UNA EXPERIENCIA METAPSÍQUICA
No soy cultor de la parasicología o metapsíquica. Soy un simple pensador de filosofía. Pero en filosofía figuras como Gabriel Marcel, Williams James y Henri Bergson se interesaron por los fenómenos extrasensoriales. En ninguno de mis libros he investigado a fondo sobre el tema. Salvo alusiones laterales por algunos temas abordados, como el chamanismo, por ejemplo, en la formulación de la filosofía mitomórfica.
He tenido otras, pero ninguna tan elocuente, extraña y significativa como esta. La misma quedó registrada en la semblanza sobre el fallecido Doctor Antonio Belaunde (1927-2013) que me solicitó el Dr. Eguiguren para la revista Mercurio Peruano, año IIC, número 529, pp. 205-212, 2016.
Lo contaré de manera muy sucinta para concentrarme más en el análisis. Transcurría el año 2016 y una noche sueño con el difunto embajador Dr. Antonio Belaunde -hijo del dilecto filósofo peruanista Víctor Andrés Belaunde-, con quien me unió una grata amistad y colaboración intelectual. En el sueño aparecía él conduciendo un elegante auto Cadillac, con asientos de cuero blanco, y yo estaba con mi esposa, que para entonces también era difunta. O sea, en el sueño aparecían dos fallecidos -Belaunde y mi esposa- y yo. Nos invitó a almorzar. Aparecimos en el almuerzo y lo vimos comer con el mismo apetito de Heliogábalo que lo caracterizaba, mientras sonreía y nosotros también disfrutábamos de los deleitosos platillos. Eso fue todo el sueño. Por lo demás, fue la primera y única vez que soñé al Dr. Belaunde.
Al levantarme esa mañana no sé por qué me dirigí a encender inmediatamente la computadora y vi en mi correo un mensaje. Era nada menos que el Dr. Eguiguren de la Universidad Piura para pedirme que escribiera para el Mercurio Peruano una semblanza intelectual sobre el Dr. Belaunde. Naturalmente accedí, pero me quedé profundamente intrigado por la coincidencia con el sueño.
¿Qué explicaciones puedo encontrar sobre dicho acontecimiento? Por lo pronto se me ocurren tres:
1. Simple azar o coincidencia especial de índole natural.
2. Coincidencia singular de índole sobrenatural.
3. Hecho parapsicológico.
La (1) no merece mayor comentario por insatisfactoria y quedarse en lo meramente material y natural. Las posibilidades de que ocurran tales coincidencias son tan remotas que sería como pensar que del movimiento caótico de los átomos saliera la Quinta Sinfonía de Beethoven de la sesera de un heladero.
La (2) me hizo pensar en la explicación de C. Jung sobre su teoría de la "sincronicidad". Según Jung, existe un teleologismo, un finalismo, un modelo que existe desde la eternidad. Son coincidencias de acontecimientos significativos que van más allá del principio de causalidad y que se relaciona con una especie de empatía cósmica.
Aunque Jung no lo dice lo que sugiere es que existe una psique cósmica que hace posible tales coincidencias de sincronicidad. Dicho teleologismo es plausible, lo dudoso es que se produzca por la intervención de una psique cósmica que la dirija. Ello equivaldría a suponer la existencia de una mente universal -dado que Jung no cree en Dios- que toma el lugar de las mentes individuales. Lo cual implica un conflicto entre la libertad individual y la necesidad cósmica de la mente universal.
El (3) desliza la existencia de una fuerza psíquica de origen desconocido y que sería la responsable de la legitimidad de los fenómenos paranormales o estados de conciencia alterada (ECA). En nuestro caso nos preguntamos si un sueño puede ser un ECA. Y lo puede ser cuando su fenomenología es paranormal. Veamos.
Por lo pronto, dicho sueño no pertenece al ámbito de los fenómenos paranormales fisiológicos (fluido psíquico, telergia, teleplastia, encantamiento). Tampoco es prosopopesis o cambio brusco de la personalidad.
Pero un sueño puede ser incluido dentro de los fenómenos paranormales no fisiológicos (telepatía, metagnomia). Y lo es porque la coincidencia de dicho sueño no era algo normalmente accesible a la mente.
Personalmente considero que como no poseo ningún poder extrasensorial (bilocación, visiones, profecía, olor a perfume, telepatía, precognición, levitación, ayuno, conocimiento infuso), aunque hay veces en casa en que percibo olor a perfume, creo que en mi caso el estado de conciencia alterado se sirvió del sueño porque es la forma más pasiva de comunicación extrasensorial en personas sin dotes paranormales.
El significado inconsciente de los sueños no sólo fue resaltado por Freud, sino que su significado simbólico fue rescatado por Jung, Fromm y la etnología, especialmente pienso en Frazer y su "Rama Dorada". Ahora por la psicología transpersonal es posible pensar su significado parapsicológico. O sea, no se trata sólo de deseos sexuales reprimidos e irracionales, arquetipos, simbología onírica, sino también de acontecimientos extrasensoriales.
Para la tradición orientalista (especialmente Vedanta, yoga y budista) no habría problema para afirmar que se trataría de la comunicación onírica y trascendental de la conciencia que está en un plano intemporal e inespacial con otra que se mantiene en esta vida en un plano psico-material. Lo cual nos llevaría a sostener la existencia de un depósito común de conciencia.
Pero volviendo a la tradición occidental tenemos: al espiritismo y la parapsicología. El espiritismo sería de la opinión de que se trata de una demostración palpable de la supervivencia del alma inmortal más allá de la muerte. La muerte no sería el final y los testimonios de resurrección clínica abonarían a su favor.
Por su parte, para la parapsicología la coincidencia que luce dicho sueño sería la demostración de que: 1. los fenómenos paranormales no son alucinación, sugestión o truco, sino fenómenos parafísicos verdaderos, que toda persona puede tener y admitir; 2. la visión mecanicista del universo es limitada y exige estar abiertos a la existencia de lo sobrenatural; 3. de que es real la acción extracorporal del alma; 4. existen fenómenos psicofísicos que no son meramente mentales y cerebrales, sino que involucran la existencia del alma inmortal.
A partir de todo lo expuesto me lleva a pensar lo siguiente: 1. junto al universo físico existe el universo psíquico, alma, o conciencia (intemporal, inespacial y eterno); 2. que hay vida después de esta vida; 3. el alma es inmortal; 4. que lejos de ser las almas individuales un fragmento de una impersonal alma universal o conciencia cósmica, lo somos de un Dios personal y providente; 5. en nuestra época atea y secularizada abren una vía para comprender la existencia de la inmortalidad del alma no sólo las religiones, sino la nueva física, la psicología transpersonal y la parapsicología.
Dichoso extraño sueño el que tuve, que dada mis limitaciones psíquicas se sirvió de ese medio para evidenciar una dimensión trascendente que el hombre moderno occidental rechaza por su idolatría de la ciencia y la técnica.