EL DEBATE FILOSÓFICO DEL VIRREINATO: FE,
DERECHOS HUMANOS Y EL DESTINO DE AMÉRICA
PRIMER DIÁLOGO
FILOSÓFICO SOBRE LA PERUANIDAD, LA JUSTICIA Y LA RELIGIÓN
Escena: Un encuentro en un
espacio simbólico
Un recinto amplio, iluminado por una luz tenue que
parece provenir de una fuente sobrenatural. Tres figuras emergen de la sombra
del pasado: Inca Garcilaso, con su porte señorial, Guamán Poma de Ayala,
de semblante grave y severo, y Juan Santacruz Pachacuti, envuelto en la
nostalgia de una tradición perdida.
Primer
eje: La concepción de Dios y el orden del universo
Inca Garcilaso: Yo afirmo que los incas, con la luz de la razón natural, vislumbraron
al verdadero Dios, a Pachacamac, pero no como creador, sino como ordenador
del universo. Sin embargo, ahora que el cristianismo ha llegado, el Perú puede
alcanzar su destino providencial y abrazar la verdad revelada.
Guamán Poma de Ayala: No podemos olvidar que la historia es el drama de
la salvación. La revelación divina ya estaba inscrita en nuestra cosmovisión,
pero los incas corrompieron la fe primigenia. Fueron ellos quienes introdujeron
la idolatría del Sol, desviándose del orden eterno. Mi misión es restaurar esa
justicia perdida y devolver el gobierno a los descendientes legítimos.
Juan Santacruz Pachacuti: Ambos hablan de revelación, pero olvidan que el
mundo andino funciona bajo una lógica cósmica distinta. Wiracocha no es
creador, sino ordenador. La Chakana es el puente entre lo visible y lo
invisible, entre la Pacha y lo trascendente. No se trata de imponer el
cristianismo, sino de encontrar los nexos entre nuestra tradición y el nuevo
mundo que nos ha sido impuesto.
Segundo
eje: El problema de la justicia y el gobierno
Inca Garcilaso: La justicia del incario era notable, pero incompleta sin la luz de
Cristo. Mi sueño es un Perú mestizo, gobernado por peruleros evangelizados,
bajo la protección del imperio cristiano universal. No podemos regresar a los
tiempos pasados, sino elevarnos sobre ellos con la nueva verdad.
Guamán Poma de Ayala: ¡Error! El mestizaje es una forma de caos que
desordena la armonía cósmica. El buen gobierno debe restaurar el orden perdido,
rechazando la mezcla indiscriminada de razas. Propongo un sistema de castas
donde cada grupo preserve su identidad y cumpla su rol dentro del equilibrio de
la creación.
Juan Santacruz Pachacuti: ¿Pero acaso la historia no demuestra que todo
sistema rígido termina quebrándose? No se trata de rechazar la evangelización,
sino de comprender que el mundo andino ya tenía una estructura sagrada. Los
incas cometieron errores, pero también forjaron una grandeza que debe ser
reconocida.
Tercer
eje: El rol de la filosofía en la historia
Inca Garcilaso: Los amautas fueron filósofos, hombres que buscaron el conocimiento
verdadero. Fueron ellos quienes rastrearon con la razón al verdadero Dios. Por
ello, sostengo que en el mundo andino existió una sabiduría comparable a la
griega, aunque incompleta sin la revelación.
Guamán Poma de Ayala: No basta con rastrear verdades ocultas, hay que
defender lo justo. Mi crónica no es solo historia, sino filosofía aplicada: un
pensamiento en acción para restaurar la dignidad de los pueblos oprimidos. La
verdadera sabiduría no es solo contemplativa, sino práctica.
Juan Santacruz Pachacuti: Pero toda filosofía está entretejida con el mito.
Mi obra es testimonio de la cosmogonía andina, de la Chakana, del orden celeste
que sostiene nuestra existencia. La lógica europea no puede destruir lo
simbólico: en los signos sagrados hay una verdad que trasciende la razón
discursiva.
Cuarto
eje: El destino espiritual del Perú
Inca Garcilaso: El futuro de esta tierra es claro. La evangelización no debe ser una
imposición violenta, sino un acto de iluminación. El Perú puede alcanzar su
propia grandeza, pero bajo la tutela de la fe cristiana y la justicia.
Guamán Poma de Ayala: No hay futuro sin restauración. La historia nos
ha sumido en el sufrimiento, pero aún podemos rectificar el error. Un rey
indígena debe gobernar bajo la autoridad española, para devolver el orden
perdido sin traicionar nuestra identidad.
Juan Santacruz Pachacuti: Lo que importa no es quién gobierne, sino cómo se
entiende el mundo. Si la Chakana es el puente hacia lo trascendente, el camino
no puede ser impuesto. La historia es cíclica, y algún día todo retornará a su
lugar. Nuestra labor es preservar la esencia de lo sagrado, más allá de las
imposiciones de los hombres.
Epílogo:
La luz que persiste
Los tres pensadores quedan en silencio por un
instante. Han discutido su visión del Perú, del mundo, de la justicia y la fe.
Sus pensamientos han divergido, pero en un punto coinciden: el destino del Perú
es más que una conquista, más que una evangelización. Es un proceso en el que
lo antiguo y lo nuevo se entrelazan en una lucha constante entre la identidad y
el cambio.
Desde la distancia, el Sol sigue iluminando
el horizonte. ¿Ordenador o creador? ¿Providencia o resistencia? ¿Mestizaje o
restauración? La historia sigue su curso, pero las ideas de estos hombres
continúan vibrando en la memoria del tiempo.
Segundo diálogo
filosófico sobre la peruanidad, la justicia
y la fe
Escena: Un segundo
encuentro en el recinto del pensamiento
El espacio simbólico donde habían debatido
Garcilaso, Guamán Poma y Santacruz Pachacuti ahora recibe nuevos invitados. Fray
Jerónimo de Valera, con su lógica escotista, y Leonardo de Peñafiel,
con su enfoque suarista, entran con una mirada analítica. Detrás de ellos, una
presencia distinta se deja sentir: Antonio Ruiz de Montoya, envuelto en
el recogimiento místico, observa con calma. La conversación se reinicia.
Primer eje: La
evangelización y el mestizaje
Inca Garcilaso: La evangelización no puede ser un acto de violencia. La fe cristiana
debe ser enseñada con prudencia, iluminando lo que en nuestra razón natural ya
vislumbrábamos. Es el mestizaje lo que hará del Perú una nación fuerte y
cristiana.
Guamán Poma de Ayala: Error. La fe no puede imponerse desde una mezcla
caótica de costumbres. Se debe restaurar el orden antiguo, el gobierno legítimo
de los indígenas bajo el mando del rey español, para que el Perú no pierda su
identidad.
Fray Jerónimo de Valera: Si algo enseña la filosofía escotista, es que el
camino hacia Dios no es especulativo, sino práctico. La conversión no debe
imponerse con fuerza, sino con amor y educación. Persuadir al indígena,
mostrarle la dulzura de la fe, es el verdadero camino.
Leonardo de Peñafiel: Lo que aquí se debate no es solo la
evangelización, sino el origen mismo del poder. La autoridad no viene
directamente de Dios, sino de la sociedad. Si la comunidad decide su propio
gobierno, tiene derecho a la autonomía y a la desobediencia legítima.
Antonio Ruiz de Montoya: No podemos hablar de evangelización sin hablar de
la presencia viva de Dios en la historia. La verdadera conversión no viene de
palabras o argumentos, sino del fuego interior del amor divino. Yo he visto a
los indígenas en las reducciones encontrar a Dios por su propia voluntad, en
una vida sin mal.
Segundo eje: El problema
del poder y la justicia
Juan Santacruz Pachacuti: El Perú debe encontrar su destino en la
conciliación de sus tradiciones con la fe cristiana. Pero el poder no debe
estar en manos de los mestizos, sino en quienes comprendan el orden sagrado del
mundo.
Fray Jerónimo de Valera: El poder no puede sustentarse en la violencia ni
en la imposición. La justicia divina opera a través de la libertad. Si la
voluntad humana es verdaderamente libre, entonces ninguna autoridad puede
exigir sumisión absoluta.
Leonardo de Peñafiel: La justicia no es una imposición divina, sino un
pacto social. Aquí está el verdadero significado del derecho de gentes: los
pueblos no pueden ser gobernados por decretos providenciales, sino por sus
propias decisiones.
Guamán Poma de Ayala: Pero los pueblos deben respetar el orden cósmico.
El mestizaje es una ruptura con la armonía original. El verdadero gobierno no
debe alterarse por caprichos individuales.
Antonio Ruiz de Montoya: Hablan de justicia como si fuera un esquema
rígido. La verdadera justicia se vive en la comunión con Dios. En las
reducciones guaraníes, la justicia no es impuesta, sino vivida en el amor.
¿Acaso no ven que la paz interior es el verdadero gobierno?
Tercer eje: Filosofía y
mística en la historia
Inca Garcilaso: La razón es la herramienta más noble del ser humano. Los amautas
fueron filósofos que supieron rastrear la verdad natural de Dios. No se puede
despreciar la razón en nombre de la tradición.
Fray Jerónimo de Valera: Pero la razón tiene límites. No podemos demostrar
a Dios con silogismos. La fe es un salto hacia el misterio, y solo en ese salto
se alcanza la verdadera comprensión.
Leonardo de Peñafiel: La filosofía escolástica nos ha enseñado que el
conocimiento se fundamenta en la naturaleza del ser. Pero la autoridad y la
justicia no son abstracciones: deben responder al bien común.
Guamán Poma de Ayala: ¡No podemos confiar en la razón para gobernar un
pueblo! La historia es un ciclo que debe respetarse. La restauración del orden
es más importante que la especulación filosófica.
Antonio Ruiz de Montoya: ¿Y no han considerado que el conocimiento de Dios
viene desde dentro? La unión mística con la divinidad es una sabiduría superior
a la filosofía. El alma debe recorrer un camino hacia la luz, como lo han hecho
los moradores tempranos de la gloria.
Cuarto eje: El destino del
Perú
Juan Santacruz Pachacuti: El Perú debe preservar sus raíces. No podemos
perder la identidad por una fe impuesta. Lo indígena tiene su propia verdad, y
esta debe defenderse.
Inca Garcilaso: Pero la fe cristiana no es una imposición. Es una revelación que
ilumina aquello que ya existía en nuestra razón natural. No debemos rechazar la
verdad por orgullo.
Leonardo de Peñafiel: El futuro del Perú no puede estar atado al
imperio. Si el pueblo decide autogobernarse, tiene derecho a hacerlo. No hay
autoridad sin consentimiento de la sociedad.
Guamán Poma de Ayala: No podemos entregar el gobierno al pueblo sin
preservar la jerarquía sagrada. Sin estructura, solo hay caos. La restauración
del antiguo orden es la clave.
Antonio Ruiz de Montoya: Ninguno de ustedes habla del amor. La justicia
sin amor es inútil. Lo he visto en las reducciones: cuando los indígenas
encuentran a Dios en su corazón, el mundo encuentra la paz. El destino del Perú
no es solo político ni filosófico, sino espiritual.
Epílogo: La luz que
persiste
Las voces se apagan en un instante de reflexión.
Cada uno ha expuesto su visión, sus verdades. Pero al final, ¿qué es el Perú?
¿Una síntesis mestiza, una restauración indígena, una revelación providencial,
un pacto social, un camino místico? La historia sigue su curso, pero el
pensamiento de estos hombres continúa vibrando en la memoria del tiempo.
Tercer diálogo
filosófico sobre el destino del Perú
Escena: La última
conversación
Los seis personajes han debatido intensamente sobre
la historia, la justicia y la fe. Ahora, reunidos en el mismo recinto, su
conversación se dirige a una cuestión final: ¿Cuál es el destino de esta
tierra? Cada uno, con su visión y experiencia, expone su última reflexión.
Primer eje: El poder y la
autonomía del Perú
Leonardo de Peñafiel: La autoridad no es un mandato divino, sino un
pacto social. Si el pueblo decide autogobernarse, tiene derecho a la soberanía.
La historia demuestra que ningún sistema es legítimo sin el consentimiento de
sus gobernados.
Inca Garcilaso: Pero el pueblo debe comprender su herencia mestiza. La grandeza del
Perú está en la unión de sus raíces indígenas y cristianas. No debemos separar
lo que ha sido entrelazado por la Providencia.
Guamán Poma de Ayala: Mestizaje es corrupción del orden. El Perú no
debe gobernarse a través de una mezcla caótica de tradiciones. Solo la
restauración del gobierno indígena, bajo la autoridad del rey español, puede
preservar la justicia.
Juan Santacruz Pachacuti: La historia no se puede revertir. Ni el mestizaje
ni la autonomía absoluta son la solución. Lo que debemos buscar es una
identidad propia, una síntesis que no destruya nuestras raíces.
Fray Jerónimo de Valera: Ningún gobierno es legítimo si se impone con
fuerza. La voluntad humana es libre y debe ser respetada. Lo que importa no es
el poder en sí, sino el buen uso del poder.
Antonio Ruiz de Montoya: La verdadera justicia no está en leyes ni en
sistemas políticos. La justicia se vive en el alma, en la comunión con Dios. He
visto en las reducciones guaraníes lo que significa una sociedad basada en el
amor.
Segundo eje: La filosofía,
la fe y el conocimiento
Inca Garcilaso: La razón es nuestra mayor herramienta. Los amautas fueron filósofos
que rastrearon la verdad. No podemos rechazar la filosofía, porque sin ella no
hay claridad en el conocimiento.
Guamán Poma de Ayala: Pero la razón no puede gobernar la historia. La
verdad está en los ciclos del mundo, y solo la restauración del orden puede
devolver la armonía.
Fray Jerónimo de Valera: La razón es insuficiente para alcanzar la verdad
de Dios. La fe es práctica, no especulativa. Solo en la contemplación de la
voluntad divina se encuentra el sentido último de la existencia.
Leonardo de Peñafiel: El conocimiento filosófico es necesario, pero
debe responder al bien común. La justicia y la política no pueden depender
únicamente de la fe o la razón, sino de la estructura que garantice el
bienestar del pueblo.
Antonio Ruiz de Montoya: ¿Y han pensado que el conocimiento de Dios no
proviene de la lógica, sino del fuego interior? La unión mística con la
divinidad es una sabiduría que trasciende la razón. La verdadera filosofía es
el amor.
Juan Santacruz Pachacuti: Sin embargo, la cosmovisión andina ya contenía
una idea del orden sagrado. Nuestro conocimiento no necesita ser transformado
por el cristianismo. Debe ser reconocido en su propia grandeza.
Tercer eje: El destino del
Perú
Guamán Poma de Ayala: El Perú debe recuperar su identidad indígena. La
justicia no puede ser alcanzada si no respetamos el orden sagrado. Un gobierno
indígena cristiano puede restaurar la armonía.
Inca Garcilaso: Pero el Perú ya no es solo indígena, ni solo español. Es mestizo, y
esa es su verdadera esencia. Su destino está en la fusión de sus raíces.
Leonardo de Peñafiel: Y sin embargo, ¿qué es el destino sino una
construcción humana? La sociedad puede decidir qué camino tomar. La historia no
está escrita por la Providencia, sino por la voluntad del pueblo.
Fray Jerónimo de Valera: La historia no es determinista. La fe es un acto
de libertad. El Perú debe decidir su propio camino, pero siempre en comunión
con Dios.
Juan Santacruz Pachacuti: La autonomía es necesaria, pero no podemos
olvidar nuestra espiritualidad. Si abandonamos nuestras creencias, perdemos el
sentido de nuestra existencia.
Antonio Ruiz de Montoya: Ninguno de ustedes menciona el amor. El destino
del Perú no está solo en su historia, en su filosofía o en su política. Su
destino está en su alma, en su comunión con Dios, en la vida contemplativa.
Epílogo: La luz que
persiste
Los seis pensadores han dialogado, han confrontado
sus ideas, han expuesto sus visiones. Y sin embargo, el destino del Perú sigue
siendo una pregunta abierta. ¿Mestizaje o restauración indígena? ¿Providencia o
razón? ¿Autonomía política o justicia espiritual?
Cuarto diálogo
filosófico sobre la justicia y el destino del Perú
Escena: La confrontación
final
El espacio simbólico donde han debatido los
pensadores recibe a dos nuevas voces. Bartolomé de las Casas, con su
defensa apasionada de los derechos indígenas, y Ginés de Sepúlveda,
quien argumenta la necesidad de intervención militar para civilizar a los
pueblos indígenas, irrumpen en la conversación. Los demás pensadores los
observan, listos para intervenir en la discusión.
Primer eje: ¿Es legítimo
imponer la fe mediante la guerra?
Ginés de Sepúlveda: La guerra es necesaria cuando los pueblos son
bárbaros e idólatras. No podemos permitir que los indígenas continúen con sus
sacrificios humanos, su ignorancia y su resistencia a la verdad cristiana. La
guerra es justa cuando busca erradicar la idolatría y liberar a los inocentes.
Bartolomé de las Casas: ¡No hay guerra justa contra los indígenas! No son
bestias, ni bárbaros, sino seres humanos con razón y voluntad. La verdadera
evangelización no puede imponerse con sangre y fuego, sino con amor y
paciencia. Todo acto de violencia contra ellos es un crimen que mancha nuestra
fe.
Inca Garcilaso de la Vega: Si algo nos ha enseñado la historia, es que la
imposición solo genera resentimiento. Los indígenas pueden aceptar la fe
cristiana, pero no bajo el peso de la espada. La evangelización debe ser un
proceso de enseñanza y comprensión.
Guamán Poma de Ayala: Pero no podemos olvidar que los indígenas ya
tenían su propia religión y orden. Imponerles la fe cristiana sin reconocer su
propia cosmovisión es negar su identidad. La evangelización debe respetar el
orden ancestral.
Fray Jerónimo de Valera: La fe no se impone, se enseña. La lógica
escotista nos dice que la voluntad humana es libre, y la conversión debe ser
voluntaria. Solo el amor puede acercar el corazón del indígena a Dios.
Antonio Ruiz de Montoya: ¿Y acaso no ven que la conversión viene desde el
interior del alma? La fe no necesita la violencia ni la persuasión racional,
sino la revelación mística del amor divino. En las reducciones jesuíticas, los
indígenas encontraron a Dios sin necesidad de guerras.
Segundo eje: ¿Deben los
indígenas ser gobernados o tener autonomía?
Ginés de Sepúlveda: Los indígenas no tienen estructuras de gobierno
racionales, necesitan una autoridad superior. El orden natural de las cosas
exige que los pueblos civilizados los guíen, para que abandonen sus costumbres
salvajes y adopten una sociedad justa.
Bartolomé de las Casas: ¡Eso es tiranía! Los indígenas son plenamente
racionales y tienen derecho a gobernarse a sí mismos. No son inferiores, sino
pueblos con cultura, conocimiento y dignidad.
José de Acosta: El derecho de gentes nos enseña que la autoridad debe responder a la
justicia. No se puede reducir a los indígenas a meros súbditos sin derechos.
Sin embargo, tampoco podemos ignorar la necesidad de organización. La mejor
solución es educarlos en el uso de la razón y permitirles integrarse plenamente
en la nueva sociedad.
Leonardo de Peñafiel: La autoridad no viene de Dios, sino de la
sociedad. Si los indígenas deciden autogobernarse, tienen pleno derecho a
hacerlo. No se les debe someter a la voluntad imperial sin su consentimiento.
Juan Santacruz Pachacuti: La historia nos muestra que los imperios
indígenas fueron perfectamente organizados. La autonomía no significa caos,
sino la preservación de una identidad propia.
Guamán Poma de Ayala: Pero el Perú no puede ser gobernado por un
sistema mestizo. La restauración del orden indígena bajo el mando del rey
español es la única forma de garantizar estabilidad.
Tercer eje: ¿Cuál es el
destino del Perú?
Inca Garcilaso de la Vega: El Perú es mestizo, su destino está en la
síntesis de sus raíces indígenas y cristianas. No podemos rechazar el legado de
ninguno de nuestros pueblos.
Guamán Poma de Ayala: ¡Error! La identidad indígena debe preservarse
intacta. No somos mestizos, somos hijos del orden ancestral.
José de Acosta: La historia natural y moral de las Indias nos muestra que el Perú
tiene una riqueza intelectual y cultural única. Su destino debe ser un
epicentro de filosofía, ciencia y teología.
Bartolomé de las Casas: Su destino debe ser la justicia. No hay futuro
sin la defensa de los derechos humanos y la dignidad indígena.
Ginés de Sepúlveda: Su destino debe ser la integración en la
estructura cristiana y en el Imperio español. Sin orden y civilización, solo
hay barbarie.
Fray Jerónimo de Valera: Su destino debe ser el amor y la educación, no la
imposición ni la guerra.
Antonio Ruiz de Montoya: Su destino debe ser la comunión con Dios, pues
sin fe, toda estructura es vacía.
Epílogo: La luz que
persiste
Las voces se alzan y se apagan. La historia del Perú sigue en construcción. Mestizaje, autonomía, evangelización, justicia, fe, razón… ¿Cuál es el verdadero camino? Cada pensador ha expuesto su visión, pero el destino de esta tierra sigue abierto.
P.D. - Estos diálogos han sido elaborados sobre la
base de mi libro “El Espíritu de la Filosofía Virreynal peruana”.