VARIOS
PENSAR SIN FRONTERAS
[Libro publicado en 2022, Lima, Iipcial]
JOSÉ CHOCCE-Filósofo/UNFV
El maestro Flores Quelopana nos vuelve a sorprender con una obra
polémica y de rigor [Pensar sin fronteras, 2022]. Esta vez aborda un tema crucial
y muy debatido. ¿Qué es filosofar?
Y nos dice que filosofar es aquella actitud inherente a la esencia
humana. Diríase que, si no reflexionamos sobre estas preguntas netamente
filosóficas ya no seríamos propiamente humanos. “El filosofar es el pensar sin
fronteras”, afirma con acierto, y para sustentar aquello rompe con la
definición convencional de filosofía del magisterio occidental. Es así como,
nos ofrece una obra ágil y dialogada, donde elabora argumentos que sostienen
que: “La filosofía es polimórfica y multívoca”.
Así pone la pica en Flandes dentro del corazón del paradigma
eurocéntrico de filosofía. Y lo hace con una aguda polémica con filósofos nacionales
y europeos. Nuestro filósofo es un escritor prolífico, tiene un pensamiento vivo,
una pluma conceptuosa, una obra sistemática, un sistema propio, pero en constante
desarrollo.
TERESA ARRIETA-Filósofa/UNSA
La modalidad de entrevista que adopta Gustavo Flores Quelopana, le
ha permitido exponer de una manera muy clara su punto de vista sobre lo que es
la filosofía, sus razones de discrepancia con reconocidos pensadores del ámbito
nacional, latinoamericano y europeo y su propuesta de una filosofía que coincide
con el existir “porque nos devuelve al mundo”.
Partiendo de su definición de filósofo: “el que se siente
interpelado por multitud de asuntos que hieren su alma”, Flores Quelopana se
rebela contra la predominante concepción tradicional de filosofía, que califica
a todo lo que está fuera de su esfera como simplemente “pensamiento” o “cosmovisión”,
de manera que propone una reclasificación del concepto de filosofía: la teoría
restringida (originada en Grecia), la teoría ampliada (expresión mítica) y la teoría
general (propia de la condición humana). Con ilustrada fluidez va diseñando su
ontología latinoamericana, coincidiendo con Arguedas al considerar que somos “todas
las sangres”, es decir ni europeos ni indios, sino mestizos; con todo, advierte
el peligro de convertir una realidad etnocéntrica en universal. Recalca la
necesidad de una “ciudadanía pensante” para cuyo logro es sustancia la contribución
de la filosofía, que tiene como auténtica meta el “incitar a pensar”.
Finalmente, reconoce su antievolucionismo por considerar que “el
evolucionismo es el arma etnocéntrica más bárbara que existe”, denunciando como
“bárbaros” a quienes han eliminado el espacio de lo sagrado, perdiendo con ello
la armonía del hombre con la naturaleza, que sí conservan muchos pueblos
ágrafos. En suma, “¿Qué es filosofar?” de Gustavo Flores Quelopana, es un importante
aporte -ilustrado, serio, apasionado y provocador- a la comprensión de una
actividad enigmática, fascinante y “esencialmente” humana.
ROSA AGUILAR VERÁSTEGUI-Filósofa/Univ. Londrina-Brasil
Leer a Gustavo Flores Quelopana nos permite observar su lealtad
por la Filosofía. Proponiendo una filosofía polimórfica y multívoca que rechaza
la visión etnocentrista, acredita que la filosofía es consustancial a la condición
humana. Afirma que la filosofía va siempre hacia lo universal. Resalta la
importancia de los filósofos latinoamericanos, sin desmerecer los aportes de
los filósofos europeos o americanos, dado que: “El universalismo filosófico evita
el provincialismo universalista occidental y el etnocentrismo relativista
antioccidental”. Lo que lo exime de posturas dogmáticas y maniqueístas frente a
cualquier filósofo. Gustavo deja en claro que la fuente de todo filósofo es la
realidad, no la academia. Así entendemos que: “filosofar es existir, porque es
un pensar que nos devuelve al mundo”. Finaliza criticando la modernidad, que se
olvidó del sentido de lo sagrado, de la Naturaleza con la cual estamos acabando,
de ella somos fruto y hay que asumirla con reverencia.
FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS-Club Mundial de
Filosofía/Argentina
La prolífica y sesuda obra de Gustavo Flores Quelopana se incardina
en una suerte de textos fundamentales para poder pensar en tiempos en donde se
nos invita, o mejor dicho, impone o condiciona a que pensemos lo menos posible
o directamente no lo hagamos.
Aquí radica el quantum de valor indispensable en el pulso filosófico
de Quelopana. No tanto en la cantidad de textos, de obras y de premiaciones o
distinciones en el campo filosófico en general, sino que, por intermedio de
argumentos y posiciones, indaga en un proceso, discutible y polémico, pero que
no puede dejar de considerarse indispensable para tenerlo en cuenta en el
presupuesto mínimo de no abandonar el elemento basal y constitutivo de lo
humano. Administrado las diferencias, saludamos esta obra de Quelopana, que asentada
en convicciones y determinaciones de una dinámica de identidad no deja de
pensar y de invitar a que sigamos haciendo, en tiempos en donde este acto se
tornó revolucionario, indispensable y determinante.
RICARDO LICLA MEZA- Filósofo/UNMSM-PUCP
¿Qué es filosofar? [primera conversación del libro Pensar sin
fronteras] de Gustavo Flores Quelopana, no sólo es un diálogo, sino un
monólogo. Es lo primero en la medida en que a través del “logos” que brota del
alma llega a sostener que el “filosofar es pensar sin fronteras”. Es un monólogo
en cuanto no pretende universalizar sus reflexiones, sino tan solo invitar a la
reflexión. “No escribas para que los demás piensen como tú, sino simplemente
para que piensen. El filósofo debe incitar el pensar, nada más”. Es así que
como uno de nuestros filósofos más prolíficos de los últimos tiempos nos
irrumpe con un estilo poco usual, el diálogo filosófico, para reafirmar una de
sus tesis más irreverentes, según la cual: “La filosofía es universal, polimórfica
y multívoca al mismo tiempo, y está anclada en la misma condición humana”. En
consecuencia “no hay cultura sin filosofía, por arcaica que sea”. Esta filosofía
–“universalismo filosófico” (o filosofía floresiana)- de estilo propio y
dialogante, como no podía ser de otra manera va de la mano con el acontecer
político: “Filosofía y Política caminan unidas, pero no confundidas. El filósofo
cumple su misión desde la trinchera del pensamiento, no desde el palco
parlamentario”.
ANA LACALLE FERNÁNDEZ- Filósofa/Universidad de Barcelona
El presente ensayo, a modo de diálogo, de Gustavo Flores Quelopana
afronta la problemática, presente en la América colonizada, de cómo reconstruir
la identidad de la diversidad cultural frente a la actitud etnocentrista
occidental.
Con cuestiones formuladas en forma de diálogo ficticio Flores
Quelopana no sólo pretende brindar su perspectiva y sus argumentos, sino dar
cuenta de las críticas de las que ha sido objeto.
Reconociendo el coraje y la honradez que muestra, se me origina
una pregunta -que de alguna manera aparece en el ensayo-: Si la voluntad es
combatir el etnocentrismo y el particularismo vernáculo -como él lo denomina-
¿Por qué utilizar la categoría de filosofía de origen netamente griego y
bastión nuclear del etnocentrismo que denuncia?
¿No se incurre en una contradicción al intentar generalizar un
término occidental para dar cuenta de las cosmovisiones originarias, que no cosmogonías,
término atribuido a lo mítico desde una perspectiva occidental en oposición al
Logos, que, cabe decir, está profundamente cuestionada en la Filosofía occidental?
Hoy se sustenta por parte de un conjunto relevante que no hay
oposición entre Mito y Logos. Sintetizando, tal vez, tras el empeño de
universalizar el término de filosofía subyace la creencia de que lo filosófico,
tal como se ha conceptualizado en Occidente, es superior, y por ello se ve necesario
reconceptualizar el término Filosofía para hacerlo extensivo a las diversas
formas de pensar del humano de Asia, Africa, América, para que sea reconocido el
mismo valor que a lo occidental.
De alguna manera, no sé si se incurre en alguna contradicción y,
sin quererlo, se continúa idolatrando lo occidental. La cuestión está en pleno
replanteamiento, y a eso intenta contribuir Flores Quelopana desde este rico
ensayo, alzando su análisis y reflexión para aportar luz a una cuestión que no
es exclusivamente semántica.
LUIS ENRIQUE ALVIZURI-Filósofo/URP
Cuando a uno le explican en qué consiste la filosofía lo entiende
rápidamente debido a que lo asocia a un fenómeno que a todos los seres humanos
nos es común: la intriga sobre nuestra existencia. Es casi seguro que el único
ser que tiene esa “sensación” angustiosa es el humano, puesto que en los
animales vemos muchas cosas similares a nosotros, pero en ningún caso detectamos
que se “sientan” ajenos a su realidad y a su medio.
Es esa “ajenidad” en cuanto a la relación entre nuestro ser y el
mundo en que vivimos, lo que nos impulsa a preguntarnos: ¿Qué soy?
Si esta situación solamente se hubiera dado en un pueblo, como el
griego, estaríamos hablando de una peculiaridad dentro de nuestra especie, pero
como es algo que, a través de la etnología y de nuestra experiencia personal, sabemos
que es común a todos los seres humanos, podemos llegar a la conclusión que la
misma “sensación” se produce en todos por igual, por lo tanto, todo ser humano
es un ser filosofante por naturaleza.
Como bien dice Flores Quelopana, esto que es tan obvio a simple
vista no lo es para un occidental, haciendo que el problema de la definición de
qué es filosofía no se encuentre en ella misma, sino más bien en quién lo
define. Es decir, en cómo el observador lo entiende. Esto mismo sucede en las
ciencias cuando tratamos de interpretar los hechos mediante palabras que
resultan ser metáforas para “humanizarlas”. De modo, que es Occidente, el que por
razones de supremacía y para reservarse “la exclusividad de pensar
correctamente”, quien establece un parámetro, un prerrequisito para aceptar que
algo sea filosofía, y esa condición resulta curiosamente ser: “que se haga a la
manera de Occidente”. Si no se ejecuta de es manera, entonces no es filosofía,
sino pensamiento o cosmovisión. Flores Quelopana exhibe en su disquisición
sobre la filosofía una vasta cantidad de ejemplos y pruebas que demuestran que
el filosofar no es una “especialidad occidental” sino una expresión humana que
puede ser efectuada de muchas maneras y no sólo mediante el ejercicio de la razón.
Pero todo ello cae en el vacío, no por los argumentos que pueden
ser muy puntuales y acertados, sino porque lo que está en juego es la primacía
de una civilización sobre las demás, en el sentido que “si Occidente domina es
porque sabe pensar con sensatez y con razón”, mientras que los demás sólo
tienen “pensamientos primitivos o pre filosóficos”.
Si Occidente aceptara que todos los pueblos de la Tierra hacen
filosofía significaría que éstos también tendrían iguales derechos e iguales razones
para creer que sus culturas son también capaces de conocer el mundo, con os
cual la autoridad que los occidentales suponen tener sobre los demás se derrumbaría
y dejarían de ser vistos como “superiores” o como “la avanzada de la humanidad”.
ZENÓN DEPAZ-Filósofo/UNMSM
Gracias Gustavo. Lo he leído con interés. Sólo dos acotaciones:
nunca he dicho ni escrito que la filosofía producida en Europa tenga superioridad
o algún tipo de ventajas frente a otras formas de sabiduría (justo por eso no creo
que éstas nada ganan al etiquetarlas como filosofía).
Lo otro es que, en el libro aquel [alude a su libro La cosmo-visión
andina en el Manuscrito de Huarochirí (2015)], uso el término “cosmo-visión”
(así, separado con guión) no para referirme a “cosmovisión”, sino a una
experiencia relacional enraizada en el cosmos (a algo así como un sentimiento
cósmico, holístico de la vida).
Por tanto, no sé cómo pueda representar el mainstream de los
cultores de la filosofía occidental o de los que fetichizan la palabra filosofía.
Para nada. Ninguna de mis tres tesis se ha ocupado de algún filósofo europeo,
ni siquiera les he dedicado un solo artículo. Me ocupo de ellos en clase porque
enseño en una Escuela de Filosofía…conversamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.