miércoles, 2 de agosto de 2023

LA VOLUNTAD DE PODER de Nietzsche (Comentario)

LA VOLUNTAD DE PODER 

de Nietzsche (Comentario)



La filosofía de Nietzsche es la exposición en gran estilo de una serie de pensamientos proféticos que se corresponden con el triunfo del imperialismo colonialista bárbaro y agresivo de fines del siglo XIX y gran parte del XX. Su filosofía es la expresión hiperbólica del individualismo y subjetivismo burgués. Ante Schopenhauer y Kierkegaard trae una nueva manifestación del idealismo subjetivo. Prácticamente con Nietzsche se inicia la lucha defensiva de la burguesía contra el socialismo. Y ello se refleja en su pensamiento que vertebra toda su exposición: la lucha de los señores la Tierra contra la moral de esclavos dependerá del triunfo de la Voluntad de Poder.

Su desprecio por las masas, su defensa de la esclavitud, su aristocratismo elitista, sus disparos contra la razón en favor del instinto, la justificación del egoísmo, su proclama de que nada es verdad y todo es lícito, la justificación de la maldad y la barbarie, su cruzada contra Dios y la moral que busca liberar los instintos, el eterno retorno donde finalmente triunfa el ser relativo e inmanente sobre el devenir, la lucha entre razas superiores e inferiores, su hiperbólica defensa del superhombre y de la voluntad de poder, todo ello forma parte de su defensa velada de la barbarie imperialista.

El idealismo subjetivo ahora se asienta en una crítica cultural y el biologismo de la raza de los señores de la Tierra. Su apelación moral a los instintos bárbaros y bestiales del hombre es una confesión de su irracionalismo en toda la línea. Todo es relativo y pura interpretación subjetiva. La Verdad es el tipo de mentira para poder vivir. En su nihilismo extremo afirma que Dionisos es el nuevo dios sensual y cruel de la época. Dionisos es el símbolo de que no se propone acabar con el nihilismo sino afianzarlo. 

Todas sus caóticas, agresivas y belicosas afirmaciones están dirigidas a luchar contra un enemigo: el socialismo, que parapeta a los que supone como antípoda de los señores y herederos de la moral de esclavos: la masa, la horda, el pueblo, la revolución. En este sentido el superhombre es la salvación de los señores de la Tierra, de los fuertes contra la amenaza de los débiles. Su lenguaje a la ofensiva encubre el hecho que desde la Comuna de París la burguesía capitalista se encontrará a la defensiva.

Todas estas observaciones son explicadas con extensión por Georg Lukács en su obra El asalto a la razón. Y en realidad, cuando el pensamiento de Nietzsche es visto en relación con los acontecimientos politicos, sociales y económicos de su tiempo se descubre la imbricación que tiene su filosofía con la clase burguesa y la fase capitalista de su tiempo.

¿POR QUÉ HAY ESTA GUERRA?

 ¿POR QUÉ HAY ESTA GUERRA?



La pregunta alude a la presente Guerra ruso-ucraniana, que en el fondo es la guerra entre Estados Unidos contra Rusia, pues los países europeos actúan como vasallos que se dejan arrastrar por el amo imperial. 

Ahora bien, la respuesta es simple y nada complicada. Hay guerra en nuestro tiempo porque han crecido las aspiraciones imperialistas de la burguesía occidental liberal en una proporción inversamente proporcional a su debilidad sistémica creciente y que ve perder constantemente terreno ante el avance incontenible de la burguesía china encaramada en su partido comunista y la burguesía rusa comandada por el líder siberiano Putin. 

En el fondo es una guerra interimperialista por el dominio del mundo. La diferencia es que las reglas en ambos son distintas: la del imperio del mal basado en la prepotencia, la amenaza, las sanciones y la agresión, y la segunda -de Rusia y China- basada en la cooperación, la igualdad, el respeto mutuo, la integración y la no intervención en los asuntos internos.

El capitalismo del occidente liberal luce agotado, después de sustituir el modelo de capitalismo social de mercado por el capitalismo neoliberal especialmente en Europa, pues en Estados Unidos siempre operó el capitalismo salvaje de libre mercado. El neoliberalismo se agotó y, para proseguir su marcha como capitalismo cibernético, requiere pasar por el dominio mundial absoluto, esto es, derrotar militarmente a China y Rusia, pues, no le es posible hacerlo por vía económica y pacífica. A esto se debe el robustecimiento del ala fascista de los amos del mundo en el Reich Bilderberg. La globalización del libre mercado ya no les resulta un buen negocio y retroceden hacia la política de bloques y de confrontación mundial. Su comportamiento reaccionario y agresivo se vuelve imperativo.

Por su parte, China y Rusia lucen en lo económico como los exponentes actuales del capitalismo social de mercado. Dicho modelo desmontado en la Europa occidental se trasladó hacia el este europea y el Asia. En política uno se asume como comunista y el otro como nacionalista. Y en lo cultural se muestran partidarios del respeto de los valores, la tradición y la familia. Frente al occidental se trata de una vía de desarrollo antagónica al capitalismo liberal occidental. Pero el mundo es dinámico y se puede prever mayores cambios.

Pero, en suma, ¿por qué tenemos esta guerra? porque la burguesía internacional del occidente liberal quiere revertir, derrotar y hacerse nuevamente de la gobernanza global, aún a costa de una guerra nuclear. Sí, aún a costa de ello, porque en la ideología burguesa de la fase imperialista el superhombre se identifica con la barbarie y la superbestia descrita por Nietzsche. Lo cual responde a la ética de la belicosa burguesía imperialista occidental

EL SINO DE NUESTRO TIEMPO: ENTRE LA III GUERRA MUNDIAL Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

 EL SINO DE NUESTRO TIEMPO: 

ENTRE LA III GUERRA MUNDIAL Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

El mundo se estremece ante los dolores de parto de un nuevo orbe. Al parecer las élites plutocráticas globalistas no se esperaban tal revés, por lo menos eso se trasluce en su optimista agenda 20/30. Allí percibían con toda claridad que había que batir sin problemas primero a Rusia, y luego a China, para mantener sus reglas y su orden mundial. Pero el cálculo les ha fallado estrepitosamente porque en el mundo cobra mayor fuerza, dinamismo e ímpetu el Orden Mundial Multipolar, y en su desesperación la vieja plutocracia liberal se encamina hacia un Tercer Conflicto Mundial, que esta vez -dado el calibre de los armamentos nucleares de que se dispone- pone en peligro la sobrevivencia de la humanidad entera.

Hasta antes del estallido del conflicto de Ucrania el mundo se encaminaba hacia una integración global ente Oriente y Occidente a través de dos grandes megaproyectos: la Ruta de la Seda de China, que iba a integrar a Europa con el Oriente, y los gasoductos NordStream I y II, que iba a fortalecer a Alemania en su independencia energética, integrarla con Rusia y seguir comandando la economía europea. Pero la prédica norteamericana hasta el último momento era que Alemania abandonara dicho proyecto energético, ante lo cual sólo recibía la burla de los tudescos. No obstante, la canciller alemana Angela Merkel no era sincera y jugaba a dos bandas, porque por un lado se mostraba firme en el proyecto gasífero, pero por otro lado aparentaba alentar los acuerdos de Minsk con la sola intención de dar tiempo al régimen nazi de Kiev para que se rearmara. Su imprudencia y aventurerismo político le costó caro, el imperio junto a los servicios secretos británicos y ucranianos sabotearon los oleoductos destruyéndolos con cargas explosivas en setiembre del 2022. Más de 10 mil millones de euros se fueron al agua. El canciller Olaf Scholz, sucesor de Merkel, se quedó sin soga y sin cabra, ahora tiene que afrontar una severa crisis energética, y con él toda Europa, y encima comportarse como vasallo sin soberanía ante los dictados del amo imperial. Para sellar la insensatez política europea la OTAN declara que China representa una amenaza a los intereses, seguridad y valores del occidente liberal. A las claras se ve cumplido el objetivo imperial: se frustraron dos grandes proyectos económicos que hubieran salvado a Europa de la catástrofe, a saber, la Ruta de la Seda y los gasoductos ruso-alemanes.

El catalizador de toda esta escalofriante perspectiva es la guerra en Ucrania que ya lleva más de un año, la cual, como campo de prueba de las armas occidentales y rusas, sabe perfectamente que el nazi Zelenski no tiene posibilidad alguna de revertir los acontecimientos militares. Y por más que diga que no permitirá el ingreso de tropas extranjeras en su país, es conocido por hacer siempre lo contrario a lo que dice. No en vano el 13 de julio Biden firmó una orden ejecutiva disponiendo el traslado de 3 mil soldados más al frente europeo, y ya se tiene a 11 mil tropas yanquis en territorio polaco listos para entrar en combate. Por tanto, lo que se espera es la peligrosa dilatación del conflicto, acordado por la OTAN en la cumbre de Lituania el pasado mes de julio. Lo cual resulta irracional, pues en toda la línea del frente ucraniano las tropas rusas avanzaron, la contraofensiva de Zelenski resultó un fiasco, y en vez de ver el momento de hablar de paz los guerreristas occidentales acordaron aumentar el envío de armas para Ucrania y no incorporarla momentáneamente a la UE. La peor novedad de todas fue que EEUU proporcionaría las prohibidas bombas de racimos a Ucrania, pese al desacuerdo de sus vasallos europeos. En otras palabras, que Zelenski siga poniendo los muertos mientras la OTAN se rearma para enfrentarse a Rusia. Y esto responde a que el occidente liberal -léase el imperio norteamericano y sus vasallos europeos- sólo se relaciona con la necesidad de los amos del mundo[1] de mantener el Orden Mundial Unipolar.

No en vano el mal llamado Club Bilderberg, pero que en realidad es el Reich Bilderberg, se reunió entre el 18 y 21 de mayo en Portugal con el alto mando de la OTAN, la CIA y el MI6 británico para acordar el plan estratégico para derrotar a Rusia, China e India y mantener el liderazgo de EEUU junto a sus vasallos. Y en sus planes para mantener la dominación mundial está la expansión de la OTAN hacia el Pacífico para enfrentar a China, activar un enloquecido rearme acelerado para lanzar primero una campaña terrestre contra Rusia, y luego, de forma casi inmediata, desatar un conflicto termonuclear si es necesario.

En otras palabras, fueron 130 participantes de todos los países del mundo, incluido el longevo Henry Kissinger, que defienden acérrimamente los intereses de las diez personas más ricas del planeta, se sienten con el derecho de tomar decisiones que repercutirán sobre 8 mil millones de habitantes de este planeta. Y a esto le llaman democracia. Lo que demuestra que la concentración de la riqueza en pocas manos se convierte en la principal amenaza para la paz mundial. 

A todas luces los planes guerreristas de la OTAN propuestos en el mes de julio en Lituania salieron de la cumbre Bilderberg del mes de mayo en Portugal. Pero los líderes occidentales europeos y norteamericanos saben que sus armas son tecnológicamente inferiores respecto a los de Rusia y China, están armamentísticamente rezagados. Además, no tienen ni el tiempo ni el presupuesto para lograr un nuevo nivel tecnológico en los armamentos, por lo que sus bravuconadas sólo están dirigidas a seguir como zombis los dictados Bilderberg para empeorar la confrontación hasta llegar al conflicto nuclear. Incluso las pruebas estadounidenses por lograr misiles hipersónicos han fallado y por su alto costo se duda que lo logren en tan alicaída economía suya castigada por la inflación, el endeudamiento, los gastos militares y el déficit fiscal.

¿Pero puede alguien en su sano juicio pensar que es posible desatar un conflicto termonuclear y tener posibilidades de salir incólumes? ¡Y quién ha dicho que los amos del mundo estén en su sano juicio! Más bien ¡han perdido el juicio! Es que los 10 hombres más ricos del planeta están seguros de poder resistir en sus búnkeres privados a un holocausto nuclear. El resto de la humanidad poco interesa, no son su prioridad. En su desbocada e insensata obsesión por el dominio mundial consideran necesario el empleo de las armas nucleares para eliminar a sus oponentes[2]. Sólo en ese tipo de armas son competitivos, en el resto no. A pesar de no tener ventaja en una guerra convencional contra Rusia y China y no tener efecto las sanciones económicas impuestas a estos países, siguen adelante en sus planes de ser los únicos dueños del mundo. Y por eso han desmantelado momentáneamente la Ruta de la Seda y los oleoductos NordStream que apuntaban hacia una integración euroasiática.

Llegar hasta el enfrentamiento nuclear. Al parecer esa es la opinión de las élites globalistas de occidente que con sus acciones intensifican su belicismo mundial. Ya la vice presidenta de Biden, Kamala Harris, dejó pasmado al mundo al afirmar que “cuando reducimos la población, más de nuestros hijos pueden respirar aire limpio y beber agua limpia”. Y la Casa Blanca salió de inmediato a corregir el lapsus linguae diciendo que no quiso decir “población” sino “polución”. Lo interesante no es lo que Freud reveló sobre los deslices verbales, como expresiones del inconsciente que aparece como equívoco en la expresión consciente, sino que precisamente dichas palabras de Kamala fueron furiosamente aplaudidas por su auditorio. Lo cual revela el estado histérico y paranoide de la mentalidad ultraderechista estadounidense, la cual está perdiendo el sentido común.

En otras palabras, la idea de reducir la población mundial aun a costa de una guerra termonuclear no es muy impopular como algunos podamos pensar. La revista Nature Food calculó que un conflicto nuclear entre EEUU y Rusia provocaría una hambruna global que podría matar a más de 5 mil millones de personas. Y sólo al primer impacto del primer día morirán no menos de 90 millones de personas. Sin duda, para los macabros partidarios de la disminución de la población mundial el cálculo no les viene del todo mal, es casi el 63 por ciento de la población mundial la que morirá frente a los 8 mil millones que serán para 2023. Pero el mundo Occidental nunca ocultó sus preocupaciones neomalthusianas sobre cómo frenar el crecimiento poblacional en los países comunistas, primero, y luego en todo el globo terráqueo. De sus entrañas ha salido el discurso que sustituye el control de la natalidad por la promoción de la ideología de género. Pero ahora la insana homosexualización de la humanidad les quedó corto y prefieren, más bien, irrogarse el derecho del exterminio termonuclear.

Nadie puede olvidar las esperanzas mundiales que despertó la llegada al poder de un presidente negro en la Casa Blanca con Barack Obama (2009-2017), pero tampoco nadie puede olvidar cuando defraudó las expectativas al terminar su periodo como el presidente de los drones asesinos, de la dilatación de las guerras en Afganistán, Irak, Siria, autorizó ataques en Libia, Pakistán, Somalia, Yemen, y reanudó la nueva guerra fría contra Rusia. Dejó un legado nefasto, y superó a Bush en el gasto militar. No obstante, su predecesor Georg Bush había declarado una guerra mundial contra el terrorismo, desató la guerra del Golfo, luego se conoció que las razones de la guerra contra Irak eran falsas, pero el objetivo de hacerse de los yacimientos petrolíferos se cumplió. ¿Por qué se necesitaba tanto recurso petrolero para sus fuerzas militares? ¿Por qué hasta hoy se sigue sustrayendo también petróleo sirio? El desarrollo de los acontecimientos posteriores daría la respuesta. Se planeaba una guerra de envergadura contra Rusia y China.

Pero, sobre todo, fue Obama el que financió el golpe de Estado contra Yanukóvich en el Maidán. Nada menos que invirtió veinte millones de dólares diarios, y el que se coludió con el bombardeo genocida a civiles del Donbass[3]. Genocidio que no es más que una tonada común en nuestra era sin Dios. Desde el genocidio de los armenios, pasado por las masacres estalinianas, el Holocausto nazi, el exterminio de la población camboyana hasta el bombardeo rusofóbico de civiles en el Donbass se configura una era de los genocidios. Esta ola antihumanista arranca desde comienzos del siglo veinte y se consagra con las dos guerras mundiales y el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre civiles en Hiroshima y Nagasaki. De ahí el temor real de que la era de los genocidios culmine en una apocalíptica Tercera Guerra Mundial. En medio de este riesgo concreto hay quienes consideran que el Putin protagonista de hoy fue generado por Obama al tratar a Rusia de “potencia regional”, lo que condujo a la anexión de Crimea en el 2014.

Pero el juicio resulta sobredimensionando a Obama, dado que el carácter de “potencial global” de Rusia está dado por su extensión territorial, grandes recursos naturales, política exterior independiente, y ser el primer arsenal nuclear del mundo. Resulta casi incompresible la prisa inaudita de Estocolmo por otorgarle el Nobel de la Paz en 2009 y nunca tener el coraje de retirárselo por sus tropelías guerreristas. Luego vino el republicano Donald Trump[4] (2017-2021) hizo un incremento moderado del gasto de defensa que dejó muy contrariado al Complejo Industrial Militar. Finalmente advino el demócrata Biden[5] (2021), que ya había dado indicios de sus convicciones rusófobas y que reavivaría la guerra fría contra Rusia, sería duramente criticado por la humillante y desordenada retirada de sus tropas de Afganistán, pero en realidad el cálculo era retomar la guerra fría contra Rusia de Obama hasta el punto de tornarla caliente a través de los bombardeos constantes de las tropas nazis de Kiev contra el Donbass. En otras palabras, los demócratas Bush, Obama y Biden presentan una línea de continuidad en el desarrollo de planes de dominio global del mundo y para ello se requería batir por turnos a sus dos oponentes: Rusia y China.

Ahora bien, estos son los hechos contingentes y fácticos, pero es necesario advertir las líneas generales del proceso histórico. Y esto rebasa la politicología y la geopolítica, para hallarnos en terreno de la filosofía. En primer lugar, no hay imperio que dure para siempre, y, para el caso presente, esto atañe al imperio norteamericano. Pero el afán de perpetuar a cualquier precio el dominio global es consustancial a su naturaleza imperial. En segundo lugar, el imperio hegemónico del norte se encuentra en su curva decadente más abierta y pronunciada. Si no recurre a las guerras la tendencia más segura es que implosione desde dentro. En tercer lugar, no es seguro ni hay garantía que las tensiones mundiales puedan resolverse pacíficamente. El tigre es más peligroso cuando está herido de muerte. Y esto parece percibirse en el comportamiento de la dominación global del Club Bilderberg en su afán por eliminar a sus competidores globales. En cuarto lugar, en ningún otro momento de la historia la humanidad contó con la capacidad de provocar su propio exterminio. Basta el arsenal nuclear de Rusia y EEUU para exterminar a la especie humana. En quinto lugar, las decisiones que tome una cultura y civilización están en relación con los valores que maneja. Y los valores que ostenta el occidente liberal son los de la tanatocracia, la tanatopolítica, la eutanasia, la eugenesia, el cambio de sexo hasta en niños, la inmoralidad y generalizada la inversión de los valores, En sexto lugar, en el occidente liberal predomina una cultura nihilista, la misma que hace muy probable el recurso a la guerra termonuclear. El nihilismo facilita el imperio de la codicia y la avaricia de las élites plutocráticas del planeta, las cuales están dispuestas a todo con el fin de mantener su dominio global. En séptimo lugar, el desafío de nuestro tiempo es encontrar la manera de batir el agresivo orden mundial unipolar del imperialismo nihilista sin provocar un apocalipsis nuclear. Lo cual no es nada sencillo dada la capacidad de adaptación social que muestra el capital para metamorfosearse bajo distintas situaciones. Nos preguntamos ¿cómo se comportaría el gran capital transnacional si las fuerzas militares imperialistas fuesen derrotadas? No cabe duda que buscarían el compromiso con el nuevo orden, y es muy difícil pensar que no hallen refugio en otro lugar del mundo.

Lo que pone en peligro la sobrevivencia de la humanidad ante el inminente peligro de una Tercera Guerra Mundial es la insania del juicio de los líderes del Club Bilderberg, la cual es proporcional a la avaricia de sus almas y a la ambición por seguir siendo los amos del mundo. Quizá algo parecido al Tribunal de Nuremberg juzgaría a los amos del mundo. Al parecer es urgente la necesidad de cortar el nudo gordiano para siempre de la tensión internacional antes de que la situación empeore ante el paso del tiempo. Si estalla la Tercera Guerra Mundial en toda su dimensión su significado será que los amos del mundo del capital están dispuestos ir hacia el exterminio del planeta con la sola esperanza de salvar el poder a la que están acostumbrados. Sería la pírrica victoria del hombre anético, de la voluntad de poder, del Anticristo, sobre un planeta chamuscado, hecho jirones y congelado por el invierno nuclear. Signaría el fracaso de la especie humana como seres racionales, libres y responsables.