martes, 17 de septiembre de 2024

POR QUÉ PACHACAMAC

 

POR QUÉ PACHACAMAC
¿Por qué el Inca Garcilaso en su "Comentarios Reales" destacó a Pachacamac como la deidad mayor y principal en el panteón inca?
Se ha afirmado que ello responde a su intención explícita de presentar a los Incas como los que vislumbraron al verdadero Dios y cuya única carencia fue la revelación de la palabra divina.
Esto significa que la intención deliberada de Garcilaso es presentar a los incas como insertos y expeditos para la asimilación del evangelio. Esto, sin duda, es cierto.
Pero ¿cuál fue el motivo que lo llevó a adoptar esta posición? Yo encuentro que el motivo fue filosófico. Lo que se entiende cuando porfía tercamente contra la inexacta traducción del nombre Pachacamac por parte de Cieza de León.
Su discrepancia no es meramente etimológica, sino teológico-filosófica. Y ello se advierte cuando rechaza el nombre de Pacharurac porque "rura" quiere decir "hacer", y Pachacamac viene de "camac", que significa "animar".
Pachacamac sería para Garcilaso el "animador del mundo", o sea, lo que infunde vida a lo inanimado. Este sutil matiz es sumamente importante advertirlo porque a partir de ello se puede inferir su intención de aclarar su postura cristiana-creacionista con la pagana-ordenadora.
Ahora bien, qué es lo que de verdadero vislumbraron los incas sobre el Dios verdadero: la Vida. Garcilaso para entonces ya era cristiano y aceptaba perfectamente que el Dios cristiano era el portador de la vida eterna. Esto no significa que no distinguiese entre la Vida eterna del Dios cristiano y la Vida temporal de Pachacamac. Es por ello que habla solamente de "vislumbre".
Por lo demás, Garcilaso no era ningún improvisado en filosofía y su reputada e indisputada traducción de los "Diálogos de Amor" de León Hebreo lo testimonia. Si a ello le sumamos su evangelización cristiana y la lectura de los clásicos en la biblioteca renacentista de su tío Gómez Suárez de Figueroa, tenemos a un hombre con los conocimientos filosóficos suficientes para distinguir entre un Dios creador (cristiano) y una deidad ordenadora (Pachacamac).
La distinción no es de poca monta, al contrario, ayuda a entender el énfasis puesto por Garcilaso en la defensa de la traducción de Pachacamac como "Animador del mundo".
En el fondo se trata de una distinción metafísica de principio. El Dios creador cristiano implica una creación desde la nada, en cambio el dios animador supone introducción de orden entre lo inanimado preexistente. O sea, en el primero hay un monismo metafísico y en lo segundo un dualismo metafísico.
Esta sutil diferencia metafísica de base es lo que pasa desapercibido a Garcilaso cuando discrepa con energía contra Cieza de León. Hablar de Animador es limitarlo a correctamente a Ordenador, en cambio hablar de Hacedor da la impresión de asumirlo como Creador, lo cual no es tal para Garcilaso.
Es decir, ver a Pachacamac como Pacharurac o "Hacedor" es ponerlo a la altura del Dios creador cristiano, lo cual es una incomprensión y una inexactitud no sólo lexical sino metafísica grave. Cieza hace una ilegítima trasposición cristiana. En una palabra, para Garcilaso Pachacamac es una deidad ordenadora y no creadora.
Mazzotti (2023: 189-203), por su parte, establece bien la equivalencia entre Wiracocha y Pachacamac, basándose en Torero, Urbano, Szeminski, Demarest, Rostworowski, Zuidema, Pease. Y presenta la plausible hipótesis de que la elección de Pachacamac sobre Wiracocha responde a razones de cortesanía elitista -fue nada menos que su bisabuelo Túpac Yupanqui Inca, el que incorpora la deidad costeña en el panteón superior incaico-.
Según datación reciente la deidad Pachacamac hallada se remonta al año 700 y pertenece al contexto Huari. Es comprensible que iniciada la expansión imperial hacia la costa por parte de los incas encontraran conveniente y compatible la identificación entre Wiracocha y Pachacamac.
Por lo demás, hasta el nombre Pachacamac -Animador del mundo- es mejor entendible que el de Wiracocha -literalmente "mar de sebo"-. Sólo una traducción más filosófica permite entender su equivalencia con Pachacamac. Así, cuando traducimos Wiracocha como Fuente de Poder (Wira=Poder, Cocha=Fuente) resulta más comprensible su equivalencia con Pachacamac.
No deja de ser importante además notar que en tiempos de la extirpación de idolatrías, como lo testimonia la "Instrucción" de Albornoz, y esto lo hace notar Pease (1973: 79-80), se encuentra que en los Taki Onkoy está presente Pachacamac y no Wiracocha.
Podemos preguntarnos a qué responde la hegemonía cultural de Pachacamac sobre Wiracocha, y lo más probable es que fue la deidad superior de reinos ya hace mucho tiempo extintos -Huari, Tiahuanaco-.
Si Mazzotti presta atención al sentido de equivalencia, asimilacionista y elitista de la deidad Pachacamac, nosotros hemos prestado atención a su sentido filosófico.

Referencias:
Mazzotti, José Antonio. Coros mestizos del Inca Garcilaso. Editorial Horizonte, Lima 2023.
Pease, Franklin, El dios creador andino. Mosca Azul editores, Lima, 1973.

MILITARISMOS EN EL PERÚ

 

MILITARISMOS EN EL PERÚ
Cuando le preguntaron al poeta Martín Adán sobre el golpe militar del General Odría al presidente Bustamante y Rivero, lapidario sentenció con la frase: "Hemos vuelto a la normalidad".
En el Perú se ha tenido hasta hoy siete militarismos. Es decir, en 203 años de vida republicana han sido 109 años de militarismo, 1 año de golpe civil constitucional y 93 años de democracia. Estas cifras resultan de la sumatoria del golpe de Vizcarra y el dado a Vizcarra. No obstante, ya se trata de un golpe civil constitucional y no estrictamente militar. En todo caso los golpes civiles constitucionales han sido mínimos frente a los golpes militares.
Es decir, más de la mitad de la vida republicana el Perú la ha vivido bajo golpes militares.
Antes de indagar sobre las causas de esta anómala vida republicana vayamos a la enumeración del militarismo peruano.
Al respecto fue el ilustre historiador Basadre el que se encarga de presentar tres militarismos:
PRIMER MILITARISMO: Militarismo de la Victoria (1827-1873)
SEGUNDO MILITARISMO: Militarismo de la derrota (1883-1885)
TERCER MILITARISMO: Militarismo oligárquico (1930-1968)
Hasta aquí llega la lista que nos presenta Basadre. Nos compete a nosotros completarla:
CUARTO MILITARISMO: Militarismo nacionalista anti-oligárquico (1968-1975/Septenato del General Velasco Alvarado)
QUINTO MILITARISMO: Militarismo antirreformista (1975-1980/General Morales Bermúdez)
SEXTO MILITARISMO: Militarismo neoliberal (1990-2000/Gobierno cívico-militar de Fujimori-Hermoza-Montesinos)
SÉPTIMO MILITARISMO: militarismo institucional (2022-hasta hoy/Boluarte-Alto Mando).
Por lo visto, la lista de Basadre ha sido superada numérica y estilísticamente. Desde el sexto militarismo se añade el matiz civil (un presidente civil asume el mando) y el séptimo emplea una modalidad congresal (asume otro civil mediante defenestración congresal y apoyado por la FFAA).
No todo golpe de Estado en el Perú ha sido sangriento, también los hubo incruentos, el más importante fue el de Velasco. Un golpe blando y pasivo fue el que se empleó contra Castillo. La tipología golpista global nos brinda cuatro modalidades: patronal, militar, congresal y cívico-militar. Los golpes miliares de hoy no son sangrientos sino constitucionales.
¿Somos un país militarista? Las cifras hablan por sí solas.
Ahora bien, cuáles han sido las causas de la continua oscilación entre la recesión democrática y el golpismo. Sin embargo, la continuada destrucción de la democracia en el Perú no ha postergado la permanente búsqueda de la vida democrática.
En el Perú se puede enumerar cinco causas principales: intolerancia política, falta de contención normativa, racismo, clasismo y la presión internacional del imperio mundial de turno.
No obstante, es significativo señalar que desde que existe el CAEM por la fundación de Odría en 1950 el militarismo peruano tendió a tomar en cuenta más los intereses nacionales que extranjeros. Tenemos los casos de Pérez Godoy-Lindley (1962-1963) que implemento una reforma agraria limitada a la Convención que despotenció las revueltas campesinas de la época, y la profunda reforma agraria de Velasco (1968-1975). El viro hacia la derecha ya se muestra en el documento castrense de 1986 que se muestra decidido por las reformas neoliberales, cosa que aplicaría con Fujimori.
En otras palabras, la presión internacional de los golpes militares en el Perú no respondió sólo a intereses del imperio norteamericano, sino a la coyuntura política internacional de turno y a las necesidades internas del país.
Esto lleva a pensar que, dado el giro geopolítico mundial desde el orden unipolar hacia el orden multipolar, el cambio de eje geopolítico desde el Atlántico hacia el Pacífico, y el acercamiento que se tiene hacia China y Corea del Sur, el militarismo peruano será proclive a apoyar las tendencias políticas nacionalistas y soberanistas, con un manejo político que concilie lo social con lo económico.
O sea, será el venidero militarismo peruano uno que acentuará su sesgo nacionalista y soberanista, favorable a una economía mixta, pero con una clara dirección política hacia lo social-popular. Ese será el eje de las reformas de las relaciones entre la sociedad civil y el poder militar.

En otras palabras, el Perú tiene militarismo para buen tiempo, ya sea para evitar la degradación democrática o imponer rectificaciones vía cívico-congresal-militar.