martes, 10 de septiembre de 2024

Capítulo III: El Gran debate y la última insurrección del APRA (Resumen y comentario)

 

Capítulo III: El Gran debate y la última insurrección del APRA
Tras el amargo fracaso de la insurrección del 3 de octubre de 1948 y el golpe de Odría, que da inicio a una implacable persecución contra el Apra, que obliga a Haya a asilarse en la embajada de Colombia, el ala izquierdista aprista encabezado por los exiliados de Buenos Aires, Seoane y Barrios preparan con Perón y la conexión boliviana un golpe militar contra Odría, liberar a Haya de su asilo, y comenzar la revolución antimperialista y anticapitalista en el Perú.
Para entonces Perón apoyó a Odría enviando trigo, pero cuando éste se negó a enviarle petróleo por ceder a las presiones del gobierno el norteamericano por las nacionalizaciones peronistas, entonces el grupo aprista de Buenos Aires tramó la última insurrección del APRA.
La conspiración abortó por infidencia periodística. Enterado Odría de inmediato dio petróleo a Perón, perdiendo éste el interés en apoyar la aventura insurreccional aprista.
Luis Alberto Sánchez, mostró su proverbial lengua viperina presentando a Haya al ala izquierdista del APRA como filocomunistas y agentes policiacos de Odría. Sánchez era un conocido líder del ala derechista en el aprismo, simpatizante del imperialismo norteamericano, defensor de la guerra fría, y caracterizado por su odio visceral al comunismo. Villanueva del Campo llamó a Sánchez "testaferro del imperio norteamericano".
La posición crítica de Seoane a Haya le costaría caro. Paulatinamente sería mediatizado. Haya enterado de la conspiración del grupo de Buenos Aires lo desautorizó. Pero una vez salido de su cautiverio en 1954 en México dio una entrevista adoptando su inicial discurso radical. Nuevamente se mostraba como un demagogo consumado de doble discurso.
Cuando Haya abandona su cautiverio en 1954 redacta un artículo para la revista Life en la que declara el abandono de su línea anticapitalista y antimperialista. También aplaude la caída de Perón, el cual le había arrebatado el liderazgo del antimperialismo latinoamericano. Cuando las dictaduras sangrientas latinoamericanas tienen su era dorada entre los años 50 y 80 Haya de la Torre no condena y, el supuesto campeón del antimperialismo apoya el intervencionismo yanqui en El Salvador, Santo Domingo, Nicaragua, Guatemala y Cuba. Saludó el derrocamiento de Jacobo Arbenz y jamás denunció las atrocidades contra los DDHH cometidas por los tiranos Fulgencio Batista, Anastasio Somoza, Marcos Pérez Jiménez y Leonidas Trujillo.
Los exiliados apristas desconcertados y descontentos con el doble discurso del Jefe no tardarían en comprender que Haya saboteó la insurrección del 54, capituló al programa inicial del partido, viró abiertamente hacia derecha, y era un obstáculo para emprender cambios estructurales y profundos en el Perú.
El triunfo de la revolución cubana señaló un punto de quiebre en el aprismo y precipitó la ruptura del ala radical. Después de pasar 5 años en la embajada de Colombia (1949-1954) pasó el resto de su vida en Europa (1954-1970), salvo cuando estuvo meses cuando le tocó ser candidato en 1962 y 1963 y pasar cortas temporadas para festejar su cumpleaños.

En medio de la decadencia moral y política de su líder se puede entender mejor no sólo el desdichado derrotero de la vida política del Perú, sino la promoción de líderes en el seno del Apra que cavaron más profundamente la crisis general del país.

TEOLOGÍA Y SENSATEZ de Sheed (Comentario)

 

Este no es un libro para teólogos, sino para todo hombre que aspire a vivir con cordura en la realidad. Y si quisiéramos expresar con breves palabras lo esencial de su contenido podríamos decir lo siguiente: ser sensato es conocer la realidad, pero sólo se conoce cabalmente lo real cuando no se excluye la teología o revelación de Dios. De ahí proviene el título Teología y Sensatez. Lo cual alude a la insensatez implantada desde la Modernidad de pretender conocer lo real excluyendo lo teológico.
Para conocer a Dios hay que partir del reconocimiento de la diferencia entre lo finito y lo infinito. Pero no sólo el hombre busca a Dios a través de la razón natural y la filosofía (Dios como único, infinito, bueno, espiritual y perfecto), sino que también Dios busca al hombre a través de la revelación (Dios uno y trino, racional, amoroso, paternal e infinito). O sea, el hombre necesita de la revelación para conocer a Dios.
Dios por amor creó el universo de la nada. La Trinidad es una y distinta a su creación. La Creación comprende: ángeles puros, hombre de materia y espíritu, y seres vivos con alma material. Es el cristianismo que el rompe con la hegemonía el nihilo ex nihilo -nada viene de la nada- de la filosofía griega, carente de la idea de un dios omnipotente, propia el monoteísmo.
Frente al mundo posmoderno actual que sostiene que todo es puro constructo social, el libro nos recuerda que hay dos leyes: natural y moral. Los seres espirituales están destinados a la beatífica visión de Dios tras una previa prueba. Adán, el primer hombre, falló y entró el pecado original, perdimos nuestra inmortalidad e incorruptibilidad, caímos.
Pero vino Cristo como hombre perfecto y nos redimió, nos reconcilió con Dios y destronó a Satanás, el cual reinaba a sus anchas en las religiones antiguas. Pero el hombre, aunque reciba la salvación puede perderla. La Gracia divina no sustituye la naturaleza humana, aunque ayude a perfeccionarla. Hay Cielo, Purgatorio e Infierno. Sobre ello tenemos las visiones de los santos. El Fin del mundo tiene señales (apostasía general, anticristo, conversión de los judíos). Pero el Anticristo será derrotado, descenderá la Nueva Jerusalem y surgirá la nueva creación.
Todo esto para el soberbio racionalismo moderno es pura mojigatería de abuelas con sus mitos decimonónicos desfasados. Pero sólo comprendiendo las verdades sobrenaturales de la fe y el ámbito sobrenatural de la realidad es posible el salto de la razón hacia la revelación, con su principio vital en la Eucaristía.

Sólo el reconocimiento de las verdades suprarracionales hace crecer a la razón. La insensatez de la modernidad es haber recortado la realidad limitándola a lo inmanente y terrenal, y excluyendo lo trascendente, sobrenatural y suprarracional. Lo sensato es aspirar a la santidad, que no es el fin del pecado sino el correcto uno se nuestras energías para conocer y cooperar con Dios. Sólo con Dios el hombre logra la plenitud.

ESPIRITUALIDAD DE LA eNCARNACIÓN de Rita Cagné (Comentario)

 

Esta es la segunda obra que recibí de obsequio de la religiosa Ursulina Selva, en la Misa del pasado sábado. Se trata de un escrito breve, pero enjundioso. El tema no es menos significativo por parecer trivial. Tan acostumbrados estamos a celebrar la Navidad que es muy fácil olvidar su significado profundo.
Rita Cagné o.s.u. es la autora del escrito Espiritualidad de la Encarnación (2005), y en él subraya que la Espiritualidad de la Encarnación es el misterio del Verbo hecho carne. Es un paso de la verticalidad a la horizontalidad de Dios. La Encarnación es una invitación del Padre de ser como su Hijo, pobre casto y obediente; justo, misericordioso y humilde. Siendo Dios nació pobre, en un humilde pesebre.

Por eso, la Encarnación es una llamado a la justicia, el amor y la solidaridad. La santidad no es dar la espalda al mundo, sino hacer el bien incluso en sábado. El hombre no se santifica a sí mismo, es Dios el que nos santifica. Siendo como Jesucristo, somos seres para Dios. Todo el que ama lo hace con paciencia y alegría.