lunes, 5 de febrero de 2024

CARTAS A UN REY (Reseña)

"Cartas a un Rey" fue publicado en 1978 constituye un excelente resumen de la obra "Nueva crónica y buen gobierno" de Guamán Poma de Ayala escrita a fines del siglo XVI -quizá 1597-.
Guamán Poma (1534-1615/81 años) es testigo de los abusos del conquistador, el desbarajuste del mundo de los cuatro costados (Tahuantinsuyo), las reformas del gobierno del quinto virrey Toledo (1569-1581) y su vida alcanzó hasta el décimo segundo virrey Francisco de Borja y Aragón.
Las Cartas al Rey cuentan la cadena de abusos sin fin de la dominación española a través de la odiosa institución de la Encomienda. Pero para esa fecha ya había quedado atrás la fase compulsiva de la encomienda con la derrota de la rebelión de Gonzalo Pizarro. Incluso era superada la fase de la "tasación tributaria" de 1550-1560. Más bien estaba llegando a su fin la etapa su etapa "monetizada", que hizo colapsar la encomienda por la inflación causada por la plata de Potosí.
La reforma de la Encomienda vino con el Virrey Toledo buscando neutralizar su poder político y crear una amplia base social. Pero no lo logró. El curaca era antes castigado al no lagar el tributo, con la reforma se suprimió el castigo, pero tenía que pagar o iba preso. La obligación fue peor que el castigo físico. Por lo demás, fue Toledo el que invirtió la base productiva del país, convirtiéndolo de agro productor en minero exportador. Se plantó la estructura de una economía dependiente.
La idea de Toledo era crear un Perú y dos repúblicas: de indios y de españoles. Pero tal proyecto estaba destinado al fracaso. La república de indios había perdido la fuerza espiritual de antaño y las nuevas condiciones incrementaban su abuso. El libro de Guamán Poma lo demuestra. El discurso de la doctrina evangélica era negado por el poder político dominante que aumentaba la explotación del trabajo y la injusticia sin remedio de la dominación colonial.
El fracaso de las reformas españolas para mejorar la condición del indio era evidente en su disminución poblacional de 15 millones de aborígenes a 2 millones en tan sólo el siglo XVI. El exterminio indígena fue resultado no sólo de la implantación de nuevas relaciones económicas, que ocasionaron pestes, hambrunas, guerras civiles, tributos, encomiendas, etc., sino de la depresión espiritual tras la pérdida de su mundo cultural andino.
El Perú necesitó cuatro siglos para que la población indígena recuperase su densidad poblacional. El mundo andino demostró su capacidad de resistencia adaptándose a las nuevas condiciones y creando nuevas formas reciprocidad y redistribución.
Es menester recodar lo señalado por el padre Manuel Marzal sobre que dominicos, jesuitas, otros religiosos, clero secular y laicos enviaron al rey de España entre 1601 y 1718 frecuentes memoriales sobre los abusos cometidos contra los indios.
Pero al final el proyecto de modernización capitalista del poder político siempre se impuso sobre el proyecto de modernidad cristiana -que fue vista como sospechosa de buscar la independencia perulera- basada en la caridad y buen trato al indio. Como consecuencia de ello fue expulsada la orden jesuita en 1767 bajo el rey borbón Carlos III. Los Habsburgo todavía trataron sus dominios peruleros como reinos, con la Casa Borbón será visto como simple colonia a explotar máximamente.
En una palabra, Cartas al Rey muestran a un Guamán Poma de Ayala como el primer adelantado de la denuncia sin remedio de la injusticia por la dominación colonial llevada por el demonio de la voracidad por los metales preciosos de la corona española. En contraste el Inca Garcilaso demostraba en sus Comentarios Reales que los incas merecían un mejor trato puesto que los ideales políticos del humanismo ya habían sido realizados por el Imperio incaico.

Quedan en el aire dos preguntas finales. La primera, ¿creyó Guamán Poma en la eficacia de su Carta? y, segundo, ¿hubo arrepentimiento en la corona española? Sobre la primera cabe pensar que no perdió la esperanza en un cambio futuro, pero la ilusión se desvanecía a cada momento. De lo que sí estuvo convencido es en la contundente denuncia de su parte. Y sobre lo segundo, el testamento de Carlos V a su hijo Felipe II no da señas de arrepentimiento y, en vez de ello, de preocupación por sus guerras en Europa. Y Felipe II siendo muy religioso y apoyando la evangelización no fue menos celoso en anteponer las razones de Estado. O sea, para los indios su suerte estaba echada. Si sobrevivieron fue porque el genocidio no fue la prioridad del conquistador, sino la explotación. Y si la explotación no los exterminó fue lo extenso del territorio y su gran capacidad de adaptación ante sucesivos imperios.