martes, 20 de agosto de 2024

MEMORIAS. EL PODER DE LA ILUSIÓN (Comentario)

 

Memorias. El poder la ilusión (Axiara editions, EEUU, 2024) es un ladrillezco libro que atemoriza con sus 660 páginas, pero una vez embarcado en él se corre raudo por sus páginas gracias a una pluma ligera, entretenida e imaginativa. Así me ocurrió cuando ya al segundo día estaba terminando de leerlo. Obviamente que para salir del sortilegio de su realismo imaginativo tuve que tomarme un café bien cargado. Y así se lo escribí por WhatsApp. Cosa que le produjo hilaridad.
A Lenin pertenece la frase: "Salvo el poder todo es ilusión". Eduardo González Viaña la complemente en este libro con otra suya: "La ilusión [literaria] tiene su propio poder". Efectivamente, en sus páginas se constata cómo con el poder de la ilusión también se construye un mundo justo y pleno de amor.
Su realismo alucinado, como lo llama su amigo de la Universidad de Sevilla, José Camacho Delgado, es la alusión a la dimensión ilusoria que tiene la antropología humana. El hombre no sólo vive de lo real, sino también de sus sueños e ilusiones.
Su persona ha vivido la mitad de su vida en el extranjero, defendiendo en la literatura la causa del inmigrante -por lo cual ha recibido reconocimientos-, galardonado con el Premio Juan Rulfo, pero su mayor distinción es haber recuperado su conexión con su Patria escribiendo tres novelas de antología sobre Ramón Castilla, el Inca Garcilaso y Arguedas.
Su alma nunca dejó de ser revolucionaria, admirador de La Puente Uceda y su lucha guerrillera, y adherente insobornable de la causa de los pobres y desposeídos por la injusticia social. Hoy octogenario nos hace este obsequio literario que queda como testimonio de una vida que con la pluma defendió las causas nobles de la humanidad.

LOS DUEÑOS DEL PLANETA (Comentario)

 

Libro publicado en el 2023 es una valiente, amena y lúcida exposición de los diez globócratas que se jactan de haber conquistado el mundo, pero que se han perdido a sí mismos.
Todos son miembros del siniestro Club Bilderberg, menos su desertor Bin Salmán.
Musk (Tesla, Twitter, Neuralink) ebrio de poder sueña con colonizar Marte. Bezos (Amazon) no sólo quiere colonizar la Luna, sino también vencer a la muerte y lograr la inmortalidad con la biotecnología. Gates (Microsoft) obsesionado con la disminución de la población mundial, la eugenesia, quiere tapar el Sol, y está implicado en el escándalo de las dudosas vacunas contra el Covid. Zukerberg (Facebook, Meta) busca sustituir el mundo real por la virtual Meta, manipular el genoma humano y acabar con las enfermedades.
Bin Salmán (Aramco) que hace temblar a las élites globalistas haciendo negocios con China en yuanes, adhiriéndose a los BRICS y buscando acabar con la gobernanza mundial de EEUU. Fink con Black Rock es el administrador de los capitales más grandes del mundo y su ingeniería financiera no se detiene ante nada, ni siquiera las guerras. Page y Brin (Google) partidarios del totalitarismo del pensamiento único, censuran en Youtube los contenidos a su discreción, buscan revertir la muerte y el envejecimiento. Buffett es el especulador financiero más exitoso de la élite globalista, partidario de la eugenesia junto a su amigo Bill Gates.
Soros (Quantum) es el más más tenebroso, avezado y psicópata de todos, gestor de la alianza entre la izquierda y el gran capital, promotor del feminismo, el LGTB*+, la migración, las revoluciones de color, el aborto y el totalitarismo financiero. Murdoch (Fox) es el magnate de los medios de comunicación, encabeza la plutocracia mundial de la cultura, maneja los titulares de los medios del planeta, busca imponer un relato único, obsesionado con el control de la opinión pública, le divierte poner y quitar presidente mediante el control ideológico de la información.
Como vemos la élite globalista se le emprende contra la Naturaleza. Todos están detrás de la dominación mundial y el terrorismo mediático. Son unos pobres infelices, verdaderos monstruos de la manipulación de conciencias, que conquistan el mundo a costa de perderse a sí mismos.

El mensaje final de Cristina Martín Jiménez es que el darse cuenta de que estos dioses devenidos en bestias es el punto de partida de haber vencido su siniestra guerra psicológica contra el ciudadano y el hombre.