análisis que recorre toda esta obra buscar cuestionar y descartar los argumentos que sustentan la imagen histórica de Jesús.  Mito y realidad del cristianismo, empieza con una comparación sugerente entre lo que representa en el mundo actual el progreso y la religión.

Al respecto, el progreso está vinculado al socialismo, la revolución, la ciencia y la tecnología; la religión aparece más bien como una “fuerza conservadora y reaccionaria de la sociedad”. Sigue un estudio detallado de diversas dicotomías e incongruencias que se pueden encontrar en los Evangelios tanto referentes a la genealogía de Cristo, bautismo, resurrección, doctrina, como a otros importantes aspectos tales como la alusión al apóstol décimo segundo, a Pilatos, a Herodes, a los censos de la época, costumbres, referencias geográficas, todo lo cual revela una serie de incoherencias que plantean dudas lógicas acerca de lo expresado en los Evangelios.

Luego, prosigue el estudio de la Escuela histórica, a cuyo postulado sobre la existencia histórica de Jesús el autor expone sustentadas observaciones y objeciones vinculadas con temas como el Dios-hombre, el Cristo vesánico, el Cristo revolucionario, el Cristo moral, el Cristo judaico, el Cristo indio y Cristo como un oscuro profeta.

Toda esta parte de la obra apunta a sustentar que la existencia de Jesús es una fantasía. En lo que sigue se desarrolla una secuencia de asuntos relacionados, de modo reiterado, con el mismo problema. Así, el Silencia del Siglo I, se refiere a observaciones de importantes investigadores en los cuales se evidencia que este siglo no se habrían hecho referencias directas sobre Cristo.

En la evolución de la imagen del Mesías se explica que ella habría aparecido en condiciones sociohistóricas especiales, en un momento de crisis generalizada cuando se requiere la presencia de una figura especial para sustentar, difundir y consolidar una creencia religiosa que permita superar semejante coyuntura.

El Origen Histórico-Social del Cristianismo que es uno de los capítulos más extensos del libro, está destinado a fundamentar con argumentos bien sostenidos y referencias bibliográficas adecuadas, la tesis de este trabajo: que se puede sostener que Cristo no es un personaje histórico real. El libro culmina con los capítulos referidos al Reconocimiento Tardío de la imagen de Jesús, las maniobras de los cristólogos y la búsqueda de nuevos fundamentos para sustentar, reconocer y afirmar la historicidad de Cristo.

El objetivo central este libro es demostrar que la existencia de Jesús constituye una creación mitológica, una leyenda cristiana. Mito que probablemente surgió en condiciones históricas críticas, “de completa descomposición y desintegración económica, política y cultural de las formas tradicionales del mundo antiguo durante el Imperio romano”. Cristo fue, sin duda, una promesa para salir y superar una situación muy desesperada.

En cuanto al carácter social y revolucionario implícito en la doctrina cristiana, no se debe dejar al margen la idea de que semejante característica podría responder al hecho de que algunos miembros de la jerarquía religiosa podrían “haber extraído de los Evangelios aquello que concordaba con sus intereses de clase o con los objetivos de su lucha”.

Pero tampoco se debe olvidar que el denominado socialismo cristiano “jamás persiguió abolir las clases sociales sino solamente conciliarlas”, No cabe duda que el aspecto histórico y social del cristianismo contiene muchas facetas importantes que ameritarán probablemente otras investigaciones posteriores.

Finalmente, si la tendencia general de esta investigación es la de reconocer que, de algún modo, es la sociedad la que modela las divinidades, según sus necesidades, entonces podemos afirmar que el enfoque del autor se aproxima, en cierto modo, al punto de vista de Durkheim quien en su libro Las Formas Elementales de la Vida Religiosa, sostiene el poder de la sociedad para moldear lo bueno o lo malo en la mente de sus miembros.

Sin embargo, metodológicamente, el mayor énfasis está puesto en la noción de que las tesis de la religión cada vez resisten menos una investigación rigurosamente científica; por lo cual podría afirmarse que ella es un fenómeno históricamente condicionado cuya naturaleza se esclarecerá a medida en que se desarrolle la ciencia.

 

Acotación personal. –

Nunca me cansaré de repetir lo arrepentido que me siento de haber escrito este libro que niega la historicidad de Jesucristo, aún cuando entiendo que fue parte de mi evolución intelectual y de la superación respectiva de aquel erróneo punto de partida historicista, materialista, ateo y cientificista. El equívoco fundamental de este libro mío es asumir una hermenéutica histórico cientificista en vez de otro metafísico realista. Sencillamente con tal enfoque era inevitable derivar hacia la disociación del Jesús histórico con el Cristo de la fe postpascual. Simplemente el enfoque historicista y positivista no es adecuado para abordar el problema, resulta enormemente limitante, no toma en cuenta la síntesis del Nuevo Testamento. Cada región de la realidad exige un tratamiento especial con sus categorías propias. En una palabra, estrechándonos al Jesús histórico no se puede alcanzar una verdadera cristología. No en vano el Evangelio no es un libro científico, histórico o biográfico, sino un testimonio de fe. Esto no niega que el análisis histórico social sea valioso para comprender el contexto histórico en que se dieron los acontecimientos de la revelación cristiana, pero jamás pueden constituirse en la piedra basal y menos única para comprender dicho fenómeno. Si Cristo fuera un mero mito socio histórico no sólo no se entenderían muchos hechos extraordinarios de los santos y milagros comprobados, sino que la propia historia estaría desprovista de profundidad y significado mayúsculo.  Por lo demás, si algo me salvó de quedar estancado en la perspectiva positivista historicista fue mi curiosidad filosófica. Según mis registros bibliográficos, ya para 1999 estaba curado de tal limitación de la hermenéutica meramente historicista.

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