domingo, 24 de septiembre de 2023

LIMINAR al libro ANOTACIONES DEL PENSAR


LIMINAR

Vivir el Pensar como un acontecimiento, antes que, como una tarea y una pasión, tiene como consecuencia el surgimiento de una multiplicidad de reflexiones que muchas veces no caben en el libro que se escribe, que sobrevienen después de escribirlo, que tienen que ver muy lateralmente con lo que se está abordando o que simplemente lo asaltan a uno en las horas muertas de la vida. Pero estos pensamientos sueltos, pendientes muchas veces, lejos de permanecer inactivos dejan oír su llamado imperativo y su urgencia de ser comunicados. Han brotado de un nivel profundo de la existencia y no se resignan a pasar desapercibidos. Creo, junto a los grandes maestros, que las ideas tienen duende -como dicen los franceses- y que la Musas cuando visitan son muy celosas, no perdonando cuando no se les hace caso. Lo mejor es ser humilde y escucharlas, ser receptivos y, si es posible, entablar diálogo.

Ahora se comprenderá que en el fragor del pensar brotan de manera lateral infinidad de reflexiones, la mayor parte de ellas se escapan y no vuelven más. Apenas un hilo de todo el tejido presentado se puede coger. Hay que ser ágil en el apunte, atento al llamado y tener ojo avizor a la visita. Muchas veces lo recogido sirve de material para nuevos libros, otros se resisten a una asimilación sistemática, estotros prefieren alumbrar solos, sin compañía, ser faros en la obscuridad. Son situaciones extrañas que hay que comprender con la sutileza que exigen las evasivas ideas. Así como el lector experimentado aprende a tomar el pulso a cada libro para penetrar en él, del mismo modo el pensador avezado simplemente tiene que aprender a procesar la idea que lo visita. Lo sé, estoy hablando como platónico consumado que cree en las Ideas del topus uranus. Lo cual será el hazmerreír de los analíticos y materialistas. Pero no me importa. Este punto ya lo discutí en otros libros míos. Lo importante es que muchas veces, así como las ideas se presentan como elaboraciones mentales, en otras no, sino que aparecen como esencias iluminantes antes que iluminadas. Es la experiencia de lo transobjetivo y misterioso de las verdades metafísicas. Y en definitiva la filosofía es la experiencia de lo inverificable.

Por lo demás, un libro como este carece de importancia en nuestro extraviado presente nihilista, donde ya no interesa el sentido de nada porque se ha perdido el sentido de todo. Nuestro tiempo emprendió como Orfeo el descenso a los infiernos, pero esta vez para quedarse en él. Pensar ya no interesa ante la predominancia de los medios sobre los fines. El resultado ha sido ostensiblemente nefasto, destructora de la personalidad, degradante para la inteligencia y envilecedora de los sentimientos. Tanto así que el antropoceno aparece como signo de Extinción.

Estamos en una situación de encrucijada como nunca antes se estuvo en la historia. Hace falta actuar, sin duda, pero antes que nada hace falta pensar. Esa es la esperanza de estas líneas, que sirvan para edificar un mundo más humano y bondadoso.