jueves, 28 de octubre de 2021

SESQUICENTENARIO DE LA COMUNA DE PARÍS

 SESQUICENTENARIO DE LA COMUNA DE PARÍS

Gustavo Flores Quelopana



Habiéndose rendido incondicionalmente el 18 de enero de 1871 la burguesía prusiana ante el káiser Guillermo I, el 18 de marzo los obreros parisinos sacan sus banderas rojas y empieza la epopeya revolucionaria de la Comuna de París. Los obreros conservaban las armas con que lucharon contra el invasor prusiano, pero el gobierno del infame Thiers ordenó desarmarlos provocando una masacre donde murieron mujeres y niños.
La reacción fue la insurrección general a la que se plegaron soldados rebelados contra sus mandos. El grito de ¡Viva la Comuna! recorrió todo París y el 28 de marzo se constituyó la Comuna obrera. En 1866 Marx ya había publicado el primer tomo de El Capital, por el que daba fundamento económico al materialismo histórico y al comunismo, y para 1871 prepara una adición a El Capital.
Marx vio la Comuna como una expresión de la dictadura del proletariado, dando origen a su famoso folleto La Guerra Civil en Francia, donde precisa dos cosas: la estrategia de la conquista del poder y el uso del poder una vez conquistado. Su conclusión será: "La Comuna de París fue un gobierno de la clase trabajadora contra la clase explotadora".

LEGADO DE MARX

 LEGADO DE MARX

Gustavo Flores Quelopana



Hay quienes piensan que el marxismo está caduco y muerto. Pero el mayor mentís de ello es que vivimos sumidos en la enajenación y el fetichismo de las mercancías. Somos esclavos de las mercancías, nos comportamos como mercancías y nos llamamos libres. ¡Gran paradoja! 

Enajenación de la mercancía es ver cómo millones de seres humanos andan hipnotizados con sus celulares, las redes sociales, la ropa de moda, los tatuajes, las ideas de las portadas periodísticas, la jerga coprolálica, etc. Marx fue el filósofo que explicó dicho fenómeno llamándolo la "fetichización de la conciencia enajenada". Su obra cumbre El Capital (1866) es la fundamentación económica de la crítica de la alienación, especialmente de la alienación del trabajo, expresada en sus Manuscritos de 1844, como las tesis del materialismo histórico, que subordina la conciencia a la forma de vida material. Y todo ello encuentra explicación en la teoría del fetichismo en el capitalismo. 

Marx distingue dos formas de fetichismo: esencialista (lo histórico es asumido como cosa de la naturaleza) y subjetivo (el ser social lo asume como algo contingente de la subjetividad). El fetichismo es la entrega en cuerpo y alma a la "voluntad" de la mercancía. Pero la mercancía tiene su ser fuera de ella, a saber, en el mercado. La mercancía oculta tres cosas: su origen humano, su origen social y la relación entre productores. O sea, oculta las relaciones sociales que están en su base. La mercancía cobra vida propia porque se comporta como un ser natural con derechos naturales. Pero en el mercado todo es ficción, todo es ilusión. De ese fetichismo no se puede salir sino rompiendo con el mundo de las mercancías. 

El fetichismo es intrínseco al capitalismo. Es conciencia falsa porque toma el objeto social como objeto natural. Respetando la vida de la mercancía se condena el hombre a una vida sin esencia. Del fetichismo mercantil brota el fetichismo del derecho y el fetichismo filosófico. El mercado capitalista exige el nacimiento del sujeto libre y autónomo. Los jurídicos derechos humanos tienen su exigencia en el mercado capitalista. Y filosófica la razón autónoma tiene su fuente en la determinación económica. 

El fetichismo es ocultación y enmascaramiento del fundamento de la realidad histórico-social. Los DDHH y la filosófica Razón autónoma son fetiches que ocultan el modelo económico hegemónico del capitalismo. Esa verdad alcanzada en El Capital no se la perdonarán jamás las clases explotadoras, simplemente porque desenmascara la realidad de su dominación.  

CINCUENTA AÑOS DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN