sábado, 30 de abril de 2022

¿ESTÁ ENLOQUECIENDO LA HUMANIDAD?

 


¿ESTÁ ENLOQUECIENDO LA HUMANIDAD?

Gustavo Flores Quelopana

Cuando observamos el sedicente afán de destrucción de la civilización recordamos que tales extravíos psicóticos, paranoicos, megalómanos y esquizoides se dieron desde que ésta emergió en la historia del hombre. No es extraño que hace cinco mil años, con la aparición de las civilizaciones, se dividiera la sociedad en clases, y en la cúspide de la pirámide social se erigiera la monarquía sagrada comandando la megamáquina de la sociedad a su servicio. Tampoco es casual que antes de que surgiera la civilización, o sea en el calcolítico y gran parte del neolítico no se hallaran aldeas fortificadas, ni armas, ni evidencia de guerra. De modo que la guerra como forma normalizada de la existencia política brotó con la civilización misma. Esta megamáquina que hoy llamamos Estado, ha pervivido con gran contumacia hasta nuestros días con todas sus ventajas y peligros, y el mayor de ellos es la guerra con todos los trastornos implícitos en la psique humana.

La cultura del dinero del liberalismo pervertido ya representaba el enloquecimiento del hombre sobreponiendo el Tener sobre el Ser. Ahora, si se le suma el nihilismo, hedonismo y escepticismo inculcado por la cultura posmoderna, vemos cómo dicho enloquecimiento llega al paroxismo. Paroxismo que nos vuelve insensibles al estallido de una guerra termonuclear. Vivimos el declive esclerótico de la razón burguesa, sus horas finales. Y precisamente por todo ello es más peligrosa. Hay quienes piensan que el pensar computacional nos puede salvar, pero el pensar computacional acelera el colapso del pensamiento creativo, el sentido de la vida, los valores y la moral. El hombre de nuestro tiempo se asemeja más a bruto montado sobre máquinas poderosas, que a un sabio que va a pie respetando el mundo. El enloquecimiento de guerra nuclear que nos amenaza hoy, está relacionado con nuestro enanismo moral que nos sobrecoge.

 El conflicto de Rusia con Ucrania tiene una lectura adecuada por Moscú y Pekín, a saber, es un enfrentamiento con el imperio estadounidense y sus aliados de la OTAN. El envío masivo de armamento a Zelenski y el saboteo a las conversaciones de paz son una clara demostración de que no sólo se le quiere devolver a Rusia la derrota estadounidense en Siria y Afganistán, sino que son parte de una nueva estrategia que surge por parte de la élite anglosajona: el dominio militar del mundo a través de una OTAN global. Lo cual en la práctica significa arder Asia y Eurasia.

Occidente no apuesta por la paz sino por la III Guerra Mundial, que será inevitablemente nuclear. Y en ese sentido van los planes del Pentágono de apoyar a Polonia en la recuperación de territorio perdido en Ucrania. Pero creer que las bombas nucleares tácticas evitarán el uso de bombas nucleares estratégicas es un exceso desquiciado de confianza. Por mucho tiempo se pensó que el armamento nuclear tenía un efecto disuasivo y resguardaba la paz de una hecatombe nuclear. Más, con la aparición de la luciferina arma nuclear táctica esa idea se disipa, para ocupar su lugar la idea de ataques nucleares de alcance limitado.

Pero ¿acaso la plutocracia capitalista occidental ha perdido la cordura? ¿Cree realmente que puede salir indemne de un conflicto de esa envergadura? ¿Es parte de un plan de reducción de la población mundial una guerra apocalíptica? ¿Necesita el imperio exponerse a un exterminio nuclear para volver a comenzar?

Arruinar económicamente a Rusia no está dando resultado. Al contrario, la inflación y la estanflación se dispara en Europa y Norteamérica. Sólo les resta lanzar a Polonia contra Rusia y comenzar una conflagración armada de dimensiones colosales. China es consciente que su turno le llegará inmediatamente, y, por ello, no dudará en luchar junto con Rusia contra Occidente. Lo mismo hará Corea del Norte lanzando su arsenal nuclear sobre Corea del Sur, Japón y las bases norteamericanas en el Pacífico. Los BRICS verán de qué lado se ponen para sobrevivir. Medio Oriente no será ajeno al conflicto nuclear y también tiene asegurada su autodestrucción atómica. Potencias nucleares como Pakistán e Irán contra Israel sería un holocausto. Los saudíes lo saben y por ello contribuyen a debilitar el dólar, pero sin darse cuenta que precipitan la solución militar de Occidente. Colombia será la punta de lanza de la OTAN en Sudamérica y el Aukus en el Pacífico. La apuesta militar del hiperimperialismo global por una OTAN mundial no sólo es demencial, sino autodestructivo. La destrucción será completa y total.

En medio de un panorama tan descabellado, donde la humanidad luce enloquecida como nunca antes, se percibe que el mundo unipolar rechaza el hecho de que el universo es abierto, se sigue construyendo, es un proceso en desarrollo y que resulta peligroso para la supervivencia humana querer mantener el orden de las cosas completamente estable, inmóvil y sin cambios. El capitalismo anglosajón muestra sin cortapisas su cara antidialéctica, totalitaria, unidimensional. Su deseo de detener la historia no es real, colisiona no sólo con la realidad, sino también con lo racional. Su obstinada estrategia de congelar la historia por medio de las armas puede significar esta vez la destrucción completa del planeta. Sólo otra fuerza material que los derrote los podrá hacer entrar en razón. Lamentablemente esta vez la humanidad cuenta con armas tan letales que la puede dejar sin civilización y sin futuro. 

La pregunta final ya no es si es posible congelar la historia, porque no es posible, sino, más bien, ¿está enloqueciendo la humanidad? No habiendo sanatorio donde internar a los dementes guerreristas, es necesario mantener esperanzas razonables de una solución óptima para el futuro de la especie humana. En qué consistirá esa solución razonable: en que el mundo unipolar arrié sus banderas y deje su lugar al mundo multipolar. Pero al parecer esa opción ya está resultando ilusoria. El mundo se desliza hacia la senda más insensata: la confrontación directa entre potencias nucleares. De muy mal pronóstico y diagnóstico.

El presente enloquecimiento que sacude a la humanidad está relacionada íntimamente con el capitalismo tardío o la modernidad envejecida. Es decir, vivimos el ocaso de la razón burguesa. Y en ella la estupidez, la imbecilidad, la oligofrenia social ha alcanzado límites insospechados. Paralelamente se trata se una sociedad psicopática, que rinde culto a la muerte. Por esto, en este tiempo finisecular la razón política dominante se esclerotiza, se vuelve estúpida e insensata. Un ejemplo de esta estúpida maldad es el embargo sobre las remesas que impide que se envíe dinero a las familias cubanas.Todo lo cual nos está conduciendo a un descalabro, pero que no es inevitable. Nada en la historia está concluso, hay siempre un margen de rectificación y encausamiento positivo. En este sentido lo más saludable es permanecer con esperanza de lado de las fuerzas que entienden que la historia debe cambiar del modo lo más pacífico que sea posible.

El presente artículo podría ser objetado por los capitanes del capitalismo neurocognitivo afirmando que la guerra contra Rusia y, luego, China, no representa el enloquecimiento de las élites anglosajonas, sino todo lo contrario, su más grande proceder racional, porque así lo indica el pensamiento aceleracionista del pensar computacional y sus algoritmos canallas. En su razonamiento no se trata de detener la historia, sino de hacerla andar más por la senda del liberalismo imperial corporativo anglosajón, eliminando de la historia otras formas de capitalismo, a saber, comercial (China) y nacional (Rusia). Pero este enfoque adolece de una contradicción intrínseca, la cual es que dicho liberalismo se vuelve en totalitarismo global del capitalismo unipolar.

Lo que en esto vemos es que la tiranía de la tekné se impone a través del capitalismo neurocognitivo imperial. Es más, la propia lógica de la eficiencia del pensar tecnológico computacional exige una forma política tiránica mundial. En otras palabras, la humanidad tendrá que afrontar el problema de la esencia pensar técnico, salga quien salga victorioso en este eventual enfrentamiento de potencias nucleares.