martes, 6 de junio de 2023

III GUERRA MUNDIAL A LA VISTA

 III GUERRA MUNDIAL A LA VISTA



La amenaza de una Tercera Guerra Mundial refleja la crisis profunda en que se encuentra sumida la Razón humana. Es la razón humana que está siendo zarandeada por el nihilismo finisecular de un occidente colonialista, liberal, hedonista, inversor de los valores, descreído, amoral y corrupto. La propia perversión del logos imperial no podía tener otro destino. Es la razón burguesa-imperial la que pone en peligro en los actuales momentos a la razón humana. Era inevitable, nada en la historia dura para siempre, y la razón antinatural del imperio empezó a sumergirse en su precipitada descomposición y caída. En su soberbia y miopía histórica tomó las peores decisiones provocando la guerra en Ucrania, pero el explosivo le detonó en sus propios pies. Y en medio de la impotencia y de una inevitable derrota militar de los fascistas de Kiev comienza a desatar la peor ola de ataques terroristas amén que no cesa de provocar a una China que ya empieza a perder la paciencia con el imperio.  

En buena cuenta, la presente crisis de la razón es la crisis de la razón moderna, del hombre sin mitos, ni religión, desarraigado, que sólo se apoya en la ciencia, la técnica y la historia. A la razón moderna se le ha secado la naturaleza, Dios y el hombre mismo, todo se ha reducido a lo pragmático y útil, desapareciendo toda una dimensión de lo real. La modernidad se ha sumido en la "noche de los dioses" de Hölderlin y en el "ensombrecimiento de la cultura" de Nietzsche. La gran indiferencia hacia lo sobrenatural ha penetrado en toda la cultura y ha vaciado de sentido al mundo. La modernidad archivó lo sobrenatural erosionando todo el sentido de la civilización humana. La modernidad quedó reducida a lo señalado por Max Weber, a saber, "el desencantamiento del mundo". Y desde entonces el derrotero de la razón ha sido no poder dar a la misma nuevos mitos. La razón sin la imaginación ha terminado en el desván empobrecido del utilitarismo. La lógica dineraria, el lucro y el capital del capitalismo ha encenegado a la razón encerrándola en un inmanentismo y terrenalismo antimetafísico que destruyó la razón humana. Hace falta un potente giro metafísico que revivifique a la razón. Y tendrá que ser una metafísica que respetando sus fueros enlace lo inmanente con lo trascendente. Sin ello habremos curado una herida, no la enfermedad, y nuevas guerras mundiales amenazaran a la humanidad. La razón utilitaria que todo lo valoriza es un corazón frio que ha matado el amor. La modernidad se ha sumergido en las tinieblas y ha corrompido el mundo llevado como está por la voluntad de poder. El espíritu demoníaco preside la era industrial y cibernética bajo la razón utilitaria del capitalismo. Y con su triunfo la humanidad sólo tiene garantizada su perdición total. Lo que sucumbe hoy es la razón que ha perdido la inocencia del ser por el obsceno imperio del tener. Este mundo dominado por el poder y la avaricia tiene que sucumbir, para dar cabida a que en el hombre vuelva a despertar el amor y la belleza.

El peligro de conflagración termonuclear crece día a día ante las desatinadas decisiones belicistas antirrusas de un desquiciado Occidente liberal. Cuando la antirrusa Alemania del canciller Scholz, que dijo primero que no entregaría tanques y luego los entregó, está por enviar aviones de combate al régimen nazi de Kiev, cuando todo el cínico Occidente liberal calla a siete voces sobre los actos terroristas de los nazis de Kiev -así como desde hace ocho años no condenaron los bombardeos permanentes a los civiles del Donbass-, cuando no se condena el ataque terrorista de las huestes nazis de Zelenski a la represa de Kajovka, como antes tampoco se condenó los actos terroristas de la destrucción de los oleoductos NordStream, el puente de Crimea, el asesinato de la hija del filósofo Dugin, cuando se multiplican los actos terroristas de Kiev al ver que la guerra está perdida, cuando Estados Unidos se decide a nuclearizar a Corea del Sur preparando una guerra contra China, y cuando ese Occidente liberal busca abrir un segundo y tercer frente contra Rusia, mientras todo esto acontece en medio de la acelerada desdolarización del mundo, no nos queda sino la triste constatación que se aproxima el escenario dantesco de una Tercera Guerra Mundial a la vista.

No se trata de algo inevitable. Al contrario, China, el Vaticano, Brasil, Indonesia tienen planes de paz para detener el conflicto. Pero el imperio yanqui y sus enceguecidos vasallos europeos siguen echando más leña al fuego con el envío de más armas en vez de pensar en planes de paz. Esto lleva a pensar que el gobierno en la sombra o el llamado Reich Bilderberg ya tiene planificada una confrontación termonuclear, y lo más insensato de todo es que cree poder ganarla. Tal vesania no llama la atención, puesto que el imperio en franca decadencia se vuelve más irresponsable y temerario.

La historia es un escenario de contingencias y posibilidades. No responde a una ley de gravedad que hace caer a la piedra al suelo de todos modos. La historia la hacen los hombres, y los rumbos peligrosos son posibles evitarlos. La necesidad de detener los planes siniestros que el gobierno en la sombra tiene para el mundo es imperiosa. ¿Cómo lograrlo, cuando vemos que un provecto y antirruso Biden respondiendo a la lógica imperialista agresiva sigue llevando al mundo al despeñadero nuclear? ¿Cómo neutralizar al imperio en descomposición? ¿Cómo detener la agresividad de la OTAN, que ahora se inmiscuye en el agitado Mar de China? ¿Podrán otras potencias europeas seguir el ejemplo de la Francia del veleidoso Macron, para distanciarse de la política guerrerista del colonialismo atlantista? ¿Podrá el desbarajuste económico del imperio detener en seco su apoyo militar a los nazis de Kiev?

Todas las posibilidades están abiertas, aun cuando avanzan las líneas más nefastas del conflicto. Sin embargo, providencialmente no desaparecen tampoco las mejores alternativas de paz. La crisis actual geopolítica es la crisis de la razón humana, la cual está en salmuera. Más precisamente de la decadente razón burguesa imperial que no se resigna a ceder paso a un nuevo orden mundial multipolar más racional. Un mundo muere belicosamente, y otro pugna por nacer pacíficamente.