EL CORPORATIVISMO BUROCRÁTICO VIRREINAL PERUANO
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
Con
el oro y la plata de México y Perú, la España Imperial se hace de una flota
inigualable con la que derrota a los turcos y un poderoso ejército que se hace
de Italia y Flandes. España es un producto tardío de la idea imperial bajo los
Austrias y que en menos de un siglo se encontrará en decadencia ante el desafío
del imperio británico tras el arribo al trono de la dinastía borbónica, que
perdió sus dominios en Europa y queda dependiente de sus colonias americanas.
En consecuencia, el imperio español representa en el Perú otra etapa del
desarrollo de la conciencia nacional. La idea de nación y conciencia nacional
no es fruto del liberalismo ni de la modernidad, sino de la consolidación de
las monarquías en medio de las instituciones feudales en descomposición.
Esto es importante señalarlo porque la vida
colonial no fue la instauración del feudalismo y una Edad Media en el Perú, simplemente
porque las nuevas estructuras que desataron las fuerzas desintegradoras del feudalismo surgieron en
el siglo XI y en el siglo XVI ya no imperaban; de manera que llegaron a América
la monarquía que disminuyó el poder feudal, la burguesía urbana que consolidó
el fenómeno urbano y la propiedad sobre la tierra en vez de su disfrute. Y esto ocurre muy temprano
en la historia colonial, tanto así que a escasos ochenta años de la Conquista
el indio de abolengo comarcal, como era el indio cristiano culto Guamán Poma de
Ayala, termina totalmente empobrecido por esa política de usurpación y exacción
activa de los conquistadores, acontecimiento que lo lleva a escribir su
apasionada crónica donde preconiza una república autónoma de indios separada de
los españoles, que es enviada al Monarca español Felipe III probablemente en
1613. Guamán Poma fue víctima de la expoliación corporativa burocrática
española, que terminó apropiándose de las tierras indígenas. Además, es
oportuno subrayar que los Reyes Católicos hicieron desaparecer los vínculos
feudales con el fin de fortalecer la monarquía absoluta y monopolizar el poder
político. Y el título de “Católicos” concedido por el papa Borgia, Alejandro VI
(1492-1503), se debió por devolver Nápoles de la Santa Sede, la reconquista de
Granada de los musulmanes, evangelizar en Nuevo Mundo y expulsar a los judíos
de España.
Es conveniente reiterar que
el feudalismo fue una solución temporal en la Edad Media y no
fue propiamente la misma Edad Media[1]. El ordenamiento económico social colonial
no era feudal ni semifeudal, sino propio de una sociedad corporativista
burocrática, donde la brillante nobleza de ociosos distinguidos deja en manos
de un ejército de burócratas la desintegración de la sociedad monárquica
organicista en un sistema corporativo burocrático y en donde el disfrute de la
tierra cede el paso a su propiedad. Durante la teocracia despótica del servilismo
incaico tampoco hubo feudalismo, porque el sistema
económico funcionaba no sobre la posesión de la tierra, sino sobre el control
de la energía humana o el trabajo del runakuna.
Por su parte, la monarquía absoluta española se plasmó sobre la desintegración
de los vínculos feudales durante los Reyes Católicos. Si la república mantuvo la quebranto colonial de la
población indígena fue gracias a la extorsión de los excedentes de la población
indígena[2] y de otras castas, más no a un régimen
semifeudal[3]. El régimen feudal es organicista y
funcional, forma parte de la vida antigua donde prima el hombre natural[4]. En cambio
el Imperio Español llega a tierras americanas con la racionalidad del
beneficio, basada en la íntima trabazón entre sociedad y racionalidad, lo que
demuestra que la Colonia española no trajo al Nuevo Mundo lo feudal ni lo
semifeudal, sino un capitalismo incipiente como es el corporativismo
burocrático, basado en la extorsión tributaria del indígena, la acumulación de
oro y plata en la era mercantilista y luego en las leyes del mercado desde el
fisiocratismo. La República
no acabó con el régimen corporativo burocrático colonial, sino que lo
perfeccionó, y dificultó el avance de la predominante mentalidad pragmática
utilitaria del capitalismo, eliminó las corporaciones pero mantuvo la estructura y el orden
burocrático del Estado y la sociedad; y lo que es más grave aumentó los abusos
del indio al sustituir la propiedad comunal por la propiedad individual, lo que
fue aprovechado por lo terratenientes. La ideología liberal desprotegió al
indio y dejó sin efecto la Ley de Indias del Virreynato. Lo que confirma nuestra idea de que el
régimen colonial no fue semifeudal sino un orden corporativo burocrático. El estado corporativo burocrático colonial
que se prolongó en la República intentó sustituir a la sociedad organicista del
Antiguo Régimen pero fracasó por ser una evasión centáurica al pasado con
algunos aditamentos del presente.
Por
lo que precede es comprensible que la escuela jesuita buscara con el
probabilismo el reformismo social, la escuela tomista de los dominicos con el
rigorismo, la santidad mística con la piedad y la corriente étnica con el
escatologismo de Inkarri, una salida a los graves abusos y distorsiones
impuestas por las autoridades coloniales durante el Virreynato. Las tres primeras eran propuestas activas,
mientras que la cuarta era de carácter mesiánico aunque no excluía su adhesión
a las rebeliones indígenas[5]. Y la escuela
burocrática de españoles y élite indígena defendía el statu quo.
[1]
En la interpretación de la Edad Media no hay acuerdo
entre las escuelas marxista y no marxista. La primera enfatiza lo económico,
mientras la segunda antepone lo sociopolítico. Tampoco existe acuerdo al
interior de cada una de ellas. Por otro lado, Feudo y Señorío no son lo mismo.
Un señorío puede tener varios feudos dados a distintos vasallos. En todo caso
el feudalismo implica el disfrute pero no la propiedad de la tierra. V. A.
Belaunde consideró un error de J. C. Mariátegui conceptuar el Estado Español de
la Conquista y del Virreynato como un Estado Medieval. Lo cual es correcto
aunque Belaunde sólo vio que no se trataba de un régimen feudal ni medieval,
sin advertir que se estaba ante un Estado burocrático corporativo colonial. Más
daño hizo la República al indígena, frente a la protección brindada por el
Virreynato, al reemplazar el régimen de propiedad comunal por el de propiedad
individual, lo cual sólo favoreció la ambición de los terratenientes.
[2]
El 27 de agosto de 1821 San Martín declara que los
indios son peruanos y cancela el tributo colonial. El 11 de agosto de 1826
Bolívar lo restablece para sustentar la finanzas públicas. Hasta que Castilla
en 1854 lo cancela definitivamente. Véase, Javier Tantaleán, Política económica y financiera y la
formación del Estado. Perú siglo xix, CEDEP, Lima 1983.
[3]
Fue J. C. Mariátegui el que habló de la llegada al
Perú a través de los españoles del declinante régimen feudal europeo (Cfr. 7 Ensayos, p. 37). Desde entonces se
habló de lo “semifeudal” como una indefinida mezcla de lo feudal y lo
capitalista (Cfr. Octavio Obando Morán,
Ocaso de una impostura. El fracaso
del paradigma intelectualista en la filosofía peruana, Fondo editorial Pedagógico
San Marcos, Lima 2003, pp.- 48-57). Cfr. Carlos Lazo García, Historia de la economía colonial,
Pedagógico San marcos, Lima 2006; L. M. Glave, H. Noejovich, M. Salas, Economía del período colonial temprano,
tomo II, IEP, Lima 2009. Este valioso estudio revela la formación de
empresarios en minería comercio y agricultura en los 170 años desde la
Conquista hasta el final de la dinastía Habsburgo. M. Chocano, F. Quiroz y
otros, Economía del período colonial
tardío, tomo III, IEP. Lima 2010. En este período aumentó la exportación de
plata, se diversifican las exportaciones, creció el mercado interno y la
burguesía textil, arrocera y de cereales. Y por último, el estudio de Cristina
Ana Mazzeo, Gremios mercantiles en las
guerras de la Independencia. Perú y México en la transición de la Colonia a la
República 1740-1840, IEP, Lima 2012, demuestra la existencia de una sólida
red de gremios comerciantes en Lima y México, llamados Consulados y que
cumplían funciones que hoy lo desempeña el Estado, como recaudación de
impuestos y control del comercio.
[4]
Ferdinand Tönnies (Comunidad
y sociedad, 1887) sostuvo con acierto que la voluntad orgánica desarrolla la comunidad, mientras que la voluntad racional desarrolla la sociedad
de individuos abstracto, insertos en el mercado mundial, donde el valor de
cambio es el predominante.
[5]
Cfr. Scarlett O´Phelan Godoy, Un siglo de rebeliones anticoloniales. Perú y Bolivia 1700-1783,
IEP, Lima 2012. Este autor revisa 140 rebeliones y revueltas que estallaron en
el siglo dieciocho en el Perú colonial e identifica tres grandes coyunturas: 1°
Durante el gobierno del marqués Castelfuerte (1724-1736), 2° durante la
legalización del reparto de mercancías del corregidor (1751-1756), y 3° bajo
las reformas fiscales borbónicas por el visitador Areche desde 1777. Del mismo
autor véase también el libro La gran
rebelión en los andes. De Túpac Amaru a Túpac Catari, Centro Bartolomé de
las Casas, Cusco 1995. En todos los casos era inevitable en la imaginería
étnica la identificación del jefe rebelde con el Inca renacido o el mito de
Inkarri.
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