lunes, 3 de febrero de 2020

EL APORTE DE JESUS A LA EDUCACIÓN


EL APORTE DE JESUS A LA EDUCACIÓN
PRÓLOGO
Gustavo Flores Quelopana
Ex-Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofia
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Juan Carlos Asmat Zavaleta acaba de publicar “El aporte de Jesús a la educación”. Lo primero que hay que advertir es el momento histórico en que aparece este libro. Nuestro tiempo no es un momento cualquiera. Hay quienes piensan que vivimos un cambio de época. Pero lo mas seguro es que vivimos el final de una época. El cambio de época ya lo vivimos en la década de los años ochenta del siglo veinte con la caida de la URSS y el auge del neoliberalismo global.

En cambio hoy, en la segunda década del siglo veintiuno, vivimos el derrumbe del capitalismo neoliberal global, una agudización de la ley de la lucha interimperialista, una primera potencia mundial que no pierde su hegemonía pero no domina, emerge un mundo apolar. Y todo ello aunado a un antropocenio destructivo. El ecocidio de esta civilización cibernética es galopante y al parecer indetenible. El choque de civilizaciones parece inminente. Y el reloj del Apocalipsis nuclear se hace más breve. La sensación general es estar viviendo el Final de los tiempos.

Es en este contexto en que se escribe el presente libro. Como si fuera una tabla de salvación y un campanazo de advertencia. Juan Carlos Asmat Zavaleta, su autor, es un filósofo. Pero es un filósofo cristiano que es conectado con los problemas más álgidos de su época y de su país. Y entre los más urgentes está la falta de valores. De ahí que enfatice EL APORTE DE JESÚS A LA EDUCACIÓN. Lo cual es indudable.

“El que esté libre de pecado que lance la primera piedra” dice Jesucristo. Y así el Hijo de Dios detiene la mano injuriosa del hombre pecador. Es el amor al prójimo la base de su modelo educativo. Lo cual tiene una honda resonancia metafísica porque tiene que ver con lo que Dios Padre, Uno y Trino es, saber, el Bien Supremo. O sea lo ético es una instancia superior que está por encima de lo ontológico. Lo ético es lo que determina el ser.

En las palabras del Redentor, que salvan a Maria Magdalena de la lapidación, es la verdad superior que Dios está por encima del ser, el Bien determina lo ontológico y por ello tiene sentido para el hombre el arrepenimiento, la misericordia y la caridad. Vete y no peques más, le dice a Magdalena. Lo ético está por encima de lo ontológico. Y es así porque Dios mismo no es el ser, está más allá del ser, es el Bien absoluto.

Cierto, el Bien absoluto es el ser absoluto, pero en la naturaleza metafísica intratrinitaria de Dios, la Inteligencia prima sobre su Voluntad y su Caridad. Es la Inteligencia de una Persona divina que armoniza su acción y su amor. Esa fue la comprensión de la sintesis del tomismo. El desequilibrio voluntarista vino después con el nominalismo de Duns Escoto y Guillermo de Occam.

Por tanto, la educación que señala Cristo se deriva de una ética del amor al prójimo basada en la comprensión de Dios como Bien Supremo. Todas sus perícopas y parábolas apuntan hacie ello. No tendrian sentido sin esa verdad simple pero profunda.

Los griegos carecieron de un dios providente, misericordioso, Creador y onmipotente. Por ello su educación, su paideia es ascensional, individualista y elitista. En cambio, el Dios cristiano viene al hombre, desciende hacia nosotros, al pobre, ignorante y pecador. El Dios cristiano es humilde y muere humillado por los que vino a salvar.

En cambio, la mentalidad de la modernidad es todo lo inverso. Es Voluntad de poder. Es Nietzsche, Marx y Milton Friedman. La modernidad es la secularización del sentimiento, la acción y el cerebro. Vivimos en la inmanencia pura. La trascendencia ha sido abolida en este mundo descreído y sin Dios.

El Reino del pequeño diosecillo llamado hombre moderno ha triunfado. Pero al mismo tiempo ese triunfo nos ha llevado hacia la destrucción de la naturaleza y del mismo hombre. El Superhombre de la civilización tecnologica ha crecido espantosamente en ciencia y tecnología pero ha decrecido en lo ético.

Vivimos en el caos moral. La inmoralidad campea impunemente. Es moneda corriente. De ahí la importancia de este libro que nos recuerda que lo ético está sobre lo ontológico. Pero en el capitalismo el ser se edifica sobre el tener y no sobre el Bien. Por esto esta civilización está colapsando.

Debido a ello, Juan Carlos Asmat Zavaleta se asemeja a Juan el Bautista predicando en el desierto. Pero su esfuerzo es meritorio y encomiable. Y lo es porque cuando sucumba la presente civilización, no vendrá de frente una nueva cultura sino una nueva barbarie. Y allí se verá lo valioso de haber predicado en el desierto. Porque serán esas almas éticas las portadoras de la futura cultura a fructificar.
Lima 01 de Febrero del 2020