Gustavo Flores Quelopana
KANTISMO Y MARXISMO
Aportes a
la investigación marxista de Kant
(Primera edición 1993)
FONDO
EDITORIAL
IIPCIAL
Instituto
de Investigación para la Paz Cultura e Integración de América Latina
LIMA-PERU
2025
BIODATA
Gustavo Flores Quelopana (Lima, 1959). Filósofo, poeta y escritor,
peruano de frondosa obra y ágil pluma. Expresidente de la Sociedad Peruana de
Filosofía, presidente tres veces en la Sociedad Internacional Tomás de Aquino
(SITA-Perú). Disertante en universidades de Brasil, Colombia, Panamá, México y
Perú. Sus aportes filosóficos se traducen en varias categorías: lo
“Numinocrático”, aplicado a la filosofía prehistórica; “Mitomorfico” para
entender el filosofar arcaico; “Mitocrático”, para comprender la filosofía
ancestral; lo “Anético”, para categorizar la crisis moral y antropológica de la
posmodernidad; la Justicia como “Copertenencia”; el “Hiperimperialismo”, como
lo característico y esencial de la globalización neoliberal actual; la
“Cibercracia”, régimen político hacia el cual marcha el capitalismo digital; el
“Ciber Deus”, como realidad posible de la Inteligencia Artificial Fuerte, la
“paradoja antrópica”, como categoría clave para entender la destrucción
ecológica por la modernidad objetivante y antimetafísica, y el “Neobrutalismo”
como fenómeno espiritual de carácter terminal en toda civilización.
Título:
KANTISMO Y MARXISMO
Aportes a la investigación marxista de Kant
Primera edición en castellano: Lima, 1993
Primera reedición 2025
Autor: Gustavo Flores Quelopana
Editor: Gustavo Flores Quelopana
Los Girasoles 148- Salamanca-Ate
Se terminó de imprimir en mayo de 2025 en: © Fondo Editorial del
Instituto de Investigación para la Paz, Cultura e Integración de América Latina
(IIPCIAL) / Editado por IIPCIAL-Dirección: Los Girasoles 148 Salamanca, Ate.
KANTISMO Y MARXISMO
Aportes a la investigación marxista de Kant
(1993)
INTROITO
A LA REEDICIÓN
La reedición de Kantismo
y Marxismo, más de tres décadas después de su publicación original en 1993,
responde a la necesidad de revisitar una obra clave en la interpretación
dialéctica del pensamiento kantiano.
En mi primer periodo
marxista abordé a Kant desde la perspectiva de la lucha histórica, mostrando su
impacto en la evolución del pensamiento revolucionario y su relación con la
dialéctica materialista. Hoy, en 2025, inmerso en una nueva fase
metafísica trascedente, esta obra cobra una vigencia inesperada y exige una
relectura desde la perspectiva de mi desarrollo intelectual.
Si bien la filosofía de
Kant ha sido abordada desde múltiples ángulos—epistemológicos, éticos y
ontológicos—la interpretación histórico-política de la concepción criticista de
la dialéctica ofrece una mirada singular sobre su influencia en la modernidad y
especialmente en el marxismo. Conectando la razón kantiana con la
transformación social, expuse cómo en el criticismo epistemológico está
encerrado in nuce la dialéctica de la praxis del marxismo y de la modernidad
El contexto filosófico ha
cambiado radicalmente. En mi actual fase metafísica, la mirada dialéctica da
paso a una exploración más especulativa sobre la condición humana y la
estructura última del ser. Sin embargo, la reedición de esta obra no busca
corregir ni contradecir su contenido anterior, sino más bien recuperar la
riqueza del análisis dentro de mi propia evolución. No he abandonado a Kant,
sino que lo he abordado desde nuevas perspectivas, demostrando que su legado
sigue siendo inagotable.
Esta nueva publicación es
una invitación a revisitar Kant y mrxismo bajo la luz del tiempo,
explorando cómo las ideas aquí planteadas dialogan con el desarrollo posterior
del pensamiento del autor. La obra no solo permanece vigente, sino que cobra
nueva profundidad, integrándose en el conjunto más amplio de su producción
filosófica. La revolución crítica kantiana sigue resonando, pero ahora con un
eco diferente, enriquecido por el viaje filosófico que aquí presento.
A
lo largo de los siglos XX y XXI, el kantismo ha sido progresivamente absorbido
por los procesos involutivos de la posmodernidad, perdiendo su dimensión
crítica y emancipadora para quedar reducido a una legitimación del pensamiento
liberal burgués. Mientras Kant concebía la razón como un instrumento para la
autonomía y el progreso, su legado ha sido domesticado por el posmodernismo
relativista, que disuelve la noción de verdad en discursos fragmentarios y
pierde toda referencia a la racionalidad como motor de transformación. La
praxis interna de la razón mutó luego en praxis social revolucionaria para
concluir en praxis contrarrevolucionaria. La ética kantiana, otrora
universalista y fundamentada en el imperativo categórico, ha sido diluida en un
subjetivismo pragmático, donde la moral se ajusta a las exigencias del mercado
global y la lógica del consumo. La razón práctica, que Kant situaba como
principio de libertad, ha sido absorbida por la maquinaria burocrática del
capitalismo financiero, convirtiéndose en un mero instrumento de legitimación
del orden establecido. Así, la razón burguesa, que en su origen tenía un
potencial revolucionario, ha quedado atrapada en su propia decadencia,
transformándose en una racionalidad tecnocrática y funcional, que ya no
cuestiona el poder, sino que lo reproduce. En este contexto, la reedición de Kantismo
y Marxismo cobra un nuevo significado: recuperar al Kant auténtico, el que
desafía las estructuras del poder y reivindica la razón como principio de
transformación histórica, frente a su perversión contemporánea como herramienta
de complacencia y dominación.
G.F.Q.
COMENTARIO IA
COPILOT
La obra Kantismo
y la Marxismo de Gustavo Flores Quelopana, publicada en 1993,
pertenece a su primer período marxista y representa un esfuerzo por integrar el
pensamiento kantiano dentro del desarrollo histórico de la dialéctica
materialista. Posteriormente, tras superar el marxismo, Flores Quelopana
continuaría su interés por Kant, abordándolo desde perspectivas más filosóficas
y menos vinculadas a la teoría revolucionaria. A continuación, te presento un
desglose detallado de la obra:
Resumen General
El libro
plantea una revisión profunda del papel de Kant en la evolución del pensamiento
dialéctico y su influencia indirecta sobre el materialismo histórico de Marx.
Flores Quelopana argumenta que, aunque Kant no concibió la historia desde una
perspectiva materialista, su énfasis en la razón práctica y en la
autonomía del sujeto anticipó elementos fundamentales de la teoría
marxista sobre la transformación social. A través de un análisis del criticismo
kantiano y su impacto en la Ilustración, el autor sitúa a Kant como un pensador
clave en la construcción de la racionalidad burguesa, cuya filosofía sirvió de
plataforma teórica para la revolución francesa y, en última instancia, para la
consolidación de los valores democráticos.
Comentario del
contenido por capítulos
Cap. 1.- Lo
Trascendental y la Lógica Dialéctica Este capítulo examina el papel de Kant como
precursor de la lógica dialéctica, su influencia en Hegel y la transformación
que Marx realiza de la dialéctica en un marco materialista. Se analiza cómo la
filosofía trascendental kantiana sienta las bases para una comprensión dinámica
del pensamiento, aunque se mantenga dentro de los límites del idealismo.
Cap. 2.- La
Dialéctica Subjetiva y lo Concreto del Pensar en el Idealismo Crítico Aquí se
profundiza en la relación entre la dialéctica subjetiva en Kant y la dialéctica
objetiva en Marx. Mientras que para Kant la contradicción se manifiesta en la
estructura del pensamiento, en el marxismo la dialéctica refleja las tensiones
materiales de la historia. Se destaca la evolución de la noción de conocimiento
desde su carácter apriorístico en Kant hasta su formulación concreta en el
marxismo.
Cap. 3.- Kant y
la Sociología Marxista Se analiza la concepción kantiana de la
historia como un proceso de progreso hacia la libertad, comparándola con
la visión marxista de la historia como una sucesión de modos de
producción. También se explora la relación entre el concepto de paz perpetua de
Kant y la crítica marxista al militarismo como una estrategia del capitalismo
para su supervivencia.
Cap. 4.- El
Contenido Humanista de la Ética Kantiana Este capítulo compara la autonomía moral
kantiana con la ética marxista basada en la praxis. Se examina cómo el
imperativo categórico kantiano, al centrarse en la dignidad humana de manera
abstracta, influye indirectamente en la noción marxista del hombre como ser
transformador. También se discuten las diferencias fundamentales entre la
independencia de la moral en Kant y su reinterpretación dentro del materialismo
histórico.
Cap. 5.- La
Crítica del Juicio y la Dialéctica Se presenta un análisis sobre cómo la Crítica
del Juicio marca un punto de inflexión en la evolución de la
dialéctica. Se estudia la relación entre la technica naturalis kantiana,
el juicio reflexivo y la noción de totalidad, estableciendo conexiones con la
filosofía postkantiana, especialmente en Hegel y Marx. Se destaca la transición
de una dialéctica subjetiva hacia una dialéctica totalizante.
Cap. 6.- La
Crítica del Juicio y la Dialéctica del Progreso En este
último capítulo antes de la conclusión, se examina el juicio reflexivo en Kant
como precursor de la noción de totalidad en Hegel y Marx. También se
profundiza en la relación entre lo estético y lo político, mostrando cómo
Kant introduce un marco conceptual para comprender el desarrollo de la historia
a través de la evolución de la conciencia humana.
Conclusión
En la
conclusión, Flores Quelopana sintetiza su análisis mostrando que Kant, pese a
ser un pensador burgués e idealista, abrió el camino para el
desarrollo de la dialéctica posterior. Se enfatiza que el pensamiento crítico
kantiano, con su énfasis en la autonomía, la razón y el progreso, fue una
influencia fundamental para el marxismo, aunque este último lo reinterprete
desde una perspectiva materialista y revolucionaria. La obra posterior de
Gustavo Flores Quelopana en etapas postmarxistas mantiene el interés por Kant,
pero desde enfoques más filosóficos y menos vinculados a la dialéctica
marxista.
Tesis del Libro
La obra
defiende la idea de que Kant no puede ser entendido como un simple
pensador burgués, sino como una figura clave en la evolución del pensamiento
dialéctico que, aunque idealista, anticipa ciertos elementos del materialismo
histórico. Flores Quelopana plantea que la razón kantiana, al concebirse
como autónoma y activa, es un antecedente necesario para la noción de
praxis revolucionaria en Marx. Así, la Ilustración alemana representa un
momento crucial en la historia de las ideas, donde la burguesía encuentra su
base filosófica para proyectar su transformación social.
Filósofos con
los que se debate
- Hegel: Se aborda su
reinterpretación de Kant desde el idealismo absoluto, mostrando cómo la
razón dialéctica se basa en elementos kantianos.
- Marx: Se estudia su
crítica a la metafísica y su transformación de la dialéctica kantiana en
un proceso materialista.
- Nietzsche: Se analiza su
rechazo de la moral kantiana y su visión crítica de la Ilustración.
- Habermas: Se discuten sus
tesis sobre la racionalidad y la modernidad como proyecto inconcluso.
- Lukács: Se examina su
interpretación de Hegel y Kant dentro de la tradición marxista.
Crítica General
del Libro
El libro
presenta una argumentación sólida sobre la relación entre Kant y el marxismo,
aunque en ocasiones fuerza algunas interpretaciones para adecuar el
pensamiento kantiano al modelo materialista. La obra resulta valiosa por
su revisión histórica y filosófica, pero su marco conceptual marxista
condiciona la apreciación de Kant dentro de su propia tradición. Algunos
críticos han señalado que la insistencia en ver elementos promarxistas en
Kant desvía la atención de su contribución más estrictamente epistemológica.
Evaluación
Comparativa de Kant en el Pensamiento Filosófico
1. Heidegger y
la ontología kantiana
Martin
Heidegger, en Kant y el problema de la metafísica (1929), ve
en Kant un precursor de la ontología fundamental, sugiriendo que su
filosofía trasciende el problema del conocimiento para abrir el camino hacia
una meditación sobre el Ser. En contraste, Flores Quelopana se
aleja de esta interpretación ontológica y sitúa a Kant dentro de la historia
del pensamiento político y revolucionario. Mientras Heidegger interpreta a Kant
desde una perspectiva existencial, Flores Quelopana lo vincula con la
evolución dialéctica y materialista.
2. Torreti y la
estructura epistemológica de Kant
Roberto
Torreti, en Kant y el fundamento de la ciencia (1984), subraya
el papel de Kant en la formación del pensamiento científico, destacando su
método trascendental como un avance crítico en la epistemología moderna.
Torreti enfatiza la estructura lógica del conocimiento kantiano, mientras que
Flores Quelopana traslada la discusión al ámbito histórico-político,
planteando que la revolución copernicana en Kant se relaciona con
el pensamiento burgués y su transformación social.
3. Vleeschauwer
y la evolución del pensamiento kantiano
Hendrik
Vleeschauwer, en La evolución del pensamiento kantiano (1962),
analiza detalladamente la transición del Kant precrítico al Kant maduro,
mostrando cómo la noción de razón se desarrolla progresivamente hasta
su formulación en la Crítica de la Razón Pura. Flores Quelopana
también reconoce el desarrollo gradual de Kant, pero lo estudia desde
una perspectiva dialéctica, argumentando que su noción de subjetividad
influyó indirectamente en el materialismo histórico marxista.
4. Paton y la
ética kantiana
H.J. Paton,
en El imperativo categórico (1948), analiza la ética kantiana
desde su dimensión formal y normativa, mostrando cómo la moral kantiana es
autónoma y no depende de influencias externas. Flores Quelopana, en
contraste, interpreta la moral kantiana dentro de un marco
histórico-social, mostrando cómo el imperativo categórico influye en la
lucha por la emancipación humana dentro del pensamiento marxista. Mientras que
Paton mantiene una visión abstracta y atemporal, Flores Quelopana
busca una aplicación concreta de la ética en la historia.
5. García
Morente y la perspectiva trascendental
Manuel García
Morente, en su Idea de la filosofía en Kant, enfatiza el papel
central de la razón trascendental y su capacidad para estructurar el
conocimiento humano. Destaca que el pensamiento kantiano es un intento de
reconciliar la necesidad y la libertad dentro del
conocimiento. Flores Quelopana, por otro lado, centra su análisis en
la dimensión histórica y revolucionaria de Kant, señalando que su
pensamiento representa la base filosófica para el desarrollo del
racionalismo burgués y su transformación en el materialismo dialéctico.
6. Kuno Fischer
y la continuidad del idealismo alemán
Kuno Fischer,
en Kant y el desarrollo del idealismo alemán, examina cómo Kant
inaugura una nueva etapa en la historia de la filosofía al introducir
el concepto de subjetividad activa. Fischer argumenta que Kant rompe con
la metafísica tradicional, sentando las bases para la filosofía de Fichte, Schelling
y Hegel. Flores Quelopana coincide en este punto, pero enfatiza cómo
la noción kantiana de razón influye indirectamente en la praxis marxista,
mostrando la continuidad entre el idealismo y la dialéctica histórica.
7. Ernst
Cassirer y la dimensión cultural de Kant
Cassirer,
en Kant, vida y doctrina, presenta una visión de Kant dentro
del desarrollo de la cultura moderna, argumentando que su filosofía
fue fundamental para la consolidación del pensamiento ilustrado. Cassirer
destaca que Kant no solo revolucionó la metafísica, sino que creó un marco
para la racionalidad científica y política. Flores Quelopana coincide en
que Kant es clave para la Ilustración, pero le atribuye un papel más
explícito en la evolución del pensamiento revolucionario, mostrando su
influencia en la crítica del capitalismo y la sociedad burguesa.
8. Lucien
Goldmann y la dialéctica en Kant
Lucien
Goldmann, en Introducción a la filosofía de Kant, presenta una
interpretación de Kant desde una perspectiva dialéctica y crítica,
enfatizando su relación con la teoría del conocimiento y la evolución del
pensamiento moderno. Goldmann argumenta que Kant introduce elementos
de contradicción y evolución, que serán desarrollados posteriormente por
Hegel y Marx. En este aspecto, Flores Quelopana coincide, mostrando cómo
la autonomía del sujeto en Kant se transforma en la noción marxista de
praxis y revolución.
Comparación General de las Evaluaciones de Kant
Filósofo |
Interpretación de Kant |
Diferencias con Flores
Quelopana |
Heidegger |
Ve a Kant como precursor
de la ontología fundamental, trascendiendo el problema del conocimiento para
meditar sobre el Ser |
Flores Quelopana lo
inserta en el desarrollo histórico y político, vinculándolo con la
evolución del pensamiento dialéctico y revolucionario |
Torretti |
Destaca la contribución
de Kant a la epistemología y el método trascendental, enfocándose en
su impacto en la ciencia |
Flores Quelopana estudia
a Kant desde su impacto en la transformación social y política, más
allá de la epistemología |
Vleeschauwer |
Analiza la evolución
conceptual de Kant desde su período precrítico hasta la madurez de su
sistema |
Flores Quelopana lo
conecta con el desarrollo de la dialéctica marxista, interpretando su
pensamiento como un antecedente indirecto del materialismo histórico |
Paton |
Examina la ética
kantiana como un sistema autónomo basado en el imperativo categórico |
Flores Quelopana busca
una aplicación histórica y social de la moral kantiana, vinculándola
con la emancipación política y la lucha de clases |
García Morente |
Enfatiza el papel central
de la razón trascendental, reconciliando la necesidad y la libertad
dentro del conocimiento |
Flores Quelopana se aleja
de la visión estrictamente epistemológica y destaca la dimensión
revolucionaria de Kant dentro del pensamiento político |
Kuno Fischer |
Presenta a Kant como el fundador
del idealismo alemán, clave en la evolución de Fichte, Schelling y Hegel |
Flores Quelopana enfatiza
cómo su noción de razón influye indirectamente en la praxis marxista,
mostrando la continuidad entre el idealismo y la dialéctica histórica |
Cassirer |
Ubica a Kant dentro de la
construcción de la cultura moderna, enfatizando su rol central en la
Ilustración |
Flores Quelopana coincide
en que Kant es fundamental para la Ilustración, pero le atribuye un papel más
explícito en la crítica del capitalismo y la sociedad burguesa |
Goldmann |
Interpreta a Kant desde
una perspectiva dialéctica y crítica, mostrando su relación con la
evolución del pensamiento moderno |
Flores Quelopana extiende
esta interpretación para vincularlo directamente con el materialismo
histórico y el marxismo |
Karl Vorländer |
Estudia la conexión entre
Kant y Marx, analizando el impacto del criticismo en la formulación
del materialismo dialéctico |
Flores Quelopana expande
esta relación, argumentando que la dialéctica kantiana anticipa el enfoque
histórico de Marx |
Paul Guyer |
Se enfoca en la estética
kantiana y su relación con el juicio reflexivo en la Crítica del
Juicio |
Flores Quelopana
interpreta la estética kantiana dentro de un contexto dialéctico,
mostrando su influencia en la noción de totalidad en el marxismo |
Henry Allison |
Profundiza en la interpretación
del idealismo trascendental, redefiniendo la relación entre fenómeno y
cosa en sí |
Flores Quelopana no se
centra en el problema epistemológico, sino en la relevancia de Kant para
la evolución de la dialéctica materialista |
Dieter Henrich |
Examina el papel de Kant
en la estructura del pensamiento moderno, enfocándose en la noción de
subjetividad |
Flores Quelopana estudia cómo
la noción kantiana de sujeto activo influye indirectamente en la
transformación revolucionaria marxista |
Wilhelm Dilthey |
Analiza a Kant dentro de
la historia de la hermenéutica, mostrando su impacto en la filosofía
interpretativa |
Flores Quelopana no
sigue el enfoque hermenéutico, sino que vincula la razón kantiana con
los procesos históricos y la lucha de clases |
Hans Vaihinger |
Propone una lectura
pragmática de Kant, interpretando los conceptos regulativos como
ficciones útiles para la razón |
Flores Quelopana no
enfatiza la función pragmática, sino la influencia estructural de Kant en
la evolución del pensamiento revolucionario |
Jürgen Habermas |
Reformula la ética
kantiana en términos de razón comunicativa, adaptándola a un marco
democrático moderno |
Flores Quelopana conecta
la noción de autonomía moral kantiana con la lucha revolucionaria, en
lugar de enfocarse en la comunicación |
John Rawls |
Desarrolla la teoría de
la justicia basada en el contractualismo kantiano, aplicándolo a la
política contemporánea |
Flores Quelopana no se
enfoca en la justicia como modelo contractual, sino en cómo el pensamiento
kantiano influye en la crítica marxista del capitalismo |
Onora O’Neill |
Reinterpreta la ética
kantiana desde una perspectiva aplicada, enfocándose en la
responsabilidad y los derechos humanos |
Flores Quelopana no
estudia Kant desde la ética aplicada, sino desde su impacto en el
desarrollo de la dialéctica y la crítica materialista |
Conclusión comparativa
El análisis kantiano de
Flores Quelopana en Kant y la Revolución Burguesa se diferencia de los
enfoques estrictamente epistemológicos, éticos y ontológicos, al enfatizar su
impacto en la historia del pensamiento revolucionario. Mientras que Heidegger,
Torretti, Vleeschauwer, Paton, García Morente, Kuno Fischer, Cassirer, Goldmann,
Vorländer, Guyer, Allison, Henrich, Dilthey, Vaihinger, Habermas, Rawls y
O’Neill exploran a Kant dentro de los límites de su propio sistema filosófico,
Flores Quelopana lo vincula con el desarrollo del materialismo dialéctico y la
crítica política. Esto demuestra que Kant puede ser interpretado desde
múltiples perspectivas, dependiendo del marco teórico en el que se inserte.
Conclusión
general
La lectura de
Kant en Kant y la Revolución Burguesa se aleja de los enfoques
estrictamente epistemológicos y ontológicos para insertarlo en la historia
del pensamiento político y revolucionario. Mientras Heidegger, Torreti,
Vleeschauwer y Paton analizan Kant dentro de los límites de su sistema
filosófico, Flores Quelopana lo vincula con los procesos históricos y la
evolución de la dialéctica materialista. Esto muestra cómo el legado kantiano
puede ser interpretado desde diferentes perspectivas, dependiendo del
marco filosófico elegido.
Valoración del
Libro
Kant y la
Revolución Burguesa es una obra ambiciosa y rigurosa, que
busca vincular el pensamiento kantiano con el desarrollo de la dialéctica
histórica. Aporta una visión novedosa sobre la influencia de la Ilustración
alemana en el marxismo y pone de relieve la conexión entre racionalidad,
historia y revolución. Sin embargo, su enfoque marxista limita la
posibilidad de apreciar Kant desde una perspectiva más amplia, lo que puede
hacer que ciertos argumentos parezcan forzados. A pesar de ello, es un
libro fundamental para entender la relación entre idealismo y materialismo
en la historia del pensamiento.
Valoración del
Autor
Gustavo Flores
Quelopana, en su primer período marxista, muestra un gran esfuerzo
por integrar el pensamiento kantiano dentro de una estructura histórica y
política, con el objetivo de fortalecer la conexión entre filosofía y
transformación social. Aunque posteriormente superará el marxismo,
su interés por Kant no cesará, evolucionando hacia estudios más
filosóficos y menos vinculados a la dialéctica materialista. Su obra destaca
por su rigor en la interpretación filosófica, pero también por
su tendencia a vincular a Kant con procesos históricos específicos, lo que
puede reducir la riqueza especulativa de su pensamiento. Sin embargo, su
capacidad para reconstruir debates filosóficos complejos lo convierte
en un autor clave dentro de los estudios sobre Kant y la dialéctica.
Aporte
La aportación de Gustavo
Flores Quelopana se distingue por su enfoque histórico-político de Kant,
alejándose de las interpretaciones estrictamente epistemológicas, ontológicas y
éticas para situarlo dentro de un proceso dialéctico y revolucionario. A la luz
del cuadro comparativo, se pueden identificar varios puntos clave en su
contribución:
1. Kant como precursor del
pensamiento revolucionario
Mientras la mayoría de los
estudiosos han analizado a Kant desde la estructura interna de su filosofía,
Flores Quelopana lo vincula con la transformación histórica de la burguesía. Su
interpretación destaca cómo la Ilustración alemana influye en el desarrollo de
la crítica social, preparando el terreno para la dialéctica posterior en Hegel
y Marx.
2. La conexión entre la
razón kantiana y la dialéctica marxista
Autores como Cassirer y
Paton ven a Kant principalmente dentro del contexto de la Ilustración y la
ética normativa, pero Flores Quelopana amplía la discusión, argumentando que la
autonomía del sujeto en Kant influye indirectamente en la noción marxista de
praxis y transformación social.
3. Un marco alternativo al
enfoque epistemológico dominante
Estudios como los de
Heidegger, Torretti y Vleeschauwer han enfatizado la estructura epistemológica
de Kant, mientras que Flores Quelopana sitúa su criticismo dentro de un debate
sociopolítico, mostrando cómo su filosofía responde a las tensiones de su época
y cómo se inscribe en la evolución de la crítica al capitalismo.
4. El vínculo entre moral
kantiana y revolución
Mientras Paton y O’Neill
estudian la moral kantiana desde su estructura interna y su aplicabilidad
contemporánea, Flores Quelopana la interpreta dentro de un marco histórico,
argumentando que el imperativo categórico, al dignificar al individuo, sienta las
bases para la emancipación social y la lucha contra la opresión.
5. Superación del kantismo
en el marco marxista
Si bien Karl Vorländer ya
exploró la relación entre Kant y Marx, Flores Quelopana lleva la discusión más
allá, mostrando que la lógica dialéctica marxista no solo hereda ciertos
principios kantianos, sino que los reformula desde una base materialista y revolucionaria.
6. Una síntesis original
dentro del marxismo occidental
Flores Quelopana se
inscribe dentro de una tradición crítica que también han explorado Lukács,
Goldmann y Lefebvre, pero con una aproximación más centrada en Kant. Su trabajo
no se limita a discutir la estructura filosófica kantiana, sino que reconstruye
su impacto en la historia del pensamiento socialista.
Evaluación General de la
Aportación de Flores Quelopana
La obra de Flores Quelopana
no es un estudio kantiano convencional, sino una reinterpretación desde la
perspectiva de la lucha histórica, integrando la filosofía de Kant dentro de la
evolución del pensamiento crítico y revolucionario. Esto lo distingue de
autores que han abordado Kant como un sistema cerrado, permitiéndole explorar
cómo su filosofía se inscribe en la transformación de la modernidad.
Si bien su interpretación
puede ser criticada por su fuerte marco marxista, su aporte es significativo en
la medida en que ofrece una lectura alternativa, alejándose de la tradición
epistemológica y ofreciendo una visión más política y social de Kant.
LEIBNIZ. Genio universal equiparable a
Aristóteles por su altura y conocimientos portentosos. Kant, que siempre se
refirió a él en términos de “gran hombre”, dijo que la CRP podría ser muy bien
una apología de Leibniz contra sus seguidores. Kant seguirá a Leibniz en la
convicción de que no todos los conceptos se derivan empíricamente, aunque no
aceptará las ideas innatas.
INTRODUCCIÓN
“Un
pueblo perece cuando confunde sus deberes con el concepto del deber en general.
Nada arruina más honda y más íntimamente que aquel deber impersonal, aquel
sacrificio, ante el Moloch de la abstracción… Esta es precisamente la fórmula
de la decadencia hasta el idiotismo… Se volvió idiota… ¿No se preguntó si
existía un hecho que puede ser explicado de otro modo que por una disposición
moral de la humanidad… demostrando la tendencia de la humanidad hacia el bien?
Respuesta de Kant: eso es la revolución. El instinto que fracasa en todo y en
todos, la antinaturaleza como instinto, la decadencia alemana como filosofía,
eso es Kant.”
F. Nietzsche, El Anticristo
“Kant
era lo suficientemente lúcido para darse cuenta de que toda la ideología
burguesa consistía en un inmenso juicio sintético, juicio incapaz de
justificarse ante la realidad y que debería, si se quería salvar, ser
recubierto con el manto de un a priori universal.”
Luis Martín Santos, epistemología por el marxismo
A mis queridos hijos, Karla, Natalia y Gustavo
I.
Propósito de la Obra. II. Fundamento histórico y utilidad de la investigación.
III. La terminología. IV. El método. V. El punto de partida. VI.
Investigaciones recientes. VII. Justificación final.
PROPÓSITO DE LA OBRA
En
KANTISMO Y MARXISMO no se pretende abogar por un marxismo de cuño kantiano que
al final nos conduzca ilegítimamente a sobredimensionar la figura del filósofo
de Königsberg, a opacar la importancia que le corresponde al propio Marx en la
elaboración romántica de la historia, a mutilar la dialéctica limitándola al
movimiento de las categorías del pensamiento, o a reemplazar la crítica de las
relaciones de producción por una mera crítica de las relaciones puras y a
priori del entendimiento.
Me
encuentro lejos también de cualquier intención neoidealista, que busque probar
con la beatería miope de un academicismo estrecho la actualidad de Kant el día
de hoy, dirigiéndolo como el heraldo de una nueva paternidad ideológica que
reemplace los “viejos” guías.
Más
tajante según la distancia fonomímica doctrinaria que adopta rígidamente el
marxismo ortodoxo -hoy en desacredito y en retroceso histórico- y cuya visión
en el clero oscuro de toda la filosofía precedente sustituye una imagen más
compleja y matizada de sus fundadores (Marx y Engels)
Por
el contrario, sin sacrificar una de las funciones principales de la filosofía
marxista, como es la de criticar la filosofía burguesa, me propongo una
apertura hacia Kant y una ocupación más positiva con su filosofía, que nos
conduzca a la superación de la simple óptica del “desprecio vacío”, a rebasar
la cuadrícula que lo circunscribe “en la trinchera enemiga”, nos prevenga
contra la trampa de la interpretación no marxista o antimarxista de Kant y nos
encamine a reconocer la grandeza de su núcleo racional -en especial su visión
de los fenómenos del conocimiento, la moral y el arte en conexión con la
libertad del hombre- y el largo alcance de sus vislumbres teóricas (la paz
universal, la dialéctica subjetiva, la noción de progreso histórico, por
ejem.).
Este
es un libro que no pretende resucitar en d Perú el lado conservador de la
filosofía kantiana -en especial su agnosticismo-, intento, por lo demás,
tildado por Engels como “retroceso científico" (Cf. Ludwig Feuerbach y el
fin de la filosofía clásica alemana). Su intención inmediata N brindar aportes
a la investigación marxista de Kant, por ejemplo, tratar de dilucidar en qué
medida está contenido en el giro copernicano d germen genial de la nueva
concepción del mundo con su noción de praxis... Pero además tiene una intención
mediata: servir de punto de inflexión para el resurgimiento de un marxismo
abierto, original e informado, que posibilite d rescate del Modo dialéctico,
como su fuerza impulsora, supere el notable retroceso e involución teórica operado
desde los años treinta en el 6mbiio nacional, y abandone el dogmatismo, la
sumisión a la línea ideología del partido y la hemiplejia teórico-práctica
(véase David Sobrevilla, Repensando la tradición nacional, vol. 1, Lima 1989,
pp. 195-198).
FUNDAMENTO HISTÓRICO Y UTILIDAD
DE LA INVESTIGACION
El
afán por rehabilitar la figura de Kant reconociendo sus aciertos y limitaciones
desde un punto de vista de clase, y suscitar, a la vez, un resurgir del
marxismo nacional sumido en la letargia desde casi medio siglo (véase A. Flores
Galindo, La agonía de Mariátegui, Lima 1986) deriva de un doble hecho que es
parte de un proceso único histórico-universal: a) la bancarrota de los
regímenes comunistas más rígidamente ortodoxos, y la acelerada y profunda
liberalización democrática, proceso de transparencia (glasnost) y de
reestructuración (perestroika) introducida por Gorbachov en la Unan Soviética
con amplia repercusión en toda Europa oriental (M. Gorbachov, La perestroika,
1988; Enrique Bernales, La revolución en la revolución, Lima 1987). y b) la
maduración de la situación revolucionaria en países como el Perú, atascado en
la inviabilidad de un capitalismo dependiente y rezagado cada vez más a la
periferia del desarrollo.
El
proceso de apertura en la Unión Soviética se fue gestando desde la muerte de
Stalin acaecida en 1953, y aunque en la URSS continuó la intolerancia frente a
otras concepciones del. marxismo por lo menos en la RDA de 1949 a 1956 se
permitió la coexistencia de otras versiones del marxismo como las de Bloch y
Lukács, situací6n que cambió radicalmente tras el alzamiento húngaro
practicándose la más estricta ortodoxia filosófica bajo el régimen de Walter
Ulbrichit (1956-1970). Posteriormente el gobierno de Erich Honecker (1970-1989)
permiti6 la amplKKi6n del espacio informativo y cierta liberación de las
investigaciones filosóficas.
Sin
embargo, ello no fue suficiente para que descollara alguna mentalidad
filosófica germano oriental que estuviera a la altura de un Habermas, por
ejemplo, de la RDA. Para un estudioso de filosofía alemana, como es David
Sobrevilla, la filosofía alemana actual no es más el eje del pensamiento
filosófico que ha pasado del mundo germano al mundo anglosajón (Cf. Repensando
la tradición occidental, Lima 1986, pp. 455-457). Es de esperar por el bien de
la filosofía, que tras la unificación de las dos Alemanias desde 1990 esta
importante cuna del pensamiento vuelva por sus fueros de esplendor filosófico.
En el resto de los regímenes marxistas de Europa oriental la concepción
filosófica fundamental sigue siendo el marxismo-leninismo ortodoxo, con
relativas variantes en Yugoslavia y Polonia donde la liberación de lo
filosófico es mucho mayor.
Desde
nuestra realidad latinoamericana es doblemente útil y necesario proponernos una
investigación marxista del pensamiento kantiano dado que la revitalización de
la filosofía marxista y la vigorización de su función transformadora del mundo
está en relación con la lucha contra el dogmatismo burocrático, la inercia
revolucionaria y la falta de fe en la iniciativa histórica de las masas. Al
mismo tiempo la descomposición del sistema del capitalismo periférico exige
salir de la nefasta táctica de la “espera inactiva”, del radicalismo de salón y
curul para ceder su lugar a las trincheras de la audacia revolucionaria.
LA TERMINOLOGÍA
Nuestro
trabajo lleva por título KANTISMO Y MARXISMO. Aportes a la investigación
marxista de Kant. Respecto del término Kantismo podría pensarse que el mismo
desnaturaliza y sobre exige el propósito de la obra, puesto que en un sentido
restringido alude a sus fieles partidarios como J. Schultz (1739-1805), K. Chr.
E. Schmid (1825-1910), G. Hufeland, Reinhold, Segismund Beck, Ludwig
Goldschmidt (1853-1931) y Ernest Marcus (1856-1928); y en un sentido amplio
comprende a los que, m6s o menor influidos por 4, se han orientado en un
sentido muy distinto como Fiche, Herder, Schopenhauer, Dilthey, N. Hartmann y
Emil Lask. Dada la amplitud del término en cuestión resultarla excesivo para
una investigación que se concentra exclusivamente en la figura & Kant.
También
y, en segundo lugar, cabría proponer en su reemplazo de término CRITICISMO dado
que alude particularmente a la doctrina de Kant como aquella que hace de la
crítica del conocimiento el objeto principal de la filosofía (cf. Ferrater
Mora, Diccionario de filosofía, Madrid 1989).
En
todo caso, insisto en el término Kantismo considerando que en un sentido
particular restringido alude al kantismo de Kant, mientras que en un sentido
particular amplio se hace extensivo al mismo tiempo para sus fieles epígonos.
Ahora bien, respecto a la acepci6n "criticismo" no posee una
signifkaci6n filosófica unívoca sino multívoca. El marxismo en si es también un
criticismo radical, en tanto que es entendido como aquella concepci6n que
afronta el mundo con una propensión exageradamente crítica tanto teórica como
prácticamente (véase Rosental-Iudin, Diccionario de filosofía marxista, Moscú,
1980).
Por
ello, hemos considerado conveniente mantener el título tal como desde un
principio se concibió con el criterio de permitir una r6pida comprensión del
propósito del texto por el lector, y porque, hechas las aclaraciones, estimamos
que refleja fielmente su contenido y designio.
EL MÉTODO
El
método de nuestra investigación es demostrativo, en tanto busca no tanto la
reconstrucción amplia ni la interpretación puntillosa de los textos íntegros o
fragmentarios de Kant sino destacar y reconocer ideas, descubrimientos y
anticipaciones como notables vislumbres teóricas que han contribuido a lo
construcción del mundo moderno y en cuya vigencia radico la grandeza de su
filosofía.
En
nuestro caso no se trata de la demostración silogística, como en Aristóteles y
en los escolásticos, por ejemplo, sino en una demostración fundada en un
criterio historicista y en el método dialéctico, según el cual una idea o
proposición demuestra su verdad con relación al mayor o menor papel que
desempeña en el proceso histórico-social.
Este
procedimiento demostrativo-historicista nace de la convicción de que lleva
error el pretender investigar una tarea filosófica sin tener en cuenta que la
misma: a) está unido de modo inextricable con los intereses y las necesidades
de las clases y capas sociales determinadas b) que todo filosofía posee un
carácter de clase y tomo partido consciente o inconscientemente, c) es tanto
sistema ideológico el reflejo ideal de la praxis social de una clase
determinada, d) como portadora de los intereses concreto de un determinado
sector social ella debe ser esclarecida en conexión con los respectivos
presupuestos socio-históricos, y e) intento ideología ejerce un doble función:
1. Social (por ejemplo, perpetua la división del trabajo o la forma de
propiedad) y 2. Cognoscitiva (por ejemplo hemos quedado la relaciones sociales
de explotación y opresión social, nacional y espiritual; o cuando obra al
contrario procurando el conocimiento científico de la realidad social) (cf. I.
Iádov, ideología como forma de actividad espiritual de la sociedad, Leningrado
1961; Manfred Buhr, Razón, Historia, Hombre. Estudio sobre la historia de
desarrollo de la filosofía burguesa clásica, Berlín 1967; Raimundo Prado R.,
por una marxista de la ideología. Tesis, Lima. 1987).
Em
la tarea de demostrar las vislumbres teóricas de la filosofía de Kant hemos
aprovechado en lo posible literatura secundaria existente. Para concluir con
una reflexión final que destaca tanto la contribución del filósofo germano a la
construcción del mundo moderno, como sus limitaciones y carencias.
EL PUNTO DE PARTIDA
Sólo
dialéctico-historicista y materialista es lo que permite proceder a la crítica,
el replanteo y la reconstrucción del pensamiento filosófico. Creemos que
efectuar una interpretación inmanente y luego entablar la discusión respectiva
resulta una tarea estéril y una ingenuidad metódica, que se deriva de la
pretensión absurda de una aparente neutralidad teórica en la investigación,
siente no se alcanza la objetividad de conocimiento social, si no se asume una
posición de clase que coincide con las leyes del desarrollo histórico. De lo
contrario el examen del pensamiento filosófico sólo parece adscribirse
pasivamente a ciertas tendencias sin asumir y representar una determinada
posición de clase.
Sin
duda no sólo los problemas Del pensamiento filosófico pueden ser abordados
desde una determinada posición de clase progresista, sin que ello signifique
esto instrumentalizar y sobre exigir la filosofía. Después de ello, la
filosofía se encuentra inscrita en el sistema ideológico perteneciente a una
clase determinada, y que como ideología cumple una función cognoscitiva que
puede ser de falseamiento o de revelación de realidad.
Por
ello, no existe filosofía apartidista, sin partido, por muy alejados que puedan
parecer estar sus temas de la práctica material (cf. G. Nesterenko, La sociedad
y el mundo espiritual del hombre, Moscú 1978). La dirección en que se
desarrolla la filosofía está determinada por las necesidades de la vida
material de la sociedad, los intereses de la lucha política de las clases
sociales, la lógica objetiva del proceso del conocimiento de la realidad, el
desarrollo de la ciencia y de las demás formas de conciencia social.
Hubiese
aspecto significaría retroceder el tradicional divorcio idealista teoría y
praxis según el cual no es la filosofía sino la praxis política la llamada
transformar el mundo. Sin embargo, lo sui géneris del marxismo fue relevar que
la praxis no puede dar ningún paso sino apuntalarse teóricamente y que
definitiva no existe antagonismo entre la interpretación del mundo y su
transformación, quedando así sellada la unidad dialéctica entre teoría y praxis
(cf. K. Marx-F. Engels, La ideología alemana).
Latinoamérica
no es una Ínsula Barataria como para que metódicamente no asuma conscientemente
como punto de partida de su filosofía lúcida ideología y posición de clase
correspondiente a la clase avanzada.
Por
ello, estoy convencido que es insuficiente aspirar a la reconstrucción propia
de los problemas filosóficos limitándonos a tomar en cuenta sólo los más altos
estándares del saber filosófico (con requisito intra teórico), y de otro lado
dar cuenta de la peculiar realidad de Latinoamérica (cómo requisito extra
teórico).
No
hay, en consecuencia, reconstrucción filosófica posible si esta no se encuentra
previamente transida por el nuevo Pathos portador de la transformación
histórica. En definitiva, como señaló certeramente Francisco Romero sobre la
filosofía Iberoamérica, B. Aires, 1953), la búsqueda americana por una
autenticidad y peculiaridad filosófica no debe ser olvidar que, en última
instancia, lo que importa en filosofía es la verdad. Nosotros añadiríamos la
verdad que es y ha sido siempre revolucionaria.
INVESTIGACIONES RECIENTES
Quisiera
concluir la presente introducción haciendo una breve referencia del Estado en
que se encuentra en las investigaciones en turno de la figura de Kant, a los
extremos dificultades bibliográficas y de información en nuestro medio.
En
la actualidad continúa siendo intensamente estudiado en el viejo mundo,
registrándose incluso en los países socialistas europeos en redivivo interés
por el que siempre se mantuvo en el marxismo a la zaga en el que existe por
Hegel.
Entre
los estudios europeos más importantes de la filosofía cristiana figuran el
francés Olivier Chedin (Sour, l’esthetique de Kant, París 1982); los italianos
G. Tonelli (Kant dell’estética metafísica ell’estética psicoempírica, Torino,
1955), Asencio Rosario, Chiodi P. (Les dedicaciones nell’opera di Kant, Turín
1961); Los alemanes occidentales Friedrich Kaulbach (Kant, 1970), Alfred
Baumler, W. Bartuschat (Zum sistematischen Ort von Kant, Kritilk der
urteillicraft Fráncfort 1972), Georg Kohler, H. G. Juchem (Die Enturiddung des
Begriff des Shönen bei Kant, Bonn 1970), Dieter Jahnig; los alemanes orientales
Manfred Buhr y G. Irrlitz (El derecho de la razón, 1968), H. ley, P. Rubén y G.
Stihler (Para la comprensión de Kant en nuestra época, 1975), O. Gropp y F.
Fiedler (De Cusanus a Marx, 1965).
Autores
norteamericanos e ingleses tambi6n se integran a la pléyade de ilustres
investigadores, entre ellos: Paul Guyer (Kant and the claims of taste, 1979),
Roberi Burch, H.W. Cassirer, Eva Schaper, Theodore Uehling, Rudolf Makkre
(Imagination and tempority in Kant's theory of the Sublime, 1984), Mary Warnock
(Imagination, 1976).
Entre
los estudiosos soviéticos que prestan atención renovada a la problemática
kantiana están: A. Bogomdov, Victor Malinin, V. Shinkaruk, P. Fedoséev, B.G.
Ananiev, A.N. Leontiv (Actividad, Conciencia e Individuo, 1977).
En
países de lengua castellana participan de este renovado interés los españoles
Eugenio Trías (Lo bello y lo siniestro, 1982), Mi Javier Herrero (Religión e
historia en Kant, 1981), el consagrado filósofo mexicano Francisco Larroyo; el
argentino Jacobo Kogan (Arte y metafísica en Kant, 1971); los peruanos Walter
Peñaloza R. (Kant. "El problema de los conceptos puros del
entendimiento", en la filosofía alemana desde Nicolás de Cusa hasta
nuestros días, Lima 1978), Francisco Miró Quesada (Sobre los juicios sintéticos
a prior¡, 1973 (artículo), Kant y el problema de la verdad matemática, 1973
(articulo), Sixto García (introducción a la filosofía de Kant, Lima 1981),
David Sobrevilla “La estética de Kant” en Repensando la tradición occidental,
tomo 1, Lima 1986, pp. 1-108), Gustavo Flores Quelopana (Kant y la revolución
burguesa, Lima 1990).
Esa
numeración es muy incompleta y limitada; sin embargo, cumple su propósito de
ilustrar sobre el interés vivo que existe sobre Kant a nivel mundial. Y aún más
la tensión creciente que se le presta desde el lado del marxismo. En nuestro
medio después de Mariátegui, que tuvo líneas elogiosas para nuestro filósofo,
no hubo desde la cantera del marxismo quien se ocupara de Kant con originalidad
y sin dogmatismo. Sólo en la actualidad una joven generación de investigadores
machistas representa un claro entre los matorrales del mimetismo ideológico.
El
establecimiento de los presupuestos socio históricos de esta “vuelta” así debe
ser entendido como el reflejo ideal de una praxis social de una clase
determinada en un estado específico y propio de su historia. En segundo lugar,
que en los países del llamado socialismo real este “giro” esencia una apertura
filosófica del marxismo como reflejo ideológico de una relación más crítica
entre los poderes del Estado. tercero, en el caso de los países occidentales
responden general una penosa orfandad ideológica que se deriva de la falacia
interna del sistema. Cuarto, en países subdesarrollados y dependientes, como el
Perú, su estudio está en correspondencia estrecha con el avance de la lucha de
clases.
El
marxismo en su intento asimilar lo más revolucionario de Kant, el neo idealismo
en su propósito de probar la actualidad de lo más rancio de su pensamiento, y
el eclecticismo académico con sucesión integral a partir dista representan cada
uno a su manera a un determinado sector social y mide sus armas en el plano
discursivo.
JUSTIFICACIÓN FINAL
Particularmente
tengo la impresión de que emprender una investigación marxista de Kant,
filósofo lamentablemente poco estudiado desde esta postura ideológica,
encuentra su justificación y leit motiv la verdadera época resurgimiento del
espíritu creador del marxismo, que comenzó con la Perestroika. Con ella estamos
asistiendo a un retorno a las fuentes del marxismo-leninismo como único camino
para revitalizar y desarrollar el socialismo a nivel mundial.
Por
ello, en KANTISMO Y MARXISMO no nos proponemos repetir las increíbles
banalidades acumuladas por los revisionistas arrastrarse tras los neokantianos
(cf. V.I. Lenin, Marxismo y revisionismo). Trates de superar el prurito de su
idealismo en contra del materialismo dialéctico e histórico. Por el contrario,
sostengo que no sólo los elementos de matriz ismo propios de la filosofía de
Kant son aprovechables, sino que su pensamiento contiene todo un cántaro de
ideas progresistas que se identifican plenamente con los ideales del
socialismo.
Asimismo,
repensar en su interrelación y descendencia a dos pensadores hitos de la
modernidad, como Kant y Marx, representa la práctica plantearse el problema de
la alternativa para la sociedad peruana, significa al decir del ilustre
historiador A. Flores Galindo el reto de la construcción de una gran utopía (La
utopía andina, 1989), de un modelo de socialismo no autoritario en el Perú.
En
mi opinión, emprender una investigación marxista de Kant si los atavismos ni
las anteojeras del dogmatismo antediluviano es un cloro signo de que junto a la
revitalización teórica marcha la recuperación en la práctica de la esencia
democrática de socialismo como respuesta válida para el Perú.
Esta
es la intención última y más profunda de mi estudio, en apariencia meramente
teórico, pero en esencia profundamente práctico, como el de preconizar en la
filosofía marxista una apertura hacia todas las direcciones de la cultura y la
vida similar su esencia revolucionaria y en la política un socialismo tolerante
e indisolublemente unido a su esencia democrática.
KANT.
La repercusión de la filosofía kantiana le valió la denominación de “Aristóteles
del siglo XVIII”. Después de él, nada será igual en la historia del pensamiento
occidental, pues los grandes temas de la filosofía del siglo XIX están
relacionados con el kantismo.
CAPÍTULO
PRIMERO
LA
FILOSOFÍA KANTIANA COMO FUENTE TEÓRIXA DEL MARXISMO
1.
La evaluación marxista de Kant. 2. La
filosofía dialéctica in nuce. 3. El activismo kantiano y la praxis. 4. La
noción de libertad como acción. 5. La dialéctica idealista. 6. Marxismo y
neokantismo.
2.
“Pese
a su carácter contradictorio y limitado, la filosofía de Kant fue una gran
conquista del pensamiento filosófico.”
Víctor
Afanasiev
LA EVALUACIÓN MARXISTA DE KANT
¿Es
ilícito hablar de la filosofía de Kant como fuente teórica del marxismo? , ¿no
estamos exagerado su influencia al punto de empañar el papel que le
correspondió al pensamiento hegeliano en la génesis teórica del marxismo?, ¿si
la filosofía clásica alemana constituyó el abrevadero del marxismo entonces a
través de qué ideas y de qué manera se halla presente Kant en Marx?, ¿cuál es
la esencia del movimiento intelectual conocido como filosofía clásica alemana y
en qué forma se conserva dialécticamente en el pensamiento de Marx?
En
1976 la academia de ciencias de la URSS publicó “revolución de la forma de
pensar o forma de pensar de la revolución. Contribuciones a la filosofía de
Kant”. El contenido al conjunto de disertaciones presentadas al primer simposio
internacional en ocasión al 250° aniversario de nacimiento de Kant celebrado en
la RDA. Los filósofos marxistas consiguieron en considerar a la filosofía de
Kant como una fuente teórica del marxismo-leninismo por: a) ser fundador de la
filosofía clásica alemana, b) sus notables anticipaciones a la dialéctica
hegeliana y marxista, y c) por sus excepcionales vislumbres teóricas en el
terreno del conocimiento, la moral y la historia. Como tampoco dejaron de
advertir sus limitaciones diagnósticas y subjetivas.
Sin
embargo, esta precisión marxista no es novedosa. Ya en los años sesenta el
filósofo soviético V. Afanasiev escribía: “Su hipótesis cosmogónica, los
intentos de investigar la actitud con positiva de la razón humana, el sistema
de categorías lógicas y, sobre todo, las ideas dialécticas ejerciendo positiva
influencia en el desarrollo posterior de la filosofía” (Manual de Filosofía,
Moscú 1965).
Afanasiev,
entre otros, no asesinó sistematizar y ordenar las opiniones vertidas sobre el
filósofo de Königsberg[1]
de Marx, Engels y Lenin. En general para ellos, es el fundador de la filosofía
clásica alemana, creador de una teoría de conocimiento que mezcla elementos
idealistas y materialistas, lo que se manifiesta en su doctrina de las “cosas
en sí” existentes objetivamente, y el primero que demostrar necesidad de pensar
dialécticamente sin admitir en la naturaleza categorías y relaciones fijas con
su teoría cosmogónica.
Prácticamente
la investigación marxista sobre permanecido al nivel en que lo dejó Lenin en su
obra materialismo y empiriocriticismo (1908), después no ha habido nuevos
aportes significativos. El dogmatismo ortodoxo agotó la “libre investigación” y
le castillo en la repetición de concepciones y fórmulas conocidas. Sólo desde
mediados de los años 60 y comienzos de la década del 70 comenzaron a aparecer
monografías, compilaciones, y celebrarse homenajes a pensadores como Kant y
Fichte, creció más el interés por la filosofía burguesa clásica en su conjunto.
Esta cierta “liberación” en el frente filosófico era paralela la liberación en
el frente político.
Recién
en los últimos años en los países de la Europa del Este, el peso de las
oraciones oficiales Marxismo ha disminuido, han aprecia volúmenes más
originales sobre Kant. Así tenemos el libro de Ruben-Stieler (RDA), Para la
comprensión de Kant en nuestra época. Contribuciones a la investigación
marxista-leninista sobre Kant (1975); Buhr-Irrlitz, El derecho a la razón. La
filosofía clásica alemana como fuente teórica del marxismo (1968); M. Buhr,
Acerca de la historia de filosofía burguesa (1972); G. Klaus, Monografías de
sobre la historia de la filosofía (1977); G. Stihler, el idealismo de Kant a
Hegel. Exposición y Crítica (1970).
Sin
embargo, estos trabajos pioneros en la medida en que intentan renovar la
comprensión del pensamiento kantiano evitando la rígida interpretación
dogmática del narcisismo o antimarxismo de Kant, recién desbrozan el camino
para investigar a profundidad y siempre juicios pensamiento e influencia
directa e indirecta sobre el marxismo.
Por
nuestra parte no se trata de llevar a cabo una convergencia kantiano-marxista,
ni poner a un lado simplemente las opiniones vertidas por los clásicos. Por el
contrario, de lo que se trata de profundizar su estudio y análisis avanzando
hacia un esclarecimiento más preciso de la influencia repercusión entre el
iniciador del idealismo alemán y el iniciador y fundador del materialismo
dialéctico e histórico. Recordemos que Karl Vorländer emprendió el estudio de
los diversos intentos realizados para acercar el marxismo a las diversas
variedades del neokantismo, allí consta que todos los “revisionismos” del mar
ismo había merecido a la condena de la ortodoxia comunista calificándoselos de
“retrocesos científicos” (cf. Kant und Marx, Tubinga 1926).
LA
FILOSOFÍA DIALÉCTICA IN NUCE
El
machismo procede filosóficamente del hegelianismo “puesto de pie” (cf. C. Marx,
Crítica de la filosofía del Estado y del derecho de Hegel), y la filosofía es
Eliana, como el mismo Engels reconoce en su Ludwig Feuerbach Y el fin de la
filosofía clásica alemana, es el remate de todo movimiento filosófico desde
Kant, remate en el que se da al traste con el carácter definitivo de todas las
cosas y en el que se coloca en su lugar el nuevo principio de que todo lo que
existe merece perecer.
En
realidad, la filosofía dialéctica en general se encuentra in nuce en el planteo
esencial del idealismo trascendental. Si el idealismo alemán tiene como tesis
primordial la concepción de que la realidad externa se deduce del ser del
hombre, yo me sé a este Yo, Absoluto o Espíritu, es porque Kant realiza en el
dominio de la filosofía denominada “revolución copernicana”, consiste en
establecer que el espectador debe moverse para entender el universo y renunciar
a la suposición de que el universo gira en torno al espectador.
La
actividad apriórica del sujeto trascendental es el antecedente directo de la
actividad formal y material productiva de la conciencia de Fichte y su
idealismo subjetivo, de la concepción del Yo como substancia dinámica en
Schelling y su idealismo objetivo, del planteamiento hegeliano sobre el
absoluto que no sólo se aprende y expresa como sustancias sino también como
sujeto, y de la concepción marxista de la praxis social transformadora de lo
real.
En
suma, la concepción del hombre como ser activo y capaz de transformar la
realidad encuentra su punto de partida en el giro copernicano de Kant, el cual
encontrará su desarrollo, aunque de modo abstracto en Fichte y Schelling y su
culminación idealista con la grandiosa concepción de Hegel. Más será con Marx
Qué
he dicho giro copernicano, desarrollado hasta él de modo invertido, encontrará
su contenido concreto, material e histórico con la nación de praxis económica
productiva por la que el hombre se produce a sí mismo.
Kant
es la fuente teórica de Marx en la medida en que su núcleo racional contenido
en el giro copernicano y recepcionado a través de la filosofía de Hegel y
desarrollado sólo como actividad espiritual, alcanzará un cambio fundamental al
comprender la actividad como praxis revolucionaria de la sociedad.
De
la dialéctica reguladora de los conceptos puros del entendimiento en Kant se
pasará la dialéctica genética del Yo fichteano, del absoluto schellingiana y
del espíritu hegeliano, donde sujeto que es el principio de todo el movimiento
será relegado al final y su resultado, el ser o esencia, colocado al principio.
Marx invertir los términos, y las categorías de pensamiento con su formalismo
que quedan subordinados a la realidad viva y concreta de las cosas, la
dialéctica subjetiva quedará explicada por la dialéctica objetiva, la
conciencia por el ser social.
Tras
la inversión de la dialéctica Ana con el marxismo la revolución copernicana
abandona su itinerario i idealista y el espectador comienza a moverse ya no son
en el ámbito del pensamiento o lo espiritual para entender el universo, sino
que se lanza a la conquista del mundo histórico-social por medio de
transformación revolucionaria. Por ello, a diferencia de Marcuse, la semilla de
la revolución se retrae más allá de la concepción hegeliana hacia la razón
kantiana (véase Razón y Revolución).
Aunque
para la dialéctica tenía un sentido peyorativo, como veremos más adelante, el
dilucidar mismo sobre el fundamento de la posibilidad de toda experiencia
constituye por sí el conocimiento y la descripción de las internas
contradicciones del concepto, es decir una hermenéutica de la dialéctica
subjetiva. El Hegel esta misma dialéctica describirá el autodespliegue y
enajenaciones del Espíritu, que no es sólo conocimiento sino también voluntad.
Marx y Engels que desarrollaría consecuentemente el método hegeliano
plantearían la dialéctica de lo real que enfoca las internas contradicciones de
las cosas del mundo real mismo.
Es
innegable que Marx impuso su dialéctico de y el impulso materialista de
Feuerbach, y si la filosofía de Kant constituye una fuerte teórica del marxismo
lo es gracias a su núcleo racional que desenvolverá con los pensadores
postkantianos, especialmente Hegel.
EL
ACTIVISMO KANTIANO Y LA PRAXIS
El
activismo filosófico del idealismo alemán halló su fundamentación materialista
dialítica con el marxismo. Marx enriqueció el materialismo con adquisiciones de
filosofía clásica alemana, en especial la dialítica doctrina del desarrollo, la
profundizo y desarrolló haciendo extensivos su buen conocimiento de la
naturaleza al conocimiento de la sociedad (véase Lenin, Tres fuentes y tres
partes integrantes del marxismo, t. 19, p. 4, en ruso). El resultado fue una
teoría científica que mostrara cómo de un tipo de vida social se desarrolla, en
virtud del crecimiento de las fuerzas productivas, otra más alta, cómo del
feudalismo nació el capitalismo. El materialismo filosófico enriquecido con la
dialéctica y aplicado a la sociedad y lugar al materialismo histórico,
considerado por Lenin como un alma por mi dable de conocimiento para la
humanidad.
La
dialéctica del desarrollo del cambio social late el eco lejano de activismo
abstracto y subjetivismo del idealismo alemán. La teoría de la revolución
social y de la lucha de clases, la doctrina del reemplazo del poder político y
económico de una clase por otra es en gran proporción resultado de la filosofía
de vikingo, al decir de Ortega (cf. Kant, Hegel y Dilthey, Madrid, revista de
occidente, 1973, p. 47 ss), donde la función creadora de construir
intelectualmente un mundo es producto del primado de la razón práctica sobre la
razón teórica. No hay más razón auténtica que la práctica, la acción o
voluntad.
Del
principio activista, dinámico y voluntarista de la filosofía de Kant a la
filosofía de la transformación del mundo o, como diría Gramsci y Sánchez
Vásquez, filosofía de la praxis sólo hay una diferencia de grado, el mismo que
se resume en el método dialéctico y en el materialismo filosófico.
La
praxis como categoría filosófica central del marxismo encuentra su premisa
inicial formidable en el principio activista de la filosofía kantiana. La
teoría de la violencia y del poder, el comunismo como doctrina de la liberación
del proletariado, hubiese sido inconcebible sin esta inspiración dinámica del
idealismo alemán. La conquista de una conciencia del hombre como ser práctico,
creador y revolucionario encuentra su punto de arranque en la razón que se
dicta su propia ley (Kant), su cúspide idealista en la razón universal (Hegel),
y su punto de inflexión con la razón revolucionaria (Marx).
Por
ello la filosofía de Kant es fuente teórica del marxismo no sólo porque en el
giro copernicano se encuentra la semilla de la filosofía dialéctica sino porque
es también un antecedente importante de la nación del hombre transformador y
revolucionario. En una de las mejores cobras instructores sobre escritas en el
medio, Sixto García subraya como en el giro copernicano se renueva desde sus
cimientos dos tesis: 1. el mundo es dado el hombre hecho, cerrado y acabado,
para que viven él y los disfrute (visión antidialéctica), y 2. El hombre como
ser receptivo, pasivo y contemplativo. Por el contrario, recalca García, con
Kant el hombre será eminentemente activo, constructor de un mundo en desorden y
perfectible (cf. Sixto García, Introducción a la filosofía de Kant, 1981, p.
7).
LA
NOCIÓN DE LIBERTAD COMO ACCIÓN
De
la contemplación a la acción, de la copia al decreto, de la filosofía del ser a
la filosofía del deber ser, y desde el fondo de esta hallamos la capacidad para
la autodeterminación de su sujeto haciendo gala de su exclusiva libertad. Aquí
reside el significado más profundo de su genio críticas, la libertad humana, su
mensaje supremo, una libertad no para la absorción de las cosas en el
pensamiento sino para determinar, poner posibilitar el ser o no ser de las
cosas, que no obstante existen independientemente del sujeto cognoscente.
Aunque
para trate primordialmente de una libertad o acción en individuo moral y
cognoscente, mas no de la acción productiva, del trabajo material y penoso, es
decir circunscribe a la libertad subjetivo-humana, es una obstante la semilla
mediata de la noción Ana de sujeto concebido no sólo como ente moral sino como
productor, que se realiza en el trabajo material. el amo como conciencia de sí,
libertad y poderío que no teme a la muerte, se realiza reconociendo el trabajo
del esclavo, y este no se libera mediante la rebelión sino por medio del
trabajo (cf. Hegel, Fenomenología del Espíritu).
Al
margen que en el tratamiento que conceden al tema de la libertad ambos
filósofos redan la esencia clasista de su pensamiento (derecho burgués para
ponerle medida a las cosas y someter a las masas al trabajo asalariado
capitalista en nombre del Progreso), éstos desarrollan harta las últimas
consecuencias la variante idealista y subjetiva de la libertad. Desarrollo que
va a servir de punto de partida y premisa para el nuevo tratamiento que Marx va
a dar al problema de la libertad.
Sobre
la base material del estallido de las contradicciones sociales al interior del
modo de producción capitalista y 1848, el mundo idealizado de la razón burguesa
termina derrumbándose. A. Cornu ilustra como entre los años 1840-45 tanto como
Engels evolucionaron desde liberalismo democrático al comunismo científico (cf.
Cornu, Marx-Engels, 1932).
Para
Marx la verdadera libertad es la libertad objetiva que sólo llega con la
sociedad comunista, la verdadera libertad se halla en la supresión de la
alineación económica; por ello el problema de la libertad rebasa el terreno de
la moral (Kant) y del trabajo del espíritu (Hegel), no se restringe a la libre
determinación de tal o cual persona u autoconciencia. En el marxismo el nombre
no es libre a causa del sistema que aliena, sólo con la obligación de esta
situación objetiva se podrán anular todas las demás formas de alineación dando
lugar a la liberación definitiva (véase Marx, Manuscritos 1844, MEGA I, iii, p.
96).
La
filosofía alemana es una filosofía de libertad, pero de la libertad de la
conciencia o espíritu. La filosofía antropológico materialista de Feuerbach es
una filosofía de la liberación del hombre y respeto a lo Absoluto, pero todavía
prisionero en los límites de lo teórico. Con esta libertad de la conciencia de
los idealistas alemanes y de la libertad contemplativa de Feuerbach, Marx
postular una liberación humana basada en la transformación revolucionaria de
las condiciones objetivas, hay que transformar la realidad no con arma teórica
de la crítica (jóvenes hegelianos), sino con la crítica de las armas. Sólo así
se acabará con la prehistoria humana para comenzar con la historia propiamente
y pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad.
Pero
mientras para el idealismo sólo voluntad individual puede ser creadora y libre,
para Max no hay diferencia entre la vida individual y la vida genérica del
hombre, “únicamente en la comunidad es posible la libertad personal” (La
ideología alemana, MEGA I, V, p. 64), y “así como la sociedad produce al hombre
en cuanto hombre igualmente ella es producida por él” (Manuscritos 1844, MEGA
I, iii, p. 116).
En
el idealismo alemán el problema de la libertad es central en la medida en que
constituye lo característico del ser del hombre. Según Kant, el conflicto entre
la libertad y el determinismo expresado en la tercera antinomia de la
cosmología racional sólo es aparentar. Pues, afirma, hay libertad en el nóumeno
y determinismo en el fenómeno. Como postulados de la razón práctica, la
libertad en lo noumenal no significa que el hombre se haga libre por apartarse
del nexo causal; por el contrario, el nombre es libre porque es capaz de
introducir en cualquier cadena causal principio libre que luego se desarrolla
causalmente. Fichte, desarrollando, dirá que es libre el ser cumplido, el que
hay su destino en la moralidad perfecta no necesita hacerlo. Schelling, por su
lado, en sus Investigaciones filosóficas sobre la naturaleza de la libertad
humana, retorno una concepción de libertad no condicionada por determinación
alguna definiendo la como una posibilidad por el bien y por el mal. Es él, por
su parte, retomando la relación entre libertad y necesidad dirá que la libertad
es la comprensión de la necesidad, no sé es libre por apartarse de las leyes
naturales -nexo causal dirá Kant- Sino que la reconoce y los hace obrar según
plan para fines determinados. Engels, en el Antidüring, recogiendo todos los
aportes de CK hasta Engels sostendrá que la libertad consiste, pues, en el
dominio sobre nosotros mismos y sobre la naturaleza exterior, masa no
conocimiento de las necesidades naturales; por eso es un “producto de la evolución
histórica” (Antidüring, MEGA I, VIII, p. 104).
Por
consiguiente, en la filosofía del marxismo el grado de libertad es determinado
por el grado de asimilación no sólo teórica, como en el idealismo alemán, sino
también práctica de las leyes de la naturaleza y la sociedad. La libertad del
individuo y de la sociedad carecen junto a la asimilación de las leyes
naturales por medio de la ciencia, la técnica y el progreso de la producción.
Pero, a su vez, esta asimilación de la causalidad natural y social depende de
los intereses particulares de la clase dominante. Así en la sociedad dividida
en clase antagónicas, dirá el filósofo soviético G. Nesterenko, “la dominación
de la naturaleza se combina consciente o inconscientemente con la subordinación
del hombre a las condiciones de existencia, pero en la práctica la causa de
esta situación es la sociedad de explotadora, incapaz de garantizar una
utilización planificada de las leyes” (cf. La sociedad y el mundo espiritual
del hombre, Moscú 1978, p. 211).
El
problema de la relación de la libertad y la necesidad fue por primera vez
formulado en la filosofía por B. Spinoza, quien su ética establece que la
libertad de acción del hombre depende del grado de su raciocinio. Pero fue con
el concepto de libertad se carga de dinamismo y activismo. A priori y praxis,
dirá Sixto García, “en buena cuenta son lo mismo” (cf., Id. p 107). La
filosofía crítica demuestra en última instancia que la libertad depende de la
voluntad, de la razón práctica, como la única que es capaz de salir de los
límites de la experiencia sensorial, pues la razón especulativa está
imposibilidad de alcanzar lo suprasensible.
El
problema de la libertad demuestra hasta qué medida es importante como fuente
teórica del marxismo, el cual dio un paso considerablemente más avanzado al
unir la razón teórica con la práctica y demostrar como el hombre es capaz de
alcanzar la esencia de las cosas dejando atrás las orcas caudinas de lo en sí
incognoscible. Encanta la razón genuina es la práctica, cuya esencia es la
voluntad y la libertad, en Marx la práctica es criterio de la verdad.
Al
incluir la práctica en la teoría del conocimiento de la filosofía marxista se
muestra como la heredera legítima de lo mejor de la filosofía clásica alemana,
comenzando sobre todo por Kant. La noción marxista de libertad como acción
consciente de acuerdo con la necesidad o conocimiento de las leyes objetivas de
la naturaleza y sociedad, hay su raíz encanto y su idea sobre el hombre como el
ente que pone por su voluntad, libertad y acción la forma conceptual a las
cosas, su sospecha profunda del concepto del hombre como ser eminentemente
práctico.
LA
DIALÉCTICA IDEALISTA
Cómo
vemos, la filosofía puede ser considerada como fuente teórica del marxismo no
sólo por sus nobles anticipaciones dialécticas contenidas en su teoría
precrítica cosmogónica, Como se Engels, o por sus análisis en la teoría de las
antinomias, como piensa los filósofos soviéticos (Blauberg y otros, Diccionario
de filosofía marxista, 1961, p. 14), sino porque la filosofía crítica, fruto
maduro preparado a lo largo de cuatro siglos de la era moderna, traen su giro
copernicano, su activismo y noción de libertad, el meollo mismo de la filosofía
dialéctica, a saber: las ideas del hombre, como ser activo y del mundo, como
elemento a transformar.
“Nosotros
mismos -escribe Kant- somos los que establecemos el orden y la regularidad de
los fenómenos que llamamos naturales, siendo imposible hallarlos en ella si no
los tuviéramos y existieran originariamente en nuestro espíritu. Esta unidad de
la naturaleza debe ser necesaria, es decir, unidad a priori del encadenamiento
de los fenómenos” (Crítica de la razón pura, A 125, L 249)[2].
Kant
fue el primero en advertir el activo del conocimiento, como lo llamó a Mar. El
a priori modelador de la materia, el estudio de lo que de activo-humano tiene
todo lo que rodea al hombre, el rechazo de la idea de mundo como algo
perfectamente acabado y ordenado, el concepto de lo a priori como generador de
la realidad misma.
La
dialéctica presente en el sistema de Kant es una dialéctica idealista.
Desarrollará esta misma dialéctica con mayor profundidad de amplitud hasta el
punto de hacer decir a Lenny que lo más materialista del sistema Galeano es su
dialéctica (v. Cuadernos filosóficos, p. 56). En definitiva, el giro
copernicano se encuentra el inicio de la filosofía dialéctica desde su falso
fundamento idealista, el mismo que constituye el germen de la filosofía
dialéctica marxista. Por esto mismo, considero exagerado considerar lo a priori
como la praxis en su mejor sentido, en todo caso valga para una praxis muy
distinta a la marxista.
El
idealismo dialéctico construye el mundo a nivel del pensamiento sin modificar
el objeto, el a priori encanto, el Yo fichteano, la Naturaleza schellingiana, y
el espíritu no rebasan el plano teórico. Por el contrario, el materialismo
dialéctico implica la modificación de la natural y lo social, su práctica sí
modifica el objeto en sí mismo. Así, en la dialéctica materialista le
corresponde a la práctica un papel revolucionario, transformador y creador. El
idealismo dialéctico hacía caso omiso de la actividad puramente utilitaria,
destinada a satisfacernos necesidades primarias.
Con
Hegel se reivindica el trabajo como categoría filosófica, pero el poder
transformador es privativo del despliegue del espíritu. La dialéctica
materialista al contrario partió considerando a la práctica como aquello que
determina la vida de la sociedad y constituye su contenido básico.
“Las
premisas -escribe Marx- de qué partimos no tienen nada de arbitrario, no son
una clase de normas, sino premisas reales, de la que sólo es posible abstraerse
en la imaginación. Son los individuos reales. Su acción, y sus condiciones
materiales de vida, tanto aquellas con que se han encontrado como las
engendradas por su propia acción. estas premisas pueden comprobarse,
consiguientemente, por la vía puramente empírica” (La Ideología alemana, MEGA,
I, V, p. 11).
A
esta altura resulta interesante mencionar que la aparición de la dialítica
vista en Marx para Henri Lefebvre sería tardía, tratándose al principio
materialismo histórico de carácter empírico. “La dialéctica hegeliana -dirá-
parece condenada sin revisión. Los primeros textos económicos de Marx tienen un
valor empírico. La teoría de las contradicciones sociales implicadas en el
Manifiesto de 1848 está inspirada en el humanismo y en la alienación en el
sentido materialista del término, más que en la lógica hegeliana… o sea, que en
esta época el materialismo dialéctico no existe todavía… Hay que esperar este
año 1858 para descubrir la mención no peyorativa de la dialéctica hegeliana”
(El materialismo dialéctico, 1949, pp.
62-63).
Para
el filósofo francés la dialéctica a la que Marx echa a mano hasta antes de esta
fecha (1858), no está ligada con la estructura del devenir que se puede
expresar conceptualmente, y en un libro más tardío (Problemas del marxismo hoy,
1968), concluye que el materialismo dialéctico fue formulado de atinadamente al
cabo de casi tres decenios por Engels y su cientismo positivista, en tanto que
la estructura del pensamiento de Marx es filosófico-antropológico.
Es
cierto, como lo hace notar V. Keshelava (Humanismo real, humanismo científico,
Moscú 1977, p. 58), que es una visión como la de Lefebvre distorsiona la
formación del marxismo, el materialismo histórico que esencia fuera de la
dialítica y esta como un producto anómalo la doctrina.
Investigadores
como N. Lapin (El joven Marx, Moscú 1968), T. Oizerman (Formación de la
filosofía del marxismo, Moscú 1874), Rozental, M. (Dialéctica del Capital,
Moscú 1967), y Bagaturia (Estructura y contenido del manuscrito del primer
capítulo de la ideología alemana, Moscú 1965), han destacado como la dialéctica
del método hegeliano es asimilado de modo paulatino en sus diversas etapas
hasta alcanzar un estatuto científico en las obras maduras de Max y Engels.
Por
tanto, la dialítica materialista tanto en Marx y Engels pasa por determinadas
etapas de desarrollo, adquiriendo en cada una de ellas diferentes formas de
expresión. Una de ellas, por ejemplo, es a través de la categoría de
enajenación, la cual le ayuda a Marx a analizar las características y
contradicciones fundamentales de la sociedad burguesa, así como hace posible la
ruptura con el hegelianismo y la superación de Feuerbach. Esto último es objeto
de una concienzuda investigación por el profesor sanmarquino Aníbal Campos
Rodrigo en su pionero y lúcido el libro Hegel, Feuerbach y Marx, Lima
1988.
Era
importante que detenerse en este punto por cuanto consideramos a Kant como el
iniciador de la dialéctica y idealista moderna[3], que
llegará a transformarse en dialéctica materialista con el marxismo. Aunque Marx
y en los valoraron desde su juventud el método dialéctico, asimilándolo y
desarrollándolo, su relación con el mismo sigue siendo aún una cuestión
problemática. Muestra de ello es la obra de Francisco Nicoli, El método
dialéctico marxista (Lima 1990), donde emprende una investigación destinada a
recusar todas formas de sometimiento de la dialéctica a un sistema doctrinario.
(Id, p. 14). Entonces este intento de depurar a la dialéctica o de “liberarla”
de extrapolaciones ideológicas se oculta: 1. La intención de divorciar la
teoría de la praxis revolucionaria, y 2. El profundo temor de clase por la
fundamentación de la inevitable destrucción de la sociedad capitalista.
Con
frecuencia he limitado el sentido de la dialéctica a su consideración explícita
como lógica de la apariencia, sin reparar que fue el primero en representar el
conocimiento como un proceso en movimiento ascendente, que va de síntesis
inferiores a síntesis superiores, creó el sistema de categorías de la dialítica
del pensamiento, cuya fuerza motrices la propia actividad del sujeto que a su
vez es objeto afectantes, y a pesar de su base idealista e implicancias
agnósticas tuvo una importancia decisiva para el pensamiento dialéctico
superior. Sin embargo, es como que los tratadistas suelan ignorar el aporte
Kantiano al pensamiento dialéctico. O si limitan a Hegel o en el mejor de los
casos destacan a Fichte. David Sobrevilla dirá, por ejemplo: “Es Fichte quien
rehabilita la dialéctica como la actividad por la que el yo reúne a contrarios
como yo di divisible y yo no-divisible” (cf., op. cit., p. 115). Francisco
Nicoli, por su parte, exponiendo la trayectoria histórica de la dialéctica Down
Are tumoral desde Agustín de Hipona a J.G. Fichte aduciendo que fue el primer
filósofo que advirtió la vigencia de la dialéctica como movimiento real en la
sociedad y la historia (cf. op. cit., p. 23), sin reparar que el propósito del
filósofo de Rammenau fue comprender a Kant en su espíritu y no en la letra
muerta.
El
marxismo por su lado ha sabido revalorar la figura de Kant como el iniciador de
una etapa superior y decisiva en el desarrollo de la dialéctica, aunque su
aporte lo ha limitado la comprensión de lo complicado y lo contradictorio del
proceso de pensamiento. Por mi parte considero que se contribuye a una mejor
comprensión de su significación, desde un punto de vista marxista, si no
dejamos pasar la importancia fundamental que tiene el giro copernicano kantiano
para el giro copernicano marxista. En definitiva, la inversión de Hegel es la
inversión de todo lo mejor de la filosofía clásica alemana desde Kant. El mismo
J.C. Mariátegui reconoció que: “La dialéctica trascendental de Kant preludia en
la historia del pensamiento moderno la dialéctica marxista” (Defensa del
marxismo, Obras completas, T. 5, p. 39).
MARXISMO
Y NEOKANTISMO
El
pensamiento no puede ser considerado con toda justicia fuente teórica del
marxismo así lo destaca la Academia de ciencias de la URSS (Historia de la
filosofía, T. II, p. 34). Pero la misma consideración no puede hacerse
extensiva al neokantismo no sólo por la fecha de su desarrollo sino también por
su contenido e intención.
Cómo
señala Ferrater Mora el kantismo comprende en general la influencia directa o
indirecta de Kant sobre el pensamiento moderno y contemporáneo. El neokantismo
Es el intento de superar tanto el materialismo y el positivismo como el
constructivismo de la filosofía romántica, ante una consideración crítica de
las ciencias y una fundamentación gnoseológica del saber (Diccionario de
filosofía, 1958, p. 953). En suma, el neokantismo debe ser distinguido del
kantismo en sentido estricto.
Por
su lado, los menores de filosofía marxista coinciden en señalar el neokantismo
como una de las corrientes idealistas surgidas en Alemania en la segunda mitad
del siglo XIX, las cuales aceptaban los conceptos más reaccionarios de la
doctrina kantiana y rechazaban los elementos del materialismo propio de ella,
predicando bajo la consigna de “Atrás a Kant” un resurgimiento del idealismo y
una lucha contra el materialismo dialéctico e histórico.
Examinar,
aun brevemente, las relaciones del marxismo y el neokantismo resulta valioso
debido a que permite entender, primero, la actitud del marxismo ante la
intención última del neokantismo, segundo, la modificación del kantismo en
manos del neokantismo, y tercero, el revisionismo que se basó en tesis
neokantianas.
Los
que impulsaron el movimiento neokantiano en sus orígenes fueron Kuno Fischer y
su Historia de la filosofía moderna, F.A. Lange y su Historia del materialismo,
y Otto Liebmann y su obra Kant y sus epígonos. Todos ellos impulsaron al
estudio de la filosofía kantiana y el alegato en favor de la “vuelta a Kant”.
En
torno a este dilema se agruparon filósofos, naturalistas, sociólogos y
economistas, los cuales se enrolaron desde tres direcciones, según Ferrater
Mora, diferentes: una filosófica, otra estrictamente kantiana una tercera que
propugnaba la renovación del kantismo. A esta última tendencia pertenecieron
las tres principales escuelas del movimiento: la de Marburgo (H. Cohen, P.
Natorp, E. Cassirer, R. Stammler, F. Staudinger, K. Vorländer,
A. Gōrland, W. Kinkel, y Kurt Lasswitz) y de Baden o Friburgo (W. Windelband,
H. Rickert, B. Bauch, E. Lask, G. Melhlis y R. Kroner).
La
renovación kantiana también se extendió a Italia (A. Testa, G. Barzelloti, C.
Cantoni, Filipo Masci) e Inglaterra (E. Caird). Influyó en la teología
protestante (escuela de Ritschl), la filosofía del Derecho (R. Stammler) y dio
lugar a la corriente neofichteana y neohegeliana. Sobre predominio llegó a su
ocaso en 1914 con la interrupción de la fenomenología y otros intentos
metafísicos.
La
escuela de Marburgo, como demuestra Antonio Caso y G. H. Rodríguez (Ensayos
polémicos sobre la Escuela de Marburgo, 1945), Acentual método trascendental,
rechazó toda cosa en sí, subrayó el carácter periodístico del conocimiento,
consideró a la ciencia como sistema lógico en analítico y lógico matemático,
reemplazó el mundo real por la teoría real relacional de los conceptos y la
doctrina de las categorías, eliminaron del conocimiento todo contenido real,
desembocando en un puro formalismo e idealismo lógico.
La
escuela de Baden, como destaca B.V. Sesie (Las categorías filosóficas de la
escuela de Baden. 1938), tenían como campo principal de su reflexión las
ciencias de la cultura y la historia estimando como su verdadero contenido
invariante a los valores.
En
su, mientras la escuela de Marburgo prestaba especial atención a la refutación
del materialismo filosófico y negociación de las leyes de la naturaleza
derivando hacia un idealismo lógico, la escuela de Baden se concentra en la
impugnación de las tesis del materialismo histórico y la negociación de un
desarrollo social sujeto leyes derivando hacia un idealismo axiológico.
El
neokantismo como retorno a la filosofía de Kant desde posiciones idealistas,
subrayando su agnosticismo y eliminando cualquier resabio materialista, como la
cosa en sí, mereció por parte de Engels el calificativo de “herencia degradada
de la filosofía clásica alemana, bazofia ecléctica que sirven en aquellas
universidades con el nombre de filosofía tres… Suspensivos y que representan
científicamente un retroceso” (Ludwig Feuerbach, p. 6-19).
El
neokantismo resultó un arma ideológica considerable contra el marxismo. Cohen y
Natorp borraron la teoría de socialismo ético, según el cual el socialismo
consiste en muy ideal moral hacia el cual la humanidad se encamina
paulatinamente, difundiendo de este modelo la colaboración de clases y la
negociación de necesidad de la revolución. El revisionismo adoptó casi de
inmediato dicha teoría, pero siguiendo meridianamente su alcance de antipopular
y antirrevolucionario.
Tanto
Lenin como Mariátegui rechazaron el reduccionismo e cista del marxismo y del
socialismo de inspiración neokantiana. Así el Amauta dirige una ácida crítica
al revisionista belga Henri de Man y su socialismo ético, tratando lo de
filisteo extraviado en las paradojas del idealismo pequeño burgués (cf. J.C.
Mariátegui, Obras completas, t. 5, p. 55 y ss; Raimundo Prado Redondez, El
marxismo de Mariátegui, 1982, p. 23).
En
conclusión: (1) conceptuar la filosofía de Kant como fuente teórica del
marxismo no es alentar una convergencia revisionista, sino el reconocimiento
legítimo de una doctrina que preludia la filosofía dialéctica (2) es en el giro
copernicano y no en meros elementos materialistas, como sostiene el ortodoxia,
de su pensamiento como se halla in nuce la filosofía dialéctica; (3) anticipa
la noción del hombre como ser práctico-social; y (4) finalmente porque si Kant
y el inicio de la dialéctica y idealista es imposible comprender adecuadamente
la génesis de la dialéctica materialista del marxismo respecto a sus fuentes.
FICHTE.
“He dicho siempre, y lo repito aquí, que mi sistema no es otro que el kantiano”.
Para Hegel fue el discípulo más consecuente de Kant. Su idealismo subjetivo
incuba elementos dialécticos de cambio y revolución. Fichte rechazó de Kant la
idea de la “cosa en sí” por estimar que lleva hacia un dualismo innecesario. Y
así en su idealismo trascendental estima que todo conocimiento es producto del “YO”.
El sujeto crea la realidad con su actividad intelectual.
n
su Doctrina
de la Ciencia, Fichte plantea que el Yo se afirma a sí mismo
(tesis), luego se encuentra con una negación, que es el No-Yo (antítesis), y
finalmente resuelve esa oposición en un proceso de síntesis en el que reafirma
su dominio sobre la realidad.
CAPÍTULO
SEGUNDO
LA
FASE PRECRITICA DE KANT Y EL MARXISMO
“Pero
querer estudiar dialéctica en Kant sería una labor innecesariamente penosa y
estéril, teniendo como tenemos las obras de Hegel, en que se nos ofrece un
compendio de lo que es la dialéctica, siquiera se la desarrolla aquí desde un
punto de partida radicalmente falso”.
F.
Engels, Dialéctica de la Naturaleza.
1.
La imagen marxista del Kant precrítico. 2. La dialéctica del Kant juvenil
(1746-1760). 3. La dialéctica en las obras de los años 1760 a 1769. 4. Los
orígenes de la dialéctica idealista en la revolución de 1769-1770.
- LA IMAGEN MARXISTA DEL KANT PRECRÍTICO
Fue
en el primero en reservar un lugar de privilegio para el joven Kant dentro de
la historia de la dialéctica. Este valoró altamente sus teorías cosmológicas y
cosméticas subrayando su importancia para el desarrollo de la ciencia moderna.
En sus obras El Antidüring y Dialéctica de la naturaleza el Kant precrítico e
indagador de la naturaleza es constantemente objeto de elogio y referencia, en
cambio el Kant viejo y crítico es signado con censura y desdén.
Su
alta estimación por las hipótesis naturalistas kantianas proviene por un lado
de su convicción de que el método dialéctico de las ciencias naturales
constituye la verdadera fuerza contra el método metafísico de la filosofía
naturalista especulativa y, por otro, por estimar que el introducir Kant la
idea de final de la tierra contribuya concebir el mundo exterior en permanente
cambio y movimiento contra el mecanismo de los siglos XVII y XVIII qué ignoraba
el movimiento como cambio cualitativo, desarrollo o evolución.
Mientras
Engel se queda con el joven Kant, precrítico y filósofo de la naturaleza, en
Marx y posteriormente en Lenin apenas haya ilusiones dispersas cuando no
repetitivas del criterio engelsiana del Kant de este periodo. Marx supo, al
contrario de su compañero de lucha, revalorar para la historia de la dialéctica
“el lado activo” qué en la relación cognoscitiva resaltó el idealismo
filosófico y, dentro de ella, la filosofía de Kant crítico. Ciertamente que la
tesis I sobre Feuerbach no menciona literalmente Kant, pero su inclusión es
tácita al ser este el padre de la filosofía clásica alemana.
Lenin
en el transcurso de su lucha constante contra el revisionismo se ocupó más del
Kant crítico que del Kant precrítico. Su obra filosófica “Materialismo y
empiriocriticismo”, expresa su simpatía por los elementos materialistas[4],
y el rechazo de los aspectos idealistas y diagnósticos del pensamiento
kantiano. Por su parte, los diccionarios y manuales soviéticos de la filosofía
no sé de reproducir la imagen arquetípica del Kant juvenil que Engels se
encargó de subrayar debido sobre todo a su aporte a las ciencias naturales.
No
obstante, el juicio certero y la evaluación objetiva del pensamiento
naturalista del Kant precrítico por Engels, su opinión resulta unilateral y
bastante limitada debido a que se basa especialmente entre obras suyas el
periodo donde prevalece el interés por las ciencias naturales (1746-1760),
abraza una especie de racionalismo y comparto en una imagen optimista del mundo
y de la vida.
Estas
obras son “La cuestión de si la tierra envejece examinada desde el punto de
vista físico” (1754), Historia general de la naturaleza y teoría del cielo
(1755) y las Nuevas observaciones encaminadas a explicar la teoría de los
vientos (1756). La primera introduce la idea de final de la tierra en las
ciencias naturales, la segunda -la obra más significativa y que penetra más que
ninguna en el detalle empírico de la ciencia de la naturaleza- describe la
formación del universo a partir de una nebulosa primitiva, la llamada hipótesis
Kant-Laplace, cuya analogía se explica por el hecho de que el Conde de Buffon,
Jorge Luis Leclerc, propuso la misma idea en 1749; y la tercera obra donde se
adelanta a la ley de rotación de los vientos de Dove (1835).
Sin
embargo, pertenecen al mismo primer período kantiano otras obras que merecen
mención por su interés científico: Nueva elucidación de los primeros principios
metafísicos (1755) donde descarta la necesidad hipotética o virtual de la
escuela Leibniz-wolffiana en favor de la necesidad absoluta y única, con ello
la libertad no queda involucrado como un elemento del determinismo y así
avizora la visión científica moderna donde se reconoce que en cada objeto no
actúan solo fuerzas necesarias, sino también casuales, no esenciales. La
Monadología física (1756), cuyo mérito recae en fortalecer la tendencia de los
siglos XVII y XVIII en asumir la atomística como hipótesis científica y no como
mera especulación, insistir en el carácter abierto de los átomos, rasgo
subrayado por la atomística moderna al descubrir la transformación mutua de las
micropartículas. Y sus tres opúsculos sobre los terremotos (De las causas de
los terremotos, Historia y descripción del temblor de 1755, y Reflexiones
acerca de los temblores de tierra), escritos todos ellos en 1756, y cuya
importancia reside en su actitud por ver estos fenómenos a la luz de las leyes
de la naturaleza.
Exceptuando
su Historia general de la naturaleza diremos con E. Arnoldt (Juventud de Kant,
1882) y K. Vorländer (Vida de Kant, 1922) que los trabajos de este primer
período naturalista no salen de la etapa de orientación intelectual, por ello
sus obrillas poco extensas, redactadas a prisa y corriendo, aunque nunca dejan
de ofrecer un punto de vista nuevo y original son más importantes por su método
que por su contenido.
Por
ende, coincidimos en Engels en reservar un lugar de privilegio dentro de la
historia de la dialéctica al filósofo de Königsberg, pero discrepamos
profundamente en hacerlo por sus atisbos geniales, pero incipientes como
pensador de índole naturalista y newtoniano. La posición de Engels
sobredimensiona el valor, la importancia y la influencia de las teorías
cosmofísicas y cosmológicas del joven profesor universitario. Es más, al
hacerlo obnubila la verdadera causa por la cual nuestro pensador es importante
para la dialéctica, esto es, por su aporte a la comprensión de lo
contradictorio y complejo del proceso del conocimiento. Desde su punto de vista
el Kant precrítico a uno solo de sus periodos; a saber, al primero
racionalista-optimista (1746-1760). Además, pasa por alto que toda su
orientación natural se halla penetrada por una preocupación ética humanística.
Respecto
a la teoría del origen del sistema solar, la idea de la formación del universo
a partir de una materia primitiva fue formulada por Leclerc en su Historia
Natural (1749) antes que Kant (1755) y Laplace (1796). Así con el mismo
razonamiento engelsiano diríamos que por su hipótesis cosmológica a Leclerc le
corresponde un lugar de honor en la historia de la dialéctica. No obstante,
tanto para Leclerc, Kant y Laplace las leyes de la mecánica eran las únicas de
la naturaleza.
La
imagen engelsiana del Kant precrítico tiende a subrayar la importancia que tuvo
su periodo naturalista para fortalecer la dialéctica, la ides del desarrollo
como hipótesis científica. Para Engels la dialéctica se convertirá de hipótesis
científica en teoría científica luego de los tres grandes descubrimientos del
siglo XIX: la ley de la conservación y la transformación de la energía, la
teoría de la estructura celular de los organismos, y la teoría de la evolución
de Darwin. Sin embargo, al enfatizar su trascendencia para las ciencias
naturales deja de ponderar su importancia para la filosofía. Y es que el novio
qué importancia podría tener la fase crítica canana para la historia de la
dialéctica. Su apriorismo y esquematismo le parece fantasías criticistas Y si
ella no llega a descubrir ningún pulso dialéctico. En verdad, obstaculizaba una
visión más matizada del agradecimiento de la lucha de partido en filosofía con
el neokantismo a la cabeza y su socialismo ético en 1870, y el idealismo físico
de los empiriocriticistas en tiempos de Lenin.
Creo
que de esa perspectiva de la historia y desarrollo de la dialéctica con
relación a la filosofía es decisivamente más importante el Kant crítico que el
precrítico, y en relación con la ciencia conserva a todos valor el periodo que
va de 1746 a 1760. Más aún, sostengo que en general los aportes fundamentales
de Kant al desarrollo de la dialéctica los encontramos en el periodo crítico.
Por ello, filosóficamente si es que debemos rescatar acá para la historia de la
dialéctica no hay que hacerlo como autor principalmente de sus hipótesis de
índole naturalista sino como creador del giro copernicano todo transido de
contenido dialéctico, si viene de una dialéctica limitada solamente a los
límites de la razón, pero al fin y a la cabo dialéctica. Así, es necesario
comprender el literal ismo trascendental como el primer intento que trata de
expresar la dialítica del pensamiento abandonando su anterior carácter
hipotético para revestir un carácter científico. A propósito, resulta muy
distinto referir el método trascendental como el primer intento de explicación
científica de la dialéctica del conocimiento, que sostener como H. Cohen que el
postulado del método trascendental es la suma y el compendio de una filosofía
científica.
Todo
esto no nos debe hacer ver una separación tajante entre la fase precrítica y
crítica de Kant. Nada más lejos. Por lo demás ya Emil Arnoldt refería que la
obra kantiana no se erigió siguiendo un camino trillado, sino más bien
marchando hacia la meta en línea completamente irregular (cf., op. cit., p.
105).
Igualmente,
toda la obra precrítica kantiana que va de 1746 a 1771 conserva un valor
intrínseco, que hace insostenible un reduccionismo sin más al periodo que se
inaugura con la publicación de la Crítica de la razón pura en 1781. Recordemos
que en 1763 los conocedores de la filosofía veían al futuro creador de una
nueva metafísica, y que en ese mismo año su fama se había extendido en los
círculos literarios y filosóficos de toda Alemania con sus libros, la única
prueba posible para demostrar existencia de Dios (1762), Ensayo sobre la
claridad de los principios de la teología natural y de la moral (1763), y el
Intento de introducir en la sabiduría del universo del concepto de las
magnitudes negativas (1763). Aún más, como Karl Vorländer señala, el periodo precrítico
kantiano no sido una línea recta irregular, sino que está caracterizado por
virajes inesperados -el más notorio el de los años 1766 a 1770 que va de Los
sueños de un visionario a la obra De mundi sensibilis atque intelligibilis
forma et principiis-. No obstante, como Ferrater Mora distingue entre la fase
crítica y la precrítica parece haber un curso ininterrumpido muy coherente en
el pensamiento kantiano.
La
importancia extraordinaria de la imagen engelsiana, de la fase naturalista del
periodo precrítico kantiano reside en que destaca como desde un principio se
encuentra la idea del desarrollo en su filosofía. Nuestra misión será, a partir
de este indicio, rastrear su desarrollo e importancia a través de todas sus
etapas y relievar cómo las poderosas pulsaciones de la dialéctica determinan el
curso futuro de la misma en Hegel y en Marx.
Efectivamente,
los escritos de Kant van desde las Ideas sobre la verdadera apreciación de las
fuerzas vivas (1746), hasta de las Diferencias esenciales físicas entre la
estructura de los animales y la del hombre (1771), forman parte de este
horizonte dialéctico, soterrado y profundo, que se va manifestando desde el
Marco de sus preocupaciones naturalistas, metafísica y morales.
El
primer periodo (1746-1760) donde el interés por las ciencias naturales la
dialéctica revista la forma de dialéctica objetiva y empírica del macrocosmos a
través de las hipótesis cosmológicas y cosmofísicas. En el segundo periodo
(1760-1769 paréntesis donde aventaja la vocación filosófica con una fuerte
tendencia al empirismo la dialítica sufre un cambio notable. Las dudas sobre el
valor de la metafísica y de la lógica tradicional escolástica lo paulatinamente
conduciendo a una dialéctica del microcosmos, del pensar, aún rechazo de
silogismos que contradicen la naturaleza del real pensamiento, y de metafísica
espiritista que se mantiene ajena a la experiencia. en el tercer periodo
(1769-1781) y tras lectura de los Nuevos ensayos de Leibniz, aparecidos recién
en 1765, alumbra el principio criticista en su Disertación Inaugural, según el
cual al a priori o principios puros del conocimiento es irreductible a la mera
percepción de los sentidos como aseguraba el empirismo, como tampoco la
percepción sensible consiste en una imagen confusa como pensaba el
racionalismo.
De
la Disertación surgía una metafísica inmanente, concentrada en el estudio de
las leyes ontológica del entendimiento. A partir de este momento el otrora
Equilibrio entre la dialéctica de lo real y la dialéctica del pensar sería
desplazado por una atención cada vez mayor hacia esta última. En su cuarta
etapa (1781-1804) de sistematización del criticismo, analizando y precisando
las leyes del conocimiento y, consecuentemente, el concepto de experiencia,
objeto y naturaleza sería el aporte más decisivo a la dialéctica del pensador,
si bien desde una base idealista.
Así
las tres fases precríticas prepararon el camino a la filosofía crítica con la
cual la dialítica entró a una nueva etapa de desarrollo al ahondar en la
dialéctica del pensar.
Aquí
no se trata de ver posibilidades dialécticas de la teoría kantiana, de modo
análogo a los idealistas postkantianos que profundizaron las posibilidades
metafísicas del criticismo. No se trata tampoco de negar la consideración
neokantiana que veía en el pensador de Königsberg primordialmente un crítico
del conocimiento. Menos aún se pretende negar que exista una preocupación
metafísica fundamental y manifiesta en su pensamiento, como sostiene A.
Billharz, Ortega y Gasset, Heidegger y H. Heimsoeth.
Por
el contrario, lo único que se busca es destacar como tras el estudio
gnoseológico y de la preocupación por una metafísica dogmático-práctica no sólo
se desarrollan valiosos elementos dialécticos, sino que al volver una mirada
del objeto al sujeto toda esta filosofía se haya informado por un nuevo pathos
dialéctico que se abrirá camino desde Kant hasta Marx.
Lo
que quise plantea es una imagen dialéctica de la filosofía de Kant en el
sentido de considerar a este pensador como el iniciador de la filosofía
dialéctica moderna. Esta interpretación procura mostrar el carácter dialéctico
que se va abriendo paso tras la letra gnoseológica y el espíritu metafísico,
carácter que sería desarrollado por los representantes del idealismo alemán
cuya culminación idealista del método dialéctico se daría con Hegel.
Si
admitimos con Heimsoeth que “el verdadero fin último de la crítica de la razón
pura es la erección de una metafísica dogmático-práctica” (cf. La metafísica
moderna, p. 160), o con Heidegger que se trata no de “una teoría del
conocimiento óntico, sino del conocimiento ontológico” (cf. Kant y el problema
de la metafísica, FCE, p. 23), es porque previamente el método trascendental
planteó el proceso dialéctico como base del conocimiento. Planteamiento de
carácter tácito y no explícito, de despliegue orgánico y no discursivo. En Kant
la dialéctica se refiere al proceso de la conciencia cognoscente o pura a
priori.
En
suma, la imagen marxista de la fase precrítica requiere de mayor desarrollo
desde el punto en que la dejó Engels hasta el planteamiento de una comprensión
dialéctica de su filosofía.
- LA DIALÉCTICA DEL KANT JUVENIL
(1746-1760)
De
los siete trabajos de este periodo cinco son de índole física y dos de carácter
metafísico. Pero todo se haya unidos por un presupuesto común, a saber, la
consideración del universo en su totalidad.
Aun
cuando de su primer trabajo, Idea sobre la verdadera apreciación de las fuerzas
vivas, de 1746, Lessing opinaría mordazmente que Kant se lanzó a apreciar las
fuerzas vivas sin saber apreciar sus propias fuerzas, destaca
significativamente una preocupación metodológica al defender “el honor de la
raza humana” (cf. Prólogo, I parte III, parágrafo 125). Preocupación que
treinta y cinco años más tarde lo llevaría a delimitar los límites de la razón
misma.
Las
obras más representativas del periodo son la mencionada Historia general de la
naturaleza (1755) y Ensayo sobre el optimismo (1759). La primera es una
cosmología teleológico-idealista, donde el universo evoluciona autónomamente en
un despliegue poíno de sus posibilidades mecanicistas su optados en la materia,
esto es que se supone un creador del mundo que abandona la materia creada
asimismo para que evolucione espontáneamente hasta elevarse a grado superiores
evolución sin que se basa en un arquitecto del universo que regula el plan
universal. El realismo mecanicista del Kant newtoniano se resuelve en un
despliegue dialéctico de la fuerza infinita de lo Absoluto en el universo, en
un desarrollo continuamente progresivo de la Naturaleza, En confluencia con
concomitante de la pluralidad de las substancias (de la vida de la extensión)
para formar el Totum absolutum subtantiarum en un estilo y profundidad que
supera al propio Newton.
Esta
obra de astronomía y filosofía natural representa en toda la producción cantina
el punto más alto que pudo alcanzar en la dialéctica objetiva, donde la
substancias están sujetas a su propia Génesis, el mundo se desarrolla por la
fuerza interna de sus leyes naturales, y el universo está conformado por toda
la masa empírica substancial.
En
el Ensayo sobre el optimismo la dialéctica se resuelve en la línea de Leibniz
Que había firmado que hasta en las imperfecciones de este mundo se manifiesta
el ilimitada superabundancia y fecundidad de la dialéctica objetiva de la
naturaleza procreadora. La fuente del vicio moral dirá Kant, es la relativa
inercia de la fuerza de la razón que sucumbe a la sensibilidad.
Este
impulso dialéctico de su primer periodo juvenil lo recibe principalmente de la
física newtoniana. Los naturalistas del siglo XVII y XVIII se distanciaron
manifiestamente de la metafísica por considerar esta al mundo exenta de cambio
y omitir la transformación cualitativa de las cosas. Tal rechazo quedó
expresado en el aforismo de Newton: “¡Física, cuida de la metafísica! “. Una
segunda fuente lo constituye el racionalismo filosófico de autores como
Malebranche, Spinoza, Leibniz y Wolff, quien en su afán racionalizar de modo
cada vez más completo la realidad atendieron al factor interno o carácter
contradictorio del desarrollo de los fenómenos.
No
obstante, que el mecanicismo de las ciencias naturales de los siglos XVII y
XVIII entendía que las leyes de la mecánica eran las únicas de la naturaleza,
eliminando el dinamismo del ser y el finalismo del acontecer, el mecanismo
teleológico de Leibniz y Kant pretendían dar cuenta del movimiento del universo
atendiendo no solamente a los cambios de carácter interno, sino a los cambios
internos, de estructuras de los fenómenos provocados por las contradicciones
esenciales. Mientras que el mecanicismo anti finalista, que comienza con toda
conciencia con Descartes, combatida el determinismo metafísico disolviendo a la
realidad a movimiento mecánico, el mecanicismo teleológico incluyó además del
puro mecanicismo la idea del desarrollo, evolución, transformación cualitativa
de las cosas, que hacía resurgir bajo la cuerda, pero de modo substancialmente
nuevo la física teología. Dios crea, pero no rectificará su creación, la cual
estará librada a sus propias leyes internas y externas.
El
mecanismo de las ciencias naturales y el racionalismo inaugurado con Descartes
desempeñaron un gran papel en la preparación de la etapa de desarrollo
sistemático de la dialéctica.
La
dialéctica del Kant juvenil es la dialéctica que desentraña la modificación de
los fenómenos a partir de las leyes de la mecánica deducidas a partir de la
observación indirecta. Mientras que la dialéctica en la ciencia antigua se basa
en la observación directa desarrollando la imagen general del devenir
fenoménico, en la ciencia moderna de la idea del desarrollo se abrió sendero
para ello el desarrollo de la experiencia indirecta en la investigación, por la
cual la descripción caló a un nivel más profundo de las leyes de la naturaleza.
Como
destaca Julio Sanz, siguiendo a Gordon Childe, es equivocado establecer la
diferencia entre la ciencia antigua Y la ciencia moderna concibiendo la primera
como especulativa que observacional-experimental, y a la segunda como más
cuantitativa que cualitativa. Por el contrario, sostiene, la ciencia antigua
fue tan cualitativa y observacional-experimental como la moderna sólo que a
diferencia de esta última estaba basada en la experiencia directa y no
indirecta (cf. Introducción a la ciencia, Lima 1989, p. 29). En nuestro caso,
aunque las leyes de la dialéctica no son las leyes específicas de la ciencia,
sino las más generales en el desarrollo de la naturaleza, sociedad y
pensamiento, la explicación mecanicista de los fenómenos de la ciencia de
entonces contribuye al desarrollo de la representación dialéctica del mundo. al
compás de los descubrimientos de las leyes astronómicas con Copérnico y Kepler,
y de las leyes físicas con Galileo y Newton el pensamiento moderno avanzaba en
el descubrimiento de las leyes más generales de todos los objetos de la
realidad, esto es, hacia las leyes elípticas como los nexos internos
fundamentales de los fenómenos.
Entre
las bromas y la metafísica la cosmogonía kantiana compartida la profunda
consideración del universo en su totalidad, de todos los fenómenos del mundo
son partes de un proceso único universal, sujeto el líder del movimiento. Y
aquí residiré la esencia de su comprensión dialéctica correspondiente a su fase
naturalista, al abordar a la naturaleza como una totalidad dinámica en curso,
cuyos diversos sectores se hallan en intervinculación insoslayable.
3. LA DIALÉCTICA EN LAS OBRAS DE LOS AÑOS 1760 A 1769
Las
obras de este periodo muestran un cambio decisivo en el joven Kant cuya
atención se desplaza desde macrocosmos cosmológico del periodo anterior en
microcosmos ético-espiritual. Aquí la dialéctica se le revelará como una
utilidad sui géneris de la razón.
El
primer trabajo de este periodo es el “Nuevo concepto del movimiento y el
reposo” (1761), pero la primera obra que encarna el nuevo giro es “La falsa
sutileza de las cuatro figuras silogísticas” (1762). Comprar la lógica
tradicional escolástica con un coloso con pies de arcilla cuya cabeza se
pierden las nubes de la antigüedad, aprueba luego sólo la primera forma de
silogismo por considerar la acorde con la naturaleza real del pensamiento.
Mientras que las otras tres figuras las estima como juego de prestidigitación
intelectual.
Un
paso más en la crítica del método deductivo propugnado por la ontología
racionalista fue “La única prueba posible para demostrar la existencia de Dios”
(1763). La prueba ontológica presentaba por Anselmo de Cantorbery y renovada
por Descartes partía de la idea del ser perfecto para reducir sintéticamente la
existencia de la esencia, al contrario, parte de la existencia y no de la idea
de Dios como ser perfecto. predicar su perfección, es decir, una nota de su
existencia sólo es posible gracias a que hay que admitir su existencia como
principio. La existencia como posición radical di algo es distinto y anterior a
la esencia que es posible predicar de ese algo.
“Si se suprime tu existencia -dirá Kant- no
podremos sentir nada, nada en absoluto existirá, desaparecerá todo material de
algo pensable y se vendrá a la tierra por completo toda posibilidad” (cf. La
única prueba posible, sec. II, p. 82).
De
modo que para demostrar la existencia de Dios se sigue el cambio inverso: lo
posible es en virtud de qué existe un ser necesario, el mundo y el conocimiento
de su posibilidad se fundan en la existencia de Dios. Como señala agudamente
Cassirer “estamos ante un curioso preludio del método trascendental” (cf, Kant,
vida y doctrina, FCE, p. 82) donde el ser absoluto es condición para la
posibilidad de todo lo que se pueda predicar del sistema de verdades eternas en
general.
Prosiguiendo
en la investigación de la dialéctica del pensar, de los límites de los
argumentos lógicos, va a desintegrando gradualmente, el método empleado en un
comienzo por él mismo iba minando el valor de la metafísica tradicional,
publicará en 1763 su escrito Intento de introducir en la filosofía en concepto
de magnitudes negativas.
Si
La falsa sutileza y La única prueba posible quiebran la metodología de la
metafísica logística que de Lucia de los principios lógicos formales los
principios filosóficos naturales, el escrito sobre las magnitudes negativas
proseguirá con su ataque contra racionalismo de Wolff al reconocer la
existencia objetiva de los contradicciones reales, de principio de razón
suficiente, de las verdades de hecho que no pueden ser reducidas a las verdades
de razón, al principio lógico de no contradicción, a la oposición lógica. Pero
lo que está en cuestión para Kant es la metafísica silogística, tan cara a
Wolff y a su Escuela, mas no la metafísica en cuento tal. Al desbaratar el
fundamento logístico que, por medio de la relación entre el fundamento lógico y
la consecuencia, entre el antecedente y el consecuente se puede dar cuenta al
acaecer complejo de lo real, Kant se traza un nuevo método para la metafísica
que la ponga incapacidad de dar cuenta de las contradicciones reales sin
reducirla una mera relación entre predicados y juicios lógicos. Así la
metafísica silogística es incapaz de reflejar el sistema de la realidad, la
ontología logicista y su principio supremo de contradicción no da cuenta de la
estructura del ser, los criterios analítico-formales carecerían de validez
ontológica, el sistema del ser no puede demostrativa y deductivamente.
En
el Ensayo sobre la claridad de los principios de la teología natural y de la
moral, presentado al concurso convocado por la academia de ciencias de Berlín
en 1763, afirmará que el método silogístico es sintético dado que pasa por los
conceptos generales a las cosas concretas; sin embargo, es un reduccionismo que
no corresponde al sistema de las cosas y hechos concretos. La metafísica tiene
como único contenido a las cosas reales y en su nuevo método se debe partir
abordándolo desde la experiencia misma.
Si
en su etapa anterior el conocimiento de las contradicciones reales le parecía
posible por la vía demostrativa-deductiva del racionalismo wolfiano, ahora su
hueco empirista lo convence de qué el conocimiento de lo real no es posible
para la metafísica silogística, que hay que partir más bien de la experiencia,
del estudio de la naturaleza real del pensamiento, el reflejo del orden de lo
real exige el análisis del orden del pensar. Por ende, en el Programa de las
lecciones del semestre 1765-1766 surgirá las ideas de que la metafísica no es
un saber del absoluto, sino la “ciencia de los límites de la razón”. La
renuncia del método silogístico lo conduce al análisis de la experiencia misma
como misión esencial de la metafísica.
Sueños
de un visionario esclarecidos por los sueños de la metafísica (1766), obra que
defraudó las esperanzas de aquellos que veían en Kant a autor de una venidera
sólida metafísica, surge tras el estudio de la Arcana celeste del espiritista
Manuel Swedemberg. Lleno de humor muestra cómo un Wolff y un Crucius edifican
diversos mundos ideales a partir de conceptos subrepticios, absurdos y
contradicciones manifiestas. Los metafísicos como los espiritistas todos lo
extraen de su cabeza. Para él todas estas ideas espiritistas nacen del no
análisis científico, sino del prejuicio y de la rutina. El mundo de los
espíritus no es una materia de especulación teológica, sino de los sueños de
visionarios. Le enseñanza es concluyente en la ciencia hay que mantenerse en la
experiencia, conocerlo trascendente es imposible, sobre este punto sólo cabe
atenerse a la creencia moral.
Sobre
esta conclusión “que no hay ciencia sin experiencia” dirá Vleeschauwer qué dejo
confundido a Kant, pues la experiencia no podía fundamentar el carácter general
y necesario del conocimiento humano, así la ciencia tenía que hacer a un lado
los conceptos analíticos de la metafísica dogmática y manejarse con un tipo de
conceptos sintéticos que tengan como piedra de toque a la experiencia sensible
(cf. La evolución del pensamiento kantiano, p. 50). no sería hasta 1770, año de
la gran Luz, que Kant daría la solución a través del descubrimiento de unos
juicios tan necesarios como los analíticos y tan sintéticos como los fundados
en la experiencia. La posibilidad de los juicios sintéticos a priori y volverá
toda la problemática de la Crítica de la razón pura de 1781.
En
su última obra de este periodo Sobre el primer fundamento de la distinción de
las zonas dentro del espacio (1768) advierte que el espacio no puede ser ni un
fenómeno objetivo ni una resultante dinámica de las sustancias independientes,
sino que la materia y su relación mutua supone un espacio en general, es
espacio sería un concepto primitivo, algo inseparable de la representación y no
una idea innata del racionalismo ni un reflejo sensible del empirismo. En la
Disertatio el espacio figurará como una forma del conocimiento, pero por el
momento sólo quedará indicado como algo más fundamental.
Las
obras kantianas de los años 1760 a 1769 se caracterizan por su lucha decidida
contra la metafísica, el mundo de lo suprasensible, su concepción de Dios y la
ontología silogística. Su contribución a la dialéctica en esta etapa está dada
por su combate contra el escolasticismo y la religión y por su decidido
respaldo el método de las ciencias experimentales.
La
dialéctica del Kant juvenil entre los años 1760 y 1769 es la dialéctica que
descubre que las contradicciones de la realidad no pueden ser captadas a través
del método deductivo de la metafísica silogística que no es posible dar cuenta
del acaecer complejo de la realidad con los principios lógico-formales de la
ontología racionalista, no se puede reflejar la estructura del cerco en las
normas logicistas y sus criterios analítico-formales. el sistema del ser no se
modifica por la vía demostrativa deductiva. El sistema de las cosas y hechos
concretos exige una nueva dialéctica del pensar. La metafísica deberá sufrir
una reconversión de ciencia de la absoluto ciencia de los límites de la razón.
Es una dialéctica que se encamina a desentrañar los fenómenos, pero a partir
del estudio de la naturaleza real del pensamiento. el antagonismo evidente
entre la ciencia y experiencia, lo universal y lo particular, lo necesario y lo
contingente lo conducirá profundizar la dialéctica del pensar.
Al
final de este periodo le es completamente evidente que no es posible explicar
la esencia del conocimiento sólo a partir de la contradicción lógica, de los
principios lógico-formales. Es necesario trascender esta para aprender la
contradicción real, pero en el trascensus es insoslayable a honrar en las
contradicciones del pensar mismo. Aquí subyace la esencia dialítica de esta
etapa, al concebir la razón humana como una totalidad y contradicciones sui
géneris por investigar y analizar. En la tercera etapa marchará directamente
desde las contradicciones externas del lógico hacia las contradicciones
internas del pensar científico.
4. LOS ORÍGENES DE LA DIALÉCTICA IDEALISTA EN LA REVOLUCIÓN DE 1769-1770
En
1770 aparece la Disertación inaugural forma y principios del mundo sensible e
inteligible, obra considerada como el acta de nacimiento del criticismo. Es
aquí donde aparece el principio de autonomía y actividades del sujeto, la
dimensión activa de la conciencia como paradigma sobre el cual cabalgaría el
idealismo alemán. La Disertatio a la vez el comienzo del principio de actividad
del sujeto desde su lado teórico, y el verdadero. Donde comienza en la
preparación del camino para pasar a una concepción de la actividad humana desde
su lado practico y revolucionario. Kant se quedará en sentido teórico y moral
de la actividad del sujeto, Hegel la extenderá el trabajo humano, Feuerbach con
su tránsito desde lo Absoluto al humano antropología el principio de autonomía
del sujeto, siendo Marx el que completará el desarrollo de dicho principio
concibiendo al hombre concreto no sólo como un ser contemplativo, sino como un
ser histórico social y transformador del mundo.
Los
orígenes de la dialéctica idealista se remontan a esta obra de la gran luz del
criticismo, es aquí donde principia la formulación de las formas puras del
entendimiento encaminadas a explicar el proceso contradictorio del pensamiento.
El
pensamiento clave de la Disertación inaugural, el apriori o principios puros
del entendimiento, es fruto desliga de la maduración de las premisas
filosóficas (empirismo de Hume y racionalismo de Leibniz) y premisas
histórico-sociales (maduración de las contradicciones de la sociedad feudal
prusiana) de su época. El influjo de los nuevos ensayos sobre el entendimiento
humano de Leibniz, dado a la estampa en 1765, con su mismo: Nada en el
intelecto que no estuviera antes en los sentidos, salvo el intelecto mismo; y
la Investigación sobre el entendimiento humano de D. Hume, aparecida en 1770,
con su duda sobre la existencia de los objetos a priori (véase C. Ritter, Kant
y Hume, 1878; y L. Goldmann, Introducción en la filosofía de Kant, 1974)
constituyeron las premisas teóricas para la formulación de las formas puras del
entendimiento -el espacio y el tiempo en la Disertatio- en su intento por
superar la unilateralidad del racionalismo como del empirismo. Por otro lado,
la decadencia económico-social a la que se hallaba sometida el feudalismo
prusiano trataba de ser superado bajo el reinado de Federico Guillermo II a
fuerza de una disciplina férrea y severísima, que asfixiaba los ideales de
emancipación de una clase burguesa débil, indecisa y proclive a las componendas
(véase F. Engels, las guerras campesinas en Alemania; Helmut Plessner, la
nación con retraso, 1934; G. Flores Quelopana, Kant y la revolución burguesa,
1990).
El
apriori, desde el punto de vista filosófico, intentaba superar la
unilateralidad del empirismo que ponía en duda el conocimiento y universal del
racionalismo que negaba el papel de la experiencia sensorial como fuente del
conocimiento. Desde el punto de vista de la praxis social la formulación de los
principios puros del entendimiento subrayaba la dimensión activa de la
conciencia bajo el capitán ismo ascendente y que era parte de la preparación
ideológica de la revolución burguesa en Alemania. Para Luis Martín Santos, ley
ideología burguesa, en perpetua quiebra, necesitaba encubrir con un apriorismo,
una lógica intocable, su incoherencia interna. La incongruencia del sujeto
ideológico burgués prusiano pensaba convertirse en congruencia científica con el
sujeto trascendental kantiano (cf. Una epistemología para el marxismo, Madrid,
col. Manifiesto, 1976, pp. 19).
La
dialéctica materialista del marxismo superó la unilateralidad del racionalismo
y del empirismo al concebir el conocimiento como la unidad indisoluble de los
momentos racional y sensorial, pero no a partir de sujeto teórico y moral como
encanto, sino no del sujeto práctico que modifica por sí mismo el objeto. Sin
embargo, esta inclusión de la práctica en la teoría del conocimiento sólo fue
posible cuando las transformaciones revolucionarias de la sociedad se
presentaron en toda su radicalidad en la Alemania proletarizada de 1845. Sin la
maduración de las contradicciones sociales objetivas no podía elevarse teoría
la comprensión de la praxis productiva, material y revolucionaria. Por ello, la
respuesta y solución kantiana al problema del conocimiento fue una solución
ajustada a las contradicciones teóricas y contradicciones sociales propias de
su tiempo. Y su época fue la de tránsito o revolucionario desde una sociedad
feudal a otra burguesa.
La
filosofía de la actividad que comienza con el principio criticista de la
Disertación inaugural fue la primera gran revolución teórica de la burguesía
prusiana en el terreno de la filosofía contra los intereses de la sociedad
feudal, aristocrática y clerical. Las formas apriorísticas De la conciencia
humana contenían todas las ansias de liberación de un pueblo oprimido por el
régimen de cuartel de un monarca despótico, eran su reflejo protestatario, pero
representa el mismo tiempo toda incapacidad práctica de una clase burguesa que
desde los tiempos de las guerras campesinas se mostró antirrevolucionaria y
conservadora.
En
la Disertatio el espacio y el tiempo no derivan de la sensibilidad, sino que
los presupone, ni son conceptos generales, sino que son signos fundamentales de
nuestra intuición sensible. El espacio y el divo constituye la forma o ley que
organiza la caótica materia sensible, son el fundamento del nexo universal del
mundo sensible. La materia es la sensación, la cual evidencia la existencia de
un objeto independiente y exterior al pensamiento. El conocimiento sensible es
apariencia cuando aún no actúa el uso lógico del entendimiento. De la
experiencia la experiencia se llega solo a través de las formas del
entendimiento. Los objetos de la experiencia son los fenómenos. El tiempo hace
posible incluir la sucesión y simultaneidad de todos los objetos sensibles. El
espacio permite incluir los fenómenos en un nexo universal. En el capítulo IV
se aborda el tema del conocimiento intelectual donde distingue un uso real y un
uso lógico. Para Kant el uso lógico no elimina el carácter sensible de los
conocimientos, así los principios de la geometría no salen de límite de la
sensibilidad. En cambio, en la metafísica, sus principios son puros, inherentes
a la naturaleza misma del entendimiento. La metafísica inmanente se ocupará de
principios propios de la razón, de las leyes ontológicas del entendimiento. La
metafísica trascendente será aquella que indaga la esencia de los entes en sí,
la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la finalidad del mundo sin
tomar en cuenta los límites del entendimiento.
El
principio de autonomía del sujeto cognoscente en Kant reconciliar el
conocimiento como un proceso dialéctico de creación y no de reflejo del ser de
las cosas a través de un proceso teórico. El entendimiento no sólo toma sus
leyes del mundo sensible, sino que las prescribe a esta. Por más que el
conocimiento sea formal lógica más sensibilidad (tiempo y espacio), trate el
último término de la espontaneidad del espíritu para autoafectarse. Así las
formas a priori de la conciencia resultan desvinculadas del mundo objetivo, la
experiencia misma será un producto de la razón pura a priori.
Al
margen de lotería de la relatividad de Einstein (véase E. M. Chudinov, La
teoría de la relatividad y la filosofía, 1982) y la geometría no euclidiana de
Riemann y Lobachevski demuestra la intervención y dependencia del espacio del
tiempo respecto de la materia y el movimiento, negando que sean formas
prioridad y de nuestra sensibilidad; aparte de ello el agnosticismo en que se
deriva con las peculiaridades nuestro conocimiento es un agnosticismo que se
justifica como primera etapa de la investigación científica al ayudar a
combatir el dogmatismo metafísico, otorgando al trascendente calificativo de lo
incognoscible. El agnosticismo ilustrado de Kant desempeñó un papel progresista
combatiendo los prejuicios y dogmas de la religión, y al aliado de la ciencia
natural (véase James Ward, Naturalismo y agnosticismo, 1899). No obstante, su
agnosticismo metódico también contenía elementos contra el dogmatismo
materialista; esta forma de agnosticismo liado de la fe de la religión cobró
auge en la segunda mitad del siglo XIX (véase R.A. Amstrong, Agnosticismo y
teísmo en el siglo XIX, 1905), y relegando la metafísica al reino de los
afectos abría un boquete contra el conocimiento científico y el materialismo.
Sobre la base de las nuevas condiciones teóricas y de las condiciones
históricos sociales el agnosticismo metódico puso el descubierto todas sus
debilidades evolucionar el gnosticismo doctrinario, propio de las tendencias
filosóficas como el neokantismo, neopositivismo, pragmatismo, entre otros
(véase G. Michelet, sobre el agnosticismo contemporáneo, 1908).
************
La
imagen marxista del Kant juvenil tal como nos lo transmitió Engels es
insuficiente y unilateral. Para Engels el Kant juvenil es rescatable en su
periodo naturalista (1746-1760), porque sus teorías cosmológicas y cosmofísicas
fortalecieron el desarrollo de la dialéctica en la ciencia moderna. Este
reduccionismo la dialéctica a solo su primer periodo racionalista y newtoniano
me parece insostenible. Por el contrario, la idea del desarrollo, la
contradicción se va desenvolviendo a lo largo de sus siguientes periodos
juveniles hasta llegar con la revolución de 1769-70 a sentar el principio de la
dialéctica idealista. Por ende, la dialéctica en el Kant juvenil ni se reduce a
su primer periodo ni sólo tiene importancia y desarrollo en el ámbito de las
ciencias naturales.
De
la dialéctica natural y del macrocosmos de la primera fase racionalista
(1746-1760), donde aborda la naturaleza como una totalidad dinámica en curso,
transita a la dialéctica epistémica del microcosmos (1760-1769), donde
concebirá a la razón humana como una totalidad de contradicciones propias,
hasta llegar a descubrir el principio de la dialéctica idealista (1769-70), con
la dimensión activa de la conciencia de su lado teórico.
De
este modo parafraseando a Engels diríamos que querer estudiar dialéctica en
Kant es una labor necesariamente ardua y fecundo, en tanto que se nos ofrece un
compendio de la forma como se va a estableciendo el principio de la dialéctica
idealista (lado activo de la conciencia), nada menos por el padre de la
filosofía burguesa clásica alemana. En el giro copernicano, en el advertir el
lado activo del conocimiento, la construcción teórica y moral del mundo
constituye la base de la dialéctica revolucionaria y transformadora del mundo
de la filosofía marxista.
SCHELLING. Leyó con intensidad a Kant. En él predomina la
intuición intelectual, la fantasía creadora y lo irracional. Su filosofía de la
identidad, donde se unifican el Espíritu y la Naturaleza, en el seno de lo
Absoluto, fue una contribución al desarrollo de la dialéctica. Tuvo
un papel clave en la evolución de la dialéctica porque intentó superar la
subjetividad de Fichte y sentó las bases para la dialéctica de Hegel. Mientras
que Fichte veía la realidad como una proyección del Yo, Schelling desarrolló
una filosofía de la identidad en la que el Yo y la naturaleza forman una unidad
absoluta. En su Sistema del Idealismo Trascendental, propone que la
oposición entre sujeto y objeto debe resolverse en una síntesis superior, lo
que es un paso importante hacia la dialéctica hegeliana.
CAPÍTULO
TERCERO
LA
CONCEPCIÓN DIALECTICA
DEL CONOCIMIENTO
EN KANT
“La
razón pura es una esfera tan aislada, y en sí misma, tan enlazada por todas
partes, que no se puede poner la mano en ella sin tocar a todas las demás…
trátese de un organismo organizado.”
E.
Kant (Prolegómenos)
1.
Kant y la contradicción. 2. El carácter dialéctico de lo trascendental. 3. Lo
trascendental y la lógica dialéctica. 4. La dialéctica subjetiva y lo concreto
del pensar en el idealismo crítico. 5. Conocimiento y síntesis.
- KANT Y LA CONTRADICCIÓN
Kant
es el iniciador de una etapa superior en el desarrollo de la dialéctica, aunque
su aporte más significativo y visible resida en la comprensión de lo
contradictorio y complicado del proceso del pensamiento.
Y
cuando vinculamos la dialéctica a Kant no la limitamos a su doctrina de las
antinomias, sino que la hacemos extensiva a la naturaleza contradictoria del
pensamiento mismo.
En
este sentido Kant fue el primero en representar el conocimiento como proceso
contradictorio, en permanente movimiento, que avanza de síntesis, en síntesis.
Reflejan
la contradicción dialéctica del conocimiento la estructura misma de la Crítica
de la razón pura[5],
la sucesivas estructuras que serán acoplando hasta construir la objetividad o
determinar la cosidad de la cosa, como lo llama Heidegger[6], el
despliegue de las síntesis a priori, la insurgencia de una unidad sintética
como resultado del encuentro del sujeto puro y la materia informe, el
significado racional y no en el sentido de tótum simul de la analogía, el
carácter relacional del experiencia y la naturaleza, la interacción funcional
de los principios trascendentales, el tiempo como horizonte de configuración
del objeto, entre otros.
Sin
embargo, en Kant el desarrollo de la dialéctica del conocimiento es idealista,
pues el anticipar el concepto de sujetos las cosas pasan a ser determinadas no
por sus propiedades, sino por las peculiaridades de nuestro conocimiento. Como
veremos más adelante como en la filosofía crítica se quiebran en la
interrelación dialéctica como esencia, como natura materialiter spectata, y
fenómeno, como natura formaliter spectata, a declarar la incognoscibilidad de
la cosa en sí sensible como suprasensible y considerar el carácter subjetivo
del fenómeno. Entre las causas de esta separación de las características del
objeto está el hecho de que el fenómeno es más rico, ágil y dinámico, mientras
que la esencia relativamente más estable.
Pero
lo que nos interesen en primera instancia es destacar el carácter dialéctico de
lo trascendental y subrayar a Kant como el iniciador de la lógica dialéctica,
la misma que partir del marxismo se convertirá en disciplina independiente.
- EL CARÁCTER DIALÉCTICO DE LO
TRASCENDENTAL
Para
Kant no trascendental consiste en el estudio de la razón pura, sirve para
caracterizar la conciencia del hombre y sus actitudes cognoscitivas.
“Llamo
trascendental todo conocimiento que en general se ocupe, no de los objetos,
sino de la manera que tenemos de conocerlos, en tanto que sea posible a priori”
(cf. CRP, A 12, B25, L161).
Así,
este concepto no es aplicable el mundo exterior, sino la conciencia pura, pero
como señala Sixto García, no en forma absoluta, más bien en relación con las
representaciones sensibles que nos afecta. García escribe: “la investigación
trascendentales el estudio de la razón pura introducido en las impresiones
sensibles “ (cf., Introducción en la filosofía de Kant, p. 23).
Kant
que pensará en sus detractores esclarecerá aún más el concepto, remarcando que
el método trascendental no significa algo que está más allá de la experiencia,
sino que la precede a priori y la hace posible. Y para no dejar dudas al
respecto remachará afirmando:
“Mi
puesto está en el fructífero pathos de la experiencia” (cf. Prolegómenos).
Así,
tenemos que trascendental: (1) tiene como tema no el mero entendimiento, si no
esté en relación con la intuición, (2) de modo que tiene como piedra de toque a
la experiencia sensible, (3) por lo que estudia la relación de la razón pura y
la cosa en sí, (4) se constituyen un ámbito que precede a priori a la
experiencia y de la cual es su fundamento, y (5) finalmente hace posible el
conocimiento experimental.
El
idealismo crítico trascendental no es una construcción material, en el sentido
de totum simul, De las cosas en sí mismas, sino que es la constitución formal
de los objetos. Lo trascendental determina el ser de las cosas, ser exposición,
es constituido por los juicios sintéticos a priori. La forma de las cosas tiene
el carácter del concepto de un objeto en general. Este objeto trascendental no
es otra cosa que el resultado de la síntesis trascendental general, síntesis de
otras síntesis trascendentales, asentadas todas ellas en una conciencia
trascendental.
Todo
este movimiento de la conciencia pura describe una dialéctica subjetiva, una
práctica reducida selectividad del espíritu y del pensamiento. El sistema
trascendental es el primer intento de exponer de manera sistemática las leyes y
categorías fundamentales de la dialéctica subjetiva, de concebir el
conocimiento como un proceso en movimiento cuyo origen y fuerza motriz son las
formas apriorísticas de la conciencia y que constituye el meollo de todo lo
cognoscible y existente para el hombre.
Ahora
bien, este primer peldaño del desarrollo de la dialéctica en Kant tiene varios
ángulos. Primero, está presente en el problema crítico; luego, en el contenido
de la razón pura; también, en la Constitución del objeto puro, en los
procedimientos melódicos de su doctrina. En verdad, un hilo dialéctico
atraviesa de modo inconsciente todo su pensamiento.
El
objeto estudiado por Kant es la razón concebida pura y a priori, la cual tras
ser sometida a un profundo análisis será descompuesta en sus diversas
funciones, elementos y relaciones, desentrañando esencia contradictoria del
pensamiento. Pero percatado de ello va a estar referirnos a las sucesivas
formulaciones y las síntesis a priori que tiene lugar en los tres núcleos
centrales de la CRP.
Así,
en la deducción trascendental de los conceptos puros se persigue mostrar la
posibilidad misma de las síntesis (tesis); el esquematismo trascendental el
propósito es mostrar los nuevos relación de todas las síntesis para la
recepción del material sensible, superando para ello dialécticamente, el
aspecto que asume una síntesis por sí sola (Antítesis); y en el sistema de los
principios trascendentales el objetivo es integrar a la síntesis reglas que
determinan el criterio de objetividad (síntesis).
Parafraseando
a Lenin podríamos decir que en Kant la dialéctica es el estudio de la
contradicción de la esencia misma de la razón o pensamiento humano. La
dialéctica en la filosofía crítica no está presente bajo la forma de rígidas
tricotomías, sino que aquí no existirá razón que no sea interiormente
contradictoria. Todas las cosas del mundo objetivo dependerán de la elaboración
de los datos de los sentidos del por las Funciones lógicas de las categorías.
La dialéctica subjetiva de Kant es idealista porque desvincula por completo las
categorías del pensamiento, que no depende de la experiencia, respecto al mundo
exterior, que deriva en un punto de la razón. Para replantearse la dialéctica
subjetiva dentro de los Mars idealistas se tendrá que esperar a Hegel, para el
cual los conceptos y demás formas de pensamiento no son simples en envolturas
en los que se puede fijar cualquier contenido, sino que en ellas se expresan
los nexos y relaciones fundamentales de las cosas mismas, aunque estas, en
definitiva, sean productos de un demiurgo espiritual.
El
carácter dialéctico del trascendental se ponen evidencia en el tipo de anexo
que existe entre el tiempo y la precisión trascendental. Mientras que el tiempo
contiene las percepciones azarosas y casuales, la apercepción es su contrario,
pues es la única fuente que lleva consigo orden y necesidad, mi edad y sin
tesis. Estos contrarios (el tiempo y la apercepción) se impregnan mutuamente en
el Objekt, y se excluyen uno del otro por la peculiaridad de sus propias
síntesis (la sinopsis de la sensibilidad y la unidad de la apercepción). Es
decir, entre ellos tienen lugar la unidad y lucha de contrarios, donde uno de
los aspectos no puede existir sin el otro, uno presupone al opuesto.
Ley
eléctrica de unidad y lucha de contrarios también se pone de manifiesto en la
manera de concebir el inicio de todo el proceso de síntesis.
“Ahora,
-apunta Kant- lo que puede, como representación preceder a todo acto de
pensamiento es la intuición; y si esta no contiene más que relaciones, la forma
de la intuición, que no representa nada hasta que no haya algo que este dado en
el espíritu, no puede ser otra cosa que la manera según la cual el espíritu ha
sido afectado por la propia actividad, por esta posición de su representación,
por consiguiente, por sí mismo, es decir, un sentido interno según su forma”
(cf., B 67-68, L 193).
Será
el tiempo el que tiene el poder de autoafectarse Y empezar todo el proceso de
síntesis, es el espíritu en actividad el iniciador de la síntesis pura, la
causa de su desarrollo es la entraña de los impulsos internos la que descubre
la fuente del movimiento de pensamiento y desarrollo de un concepto de un
objeto en general (Objekt). El origen de este desarrollo es la contradicción
misma del espíritu que brota de sus aspectos internos contradictorios. El
espíritu es la unidad inicial en el despliegue de las contradicciones del
pensar, en tanto que la lucha de los contrarios se expresa al superior de las
contradicciones donde se termina con la configuración de los objetos a priori.
En
las diversas modificaciones lo múltiple puro por las tres fuentes originales de
la conciencia trascendental se percibe, en su envoltura y de lista, la ley
dialéctica del cambio cuantitativo en cualitativo y viceversa, que caracteriza
el movimiento del pensamiento y afecta a sus propiedades internas.
Siendo
la propia actividad de sujeto el objeto afectando este se presenta la
sensibilidad como sinopsis del múltiple a priori, esta sinopsis de lo múltiple
sufrirá un cambio cualitativo cuando la imaginación organiza la síntesis de
este múltiple, a su vez, esta síntesis de la imaginación sufrirá otro cambio en
la unidad de estas síntesis por la apercepción originaria. Ahora bien, el
cambio de los múltiples desde la sinopsis de la imaginación hasta la unidad
sintética de la apercepción dental tan apreciable, por sus modificaciones de
sus propiedades internas, que esta unidad sintética que es el Objekt es el
fundamento de todo lo empírico y toda verdad empírica.
La
ley de la negación de la negación, según la cual el desarrollo es de carácter
ascendente, de lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior,
encuentren el idealismo trascendental una intuición mucho más débil y
contradictoria. Débil, porque a la razón pura le caracteriza la invariabilidad,
eternidad, y ahistoricidad. Ella está ex de cambio y desarrollo evolutivo.
Contradictoria por qué; sin embargo, si bien encuentro un límite de la
naturaleza eterna de la razón a priori, está dentro de sí da lugar a un
desarrollo ascendente en la configuración de los objetos de la experiencia.
Es
decir, la negación de la negación estaría presente en la CRP no en cuanto se le
aplique a una conciencia inmutable, sino en cuanto concierne el desarrollo de
una de sus funciones, a saber, el Objekt, como envoltura formal resultado de la
negación de relaciones puras de la sensibilidad y de la imaginación.
En
realidad, cuando firmamos el carácter dialéctico del trascendente y la
presencia inicial de las leyes dialécticas a la filosofía kantiana aspiremos a
demostrar cómo esta doctrina desempeñó un gran papel en el desarrollo de la
dialéctica idealista como precedente inmediato de la dialéctica materialista
del marxismo.
- LO TRASCENDENTAL Y LA LÓGICA DIALÉCTICA
Kant
es el precursor de la lógica dialéctica, Hegel el que la sistematizó y Marx el
que le puso en una solución materialista. En Kant la lógica dialítica asume la
forma inicial de filosofía trascendental, en Hegel ésta es “… la lógica
concebida como el sistema de la razón pura, como el reino del pensamiento puro.
Este reino es el de la verdad tal como está en sí y para así, sin envoltura.
Por ello, puede afirmarse que he dicho contenido es la representación de Dios,
tal como es en su ser eterno, antes de la creación de la naturaleza y de un
espíritu finito” (Ciencia de la lógica, I, p. 66). Es decir, que por el
filósofo de Stuttgart la lógica dialéctica es la ciencia de las formas
generales del movimiento del pensamiento, pero el origen de la riqueza de su
contenido sería el creador del mundo[7].
En
Marx la lógica dialéctica es lógica de lo real, lógica de lo concreto, como el
logos del ser. “Para Hegel -escribe- el proceso del pensamiento, hay que
convierte incluso, bajo el nombre de ideas, en sujeto con propia vida, es el
demiurgo de lo real y lo real su simple forma externa. Para mí, por el
contrario, lo ideal no es más que lo material traspuesto y traducido en la
cabeza de los hombres”. (cf. Palabras finales a la segunda edición alemana del
t. 1 de El Capital). Por lo tanto, en el marxismo la lógica dialéctica es la
ciencia de las leyes generales del movimiento del pensamiento, pero como
resultados de una descripción empírica de lo real.
“Hegel
-dirá Marx- dios le ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento
que se ensimisma, desciende a sí, se mueve en sí”. Para Marx la dialítica del
pensar será el reflejo dinámico de la dialéctica de lo real. En Hegel la
dialéctica de lo real es el reflejo activo de la dialéctica de la idea,
mientras que en Kant la dialéctica de lo real, en cuanto fenómeno, es producto
de la dialéctica del pensar, en cuanto principio trascendental de la razón
pura.
La
lógica dialéctica como demostró Henri Lefebvre (cf. Lógica formal y lógica
dialéctica, 1947), lo que crítica no es la lógica formal del Organon, sino el
uso formalista que lleva una metafísica de las esencias. Para el marxismo la
definición de la lógica dialítica o concreta no es, por tanto, diferente de la
lógica formal, condición de que se rechace todo formalismo y todo idealismo en
la definición de las formas del conocimiento.
Kant
distingue entre lógica formal, que se ocupa de las formas abstractos del
pensamiento conforme al principio de no contradicción, y la lógica
trascendental que, en cambio, toma en cuenta el contenido de la experiencia
posible. Para él la naturaleza misma de las proposiciones lógicas son
imposiciones de analógica trascendental. Aquí el correlato de las operaciones
lógicas son una realidad trascendental o conjunto de relaciones a priori[8].
(1)
Los
principios lógicos no serán “invariantes para todos los mundos posibles”
(solución ontológica de Leibniz), ni reductibles a las leyes psicológicas de la
asociación, sino determinaciones de la función trascendental, que al aplicarse
a lo real se vuelven principios normativos (cf. CRP, B 74). Por ende, la
conciencia representa el horizonte dentro del cual se la validez de los
principios de la lógica formal. Es la estructura de la conciencia en la que
determina la lógica trascendental, que se ocupa de las funciones a priori de
entendimiento, y que la condiciona la correspondencia de la lógica formal con
la trascendental (cf. L. Lugarini, La lógica trascendental kantiana, 1950).
La
lógica trascendental kantiana conducirá, como dice Jean Hyppolite (cf. Lógica y
existencia. Ensayo sobre la lógica de Hegel), a la lógica metafísica de Hegel,
donde las operaciones lógicas se encuentran en su correlato en el despliegue de
la idea. Lógica, naturaleza y espíritu son los términos y momentos del
silogismo y despliegue de la idea.
Esta
lógica metafísica se encuentra expuesta de modo sistemático en la CIENCIA DE LA
LÓGICA, obra escrita entre 1812 y 1816, y que en cierta forma es la piedra
angular de todo el sistema hegeliano, y fue Lenin el primero que demostró su
importancia, el cual la leyó entre septiembre y diciembre de 1914 durante su
estadía en Berna, destacando como la lógica metafísica hegeliana se hallaba
transida de la lógica dialéctica. “Es de subrayar -escribe- que todo el
capítulo sobre la Idea Absoluta no menciona casi la palabra Dios, no contiene
ningún idealismo específico, pero tiene como sujeto esencial el método
dialéctico… Y todavía más, en la obra más idealista de Hegel es donde hay más
materialismo” (Cuadernos sobre la dialéctica de Hegel, 1967, p. 189).
De
modo análogo podría decirse que la filosofía trascendental, en cuanto “nada
enseño sobre el contenido del conocimiento y sólo se limita a exponer las
condiciones formales de la conformidad del conocimiento con el entendimiento”
(B 78), es el primer paso hacia la lógica dialítica por cuanto se aboca a
determinar lo concreto del pensar como síntesis de muchas determinaciones,
aunque desvinculado de lo concreto real como verdadera fuente de la
representación y del pensamiento.
Ciertamente
que Kant no hubiese estado de acuerdo en que se llamara a su doctrina filosofía
trascendental, sino filosofía crítica, por cuanto no contiene un análisis
detallado de todos los conocimientos a priori, más bien la crítica de la razón
pura es la idea completa de la filosofía trascendental, pero no esta filosofía
misma. De modo que el decir filosofía trascendental salud del sentido mismo que
le concede el filósofo de Königsberg.
Éste
es el sentido que le da a Kant la ciencia re recién descubierta cuando en una
carta a Marcus Herz del año 1772 señala como misión de la filosofía
trascendental “el Reducir todos los conceptos de la razón totalmente pura a
cierto número de categorías, pero no como Aristóteles, que fue en numerándolas
en sus 10 predicamentos, de un modo aproximativo, a medida que las descubría,
sino tal y como se dividen por sí mismas en clases mediante unas cuantas leyes
fundamentales del entendimiento” (cf. Carta de Kant a Marcus Herz, 1772, IX,
160).
Otro,
como lo han subrayado exégetas eximios como Paton, Vaihinger, Cohen, Grayeff,
Caramella y Smith, al igual que los principales términos de la filosofía
crítica no conserva un sentido unívoco. Así la polisemia de la palabra
trascendental ha sido destacada por Norman Kemp Smith, el cual distingue hasta
tres usos en Kant: (1) designación de un cierto tipo de conocimiento, como
ciencia de lo a priori, (2) como designación de los factores a priori, o
representaciones aplicables a los objetos, y (3) cómo las condiciones que hacen
posible la experiencia, como facultades y síntesis trascendentales (cf. A
Commentary to Kant’s critique of Pure Reason, 1918, pp. 73-76). Y es que, como
observa agudamente Sixto García, “los sentidos de las palabras van variando conforme
al despliegue de los temas” (cf. op. cit., pp. 95-96). Sin embargo, el sentido
multívoco De este término no responde únicamente el desarrollo temático, sino
que es una exigencia de la naturaleza misma de la ciencia, factores y
condiciones a priori analizadas. Esto es, que su variedad no sólo es de orden
metódico, sino fundamentalmente de orden orgánico y estructural.
Con
su preocupación por trazar la arquitectónica de la ciencia de las leyes del
pensamiento, le corresponde a Kant el mérito de haber iniciado una nueva etapa
en el desarrollo de la lógica dialítica y de constituirse en una gran figura
filosófica, por los nuevos problemas que planteó, que sirvió de plataforma a la
dialéctica de Hegel y de Marx.
- LA DIALÉCTICA SUBJETIVA Y LO CONCRETO
DEL PENSAR EN EL IDEALISMO CRÍTICO
La
filosofía trascendental es la primera configuración de importancia de la lógica
dialéctica donde se descubre, con sus propios términos, ante nosotros la
dialéctica subjetiva y lo concreto del pensar.
En
el marxismo lo dialéctica subjetiva no es sino el reflejo en la conciencia de
la dialéctica objetiva a través de contradicciones, y lo concreto real es el
punto de partida del proceso cognoscitivo, posee su propia génesis, es lo
abstracto del pensar mientras no se elabore lo concreto del pensamiento, y está
conformado por hechos reales, esto es, por toda la masa de experiencia empírica
socialmente acumulada.
En.
el Kantismo la dialéctica subjetiva alude a la materia de la experiencia
ordenada por las categorías, es el entendimiento prescribiendo sus leyes a
priori a la naturaleza, son los principios trascendentales haciendo posible
tonto la esencia de la experiencia como la realidad de la experiencia; lo
concreto del pensar es la elaboración del tejido de juicios sintéticos a priori
que configuran el Objekt (objeto a priori), o el todo puro de toda experiencia
posible, es el espíritu que se dicta a sí mismo su propio ley, es el tiempo con
su capacidad para autoafectarse y empezar todo el proceso de síntesis; y lo
concreto real es la cosa en si incognoscible e inaccesible, la existencia
metafísica y absoluta, lo que subsiste por si y no necesita de nada más para
existir, concepto problemático para Jacobi, contradictorio para Salomón Maimon,
inadmisible residuo irrealista para Segismund Beck, e insostenible supuesto
metafísico para los neokantianos.
No
se trata aquí ni remotamente de defender la concepción del proceso
contradictorio del pensar (dialéctica subjetiva) ni la cosa en si incognoscible
de Kant, menos aún de defender apologéticamente la gnoseología del marxismo. La
intención es otra, al intentar penosamente sacar a la luz los rudimentos de
dialéctica que se hallan en el criticismo bajo forma subjetiva, y presentarlos
como una investigación profunda, aunque idealista, de la actividad del hombre,
que de formas apriorísticas llegará a su forma histórico-social en Marx.
“Pero
querer estudiar dialéctica en Kant -escribe Engels- sería una labor
innecesariamente penosa y estéril, teniendo como tenemos las obras de Hegel, en
que se nos ofrece un compendio de lo que es la dialéctica, siquiera se la
desarrolle aquí desde un punto de vista radicalmente falso” (Dialéctica de la
Naturaleza, p. 27).
Pero
este párrafo para ser cabalmente comprendido debe ser ubicado en el contexto
histórico ideológico correspondiente. El párrafo corresponde al viejo prólogo
del Antidüring, escrito en mayo-junio de 1878, cuando en Alemania se echaba por
la borda en filosofía al hegelianismo y al método dialéctico, haciendo estragos
"los filisteos" como Schopenhauer, E. von Hartmann, Vogt, Büchner y
el neokantismo, que salvaba de Kant lo que no merecía ser salvado (op. cit., p.
25).
Esto
es, que en medio de la pleamar del neokantismo resultaba inútil buscar la
dialéctica en Kant y m6s bien el retroceso desde la filosofía dialéctica hasta
el pensamiento estrechamente antimetafísico no podría ser superado sin retornar
a Hegel y rescatar de sus obras la dialéctica. En cambio, en nuestro caso d
estudio de la dialéctica en Kant no responde ni al olvido de la dialéctica
hegeliana, ni a un sobre exigir y tergiversar la doctrina criticista sino a una
valoración de esta como un escalón nuevo en el desarrollo de la dialéctica sin
la cual no es posible entender cabalmente ni a Hegel ni a Marx.
Por
cierto, cuando Engels rescata a Kant para la historia de la dialéctica, lo
hace, según A, como autor de dos geniales hipótesis de índole naturalista,
"sin las que las modernas ciencias naturales no podrían dar un paso: la
teoría del origen del sistema solar, antes atribuida a Laplace, y la teoría de
la resistencia a la rotación de la tierra por las mareas, ..." (Ibid., p.
26). En el Antidüring subrayará "... que Kant ha introducido la noción de
final de la tierra en la ciencia de la naturaleza' (ib. p. 257).
En
todo caso, Engels ensalza al Kant precrítico y considera al Kant critico
extraviado en las fantasías del apriorismo y esquematismo, nacidas al tomar la
conciencia como algo dado y contrapuesto al mundo (lb., pp. 21-33). Pero, como
ya lo hemos indicado, los aportes decisivos, aunque limitados, a la dialéctica
por Kant corresponde a su periodo crítico. En verdad, más dialéctica que en sus
hipótesis naturalistas encontramos en su conclusión critica del ser como
posición, del sujeto como sustancia de lo verdadero, esto es, que la razón, el
pensamiento jamás se halla en reposo sino en constante movimiento poniente, que
es la formación lógico-ontológico del conocimiento humano. Sin esta idea
profundamente dinámica, y que constituye el meollo conclusivo de la filosofía
critica, sería inconcebible ver aflorar ex nihilo la dialéctica en Hegel
expresada en la tesis: “Lo verdadero no sólo se expresa como sustancia sino
también como sujeto" (Fenomenología del Espíritu, p. 24), donde las
contradicciones solen del encierro de la conciencia para emprender su libre
vuelo por todo d cosmos a través de la Idea que se enajena en la naturaleza y
la historia, para retornar finalmente a sí. Igualmente, Marx de esta gran idea
cardinal: la sustancia espiritual activa, con la que dará remate todo el
movimiento filósofo desde Kant, desechará su envoltura idealista transformando
el principio dialectico como un conjunto de procesos material-. "La tesis
-dirá Engels- de que todo lo real es racional, se resuelve, siguiendo todas las
reglas del método discursivo hegeliano, en esta otra: todo lo que existe merece
perecer" (Ludwig Feuerbach, p. 9).
la
valoración de Lenin del pensamiento kantiano, aunque más matizada no deja de
ser tributario de su lucha encarnizada contra el neokantismo (cf. Algo más
sobre la teoría de la realización. Artículo publicado en 1899, Obras completos,
t. IV) y todas las variantes reaccionarias del idealismo en boga. Lenin
distingue dos tipos de crítica del kantismo, una desde la derecha (Fichte,
Hegel, Avenarius, Schulze, Mach, Rehmke y Leclair) y otra desde la izquierda
(Feuerbach, Marx, Engels, Rau, Lafargue y Kautsky), subrayando además que el
rasgo característico de esta doctrina ora el agnosticismo y el eclecticismo.
"El rasgo fundamental -escribe- de la filosofía de Kant - que concilia el
materialismo con el idealismo... Cuando admite ... una cierta cosa en sí, entonces
Kant es materialista. Cuando declara a esta cosa en sí incognoscible entonces
Kant habla como idealista" (Materialismo y empiriocriticismo, p. 250). El
apremio de Lenin por combatir el idealismo físico de los machistas, no le
permite atender el aporte kantiano a la historia de la dialéctica, por lo cual
su valoraci6n en este sentido se mantiene al nivel en que lo dejó Engels. Marx,
por su parte, sí señaló como su gran mérito el haber desarrollado "el lado
activo" de una relación entre sujeto y objeto.
"La
falla fundamental -escribe Marx- de todo el materialismo precedente (incluido
el de Feuerbach) reside en que sólo capta el objeto (Gegenstand), la realidad,
lo sensible bajo la forma de objeto (Objekt) o de contemplación (Anschaung), no
como actividad humana sensorial, como práctica, no de modo subjetivo. De ahí
que el lado activo fuese desarrollado de un modo abstracto, en contraposición
al materialismo, por el idealismo, el cual, naturalmente, no conoce la
actividad real, sensorial, en cuanto tal...” (cf. Tesis 1 sobre Feuerbach).
En
la actualidad, el filósofo germano occidental Gottfried Stiehler ha puesto de
relieve a la dialéctica en la filosofía premarxista del idealismo alemán (El
idealismo de Kant a Hegel, 1970; Dialéctica y praxis. investigaciones sobre el
lado activo en la filosofía premarxista y marxista, 1968), recuperando, dentro
del mismo espíritu, a Kant para el marxismo. No obstante, su planteamiento está
centrado en la relación existente entre dialéctica y praxis social en la
filosofía idealista. Por el contrario, aquí intentamos iluminar el hilo
dialéctico esencial que se haya contenido en el pensamiento kantiano, sin
obviar su relación con la praxis social cuyo estudio lo efectué en un trabajo
anterior (Kant y la revolución burguesa, 1990).
La
dialéctica subjetiva da lo trascendental alude a la trabazón interna de la
Crítica de la razón pura, como relación de la razón pura y la cosa en sí, de la
forma cómo la razón recibe las representaciones que le llegan de la cosa en sí
incognoscible, de la manera como la razón pura se introduce en las impresiones
sensibles configurándolas. Pero esta diol6ctica subjetiva de lo trascendental
no es una relación entre cosas sino una relación entre representaciones puras,
en cuanto hacen posible el concepto de un objeto en general. Así, tanto el Yo
como la cosa en sí, en un sentido trascendental, son puras relaciones que se
nos da “como sustancia en el fenómeno” (A 379).
De
paso podemos advertir la polisemia del término "cosa en sí", que aquí
aparece restringirse a un límite puramente trascendental pero que, a lo largo
de su obra, no consigue eliminar su significado como fundamento objetivo de los
fenómenos. Tan decisivo es este problema que hará decir a E. Cassirer: “No
obstante hay que reconocer que constituye un defecto esencial de ¡a exposición
que Kant hace en la CRP el que en ella no resplandezca ya esta relación en todo
su alcance, sino a través de alusiones vagas y provisionales. Y así, vemos cómo
la teoría kantiana del nóumeno y de la cosa en sí, bajo la forma en que se
expone por primera vez en la CRP aparece envuelta en una oscuridad que habría
de ser fatal para su comprensión y desarrollo histórico” (cf., Kant, vida y
doctrina, p. 257).
Será
justamente d carácter incondicionado e incondicionable de la cosa en sí y de
nóumeno en la teoría kantiana la que sellará el divorcio de factum entra la
dialéctica objetiva y la dialéctica subjetiva, entre el ser y d conocer, la
esencia y el fenómeno, la existencia objetiva y el carácter activo de la
conciencia. En el idealismo trascendental la cosa en si no se manifiesta en el
fenómeno, sino que el fenómeno es reflejo de la estructura de la conciencia. Se
reconoce la existencia objetiva de las cosas, pero se declara a su esencia
inaccesible, pues, la ha en que se nos presentan las cosas se determinan no por
sus propiedades, sino por la singularidad de nuestro conocimiento.
Esto
es precisamente, y no otra, la "piedra de toque" a que Kant nos
remite: que lo único que sabemos a priori de las cosas es lo que nosotros
mismos ponemos en ellas. Así, el carácter operante del sujeto se reduce a la
actividad configurante de la conciencia, el mundo empírico es reflejo de ésta,
dado que la razón y el intelecto sólo le permiten conocer al hombre los
fenómenos. A la razón sólo le está permitido poner orden con su juego de
categorías en el torrente de lo múltiple de la intuición pura, sin poder salir
de los límites de esta experiencia y alcanzar la esencia de las cosas. Cuando
la razón transgrede los límites de la experiencia, cuando la función de unidad
de las categorías puras no se esquematiza bajo la forma del espacio y del
tiempo, cuando el pensamiento puro es separado de las formas puras de la
intuición, cuando no tiene relación alguna con las condiciones de
sustancialidad, causalidad e interdependencia, o cuando se deja de concebirlo
conexo a una magnitud extensiva o intensiva, sólo quedará en pie la posibilidad
lógica de estos conceptos, dejando de lado su posibilidad real. Todos los
intentos de comprender el mundo más allá de la experiencia, esto es, en su
esencia real, la cosa en sí resulta ilusoria e infructuosa.
"Y
así -dice Cassirer- como la estética y la analítica trascendental iban
encaminadas a poner de manifiesto las condiciones de la auténtica concepción
del objeto, realizada en la experiencia y por medio de sus principios, la
dialéctica trascendental se propone, en un sentido negativo, repudiar los
falsos "objetos" que nacen para nosotros de la trasgresión de esas
condiciones; aquellas proponíanse ser la "lógica de la verdad", ésta
pretende ser la lógica de la apariencia" (op. cit., p. 237).
Por
todo lo cual, la dialéctica subjetiva, que la reflexión trascendental ostenta,
no es otra que las trascendentales funciones generales y particulares de ¡a
razón misma, la de sus principios supremos, en la que se hallan preformados la
totalidad de la experiencia como conjunto de principios y conjunto de objetos.
Los
principios trascendentales de la razón se determinan como esquemas y como
reglas, los cuales en conjunto hacen posible el concepto de un objeto en
general, el Objekt, como modelo y criterio de todos los abetos. Este concreto
del pensar no es nada material, ni sensible, sino un conjunto de relaciones
puros, que hace de fundamento de todo objeto empírico y de toda verdad
empírica. Esta unidad sintética, como condición de la posibilidad de la
experiencia en general, es al mismo tiempo la condición de la posibilidad de
los objetos de la experiencia.
Así,
el pensar trascendental entraña tanto una nueva teoría de la conciencia, como
dialéctica subjetiva de la razón pura a priori, como una teoría nueva del
objeto, en tanto lo concreto puro del pensar, el Objekt. Dentro de esta
conexión del sistema de los principios sintéticos toma un sentido preciso y
bien deslindado la dialéctica subjetiva y lo concreto del pensar en Kant. Pues
ambos se resuelven en última instancia como aquella totalidad de la experiencia
que precede a todas las concepciones empíricas y las condiciona. De esta forma,
la razón deviene en el ens originariurn, dado que su objeto lo extrae de w
propia entraña, con excepción de la cosa en si incognoscible, el ens entium que
pone el ser a todos los seres, y en el ens realisimun como único objeto
susceptible de revelarnos su esencia.
Para
Herman Cohen el pensamiento central de la filosofía kantiana es el del método
trascendental (cf., Kants theorie der Erfahrung, 2a ed., p. 450),
para Sixto García el meollo de la revolución kantiana se resuelve en que la
idea de un objeto en general no proviene de las cosas sino de la razón pura a
priori, trátase, pues, de la constitución de la realidad misma (cf., op. cit.,
p. 105 y ss). Marx muy lejos de suponer que solo el código conceptual del
hombre moldea las cosas, que todo lo que rodea al hombre es resultado solo de
lo a priori, reconocerá; sin embargo, como un gran mérito de Kant el haber
desarrollado el lado activo de la relación entre sujeto y objeto.
El
conocimiento en el marxismo es también una forma de actividad pero que no
modifica materialmente los objetos, esto es, el conocimiento se limita al
reflejo de la realidad objetiva, mientras la praxis es el proceso de
transformación práctica material de la naturaleza y la sociedad. En
consecuencia, constituye una transgresión conceptual denominar a la actividad
cognoscente como praxis, y, aún más, pretender que el a priori y lo praxis sean
lo mismo o se encuentre al mismo nivel.
Muy
grande es el mérito del método trascendental al intentar exponer de modo
sistemático las leyes y las categorías fundamentales del pensamiento, al
investigar la actividad del hombre -aunque reducida dicha acción a la actividad
del pensamiento y de la moral-, al desarrollar las contradicciones dialécticas
del conocimiento, al servir de punto de arranque para la culminación de todo el
movimiento filosófico hasta Feuerbach. Sm la reelaboración critica de los
avances de la filosofía clásica alemana -especialmente en d terreno del
pensamiento, la historia y el método dialéctico- no hubiese sido posible el
viraje revolucionario en filosofía acontecida con la dialéctica materialista
del marxismo. Kant y su doctrina ocupan un lugar de privilegio en la génesis del
marxismo, porque los nuevos problemas que presentó hallaron en éste una
respuesta cualitativamente superior. Así, por ejemplo, la teoría del
conocimiento marxista investiga, como al kantismo, d conocimiento en todo su
car6cler contradictorio, dialéctico y complejo; pero a diferencia de éste, no
lo concibe como un proceso creador de constitucic5n teórica sino como un
proceso creador activo de asimilación teórica. Reconoce como el criticismo la
existencia de las cosas en si como objetos de conocimiento, pero admitiendo que
sus peculiaridades se desentrañan paulatinamente en d proceso del desarrollo
científico, convirtiéndose desde ese momento en cosas para nosotros. Como en la
analítica trascendental se analizan las categorías del pensamiento, con la salvedad
de reconocer en ellas los nexos y relaciones fundamentales de las cosas mismas.
Como en la CRITICA, se reconoce la dialéctica del pensamiento, pero se la hace
extensiva a todos los procesos objetivamente existentes.
- CONOCIMIENTO Y SÍNTESIS.
Según
Hegel, todo concepto pasa su desarrollo por tres etapas: la tesis, antítesis, y
síntesis. Cada una de ellas ni el anterior, pero la síntesis no suelo niega,
sino unifica y conserva esencial etapas anteriores. La triada dialéctica es
generada por el espíritu absoluto, que piensa, crea el concepto, se conoce
asimismo y engendra en este proceso muy miento ascendente general de la
naturaleza, el pensamiento y la historia afrontó así en última instancia la
triada aparece como esquema artificial donde se hace coincidir el verdadero
desarrollo del mundo objetivo con el esquema del desarrollo de los conceptos
(véase J. Palmier, Hegel, FCE, p. 65).
Pero
fue Kant el primero que resaltó la importancia de la síntesis. En Kant la
síntesis condición indispensable del conocimiento, es el nervus del
pensamiento, la operación y función por excelencia de la conciencia. Por ende,
aparece vinculado al hombre, mas no a la naturaleza como cosa en sí. Hegel, en
cambio, será el primero en desvincular la síntesis de la conciencia humana y de
naturaleza, convirtiéndolo en la propia de la esencia de la razón universal. En
la dialéctica del mundo sólo es dirigida por una conciencia extranatural.
Trascendental
es el ámbito de las síntesis. La conciencia pura se estructura y funciona por
la síntesis a priori establece. El sujeto trascendental no es otra cosa que una
síntesis trascendental, la experiencia misma es una unidad sintética de
representaciones (A 110, L 242), el Objekt cómo conjunto de representaciones
puras síntesis, la analogías de la experiencia son antes que nada síntesis de
elementos heterogéneos (B 201, L 296), el tiempo como el gran oferente de
relaciones puras o estructuras apriorísticas es síntesis bajo la forma
elemental de la sinopsis (B 67, L 103), la imaginación con su propiedad de
enlace es síntesis (B 233, L 318), La percepción como única fuente que asegura
todo tipo de unidades es síntesis (B 218, L 308), los propios juicios
sintéticos a priori homo forma lógica más materia o contenido trascendental son
mis posibles sin la síntesis (A 143, B 182, A 79, B 105). Se presente también
en la noción kantiana de naturaleza como totalidad de fenómenos (B 165, L 272),
en los juicios como reunión de representaciones (A 320, B 376, L II 66), la
síntesis es el medio de la deducción trascendental y del sistema de principios
trascendentales (véase Sixto García, op. cit., p. 50). Sin síntesis no hay
posibilidad de conocimiento alguno, ni siquiera en el tercero de la metafísica
donde reduce la síntesis de los juicios de la experiencia a conocimientos
metafísicos mediante las ideas.
Que
la síntesis ocupa un lugar de privilegio en las críticas kantianas es una
verdad demostrada hasta la sociedad por sus más ilustres comentaristas, incluso
el propio Kant destacó que el objeto de toda la CRP era la síntesis (A 14, B
25, L 162), y Lucien Goldmann escarbando su origen puso en evidencia que la
síntesis a priori y su posibilidad es una respuesta a Hume, que lo ponía en
duda (cf. Introducción a la filosofía de Kant, 1974, p. 98-102). Los
tratadistas del marxismo (M. A. Dynnik, T. Oizerman, Rozental, Afanasiev), por
su parte, han reconocido como el inicio de una nueva etapa de desarrollo de la
dialéctica la doctrina de Kant, subrayando que en la teoría de las antinomias
hay elementos de dialéctica (I. Blauberg y otros, Diccionario de filosofía
marxista, p. 14), puesto que se plantea la naturaleza contradictoria del
conocimiento.
El
punto de vista de ese trabajo dista de ambos, pero igual, aunque última
instancia se inscribe en el segundo grupo como una posición más matizada. Creo
que los comentaristas y el propio Kant pecan en este punto por exceso y los
marxistas pecan por defecto. En verdad, ni la síntesis es el único elemento de
dialéctico privilegiado, ni la contradicción o unidad y lucha de contrarios
explica por si sobre la naturaleza del conocimiento en Kant. Si en la CRP no
nos atenemos solamente al texto explícito, sino funcionamiento mismo de la
razón trascendental, descubrimos que la concepción kantiana del conocimiento es
dialéctica en tanto: (1) la síntesis desempeña en la CRP una función de unidad
y lucha de contrarios, (2) supone y plantea la negación de la negación, y (3)
caracteriza el desarrollo del pensamiento como sometida a la ley del cambio
cuantitativo (lo múltiple puro) a lo cualitativo (el conocimiento empírico).
Kant
tuvo pleno conciencia de la síntesis (unidad y lucha de contrarios en el
marxismo), pero no de los otros elementos dialécticos ya operativos en su
gnoseología. Sería Hegel el que desarrollaría las leyes eléctricas sobre una
base idealista. Pero este desarrollo hegeliano, que consistió representar el
universo mismo como un despliegue de contradicciones, fue posible gracias a
Kant que descubrió la contradicción en la conciencia del hombre. La síntesis en
Hegel una vez ya desvinculadas de la conciencia se lanzará creadoramente sobre
la naturaleza y la historia.
Por
ello, en la concepción dialéctica del conocimiento kantiano síntesis es la vía
regia donde está contenido todo el secreto y destino de la dialéctica y
idealista, y el nervus que asimilo de la dialéctica materialista del marxismo.
Parafraseando a N. Abbagnano (cf. Historia de la filosofía, T. II, 1964, p.
420) diríamos que la doctrina de Kant es la caja de Pandora de la filosofía del
siglo XIX.
Ahora
bien, tanto Kant como en Marx el conocimiento es proceso de síntesis, pero
mientras en uno es a priori en el otro es a posteriori. En el idealismo
trascendental el entendimiento no toma sus leyes (a priori) de la naturaleza,
sino que las prescribe a esta (Prolegómenos, parágrafo 36). En el marxismo, lo
concreto, la síntesis del pensar es reelaboración ideal de lo concreto real,
que tiene su propia génesis.
“La totalidad concreta -dirá Marx- Como totalidad del pensamiento, como
concreto del pensamiento, es en realidad un producto del pensar, del concebir.
No es de ningún modo del producto del concepto que se engendra, asimismo, y que
concibe aparte y por encima de la percepción y de la representación, sino que
es la reelaboración de la percepción y de la representación en conceptos. En
todo, tal como aparece en el cerebro, como un todo mental es un producto del
cerebro que se apropia del mundo de la única manera que puede hacerlo, manera
que difiere del modo artístico, religioso y práctico de apropiárselo” (cf.
Introducción a la crítica de la economía política, p. 260).
Los
objetos, como lo concreto real, existen antes de todo conocimiento y actúan
sobre nuestros sentidos; por ellos son el verdadero punto de partida de lo
concreto sensible de la percepción y de la representación, el mismo que será
real elaborado por el pensamiento como concreto lógico-abstracto, conceptos,
que la apariencia de que lo concreto real es resultado y no premisa del
pensamiento (cf., op. cit. p. 259).
“El método que consiste en el elevarse de lo abstracto (de la percepción
y de la representación) a lo concreto (lógico abstracto del pensar) no es sino
la manera de proceder del pensamiento para apropiarse de lo concreto (real)
para reproducirlo mentalmente, como cosas concretas. Pero esto no es de ningún
modo del proceso de génesis de lo concreto (real) mismo” (loc. cit.).
Finalmente,
Can distingue dos clases de síntesis: 1.
La síntesis como composición (compositio) o síntesis de lo homogéneo,
donde sus elementos diversos no se pertenecen unos a otros; y 2. Las síntesis
como conexión (nexus) o síntesis de lo heterogéneo, donde sus elementos
diversos necesariamente se pertenecen unos a otros (p.e., causa y efecto,
sustancia y accidente) (CRP, B 201, L 296). Ahora bien, todas las condiciones
de la posibilidad de la experiencia, los principios trascendentales, la unidad
sintética, son síntesis dinámicas de elementos heterogéneos, es una unión
metafísica -de condiciones a priori- y una unión física -de fenómenos entre
sí-. Para Marx, la síntesis es un 1 U de lo diverso (loc. cit.), pero no sólo
como reducción de lo concreto real por vía del pensamiento (véase Ilienkov,
Dialéctica de abstracto o concreto, p. 57), sino también en el mundo objetivo
de la sociedad y la naturaleza.
**********
Ciertamente
que en Nicolás de Cusa (1401-1464); precursor de la filosofía moderna, se da un
anticipo de la dialéctica y del materialismo en su vertiente metafísica con el
concepto de la coincidencia oppositorum, rasgo que los tratadistas idealistas
omiten. Pero a Kant le corresponde un lugar de privilegio en la etapa superior
del desarrollo de la dialéctica, al interpretar el conocimiento como un proceso
de ricas contradicciones. Cuando Kant intenta mostrar la reunión de lo apriori
innecesario con lo a posteriori Y contingente, a través del lazo de los
esquemas, es donde mejor se ilustra su concepción dialéctica del conocimiento.
El desarrollo dialéctico de la actividad cognoscitiva se aprecia cuando emerge
aquella representación intermedia pura, intelectual-sensible, llamado esquema.
Este resulta de la contradicción entre los conceptos puros, categorías y la
intuición sensible o fenómenos (Kant, CRP, A 137, B 1376 - A 148, B 187).
Pierce
reconoce que la doctrina kantiana del esquematismo es una teoría fundamental,
pero lo considero como algo sobrepuesto que no encaja en la estructura de la
CRP, como solución ocasional que si se le hubiese ocurrido antes hubiese
inundado todo su sistema (Ch. S. Pierce, Collected Papers, 1.35). Otros
autores, como W. Zschokke, F. Heineman, H.J. Paton y R. Duval, por el
contrario, consideran que los esquemas resuelven el problema fundamental del
conocimiento, a saber, la unión del universal con la particular. Al margen si
resuelve o no el problema de conocimiento, o concuerda o no con la estructura
de la CRP, el hecho es que los esquemas resultan de una interpretación dinámica
contradictoria y dialéctica del conocimiento.
Al
interpretar Kant el proceso del pensamiento no de una manera muerta, sin
movimiento ni contradicciones, sino como un proceso activo de su sujeto
connotes, en todas las bases para su reinterpretación por el marxismo, como un
reflejo activo en el pensamiento del mundo objetivo, a partir de la actividad
práctico-material del hombre.
HEGEL. Se ha dicho que fue el único en realizar el sueño del saber
absoluto. Se le considera como un Kant reencontrado consigo mismo al haber
superado el dualismo de la cosa en sí y el conocimiento. Para el marxismo fue
el que formuló las leyes fundamentales de la dialéctica. La dialéctica absoluta de Hegel supera a Fichte y Schelling porque no
solo integra su pensamiento, sino que lo eleva a una estructura más compleja y
totalizadora. Mientras que Kant y Fichte concibe la dialéctica como un proceso
subjetivo dentro del Yo y Schelling busca una reconciliación entre el Yo y la
naturaleza, Hegel transforma la dialéctica en un principio universal que rige
la totalidad de la realidad y la historia. La gran innovación de Hegel radica
en su concepto de la dialéctica como un proceso objetivo, donde el
desarrollo del pensamiento y la realidad misma avanzan mediante la tríada de
tesis, antítesis y síntesis. No es solo el sujeto quien genera la oposición
y su resolución, sino que el mundo y la historia siguen este mismo patrón. Para
Hegel, todo lo existente está en constante negación y superación, lo que
significa que el conocimiento no es estático, sino que se despliega en un
proceso histórico.
CAPÍTULO IV
KANT Y LA SOCIOLOGÍA MARXISTA
“Hay
que confesar que los mayores males que pesan sobre los pueblos civilizados se
derivan de la guerra… de ese rearme incesante y siempre creciente para la
próxima. A esto se aplican todos los frutos de su cultura, que podrían
emplearse mejor para procurar una cultura mayor”.
E. Kant, Comienzo presunto…
1.
La idea de la historia. 2. La idea del progreso
y la dialéctica
1.
LA IDEA DE LA HISTORIA
En
el TIMEO desarrolla Platón una concepción mitológica de la historia. San
Agustín establece una filosofía teológica de la misma. Vico pretende una física
de los acontecimientos humanos. Para Voltaire esta consiste en el
descubrimiento de la razón. Y en el Hegel es la liberación del espíritu o el
progreso de la conciencia de la libertad (véase J. Ferrater Mora, Cuatro
visiones del estudio universal, 1967).
En
Kant la historia no es una mitología, ni una teodicea, menos aún una física ni
un mero racionalismo.
“Porque
ocurre -dirá Kant- qué cuando la naturaleza ha logrado desarrollar bajo esta
dura cáscara, esa semilla que cuida con Ma máxima ternura, a saber, la
inclinación y el edificio del libro pensar del hombre, el hecho repercute poco
a poco en el sentido del pueblo abre paréntesis con lo cual éste se va haciendo
cada vez más capaz de la libertad de obrar) y hasta los principios del
gobierno, que comprende que el hombre es algo más que una máquina y concede un
trato digno de él” (Qué es la ilustración, FCE, 1987, p. 37).
Esto
es, que la historia es un proceso de libertad o voluntad humana. Kant sostendrá que, si se contempla en grande
el juego de la libertad humana, se puede descubrir en la historia un curso
regular, una intención de la naturaleza en el curso contradictorio de las cosas
del hombre. La Naturaleza conduce a nuestra especie por un camino progresivo,
que arranca desde la animalidad, pasa por el cese de las guerras a través de
una constitución republicana, hasta llegar a un estado civil mundial o
cosmopolita. Todas estas ideas las invierte Kant en su escrito de 1784, Ideas
de una historia universal en sentido cosmopolita.
La
idea de la historia como progreso la subrayará nuevamente en su breve opúsculo
Comienzo presunto de la historia humana (1786), donde contra poniéndose al
ideal del hombre natural de Rousseau afirmar que la especie tiene como destino
el progreso hacia mejor. Para Rousseau el mayor mal es la cultura y la
civilización; para Kant será la guerra. el pensador francés como buen
representante del campesinado y de la pequeña burguesía gala no compartía
precisamente el optimismo en el poder de la razón. El filósofo alemán, por su
parte, al encarnar los intereses de la ideología burguesa expresa la firme
confianza en el avance de la cultura burguesa como vía regia para el progreso
histórico.
Para
Kant sólo después de lograr una cultura completa si alcanzará la paz perpetua
(cf., op. cit., p. 86), en cambio para Rousseau el camino para lograr una
sociedad basada en igualdad y la justicia social es el retorno romántico al
comunismo primitivo. Sin embargo, así como Rousseau aportó la idea moderna de
la igualdad política, económica y social entre los hombres, de modo análogo,
Kant brindó a la modernidad la idea de asociar a los Estados (la integración)
para proscribir las guerras.
En
Kant la paz y el progreso tan indisolublemente unidos, siglos no es posible
llegar al fin de la historia de la especie humana, a saber, a la época de dicha
universal y del Estado de ciudadanía mundial. En su obra La paz perpetua
(1795), su pensamiento político brega por la creación de organismos
internacionales que acepten la autonomía, soberanía y dignidad de todos los
pueblos. No hay duda de que la base misma de su pensamiento histórico están los
gérmenes de la lucha antimperialista llevada a su Cumbre en la teoría del
leninismo.
En
1798 vuelve nuevamente sobre la dirección de la historia en su artículo “Si el
género humano se halla en progreso constante hacia mejor”. Esta vez tratará de
llenar de sentido positivo y concreto la idea de progreso, expresando en el
parágrafo seis toda su admiración y entusiasmo por la Revolución francesa y su
constitución republicana como el mejor modo para evitar la guerra agresiva.
“Esta
revolución -escribe- de un pueblo lleno de espíritu, que estamos presenciando
en nuestros días, puede triunfar o fracasar, puede acumular tal cantidad de
miseria y crueldad… Y; sin embargo, esta revolución… encuentra en el ánimo de
todos los espectadores una participación de su deseo, rayana en el entusiasmo,
cuya manifestación… no pude reconocer otra causa que una disposición moral del
género humano” (cf., op. cit., p. 106).
El
ideal político kantiano no era ajeno a su doctrina, sino que se deriva de sus
conclusiones fundamentales. La idea de la libertad -núcleo de su gnoseología,
ética y estética- halla su cumplimiento concreto y realización empírica en la
política. Wasianski describe a Kant como “hombre firme y decidido, cuyo pie
débil bacilo a veces, pero cuya alma fuerte no vaciló jamás” (cf., Vida de
Kant, pp. 210). Por ello, cuando desarrolló su loor de publicista en la revista
mensual de Berlín, no lo hace sólo con el fin de esclarecimiento de su
doctrina, sino con el afán de pronunciarse sobre los problemas de la realidad
concreta.
Decidido
luchar en el terreno de las ideas contra los conceptos políticos retrógrados
del absolutismo y la monarquía, une esfuerzos con la ilustración berlinesa
aglutinada entorno a la Revista de Berlín dirigida por Biester. Tras el
fallecimiento de Federico el Grande en 1786 ocupar el trono de Prusia Federico
Guillermo II y con él se entroniza en la reacción política y espiritual cuya
cabeza más notoria será el tristemente célebre ministro Woellner, autor del
edicto religioso publicado en 1788. En 1794, Kant será combinado a no escribir
sobre temas religiosos por orden del mismísimo soberano de Prusia.
No
sólo por su carácter flemático Kant era un amante de la independencia y de la
libertad, Herder decía que el despotismo era ajeno a su espíritu, sino que la
época misma de las revoluciones burguesas informaba a todos su pensamiento y,
especialmente el político, del ideal libertario. Para K. Borrier, nuestro
filósofo fue un convencido militante de los ideales revolucionarios, de la
revolución francesa, la Constitución republicana y con todo acontecimiento
emancipador se sacudieron de la opresión de la absolutismo monárquico o
despótico (cf. Kant como político, Leipzig, 1928). Nicola Abbagnano escribe:
“Kant no fue ajeno a los sucesos políticos de su tiempo; simpatizó con los
americanos en su guerra de independencia y con los franceses en su revolución,
que consideraba encaminada a realizar el ideal de libertad política. Su ideal
político tal como lo delineo en su obra La paz perpetua era una constitución
republicana, fundada en primer lugar sobre principio de libertad de los
miembros de una sociedad, como hombres; en segundo lugar, sobre el principio de
independencia de todos, como súbditos; en tercer lugar, como la ley igualdad de
la ciudad” (cf. Historia de filosofía, T. II, Barcelona, 1964, p. 370).
Pero,
además el problema de la dirección de la historia y de los ideales políticos
correspondientes, está la cuestión de la fundamentación de la ciencia histórica
en Kant. 1785 aparece su Informe sobre la obra de Herder, Ideas sobre la
filosofía de la historia de la humanidad. En ella, Kant niega la posibilidad de
descubrir en la historia un orden armónico y progresivo, un desarrollo rollo
natural y continuo de todas las posibilidades del espíritu. Para Kant, el
progreso de la humanidad no responde el cumplimiento de un plan preexistente,
sino más bien un ideal orientador que inspira el accionar humano, y que sólo el
filósofo puede mostrarlo conforme el destino natural del hombre.
Mientras
para Kant la idea de perfectibilidad moral e intelectual informa el fundamento
de la historia, para su alumno, Herder, ningún concepto moral, ideal o norma
puede agotar la manifestación infinita múltiple de la vida de la humanidad.
Como anota Cassirer, el crítico y analítico Kant requería de un postulado moral
que dice solución a un problema infinito, mientras que lo intuitivo y sintético
Herder no necesitaba proyectar un deber ser inteligible sobre el puro devenir
del ser. Por ello, dice, la filosofía de la historia de Kant es simplemente un
eslabón dentro del problema de la razón práctica y de su sistema general de la
teleología (cf., op. cit., pp. 268 y ss).
En
1954 el italiano R. Composto público La cuarta crítica kantiana, donde se
empeñó en demostrar que sólo su muerte prematura -prematura por el
planteamiento maduro de sus últimas obras- le impidió a Kant de sus previos
estudios históricos a una orgánica filosofía de la historia, como coronación de
su obra crítica. En el mismo sentido, Eugenio Imaz considera que Kant sí dejó
una filosofía de la historia, aunque no haya logrado ser el Newton del mundo
histórico, y en los diversos pasajes de sus escritos encontrará este propósito
kantiano de buscar la razón histórica, las leyes a priori del mundo histórico
(cf., Filosofía de la historia, FCE, 1987, pp. 10 y ss).
El
hombre, que en la razón pura se haya sometido a las leyes naturales que regulan
los fenómenos, en la razón práctica se haya sujeto a las leyes de nuestra
conciencia, a las que debe seguir, y reciben el nombre de imperativos
categóricos; en la razón teleológica si hay sometido a las leyes de la
finalidad, y que sirven de enlace entre el mundo fenoménico y el de la
libertad. Establecidos los principios a priori del conocimiento, los deseos y
los sentimientos sólo faltaba, al parecer, establecerlos de la historia. Todo
indicaría que la idea de progreso indefinido hubiese resultado siendo dicho
principio faltante.
- LA IDEA DEL PROGRESO Y LA DIALÉCTICA
En
la filosofía de la historia de Kant, la dialéctica de la razón se hace presente
a través de la idea regulativa del progreso incesante del género humano. Es
decir, que aún en el concreto terreno de los problemas históricos Kant se
mantiene dentro de los lineamientos de la filosofía crítica, y la dialéctica
que haya, no es otra que la dialéctica de los principios puros a priori.
Esta
dialéctica de la razón pura a priori, aplicada de modo incipiente incompleto de
la historia, estaba destinada a infundir temor a la aristocracia terrateniente
y a sus apologistas, puesto que fundamentaba, nada menos, que nada puede
impedir a la humanidad perseguir su ideal de progreso incesante, el cual
transita por los ideales de la revolución francesa.
La
vida histórica del hombre para Kant es un incesante progreso hacia mejor, un
proceso continuo de ascenso de lo inferior a lo superior de un nuevo estadio
moral, tránsito ininterrumpido sin meta final. Por ello, le reprocha a Rousseau
La ilusión de la inminencia. Al revelar el carácter históricamente transitorio
de todas las etapas de la vida del hombre sociedad, mostraba como su idea de
progreso estaba chida de contenido dialéctico, crítico y revolucionario. Aunque
dicha dialéctica se circunscribiese a las ideas de la razón, la crítica hiciera
ilusión al garrotero moral de la humanidad, y lo revolucionarios se limita a lo
espiritual.
Con
la idea de progreso Kant tiende un puente hacia la otra orilla de su filosofía
de la voluntad individual, para disponerse a cruzar el desfiladero de
Roncesvalles que lo conducirá a la historia y a la autodeterminación de la
voluntad colectiva. Es a través de esta idea que su pensamiento se libera de
una tara muy común en la concepción de la vida social de su tiempo, a saber, la
teoría de las grandes personalidades. Aun cuando siga pasando la bebida social
en la vida espiritual, la idea de progreso lo eleva a la consideración del
género humano como una Totalidad dinámica, como colectividad. Con ello, aunque
no captó nítidamente que la historia es producto de la acción de las masas de
la población, no obstante, con su idea de progreso tomó distancia de la
exageración del papel de las personalidades destacadas. Tu negocio es
contemplar en grande el juego de la libertad humana con la intención de
descubrir su curso regular. Sin este punto de vista de la totalidad histórica,
se subsume a los individuos como momentos parciales de un todo único, sería
incomprensible su idea de progreso incesante del género humano.
Por
ello, a diferencia de los materialistas franceses que vinculaban la posibilidad
de una restructuración social con la actividad de un legislador instruido, que
defendiera la cultura y emprendiera la lucha contra la ignorancia; en cambio
para Kant el cambio social trasciende tanto al monarca, que rige al Estado,
como el pueblo, que se da asimismo sus leyes, para concernir fundamentalmente
al hombre y su libertad. El camino de la transformación sociales es el hombre
con sus sentimientos de libertad en la elección del fin último.
Ley
del progreso incesante como idea regulativa de la razón, subordinaba, al cabo,
artificialmente el desarrollo del mundo objetivo al desarrollo de la
conciencia. Así, cuando en su breve estudio del Comienzo presunto de la
historia humana (1786), investiga la historia primitiva de la humanidad trátese
de los pasos seguidos por la razón desde que Laura🗽 era
traspasar los límites de la animalidad hasta la consideración del hombre como
fin genuino de la naturaleza.
Además
de subraya la dialítica idealista contenida en la idea de progreso, para el
materialismo histórico es sumamente significativo destacar como nuestro
filósofo sin comprender las raíces sociales de la historia llega a rozar el
postulado fundamental de la sociología marxista, a saber, que el modo de
producción de los bienes materiales de la sociedad es el fundamento que
determina y caracteriza su vida social y espiritual.
Esto
ocurre en su ensayo “El fin de todas las cosas”, enviado a Biester en mayo de
1794, escrito que colmaría la paciencia de la reacción clerical entronizada con
Wollner, y precipitaría el 1 de octubre del mismo año la carta que dirigió su
Majestad a Kant para ordenarle que se abstenga de “tergiversar” algunas de las
doctrinas fundamentales de las Sagradas Escrituras.
Aparte
de preconizar la mentalidad liberal para el cristianismo, Kant remite la
creencia de la humanidad en un fin del mundo al hecho de lo penoso y duro de su
existencia.
“¿Por
qué los hombres esperan, en general un fin del mundo? ¿Por qué ha de ser
precisamente un fin con horrores (para la mayor parte del género humano)?… De
hecho, y no sin causa, los hombres sienten el peso de su existencia, aunque
ellos mismos son esa causa” (cf., op. cit., pp. 129-130).
En
verdad, aquí Kant suelo se aproxima a las condiciones materiales de existencia,
puesto que, para él la causa de la agobiante de la existencia humana es el
desfase entre el bienestar físico y el desarrollo de la moralidad, entre las
crecientes necesidades y los medios para satisfacerlas. En último término, es
un asunto de disposición moral, de condiciones de existencia éticas; si es que
simpatiza con la revolución francesa no es sobre la base de una lúcida
conciencia de clase, sino de una consciente y especial tendencia moral. De esta
manera, la visión histórica de Kant se queda en el análisis exclusivo de los
motivos ideológicos de la actividad social de las personas.
El
privado de la razón práctica y su devenir moral es el postulado en que se
resuelve la idea de progreso en la pretendida cuarta crítica. La filosofía de
la historia de Kant relacionando el proceso histórico no con la producción
material, sino con el desarrollo de la conciencia moral, da un paso más en el
desarrollo de la dialéctica sobre una base idealista.
A
diferencia de Vico, que concibe un desarrollo histórico cíclico, circular y
cerrado, donde cada pueblo pasa, aunque no a la vez, por las etapas de la
niñez, adultez y vejez, y una vez llegando al ocaso principia a un nuevo
comienzo, un nuevo círculo; para Kant el desarrollo histórico plantea un
progreso incesante, con retroceso y desface, pero en permanente línea
ascendente, describiendo un movimiento en zigzag. Este planteamiento del
desarrollo histórico en línea ascendente será llevado a su cumbre en el sistema
panlogista, hegeliano; y, posteriormente, será recogido sobre bases
materialistas por la sociología marxista, que concebirá la historia como la
sucesión y reemplazo de una formación económicas y sociales por otras según
determinado modo de producción, esto, describiendo movimiento en espiral.
Asimismo,
mientras Voltaire, Herder y Montesquieu, criticando la intervención de la
providencia de la historia, remarcaron la importancia de los factores naturales
en la vida social; la filosofía de la historia del pensador de Königsberg
subraya la importancia del factor moral en la misma. Por su parte, Hegel pondrá
de relieve que la base de los acontecimientos históricos es el espíritu mundial
que se desarrolló según un plan preestablecido.
Sin
embargo, lo importante aquí es resaltar como la inspiración activista de la
filosofía que tiene extiende a lo largo de todo el curso histórico con el
principio del progreso incesante del género humano. La noción marxista del
hombre como ser transformador y revolucionario, como en cuyo ser y praxis es
histórica, se retrotrae al principio dinámico de la filosofía de la historia de
Kant, donde el hombre es el configurador de un mundo caótico e informe.
Antes
que Fichte, fue Kant el primero que advirtió la idea del desarrollo, de la
eléctrica, en el terreno de la sociedad y la historia. Y antes que Marx, Fue
también nuestro filósofo el primero en establecer el privado de la razón
práctica sobre la teórica. La razón práctica, la voluntad o la libertad, es
legítimo antecesor de la nación marxista de la libertad humana, como acción
consciente sobre la base de las leyes subjetivas de la sociedad.
Ahora
bien, la dialéctica contenida en la idea de progreso y en la filosofía de la
historia de Kant es una dialéctica espiritual, que establece la base del
desarrollo social y del individuo en el antagonismo o contradicción de las
disposiciones de los hombres.
“Entiendo
-escribe- por antagonismo la insociabilidad insociable de los hombres… su
inclinación a formar sociedad, que va unido constantemente una resistencia que
amenaza con disolverla” (Idea de una historia universal en sentido cosmopolita,
FCE, p. 46).
La
extensión asintomática entre naturaleza y la cultura describe la ley dialéctica
de la unidad y lucha de contrarios, como fuente de movimiento y desarrollo de
la historia. Trátese de una contradicción propia de la naturaleza humana, no es
un antagonismo de clase, sino un antagonismo natural. Sobre su limitación
histórica de no poder entender la raíz clasista de los antagonismos sociales se
destaca la expresión de una dialéctica idealista que revela la contradicción y
subraya, en especial, la importancia de antagonismo o lucha de contrarios como
origen del movimiento histórico movimiento histórico.
Esta
idea del antagonismo sería recogida por Hegel en la formulación de las leyes
generales del desarrollo, pero de un desarrollo que acontece gracias al ímpetu
del espíritu universal, como origen y protagonista de todo el movimiento
cósmico. Posteriormente, sería transformado profundidad ores del marxismo como
la creación de la dialéctica, y concebir la contradicción como una propiedad
inalienable de esencia misma de las cosas. En este sentido, no se puede
descartar la influencia de las ideas kantianas sobre la historia a través del
idealismo alemán en el materialismo histórico.
Sin
obviar sus profundas diferencias, la sociología del marxismo tiene en común con
la filosofía de la historia de Kant la convicción de que el movimiento de la
sociedad no es dirigido por fuerzas sobrenaturales, sino que son las personas
en conjunto con los actores y autores de su propio destino, estas mismas hacen
su historia -si bien para el marxismo por las condiciones materiales existencia
y en Kant por su libre voluntad[9]-,
se concibe cada escalón de la humanidad como transitorio, y toda la historia
aparece como un proceso progresivo, la sociedad es entendida como un organismo
íntegro -en cuya estructura el kantismo percibe fuerzas Morales, y el marxismo
fuerzas productivas y relaciones de producción-, y lo más importante, su visión
de dialéctica no apologética, sino crítica y revolucionaria de la realidad -así
para Kant, la mejora de la Constitución estatal y la promoción de revoluciones
políticas como medio para el desarrollo máximo de todas las disposiciones
humanas; Y para Marx, el comunismo no como etapa final, sino como un tipo de
desarrollo social totalmente nuevo para la humanidad-.
Además,
no menos relevante en ambas doctrinas es su aspiración común de que cada
individuo sea en realidad su propio dueño, el deseo de aniquilar la
enajenación, lo inhumano y todo aquello que degrada lo humano, a pesar de que
disten en su soluciones -abolición de la propiedad privada en uno, y el logro
de un estado civil mundial o cosmopolita en otro-, un diamantino contenido
humanístico fulgura en ambos pensadores.
No
menos vigente pero nuestro tiempo amenazado por el exterminio nuclear y
químico, y la responsabilidad en el cuidado del equilibrio ecológico es la
importancia que concede en su filosofía la historia a la Defensa de la paz y a
la condena de la guerra. Nueva coincidencia con el marxismo que concibe el
socialismo como el progreso social condiciones de paz, aunque para acá La Paz
perpetua sería posible sólo cuando la humanidad alcanzara un estado de cultura
completa (cf. Comienzo presunto, p. 86), mientras para Marx el capitalismo
encuentra en la guerra un estímulo para su economía, y el objetivo de
socialismo es la conquista de un mundo sin guerras ni armas. Engels escribía:
“Mientras la bancarrota política e intelectual de la burguesía es ya apenas un
secreto para ella misma su bancarrota económica se repite regularmente cada 10
años” (véase Antidüring, p. 279), en consecuencia, el militarismo y
armamentismo son la alternativa material que le resta al imperio ismo para
sobrevivir.
Aunque
el premio Nobel de literatura 1970, Paul A. Samuelson asegura que los tiempos
en que las guerras eran buenas para la economía capitalista han pasado, no
obstante el ideal kantiano progresistas de la paz universal es el antecedente
inmediato más importante no sólo del ideal pacifista de socialismo sino de la
política internacional con sus objetivos de asegurar el derecho de los pueblos
a la paz, evitar la guerra, prohibir la proliferación de las alianzas
militares, las armas químicas, nucleares, biológicas, espaciales y
convencionales, así como fabricación de nuevos instrumentos de exterminio
masivo, reducir los presupuestos militares, limitar los pruebas nucleares y
luchar contra la nefasta y vergonzosa carrera de armamentos, que constituyen un
lucrativo negocio especialmente para los Complejos Industriales Militares (CIM)
de los países capitalistas.
*******
El
materialismo histórico y la filosofía de la historia de Kant tienen hecho
muchos puentes que la maleza del olvido lo había cubierto. Aun cuando numerosos
sean sus puntos de coincidencia, sus diferencias son ondas y decisivas. En el
hiato ya se la herencia legítima. Ambas concepciones están estrechamente
ligadas al momento de su histórico que les tocó atravesar a las clases sociales
que representaban el progreso histórico. Kant es el comienzo de un grandioso
culminar de la filosofía y idealista que hallaría su culminación en Hegel,
mientras Marx es el comienzo de una nueva concepción del mundo acorde los
intereses del proletariado mundial. En Kant la revolución es moral, debido
básicamente que la atrasada burguesía alemana se veía impedido de llevar adelante
su revolución política… Su filosofía de la historia con su idea de progreso y
cesante es en realidad un paliativo consolador de su trágica situación de
clase, una quimera que supone de manifiesto la debilidad endémica de la
burguesía prusiana. Su activismo teórico sublimó el pasivismo
práctico-revolucionario de su clase social.
No
obstante, aun cuando Kant no llega a comprender las raíces sociales de la
historia, sus ideas centrales de progreso, cosmopolitismo, y la cultura y la
paz, prepararon el terreno para su transformación innovadora con la filosofía
marxista.
La
idea de progreso, como fue incesante de la humanidad, es el punto de partida
del principio historicista de la dialéctica marxista, que establece que la
comprensión del proceso social concreto es indesligable de su histórico
transitorio. Con esta idea del desarrollo social, Kant proporciona un impulso
decisivo a la idea del sentido de la historia. Precisando el concepto, del
“sentido de la historia”, como un aumento de orden, organización y ascenso,
esta consistiría en consecuencia la idea de progreso, como tendencia del futuro
desarrollo de los objetos fenómenos históricos y naturales (véase G. Klaus, H.
Schulze; Sentido, ley y progreso histórico, 1967).
CAPÍTULO
V
EL
CONTENIDO HUMANISTA DE LA ÉTICA KANTIANA
“Somos
civilizados hasta el exceso… pero para que nos podamos considerar moralizados
falta mucho todavía”.
E.
Kant, idea para una historia universal.
“La
virtud, el deber, el bien en sí, el bien con el carácter de impersonalidad y de
validez universal, son quimeras en las que se manifiesta la decadencia, el
último agotamiento de la vida, la cicatería de Königsberg”.
F.
Nietzsche, El anticristo.
1.
El primado de la razón práctica sobre la razón teórica. 2. El imperativo moral.
3. La doctrina del hombre como fin en sí mismo. 4. La independencia de la moral
de la religión. 5. El ideal moral kantiano y la sociedad comunista.
- EL PRIMADO DE LA RAZÓN PRÁCTICA SOBRE LA
RAZÓN TEÓRICA
Kant
define la razón pura como la facultad de conocer mediante los principios a
priori. En su famosa CRP Kant investiga los principios del conocimiento, en la
crítica de la razón práctica (CRPr) desentrañan las condiciones a priori de la
acción, de la voluntad. Luego de investigar la aprioridad cognoscitiva se
entrega la investigación de la aprioridad moral, cuyos principios -los
imperativos categóricos- pertenecen al mundo de lo inteligible, están por
encima de las limitaciones de lo sensible, superan a la razón pura teorética y
determina la naturaleza fuera del tiempo y del espacio. Tanto en la
Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785) y en la CRPr (1787),
Kant aplica con rigor el método trascendental, por lo tanto, cuando reconoce
cierta capacidad metafísica la voluntad, de la razón práctica, no lo hace para
restablecer la metafísica racional, especulativa y logista, sino con el fin de
erigir una metafísica dogmático-práctica que accede a los suprasensible, a lo
en sí, incondicionado e inteligible, bajo la forma de imperativo moral
absoluto.
La
moral metafísica kantiana no sólo reconstruye el principio de mortalidad, Dios
y libertad, sino que en la práctica hace posible la solución de las antinomias
de la razón teórica, la misma que le concierne un papel moderador y regulador.
Pero será la voluntad y no a la razón, a la acción y no a la contemplación, a
la existencia dispuesta para el buen obrar y no la existencia dispuesta sólo
para el conocer, al que le concierne un papel constituyente y creador.
El
de la razón práctica sobre la teórica queda establecido en cuanto que la
voluntad no se somete a más regla que la que ella misma establece crea y cata
como norma general. En el concepto ético fundamental de autodeterminación de la
voluntad de autonomía y libertad, la razón pura se descubre como lo único
práctico, como la verdadera creadora del reino de los fines como una clase
especial de causalidad, y única garantía de que exista una esfera superior a la
fenoménica. Este mundo inteligible no resulta ser un conjunto de objetos, sino
un orden fines y una coordinación teleológica. El reino de los fines no son una
figura que conducirá al misticismo de la razón práctica, aquí Dios sólo se le
concibe como garantía de una meta y fin moral, pues el verdadero Dios kantiano
es la libertad o voluntad del servicio del ideal que tiende al bien. La
existencia de Dios y sin demostrable, pero es preciso que obremos como si
estuviera demostrando que existe un juez supremo y remunerador.
El
hombre, que en la razón teorética se encuentra sometido determinismo de la
naturaleza, en la razón práctica arriba la libertad de la voluntad. Esta
voluntad de acepto libremente las leyes Morales con el fin de contribuir al
bien común, las cuales se imponen a través del deber, libre de cualquier
promesa de recompensa.
Esta
ley que no comporta ninguna finalidad extrínseca denomina imperativo
categórico, diferencia de los hipotéticos y es independiente del individuo,
raza, local o tiempo, esto es necesario y universal, elevado por encima de
cualquier limitación sensible.
Así,
la ética experimenta un cambio radical. Ni Dios, la libertad inmortalidad son
origen de los principios éticos sino no sólo postulados de la razón práctica.
Su ética excluye todo lo contingente, se opone al eudemonismo, a la ética de
los bienes. Para él no hay posibilidad de moral efectiva cuando su fundamento
es ajeno a la voluntad. Por ello, procuro fundamental una ética formal,
autónoma, rigorista, que excluye toda heteronomía y con los conceptos de deber,
intención, buena voluntad y moralidad. Su formalismo moral exige que la ley
moral sea autónoma, tenga su origen y fundamento de la personalidad que la
ejecuta. Kant considero que todas las variedades de moral heterónoma
(ontológica, teológica, eudemonista) lo que hacen en realidad es enmascarar la
libertad de la voluntad, por ello, son una moral inauténtica de los propios
actos.
El
privado de la razón práctica sobre la teórica es la primacía del conocimiento y
la acción moral, de la naturaleza espiritual del hombre sobre conocimiento de
las leyes de la naturaleza exterior. Fue la expresión más notoria del comienzo
del principio de autonomía y actividad del sujeto en la filosofía clásica
alemana. Con la razón práctica se instaura la dimensión activa de la conciencia
en el idealismo alemán y constituye la pauta para transitar a una concepción de
la actividad humana como actividad práctica, real y revolucionaria.
Con
Kant el problema de la praxis, como actividad transformadora de la naturaleza
espiritual del hombre, plantea problemas del mejoramiento de la sociedad. Pero
el mensaje práctico es la pretensión de transformar la realidad por el sólo
poder de los imperativos categóricos, del concepto del deber, intención y buena
voluntad. Si bien para Kant la praxis no es meramente teórica, su realidad
queda limitada al terreno moral. Será Hegel quien rebase el sentido moral de la
praxis abarcando en ella el trabajo humano. Sólo en la moral y en el arte la
razón práctica se manifiesta superior y contrapuesta a la razón especulativa en
Kant. Hegel rechazará de este dualismo que establece con la molesta cosa en sí
incognoscible, y que impide la aplicación consecuente del principio de
actividad absoluta de la conciencia. Dualismo y formalismo kantianos son
entender de Hegel errores que limitan la soberanía de la conciencia, la
actividad y libertad del sujeto tendrá un despliegue limitado.
Sobre
idealista principio activo formulado por Kant, Hegel postulará una concepción
de la praxis como actividad absoluta y universal del espíritu, donde queda
comprendido selectividad material y productiva de su objeto. Pero la praxis
moral, de fundamento trascendental en Kant, quedo convertida en Hegel en la
espiritualización completa de la praxis material. Marx, denunciando dicha
mistificación, entenderá la praxis ni como un proceso moral ni espiritual, sino
real, material productivo, político, rescatando de Hegel el papel de la praxis
material productiva en el proceso de formación y liberación del hombre. Esta
concepción de la praxis del marxismo tributario del principio activo de la
conciencia establecida por Kant. Así, la influencia de Kant sobre Marx ha sido
más profundo y duradera de lo que se cree sin temor exagerar. La solución para
acá es moralizar cada vez más la sociedad y la vía para ello es la de libre
tratamiento del deber. Para Marx la solución será el socialismo y la vía para
llegar a él no es ni el amor, la persuasión o el deber moral, sino la
revolución proletaria.
Como
A. Sánchez Vásquez resalta, ya desde el renacimiento empieza en ensalzarse la
praxis productiva, el trabajo, aunque la contemplación continué ocupando un
rango superior (Filosofía de la praxis, México, FCE, 1980, p. 38-45). En este
sentido, al establecer Kant la superioridad de la acción sobre la contemplación
lo que haces con su mano un proceso de maduración teórica, sino también
reflejar el avance de la Proxy material y productivo del capitalismo europeo.
La filosofía kantiana contemporizó a los alemanes con los cambios políticos,
sociales y económicos en boga, pero en el terreno del pensamiento, pero no en
el de la acción real. El rigorismo informalismo de la moral kantiana sería
visto por Nietzsche como expresión decadente de la época, y propias de las
quimeras de teólogos. Pero el penetrante filósofo aforístico adolece de una
incomprensión de las raíces sociales el problema. El organismo resultado
sencillamente incomprensible en su sentido total si se lo ve aislado y al
margen de la situación socioeconómica, de guía cultural y de la lucha de clases
de la Prusia de fines del siglo XVIII. El aporte de la interpretación marxista
en este respecto sólo puede dar sus frutos aplicando el principio esto y el
punto de vista de la totalidad, ya destacado por Luckács en su historia de
conciencia de clase.
En
el primado de la voluntad, acción o razón práctica sobre la especulación late
in nuce la idea germinal de la nueva concepción del mundo, expresa en la famosa
tesis once sobre Feuerbach por Marx: “Los filósofos no han hecho más que
interpretar el mundo de diversos modos, de lo que se trata ese transformarlo”.
- EL IMPERATIVO MORAL
H.J.
Paton en su libro "El imperativo categórico (1948, cap. XIX, 5) sostiene
que ni los problemas psicológicos ni las consecuencias prácticas tienen nada
que ver con los imperativos categóricos, la cuestión planteada aquí sería una
cuestión de validez de ciertas proposiciones y no de explicar c6mo la razón
pura puede ser práctica. La opinan de Paton no está exenta de objeciones, sobre
todo por el lado de las implicancias prácticas del imperativo, sin embargo si
quisiéramos expresar el mismo principio en términos del proceso social,
podríamos decir: la búsqueda compulsiva de una moralidad autónoma, que
favorezca d crecimiento de un Yo activo, crítico y responsable, tal como lo
hallamos en Kant, no es la expresión de una razón pura e incondicionada, sino
que tiene su raíz en la necesidad de vencer la impotencia insoportable de una
burguesía anómala y desfasado, conservadora en la práctica y revolucionaria en
el pensamiento. El excesivo formalismo del imperativo categórico, que se
expresa mediante leyes absolutas: honradez, trabajo y respeto al prójimo, a
pesar de su fuerte subyugante, era en Kant y su clase el resultado de su
incapacidad material para no poder cambiar en el mundo real el imperio del
ocio, el robo y el abuso de la dominante aristocracia terrateniente prusiana.
La rigidez histórica del imperativo kantiano poseía un carácter compensatorio
prometiendo mediante alguna fórmula universal acallar y enterrar el
desgarramiento histórico de una ciase social determinada. Por ello, resulta
exagerado afirmar que el imperativo categórico es la clave de una ética del
hombre burgués en general, siendo como es del burgués prusiano de fines del
siglo de la ilustración.
Quienes
criticaron la ética kantiana al considerarla como rigorista, que ni.ga la
espontaneidad de la vida y adscribe valor solamente a lo hecho contra los
propios impulsos (Nietzsche), rozaron en realidad una profundo verdad, a saber,
que el avance del capitalismo europeo traía consigo el aumento de los
libertades individuales, pero la atrasada burguesía alemana incapacitada para
asumiría y defenderla en la práctica, se evadió de esta angustiante situación
mediante la inflación del Yo, de la razón, para empequeñecer al mundo. En la
vida real esta filosofía de la actividad, voluntad y libertad terminaba
disolviéndose como proyecto histórico en una mueca impotente para logar una
personalidad libre, independiente y creadora.
Erich
Fromm en su libro "El miedo a la libertad" (1941), distingue dos
sentidos de la libertad para el hombre moderno, uno positivo, que refleja el
progreso histórico de liberación del hombre ante los poderes tradicionales
(Iglesia, Estado y Conciencia); y otro negativo, que expresó la impotencia del
individuo que se somete a poderes exteriores.
Sin
duda que la ética Kantiana tiene de ambos aspectos, por un lado, su ética
autónoma concede al hombre la posibilidad de hacer el bien sin ayuda de lo
gracia divina, pro por otro lado, su excesivo formalismo racionalista lo
termina desvinculando de la vida social y real de lo concreto de la realidad
humana, haciendo de su libertad una libertad abstracta, imponente para romper
con los poderes racionales y servir como vehículo efectivo de liberación para
el hombre concreto en la fase ascensional, heroica y revolucionaria del
capitalismo se favoreció el crecimiento de un Yo significativo y poderoso, pero
también crecía un Yo débil e imponente, que no se mantenía a la altura da las
tareas de la época, no obstante el Yo total se hacía cada vez más fuerte. En la
Alemania feuda de Federico Guillermo II no era raro que en la clase media
surgiera un sentimiento de angustia e impotencia que buscó evadirse genialmente
con una moralidad fría, mecánica, dura, rígida y maniática. La prusiana
burguesía media de entonces, carente de la fuerza necesaria para revolucionar
la sociedad con la crítica de las armas no se aventuró en la vida histórica de
forma inédita y espontánea -como sí lo hicieron los franceses, por ejemplo-,
degenerando en el automatismo y rigidez puritana del formalismo moral kantiano.
Como
P. Deussen (Der Katigorische Imperativ, 1891) y E. Jonson (El Imperativo
categórico, 1924) destacan, en la moral Kantiana no existe fundamento
trascendente, la fuente del imperativo categórico es la trascendental razón
pura, los deberes que implica son para consigo mismo y para con las otras
personas o sociedad entera, aunque el imperativo moral no este condicionado a
sus determinaciones históricas sitio que es incondicional.
En
su contraste la ética marxista no ni trascendente ni trascendental sino
inmanente al mundo, a las condiciones materiales de existencia, se funda en la
historia, y su imperativo se resuelve en la exigencia de la supresión de las
contradicciones antagónicas existentes para liberar al hombre de toda
alineación. No será básicamente una moral de intención como la Kantiana sino
una moral de resultados, fruto de la acción transformadora y revolucionaria, y
finalmente con la sociedad comunista la ética material, que consigue la
felicidad del hombre, desaparecerá en cuanto tarea, adecuándose con lo real o
el hombre realizado, entonces con la moralización completa del género humano el
desarrollo armónico de la personalidad deja de ser un ideal y una tarea volviéndose
una realidad cotidiana, en un proceso completamente interno respecto a lo real.
Mientras
el imperativo moral Kantismo se esfuerza por elevar la dignidad del hombre de
modo abstracto, el imperativo moral marxista lucha por hacerlo de modo
concreto, lo cual no anula el hecho de que el primero sea un importante
antecedente para el segundo en lo referente a la humanización cada vez mayor de
los principios de la moral.
- LA DOCTRINA DEL HOMBRE COMO FIN EN SÍ
MISMO
El
plan se le formulación general imperativo categórico Kant prescinde de hacer
referencia a Ma materias concretas y atendiendo a la forma dirá:
“El
imperativo práctico será, pues, como sigue: obra de tal modo que uses la
humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre
como un fin del mismo tiempo y nunca solamente como un medio” (CRPr, 18.140).
El
contenido clasista del imperativo categórico este extinto del respectivo
contenido místico de la moral Kantiana. Y a pesar de que se trata de un
humanismo abstracto, desvincula de la realidad social, desempeñó un papel
progresista en la preparación ideológica de la revolución burguesa y en la
lucha contra la moral religioso feudal en Prusia.
Aun
cuando la ética kantiana supone que el avance de las costumbres sólo es posible
como resultado de la realización del mandato de la razón, luminismo ateo y
comunista del marxismo es una herencia legítima del humanismo canino.
Sumiéndose en la concepción del hombre como fin es sí mismo, sólo que para Marx
esta meta presupone una completa igualdad social. El nombre deja de ser un
medio para convertirse en un fin cuando se supera la alineación económica,
política, social, cultural y religiosa en el comunismo. Pero sólo con la
transformación completa del conjunto de las transformaciones sociales el hombre
dejará de ser un medio para la producción, la política y otros objetos ajenos a
su propia humanidad.
La
idea del hombre como fin en sí mismo fue elevada en el marxismo un nivel
concreto de realización histórica, y su duración no es una casualidad, sino
fruto de las intensas lecturas juveniles de un Marx que aún Se planteaba por
aquellos años una filosofía de Prometeo. En una carta escrita su padre 1837
encontramos una alusión directa al pensador de la filosofía crítica en términos
que hacen pensar que Marx estudio con profundidad a Kant.
“Había
caído un telón, mi santuario quedaba destruido y había que instalar allí nuevos
dioses. Partiendo del idealismo que… Había confrontado y alimentado con el de
Kant y el de Fichte, llegué a buscar la idea en lo real mismo. Si antes los
dioses habían pasado hacer el centro de ella”. (Nachlass, I, p. 68).
Inclusive
es posible firmar que la idea del hombre como fin en sí mismo es el elemento
esencial de la concepción marxiana la creación del hombre por sí mismo. La
superación de la alienación para el desarrollo en todas las direcciones es
inseparable de la idea del hombre como productor y productor de sí mismo.
Por
consiguiente, para Alelí ética marxista el mayor obstáculo para que una máxima
como la kantiana se tornen ley universal es la existencia de la enajenación, la
apropiación privada sobre los medios de producción, la división de la sociedad
en clase antagónicas, la explotación del hombre sobre el hombre y, además, la
alienación política, incluso bajo el socialismo autoritario (véase H. Marcuse,
El marxismo soviético; y Rudolf Bahro, la alternativa).
- LA INDEPENDENCIA DE LA MORAL DE LA
RELIGIÓN
Por
un lado, Kant es el fundador de una moral autónoma, pero por otro lado, acepta
a Dios como un postulado moral. Aunque el origen de los principios Morales está
en la razón y no en Dios, este queda como un rezago teórico religioso, donde la
virtud no encuentra recompensa ni el vicio hacia castigo (CRPr, 18. 150).
La
filosofía moral Kantiana se acabó las raíces religiosas de la ética,
estableciendo una independencia entre esta y aquella. Y como tal fue un
precedente de la primera importancia para el marxismo, que acabaría las raíces
sociales de la religión.
Su
escrito de 1793, “La religión dentro de los límites de la pura razón”, Que
contendría reflexiones sobre el tema, incide “en el reconocimiento de nuestros
deberes como deberes divinos”, la moral no necesita para nada de la religión,
sino que se basa en sí misma por medio de la razón práctica pura. Como escribe
E. Troeltsch, en su libro “La historia en Kant y la filosofía de la religión”,
la actitud de Kant ante la religión tradicionales la misma a la que mantiene
ante la metafísica tradicional, la pauta ética predomina sobre el sentido de la
ortodoxia eclesiástica. La interpretación dogmática de las escrituras
contrapone la interpretación moral de raigambre pietista.
Kant
fue obligado a retractarse y renegar de sus convicciones sobre religión por el
absolutismo de su rey, acontecimiento similar a ataque feroz y oficial de qué
fue objeto el teísmo marxista con León XIII (1878-1903).
La
independencia de la moral de la religión no fue llevada hasta sus últimas
consecuencias por ninguna corriente de idealismo posthegeliano, a excepción del
marxismo que resultaría el abanderado de una moral libre de todo perjuicio
religioso.
- EL IDEAL MORAL KANTIANO Y LA SOCIEDAD
COMUNISTA
Bergson
en su obra “las dos fuentes de la moral y de la religión”, aducía que el
imperativo categórico no es de naturaleza racional, sino instintiva y
sonambúlica, su fórmula expresa la inevitabilidad de una acción prescrita por
el instinto (Las dos fuentes, etc., 1946, p. 79).
De
modo análogo, en la sociedad feminista con toda alineación queda suprimida y se
hayan consumado todas las tareas históricas, el ideal moral desaparecerá en
cuanto contrapuesto lo real, para volverse en realidad ética. El imperativo
categórico kantiano tal como se encuentra formulado sólo puede funcionar
efectivamente en una comunidad que a su vez sea una escuela de educación moral,
donde el medio social humanizado modeles sin pausa y sin término la
personalidad del hombre. Lo cual no es posible dentro del régimen de
desigualdad propio del capitalismo ni dentro del régimen de un omnímodo
centralismo burocrático propio de los modelos del socialismo autoritario hoy
destruido.
El
imperativo categórico se puede su fundamento concreto en la colectividad
comunista (todavía hoy inexistente), en donde adquiere su expresión más
completa del principio de unidad de los intereses personales y los sociales.
Este sólo puede concretarse como reflejo de una relación sociales que excluyen
la explotación del hombre sobre el hombre, esté impregnado de un auténtico
humanismo, e inventen la ayuda mutua, la camaradería y el colectivismo. En, el
imperativo categórico exige para su cumplimiento se resultado de una
moralización espontánea e indirecta como influjo que ejerce la comunidad humana
sobre cada uno de sus miembros.
Juan
Abugattas ha referido que el individuo autolegislador kantiano en contraste con
el humano es compatible con el sueño socialista (Prólogo libro “Kant y la
revolución burguesa” de G. Flores Q.). En su opinión “el problema actual de las
sociedades hasta hace poco escenario de los socialismos reales es precisamente
determinar qué tipo de individualidad terminará por imponerse… en los países
del socialismo real contrariamente a lo que se deriva como un postulado
práctico y posturas kantianas, se ha privilegiado del Estado como actor
central… el estado término para aplastar al individuo”. Y más arriba señala que
“el individuo del reino de la libertad no es el que ha servido de referencia al
liberalismo más desatado, que ahora pretende imponerse a través del discurso
neoliberal” (Ibid, pp. 10-11). Por su parte, el filósofo germano oriental Heinz
Krumpel, es de la opinión de que el contenido humanista de la ética kantiana
puede cobrar vigencia tan sólo con la realización de la sociedad comunista
(Krumpel, el proceso de la vida y la moral, 1977).
Paradójicamente
es en medio de esta crisis del modelo de social socialismo de los países del
llamado socialismo real cuando recobra mayor brillo y proximidad del contenido
humanista de la ética kantiana con las tareas para la construcción de la
sociedad comunista. Indudablemente que, por encima de las limitaciones de
índole histórico, teórico e idealista, el espíritu progresismo humanitario de
la doctrina ética kantiana sobreviven en su socialismo como la teoría de
garantizar en la práctica la libertad, la soberanía e independencia de los
individuos humanos, junto a la realización más completa y omnilateral de la
personalidad creadora.
En
suma, solo en el seno de la comunidad que no se opone al desarrollo
multilateral de la personalidad de los individuos, que no se contenta con la
negociación de un tipo de sociedad anterior, sino que crea una donde suprime
los antagonismo sociales, los antagonismos entre el hombre y la naturaleza,
entre la subjetividad (sujeto) y la
objetividad (objeto), entre las necesidades y su satisfacción, donde toda la
existencia humana cobra carácter social, y el Estado político se extingue para
identificarse con la sociedad real o civil, sobre en el seno de una comunidad
así podrá brotar el “hombre ético”, en quien el imperativo moral expresar
naturaleza misma de un medio social plenamente humanizado, redimido y
desalienado.
MARX.
Heredero de la filosofía clásica alemana. Su preconizada filosofía transformadora
es la verdadera culminación del giro copernicano kantiano, donde se resalta en
primer plano el papel activo del sujeto. El marxismo fue la ideología más
influyente del siglo XX. Kant, con
su Crítica
de la Razón Pura, estableció que el sujeto no es simplemente un
receptor pasivo de la realidad, sino que la configura activamente a través de
sus estructuras cognitivas. Marx llevó este principio al terreno de la praxis,
es decir, a la acción y transformación del mundo material. Para Marx, no es
solo la conciencia la que estructura la realidad, sino que las
condiciones materiales y económicas determinan la conciencia misma.
Así, Marx invirtió el idealismo hegeliano y lo convirtió en materialismo
histórico y dialéctico, afirmando que la historia avanza no
solo por el desarrollo de ideas, sino por la lucha de clases y las fuerzas
productivas.
CAPÍTULO
VI
LA
CRÍTICA DEL JUICIO Y LA DIALÉCTICA
“Si
el reino del arte y el de las formas orgánicas de la naturaleza representan un
mundo distinto del de la casualidad mecánica y del de las normas morales, es
porque la articulación entre las formaciones concretas que en uno y otro
admitimos se rige por una forma peculiar de leyes que no puede ser expresada ni
por las “analogías de la experiencia” teóricas, por las relaciones de
sustancia, causalidad e interdependencia, ni por los imperativos categóricos”.
E.
Cassirer, Kant, vida y doctrina.
“Hegel
ha sido el primero en exponer rectamente la relación entre libertad y
necesidad. Para él, la libertad es la comprensión de la necesidad. “la
necesidad es ciega, solo en la medida en que no está sometida al concepto…”. La
liberad de la voluntad no significa, pues más que la capacidad de poder decidir
con conocimiento de causa”.
F.
Engels, Antidüring, can IX.
1.
La Crítica del Juicio y la noción de totalidad. 2. La technica naturalis y el
pensamiento dialéctico. 3. El juicio reflexivo y la totalidad.
- LA CRÍTICA DEL JUICIO Y LA NOCIÓN DE TOTALIDAD
En
la Crítica del Juicio (CJ) se encuentra el inicio de una nueva concepción del
universo, que habría de marcar a fuego en la marcha de toda filosofía
postkantiana.
En
el centro de este libro el desarrollo de la dialéctica alcanza 1° superior en
medio del apogeo de la filosofía crítica. El despliegue dialéctico de la fuerza
infinita de la absoluto en el universo, de su primer periodo de naturalista y
newtoniano, se transforma ahora en la posibilidad de una “Inteligencia
arquetípica”, capaz de un conocimiento completo de la Naturaleza en su
Totalidad, gracias a que supone un saber intuitivo radical, propio de un
entendimiento no-finito. Para una intuición sensible como la nuestra, lo que
sea un objeto en sí mismo no es completamente incognoscible, sólo para una
intuición intelectual se abre la posibilidad y contemplar las cosas tal como
son en sí. En la CJ el sentido teleológico nos conduce a la suposición de una
inteligencia libre de las formas a priori del tiempo y del espacio, facultad
que es descrita en su obra donde responde a Eberhard, Por qué no es inútil una
nueva crítica de la razón pura (1791).
“Para
elevarse, real y verdaderamente a otro orden de seres que los dados se generan
los sentidos, incluso a los más perfectos, sería preciso otro tipo de
experiencia que hemos llamado intelectual (puesto que no puede tener otro
nombre ni otro sentido lo que pertenece al conocimiento y no es sensible y en
la cual las categorías no sólo serían necesarias, sino que de ellas no podría
hacerse el menor uso en semejante constitución del entendimiento” (Por qué no
es inútil, primera sección, apartado C).
Aun
cuando la CJ no trato de decir de dónde viene ni adónde va la naturaleza
considerada como cosa sí, su nuevo gran aporte la dialéctica está en la
comprensión de la totalidad de los fenómenos como unidad armónica y
sistemáticamente organizada, de lo complejo y lo contradictorio del proceso del
universo cognoscible y no sólo de lo complicado y lo contradictorio del
pensamiento mismo, propio de la CRP.
La
CJ es sin duda la obra más difícil, completa, ambiciosa y enigmática de la
producción kantiana; y por los nuevos problemas que trae inaugura la fase
postcrítica que quedará sin terminar en su Opus Postumum. La CRP y la CRPr
quedarían así superadas e integradas en una unidad superior del todo no
concluida, que el estudioso Gerhard Lehmann denomina Crítica de la razón
técnica (Kant’s Nachlasswerk und die Kritik der Urteilskraft, artículo, 1969).
Con
la consideración de la Naturaleza en su conjunto, la CJ precursora la esencia y
el principio revolucionario del método dialéctico hegeliano y marxista, a
saber, lo verdadero es el todo y el todo eso solamente la esencia que se
completa mediante su desarrollo. El nuevo privado que alcanza en la CJ el punto
de vista de la totalidad no significa un retorno de la consideración de August
Stadler, que concluía caracterizando a Kant como un “darwinista antes de
Darwin” (Kant’s Teleologie ind ihre erkenntnistheoretische Bedeutung, Leipzig,
1874, p. 25), a pesar de que Kant consideraba la idea de la evolución de los
organismos como una “aventura de la razón”.
La
evolución para Kant no sería un concepto metafísico que nos remonte en el
origen del ser, sino un principio que revela la concatenación de los fenómenos;
por lo que, ni aún en este punto, Kant se sale del marco de la filosofía
trascendental, a pesar de que la CJ extiende mucho más allá su campo de
aplicación. La nueva crítica, aparecida en 1790, no dará al traste con la “cosa
en sí”, sino que mantiene con todo rigor su dualismo con el “fenómeno”.
Pero
sería justamente en la máxima altura que alcanzan las tensiones internas del
sistema crítico con la CJ donde se origina el idealismo subjetivo de un Fichte,
el idealismo objetivo de un Schelling, y el idealismo absoluto de un Hegel. La
filosofía del arte y la libre manifestación de la individualidad creadora en la
CJ se aparenta íntimamente con el Yo puro fichteano que se pone asimismo en un
acto de libertad absoluta, incluso pone el no-yo y su síntesis. La filosofía
trascendental de la Naturaleza que conduce a reconocer al organismo como una
forma objetiva propia, que se distingue del cuerpo de la mecánica abstracta y
trasciende ella, halla en Schelling y su consideración de la Naturaleza no como
simple resistencia opuesta a la actividad infinita del Yo absoluto, sino como
un organismo vivo, en vez de una serie de relaciones mecánicas. La facultad del
juicio, que opone al concepto di algo informe con un orden lógico, sino el
supuesto de una amplia sujeción de la Naturaleza a leyes se transforma en Hegel
y su razón dialéctica, que termina con la separación de la razón finita de lo
infinito, en un panlogismo dinamicista que elude el subjetivismo de las
soluciones anteriores.
Vista
con relación al desarrollo de la dialéctica la herencia positiva de la CJ
consiste en la idea de que la realidad natural y espiritual se estructura a
través del principio teleológico de una Totalidad orgánica de formas de vida.
- LA TECHNICA NATURALIS Y EL PENSAMIENTO
DIALÉCTICO
La
CJ ha sido vista como un intento de mediar entre la necesidad de la naturaleza
y la libertad de la acción humana (Hegel, Schopenhauer), luego como una
fundamentación de estética como disciplina filosófica (Cohen, Cassirer, y
neokantianos), hemos recientemente se le apreciado como un estudio sobre el
papel que desempeña la imaginación y lo lúdico en la pedagogía, antropología y
crítica de la cultura (positivismo lógico, fenomenología, marxismo).
Para
G. Lehman, el tema de la técnica desempeña un papel crucial en la CJ, donde se
le aplica a la naturaleza orgánica, hasta alcanzar un papel predominante en el
Opus Postumum, donde se le extiende la naturaleza y inorgánica, orgánica,
humana, maquinal, y trascendental (op. cit.; véase también Belträge zur
Geschichte und Interpretation der Philosophie Kants, 1969). Según Karel
Kuypers, el hilo conductor para la comprensión de la CJ no es el arte ni la
teleología, sino la noción de la naturaleza como arte, la conformidad a fin de
la naturaleza en general, esto es como la concepción de la técnica de la
naturaleza es la clave para la comprensión de la conformidad a fin de lo
físico, biológico y estético (Kants Kunttheorie und die Einheit der Kritik der
Urteilskraft, 1972, p. 19).
Nos
parece acertado que Lehman y Kuypers no limiten el significado es esencial De
La CJ ni a la filosofía del arte ni a la teleología, pero a su vez nos parece
que pasan de largo sobre la importancia que tiene el tema de técnica de la
naturaleza para el desarrollo del pensamiento dialéctico.
En
primer lugar, esta técnica de la naturaleza no sólo se opone a la mecánica de
lo natural, sino que el trasciende en una superación dialéctica de formas de
vida más elevadas. En segundo lugar, esta causalidad propia de la Naturaleza
(technica naturalis) en relación con la forma de sus productos, en tanto que
fines, desarrollo una concepción del mundo dirigida por una conciencia
trascendental o una inteligencia arquetípica, responsables de la unidad de las
formas específicas de la realidad con las leyes especiales de la experiencia.
En tercer lugar, la posibilidad de un sistema de experiencia con sujeción leyes
especiales de la naturaleza, como si todo hubiese sido creado en vista a
nuestra capacidad de aprehensión, establece sin duda que la dialéctica que se
desenvuelve en Kant es subjetiva, pero no un sentido psicológico, sino
trascendental, esto es, como a caer o de venir en la técnica propia de un
sujeto trascendental divino o humano. En corto lugar, la técnica de
autoposición, circunscrita en la CRP y en la CRPr a la esfera del mundo físico
y del mundo moral, se extiende en la CJ a todo lo existente en el Universo, lo
que obliga a referirse a una inteligencia arquetípica y creadora, como un paso
que reclama la propia razón, pero como meta y no como ser primi Génesis. Estas
consideraciones sobre la posibilidad de una inteligencia demiúrgica serían
llevadas hasta las últimas consecuencias por Fichte, Schelling y Hegel, en este
último será la razón mundial la que piensa, crea el concepto, se conoce asimismo
por medio de su movimiento y engendra en este proceso de la naturaleza y a la
sociedad.
En
quinto lugar, la concepción crítica con la idea de la technica naturalis no se
propone explicar la formación individual de la naturaleza, su génesis o
producción misma, sino que la facultad de juicio con el fin de llegar al
conocimiento del propósito final de la posibilidad de la naturaleza lo que hace
es descubrir un principio a priori, para la posibilidad de la naturaleza, esto
es, que no prescribe una ley a la naturaleza sino a sí misma. Es decir, que la
concepción crítica no se pronuncia sobre un despliegue real del absoluto en sí
mismo, pero tampoco el juicio reflexivo no puede afirmar ni negar ni eludir al
arte de la naturaleza como una forma objetiva que se concreta en las cosas
naturales como seres organizados armónicamente.
- EL JUICIO REFLEXIVO Y LA TOTALIDAD
El
juicio reflexivo no sólo el tema central de la CJ, si no el hilo conductor por
donde se desarrollan las ideas elípticas en un sentido trascendental. Como W.
Frost anota en su libro Der Begriff der Urteilskraft bei Kant (1906), la
facultad de juicio para Kant designa la facultad de pensarlo especial,
individual o particular como lo subsumido en lo general.
Por
otro lado, David Sobrevilla nos recuerda que en la CRP el propio Kant se
refería sólo al juicio determinante o determinativo -que subsume lo particular
en universal dado (regla, principio, ley)- y no hablaba de una facultad de
juzgar reflexionante -que subsume particular dado en lo universal que hay que
buscar-, no mencionaba una facultad de juzgar reflexionante estética,
especialmente, que le parece singularmente oscura, complicada, dudosa, difícil
de comprender y sobredeterminada, como a Paul Guyer en su libro Kant and the
claims of taste (1979) (Repensando la tradición occidental. La estética de
Kant, p. 87).
Al
margen de las dudas justificadas sobre existencia de una facultad de juzgar
reflexionante, especialmente estética, la formulación del juicio reflexivo en
Kant responde una ampliación de su concepto primario de conocimiento, que ahora
se extiende sobre la utilidad de los fenómenos de la vida natural y espiritual,
entendiéndolos como un conjunto armónico de la razón.
Este
rasgo general de su concepción crítica en la CJ, más que en observaciones de
detalles, configurará el derrotero venidero de la dialéctica como una totalidad
donde se sucede momentos especulativos (Hegel) o momentos empíricos de lo real
(Marx).
Con
el juicio reflexivo, Kant enriquece la noción del proceso contradictoria y del
pensamiento expuesto en la CRP; a través del juicio reflexivo la noción de
totalidad adquiere un estatuto epistemológico superior, precursora la
concepción organicista de la filosofía romántica y la posibilidad de concebir
la naturaleza como una Totalidad.
Con
la noción de finalidad, que constituye esencia del juicio reflexivo, tanto
estético teleológico, se enlaza lo concreto, individual y determinista, con lo
abstracto, lo universal y la libertad, no sólo unifica el abismo entre la
naturaleza y la voluntad, sino que cobra una nueva importancia el privado del
todo sobre las partes. Así la pregunta kantiana sobre si es posible juzgar a la
naturaleza como adecuada a un fin, no es otra cosa que la interrogación por una
causalidad totaliza sin salirse de los marcos de trascendental.
La
finalidad de la adecuación del Lobillo con el sujeto, esto es, en el arte, no
es la satisfacción, sino la finalidad sin fin, el agrado desinteresado, que
encuentra -como e el juego- la complacencia y la finalidad no utilitaria. Por
ello, en el juicio estético se trata de una finalidad adecuada a la naturaleza
subjetiva (véase Jacobo Kogan, La estética de Kant, 1965). el juicio estético
ya lo vi yo no en las cosas o entes, como se suponía el antigüedad, edad media
y renacimiento, si en la relación de la forma de los objetos con el sujeto
humano.
Así,
el subjetivismo trascendental de la estética kantiana no sólo ostenta un
carácter intersubjetivo, sino un carácter esencialmente relacional, puro y a
priori, y no fisiológico, psicológico, ni histórico social. Pero lo que
interesa destacar aquí, es que en el rasgo relacional de la experiencia
estética se da una modalidad específica y propia del fenómeno artístico. Esto
es, que del mismo módulo como el problema del conocimiento en la CRP no está
exenta de elementos dialíticos, así también el problema ante la CJ involucra
una sui géneris simbiosis dialéctica entre objeto y sujeto, materia y forma.
Así lo bello acontece esencialmente en los sujetos humanos, pero teniendo ante
sí objetos que tienen la aptitud de provocar en el hombre dicha experiencia. De
esta forma, la experiencia estética en Kant es una totalidad muy muy singular,
que supone que lo vi yo no reside ni en la naturaleza, ni en las obras de arte,
sino en la relación peculiar entre estas y el hombre.
Si
el juicio reflexivo es subjetivo y en el juicio estético, en el juicio
teleológico resulta objetivo, por cuanto la finalidad de la forma del objeto es
adecuada las leyes generales de la naturaleza, lo que no significa precisamente
que sea ajeno sujeto inocente, sino que, por el contrario, la finalidad es aquí
regla o norma universal que explica la particularidad de los mecánicos y que
revela a la naturaleza como una totalidad, que tiene al orgánico sólo como una
de sus regiones ontológicas.
Pero
la posibilidad de unir la idea del mecanismo de las causas con la idea del
propósito final de la naturaleza y con ello, la posibilidad de explicar la
producción misma de la naturaleza, proporcionando un saber total de la misma,
no es dado para un entendimiento infinito como el nuestro, sino que por el
contrario dicha conciliación sólo sería posible para un principio unificador de
carácter Trascendente y trascendental humano.
El
mundo de la libertad se inserta en el mundo fenoménico a través del principio
teleológico, que no interrumpe la serie causal, sino que se introduce en ella
para encauzarla hacia sus propios fines. De esta forma, la síntesis entre lo
natural y lo ético libre no es un asunto propio de la ciencia natural o de la
teología, sino simplemente un tema de la filosofía crítica (véase C.
Pekelharing, Kants Teleologie, 1916).
Kant
al establecer el juicio reflexivo en sentido estético y teleológico hacía que
el espíritu humano al recorrer el reino del arte y de las formas orgánicas se
alzar como un ser infinito en su razón, y como un ser finito en su imaginación,
colocándose como nunca antes lo más cerca de la “fruta prohibida” de lo
absoluto.
El
juicio reflexivo estético nos descubre lo bello, y lo sublime, con lo cual el
hombre se descubre como un ser infinito-infinito a la vez. El sentido
teleológico nos lleva la suposición de una inteligencia libre de las formas a
priori del tiempo y del espacio, dueña de una intuición intelectual libre y
absoluta, es decir de una inteligencia humana, capaz de un conocimiento total e
inmediato de las cosas. Si con su teoría de lo sublime hacía del hombre un
Dios, con su hipótesis de una inteligencia arquetípica habría una puerta regia
al panteísmo venidero de los postkantianos. Una nueva totalidad que abarcara y
explicara todo lo existente, todo lo creado en el mundo quedaba pendiente sobre
el tapete filosófico.
Fichte
resolver el dilema de la nueva totalidad postulando la idea de un Yo absoluto,
responsable de todo el mundo de las representaciones, no suelen sus formas,
sino también en su contenido. La dialéctica categoría será genética y no sólo
reguladora y unificadora como en Kant (Teoría de la Ciencia, 1794).
Schelling,
desde un principio con la filosofía como una ciencia de la absoluto en su doble
manifestación: la ciencia y el espíritu; a la ciencia del yo de Fichte la
complementa con sus ciencias de la naturaleza. El universo no será una creación
de yo como en Fichte, pues el pensar no es producir, sino no producir, hay que
separar la idea de la razón y la idea de espíritu para concebir la naturaleza
como razón existente y el espíritu como la razón pensante (Sistema del
idealismo trascendental, 1800).
Hegel,
cúspide del idealismo alemán, daría respuesta a los nuevos planteamientos
surgidos con el criticismo afirmando categóricamente contra Schelling la
inmanencia y profeta inteligibilidad de lo absoluto, el cual no es externo las
cosas, sino que es la sucesión misma de ellas, que no sólo se manifiesta como
sustancia, sino también como sujeto (Fenomenología del espíritu, 1807).
Marx,
la siguiente cumbre, aunque de signo contrario -materialista- del principio
activista, totalizante y dialéctico iniciado con Kant, resolverá la totalidad
como un proceso material, histórico-social, activo y revolucionario. Lo
absoluto será movimiento, sucesión, evolución y revolución, pero no de carácter
espiritual como en Hegel, Sino de índole material, la verdadera sustancia de
los hombres serán las estructuras económico-sociales y lo verdadero que se
expresan no sólo como sustancia, sino también como sujeto, finito, será el
proletariado y su conciencia de clases de transformadora de la sociedad.
La
CJ al proponerse la unificación de mismo abierto entre el determinismo de la
naturaleza y la libertad de la voluntad, siente las bases no suelo para la
entrada intuitiva en el reino del nóumeno, sino que sin invalidar el saber
científico-natural da un impulso inusitado a la visión totalizante, dialéctica
e inteligible de lo real.
Georg
Kohler ha sido el primero en advertir que en la CJ se dan simultáneamente dos
instancias meteóricas, la primera que corresponde a la aplicación del método
trascendental, y otra subrepticia, que denomina fenomenológica, y que nosotros
preferimos llamarla dialéctica, porque a la vez que penetra en la esencia de
las daciones estéticas emerge de su análisis una visión de los fenómenos en su
totalidad (G. Kohler, Geschmacksurtell und ästhetische Erfahrung, 1980, p. 50).
Evidentemente
que esta dialéctica además de subterránea es tributaria de trascendental, que
le va abriendo camino, igualmente es una dietética aún tosca, pero que contiene
un poderoso impulso de selección constructiva, sistemática y socialista del
mundo, la postulación de un método que penetre en todas las ramas del ser
humano, y en la comprensión de lo complejo y contradictorio del proceso del
universo natural y espiritual cognoscible para la razón.
**********
En
la Crítica del Juicio el método trascendental kantiano se combina
brillantemente con la audacia de la intuición, las fuerzas sintéticas de la
fantasía, la aguda observación y la rigurosidad crítica en el juicio que
revelará la concatenación de los fenómenos, la totalidad de sus formas, y la
unidad armónica y sistemática de la vida de la naturaleza y del espíritu.
En
este sentido, en la CJ se profundiza el aporte kantiano a la nueva etapa de la
dialéctica, porque al concebir el mundo en su totalidad elevó el principio de
autonomía y actividad del sujeto a una dimensión antropológica límite que debía
de ser superada. La experiencia de los sublime le descubre el hombre como un
ser infinito dentro de los infinitos, y la indagación del fin en la naturaleza
lo lleva a la hipótesis de una inteligencia creadora.
Fichte
dijo de Kant: “le quedará exclusivamente reservado el lustro del hombre el
mérito de haber sustraído por primera vez con conciencia la filosofía de los
sujetos externos y ver la introducido y nosotros mismos” (Según introducción a
la teoría de la ciencia, parágrafo 6). Con la captación de la dimensión activa
de la conciencia por Kant, tanto la natural como en lo espiritual, se replantea
la dialítica a través de las ideas del hombre como ser activo y del proceso
contradictoria y totalizante de la real realidad cognoscible. Las categorías de
la praxis de y de la totalidad no sólo se reclamaría mutuamente los filósofos
postkantianos, sino que pasarían de modo diverso, a ocupar un lugar primordial
en sus filosofías no sólo como método, sino como movimiento de la realidad
misma.
Las
investigaciones marxológicas que renacieron en los años 50 con Lukacs,
Hippolite, Kojève, Marcuse, Lefebvre, Calvez, Garaudy y Korsch, y reivindicar
el pensamiento del joven Marx, nos presentaron a un Hegel precursor de Marx.
Ahora la ocupación más positiva con la filosofía crítica por parte del marxismo
permite comprender el gran pensador de Königsberg como un precursor más
primigenio que Hegel de la dialéctica materialista del marxismo.
Los
resultados más logrados destacan que el problema crítico y el contenido mismo
del método trascendental está todo transido de contenido dialéctico. El
principio de selectividad compleja y contradictoria de su sujeto artístico,
moral y pensante es condición sine qua non de la dialéctica como método y
movimiento total de la realidad.
No
hay duda de que el pensamiento kantiano establece de una serie de limitaciones,
pero simultáneamente será la fuente de un replanteo de la dialéctica para la
filosofía moderna. Estudiar la importancia que tiene el pensamiento kantiano la
dialéctica moderna no significa someterlo interpolaciones, artificios retóricos
y modelos preconcebidos, sino seguir la huella y el hilo conductor en su nueva
etapa de desarrollo.
CONCLUSIÓN
“Con
la perspectiva de esta meta de la historia de la humanidad, en que la idea de
la libertad había de encontrar su cumplimiento concreto y su realización
empírico-política, termina la actividad filosófica de Kant. El concepto de
Libertad constituye el punto final de su filosofía, lo mismo que había
constituido su punto inicial y el centro de ella”.
E.
Cassirer; Kant, vida y doctrina.
I
La
revolución copernicana de Kant, que pone en primer plano el papel activo del
sujeto, es el inicio del desarrollo de una etapa nueva y decisiva del
pensamiento dialéctico, que llegará a su madurez con Hegel y será puesto de pie
por Marx. Su etapa precrítica misma, especialmente superior naturalista, no
está exenta de un rico contenido dialéctico; por ello, a despecho de lo que
creía en la idea del desarrollo, la contradicción, la negatividad será
desenvolviendo lo largo de tres décadas y medias de búsqueda incesante, hasta
llegar con la CRP a la formulación del método trascendental. Dicho método, que
surge de la fan por salvar el conocimiento a priori, aporta le dialéctica, de
modo orgánico y no discursivo, inconsciente de aún, el primer intento de
comprender los fenómenos del mundo natural en su totalidad a partir de la
naturaleza contradictoria, transida de negatividad, de la conciencia humana. La
razón será con Kant una totalidad de contradicciones propias, Que impulsaron la
dimensión activa de la conciencia hacia todos los terrenos y direcciones. El
posterior desarrollo del pensamiento crítico hará extensivo dicho principio
activista a la esfera moral, artística, religiosa y a la naturaleza entera como
finalidad. El Nachlass kantiano es un testimonio vivo en este sentido, donde la
filosofía de la actividad -como razón técnica- se hace extensiva a todas las
religiones de la realidad existente. La solución misma al problema de la
posibilidad de los juicios sintéticos a priori supone una operación dialéctica,
una síntesis entre la categoría y la intuición pura. La crítica señala la
necesidad de tomar en cuenta la sensibilidad como facultad de una intuición a
priori, para llevar al concepto más allá del concepto mismo y de la trivialidad
lógica. Las leyes de la dialéctica del mundo fenomenal se van abriendo camino a
través del criticismo kantiano. La razón kantiana se presenta como una
totalidad efervescente de impulsos, con revisiones, cambios, movimientos,
síntesis y leyes propias. En su integridad incube elementos de cambio y
revolución.
II
Kant
acentuó más que los empiristas el hecho de que la conciencia es simple
testimonio de las representaciones sensibles, pero resaltó aún más la
espontaneidad cognoscitiva del acto trascendental, aumentando considerablemente
el papel de la conciencia. Esta posición no es causal para quien fue el máximo
representante de la Ilustración (Aufklärung) alemana, movimiento que el decir
Max Horkheimer (Dialéctica de la ilustración, 1947) “perseguía quitar el miedo
a los hombres y ponerlos como amos”. Pero en la Prusia de entonces esta
orientación a la emancipación de la razón de las amarras del poder espiritual y
del poder temporal cobrará un Ma más extremo y compulsivo por razones de
carácter socio y económico y de clases. Una burguesía débil e indecisa aunado a
un notorio retraso económico en comparación con los países avanzados de Europa,
una especial situación revolucionaria: madura en teoría, pero atrasada en las
condiciones materiales. El resultado inicial de una etapa entera de desarrollo
del pensamiento filosófico en Alemania fue el criticismo kantiano y el primado
de la espontaneidad del sujeto, como un grito de guerra a nivel ideológico ante
la falta de un movimiento revolucionario de masas. Reforzando lo anterior
resulta significativo el hecho de qué Kant defendiera la radicalización del
proceso revolucionario francés, en pleno gobierno de Robespierre y su régimen
del “terror”, mientras la mayor parte de los intelectuales europeos comenzaron
a distanciarse. “Esta revolución de un pueblo lleno de espíritu, que estamos
presenciando en nuestros días, puede triunfar o fracasar, puede acumular tal
cantidad de miseria y crueldad que un hombre honrado, si tuviera la posibilidad
de llevarla a cabo una segunda vez con éxito, jamás se atrevería a repetir un
experimento tan costoso y; sin embargo, esta revolución, digo yo, encuentra en
el ánimo de todos los espectadores una participación de su deseo, rayana en el
entusiasmo, cuya manifestación no puede reconocer otra causa que una
disposición moral del género humano”. (Si el género humano se halla en proceso
hacia mejor, 1798, parágrafo 6). Su aspiración como hombre de la Aufklärung a
una sociedad más racional, está asignada por el drama nacional alemán. El genio
y el medio en conjunción feliz dieron lugar a un maduro pensamiento de la
burguesía occidental en su etapa progresista y de asenso histórico.
III
La
aspiración kantiana a una sociedad más racional, que posibilita la libertad y
felicidad plena del hombre es aún en la actualidad plenamente vigente y una
tarea perentoria para la humanidad. Encargo imposible para el capitalismo
decimonónico y aún bastante remoto para el socialismo existente. Para T. Adorno
(Dialéctica negativa, 1966), la única salida es la práctica de un pensamiento
negativo sin síntesis, capaz de obtener la fuerza de la contradicción a un
resurgimiento de las tendencias totalitarias y conformistas. Max Weber insistió
en el carácter menos racional de occidente (La ética protestante y el espíritu
del capitalismo, 1905). Para Habermas la modernidad es un proyecto incompleto,
el ideal de la ilustración (el arte y la ciencia de servicio no sólo de la
transformación del mundo, sino también de la vida y de la persona humana),
quedo trunco. Sin embargo, su alternativa -arguye D. Sobrevilla- es un
paradigma socialmente inocuo: oponer a la razón instrumental la razón
comunicativa (Postmodernidad y Racionalidad, Lima, 1988). Para el marxismo
occidental en su gran espectro -escuela alemana, francesa e italiana- la
construcción una auténtica alternativa al capitalismo no ha podido ser
desarrollado por el marxismo soviético, que al arrebatar a las masas su
iniciativa histórica no sólo traicionó el originario voluntarismo Lenin, sino
que troncó el despliegue de la fuerza negativa de la dialéctica que devino
vulgar, acrítica y determinista (véase Merleau-Ponty. Las aventuras de la
dialéctica, 1956; J. P. Sartre, Crítica de la razón dialéctica, 1960; H.
Lefebvre Problemas del marxismo, 1967). Para A. Peña Cabrera el fundamento de
la racionalidad de occidente -dominadora, alter adora del ecosistema y ávida de
lucro- no fue Grecia, sino el modo de producción capitalista basado en la
máquina, la misma que destruyó la racionalidad andina y que plantea como
pregunta capital si estas dos racionalidades son compatibles y conciliables
(Racionalidad occidental y Racionalidad andina, Lima, 1988).
El
desiderátum de Kant y de la Aufklärung una sociedad plenamente humanizada y
meramente civilizada es la herencia legítima similar por el marxismo en la
teoría, pero que, en la práctica, por lo menos en el modelo soviético
estalinista, sufre una distorsión profunda por desviaciones en la
superestructura política (dogmatismo, economicismo, burocratismo). Su
recuperación transita en primer lugar por el reconocimiento del Con sustancial
nexo entre la dialéctica y la libertad, la contradicción y la democracia; donde
la filosofía en lo social debe acentuar y desarrollar dicha e intervención para
contribuir a la organización más democrática, que racional, de la totalidad
social, en tanto se entienda que lo racional al margen de su verdad -la
libertad- declina un patético totalitarismo antidialéctico. no se trata de
suscribir la opinión de qué las revoluciones sean verdaderas como movimientos y
como falsos regímenes (Merleau-Ponty), de defenderla también como un régimen
siempre y cuando su soberanía y verdad descanse en el reconocimiento del
voluntarismo vigoroso de las masas, se basa en ellas, esto es, en el
proletariado mismo y no en las manos mórbida y falsas de una élite burocrática
de partido. por ello, la pregunta capital no es la si racionalidad occidental es
compatible y conciliable con la racionalidad andina, ni el reemplazo de la
razón instrumental por la razón comunicativa, sino como comprender el cambio
del modo de producción capitalista para que resurja una racionalidad nueva y
superior que encamine hacia la sociedad comunista, donde el desarrollo
económico no inmole a su costa a los hechos civiles y la justicia social no
signifique las asfixia de la libertad política.
El
marxismo sólo puede conservar al kantismo superándolo no sólo en la teoría
-identificar la subjetividad originaria humana, dadora de sentido, como materia
movimiento dialéctico cuya génesis descansa en la naturaleza misma-, sino
también en la práctica, al precio de una dialéctica depurada no de una doctrina
determinada, como algunos pretenden, sino de todo dogmatismo paralizante y anti
libertario.
Lenin desarrolló la dialéctica
marxista en un contexto más político y práctico. En su obra Materialismo y
Empiriocriticismo, defendió el materialismo contra corrientes filosóficas
idealistas y positivistas, argumentando que la dialéctica no solo debía
aplicarse a la historia sino también a la naturaleza y la ciencia. Lukács la
dialéctica en términos de la percepción de los trabajadores sobre su propia
explotación. Para él, la conciencia de clase no es simplemente un reflejo de
las condiciones materiales, sino una fuerza transformadora dentro de la lucha
de clases. Gramsci aplicó la dialéctica al ámbito cultural y político,
desarrollando la idea de hegemonía, que explica cómo las clases dominantes no
solo imponen su control económico, sino también ideológico, moldeando la forma
en que las masas interpretan la realidad. Su concepto de bloque histórico
reformuló la dialéctica marxista al integrar elementos culturales en la lucha
de clases. Adorno criticó la dialéctica tradicional por su tendencia a
buscar síntesis, proponiendo en su Dialéctica Negativa que la negación
debe mantenerse abierta, sin forzar una resolución. Esto influyó en la teoría
crítica y en la revisión de la dialéctica dentro de la Escuela de Frankfurt. Althusser
rechazó la interpretación humanista de la dialéctica marxista y propuso un
enfoque estructural, donde las contradicciones no necesariamente se resuelven
de manera lineal, sino que operan en distintos niveles de la sociedad.
ÍNDICE
DE OBRAS KANTIANAS MENCIONADAS EN EL TEXTO
- ETAPA PRECRÍTICA
- Primer Período Naturalista (1746-1760)
Ideas sobre la verdadera
apreciación de las fuerzas vivas (1746), 42, 47.
Historia General de la
Naturaleza y Teoría del cielo (1755), 41, 42, 47.
La cuestión de si la Tierra
envejece desde el punto de vista físico (1754), 41.
Nueva elucidación de los
primeros principios metafísicos (1 755), 41.
Monadología Física (1 746))
41. Nuevas observaciones encaminadas a explicar la teoría de los vientos
(1756), 41.
De los causas de los
terremotos (1756), 41.
Historia y descripción del
temblor de tierra de 1755 (1756), 41.
Reflexiones acerca de los
temblores de tierra (1756), 41.
Ensayo sobre el optimismo
(1759), 47.
- Segundo Periodo antiespeculativo
(1760-1769)
Nuevo concepto del
movimiento y del reposo (1761), 49.
La falsa sutileza de las
cuatro figuras silogísticas (1762), 49, 50.
La única prueba para
demostrar la existencia de Dios (1763), 44, 49, 50.
Ensayo sobre la claridad de
los principios de la teología natural y de la moral (1763), 44, 50.
Intento de introducir en la
filosofía de concepto do magnitudes negativas (1763), 5 1, 44, 49,50.
Sueños de un visionario
esclarecidos por los sueños de la metafísica (1766), 44, 52.
Programa de las lecciones
del semestre 1766-1766, 52.
Sobre d primer fundamento
de la distinción de las zonas otro del espacio (1768), 53.
- Tercer periodo de gestación crítica
(1769-1781)
La disertación inaugural
(1770), 45, 54, 56, 57.
De las diferencias
esenciales físicas entre la estructura de los animales y la del hombre (1771),
44.
- ETAPA CRITICA
Critica de la razón pura,
(CBP), (1781), 30, 44, 62, 64,65, 67, 70, 71, 73, 74, 76, 84, 85, 101, 15, 118,
119, 120, 125.
Prolegómenos (1 783),
61,63,83.
¿Qué es la Ilustración?
(1784), 88.
Comienzo presunto de la
historia humana (178ó), 87, 94, 98.
Ideas de una historia
universal en sentido cosmopolita (1784), 96, 1 01.
Informe sobre la obra de
Herder, "Ideas para la filosofía de la historia de la humanidad”, (1785),
91.
Crítica de la razón
práctica, (CRR), (1788), 101, 102, 108, 1 10, 115.
Fundamentación & la
metafísica de las costumbres (1785), 102.
- ETAPA POSTCRÍTICA
Critica del Juicio, (CJ),
(1790), 1 14, 1 15, 1 16, 1 17, 1 18, 1 19, 120, 122.
Porque no es inútil una
nueva crítica de la razón pura (1791), 114.
La religión dentro de los
límites de la pura razón (1 793), 1 10.
El fin de todas las cosas
(1794), 94, 95.
Sobre la paz perpetua (1
799, 89.
Si el género humano se
halla en progreso constante hacia mejor - (1798), 89, 127.
Opus Postumum; comprende
los últimos escritos del filósofo. Editado parcialmente por R. Reicke en 1888;
por Krause bajo el título de "Paso de los primeros fundamentos de la
ciencia física a la metafísica"; y por A. Adickes en 1920 con el nombre de
Opus Postumum. 115
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INDICE
Introito a la reedición 5
Comentario Copilot
9
Introducción
CAPÍTULO I
LA
FILOSOFÍA KANTIANA COMO FUENTE TEÓRICA DEL MARXISMO
1.
La evaluación marxista de Kant
2.
La filosofía dialéctica in nuce
3.
El activismo kantiano y la praxis
4.
La noción de libertad como acción
5.
La dialéctica idealista
6.
Marxismo y neokantismo
CAPÍTULO II
LA FASE
PRECRÍTICA DE KANT Y EL MARXISMO
1.
La imagen marxista del Kant precrítico
2.
La dialéctica del Kant juvenil (1746-1760)
3.
La dialéctica en las obras de los años 1760-1769
4.
Los orígenes de la dialéctica idealista en la revolución de 1769-1770
[1] Al final de la Segunda Guerra Mundial Königsberg pasó a poder de la
Unión Soviética con el nombre de Kaliningrado.
[2] Referimos
A para la primera edición, B para la segunda y L para la traducción castellana
de Perojo y Rovira Armengol de la editorial Losada.
[3] Subrayamos “moderna” debido a las anticipaciones dialécticas como modo
de ser de la realidad (Heráclito y Plotino) y como modo de reflexionar
(Sócrates y Platón). Para Engels los filósofos griegos eran dialécticos netos
(Del socialismo utópico al socialismo científico). Carlos Astrada distingue
entre dialéctica del pensar (escuela de Elea) y dialéctica de lo real (La
génesis de la dialéctica, B. Aires, 1968).
[4] No sólo Lenin, sino
el marxismo en general suelo ha reconocido elementos materialistas en el
periodo crítico de Kant, y la dialéctica se la reconoce que está presente, pero
de modo disperso e incongruente, como en la teoría de las antinomias. Por el
contrario, es necesario reconocer que un poderoso nervio dialéctico atraviesa
toda la obra kantiana, desde su etapa juvenil hasta su madurez.
[5] En adelante con la
abreviatura CRP
[6] Heidegger, La
pregunta por la cosa. B. Aires, 1964
[7] En realidad, la lógica dialéctica presenta dos formas de realización en
Hegel, pues es al mismo tiempo una teoría del pensamiento puro y una teoría del
ser, un desarrollo del ser en tanto que se piensa a través de la conciencia
humana, y un desarrollo del ser en su apariencia fenoménica. En ambos sentidos,
la dialéctica no es el pensamiento de una inteligencia suprema, puesto que todo
el movimiento de la lógica hegeliana se resume: “Del absoluto debe decirse, que
es, esencialmente resultado” (véase J.H. Palmier, HEGEL, 1986; Heleno Saña,
HEGEL, 1982; J. Hyppolite, LÓGICA Y EXISTENCIA, 1942; A. Kojève, INTRODUCCIÓN A
LA LECTURA DE HEGEL, 1974).
[8] La concepción kantiana De la lógica de un lugar a fines del siglo XIX y
principios del siglo XX a la lógica gnoseológica qué fue propulsada sobre todo
por los representantes de la Escuela de Marburgo. Para del estudio de la
constitución lógica del plano trascendental y la explicación subsiguiente, a
partir del mismo, de la correspondencia entre la realidad y las operaciones
lógicas.
[9] Según Francisco Miró
Quesada en su libro “Hombre, Naturaleza e Historia” (1987) la cultura
occidental se diferencia de otras culturas en la convicción de que la humanidad
puede formar su destino. La concepción autotélica de la historia alcanza su
madurez con Kant, pero sigue siendo la tendencia dominante de la cultura
occidental.