viernes, 5 de noviembre de 2021

ENTREVISTA EN PUNTO INTERMEDIO

ENTREVISTA EN SOCIEDAD LIMEÑA DE TEOLOGÍA FILOSÓFICA



CREATIVIDAD Y CAPITALISMO

 CREATIVIDAD Y CAPITALISMO

Gustavo Flores Quelopana



El capitalismo ha reservado el término "creativo" para los expertos en mercadotecnia destinados a crear la "seducción" al consumidor por un producto determinado. Si entramos a las oficinas de una compañía de publicidad nos parece haber ingresado a un nosocomio mental, podremos ver a los "creativos", generalmente jóvenes, extravagantes y excéntricos, que se agitan de aquí para allá en busca de la "idea" creativa.
Su trabajo se parece a la del artista porque se trata de lograr una "seducción" única para su producto. Pero hasta allí no más llega el parecido, pues mientras el artista expresa un sentimiento e intuición profunda de su personalidad inspirada, el "creativo" del marketing busca la manera original de hallar los signos publicitarios para manipular los deseos del consumidor. Su función no tiene que ver con la creación de un mundo más humano, sino con la de seres humanos más manipulables.
Esta perversión del sentido de "creación" tiene que ver con la disminución de la aparición de genios mediante un sistema educativo en función de una economía consumista, la multiplicación de los imbéciles y la estupidización galopante del homo sapiens bajo el capitalismo.
Pero la degradación de la "Creatividad" bajo el sistema capitalista no es una maldad, sino que responde a la lógica misma de la valorización del plusvalor. Se trata de una estructura socio-económica que necesita imbecilizar a la sociedad para convertirlos en dóciles y manipulables consumidores.
Por eso que bajo su esquema se llama trabajo "creativo" a aquella labor destinada a fortalecer la red de manipulación que desborda la voluntad del hombre individual. De hecho, bajo el capitalismo el trabajo creador -en la universidad, por ejemplo-, del inventor -en la industria o las finanzas-, tiende a caer bajo la forma de trabajo asalariado, aunque sin someterse necesariamente al tiempo de trabajo socialmente necesario. Vemos, por ejemplo, al pobre catedrático cómo a cambio de un salario hipoteca su conciencia y su "creatividad" limando su filo crítico para no incomodar al statu quo y al poder establecido.
En países como el Perú con un fortísimo componente de trabajadores independientes -mal llamados "informales"- su creatividad compite con el gran empresario a través de micro unidades productivas. Sin embargo, estas formas económicas previas supervivientes que no han sido eliminadas por la gran industria, se subsumen al capital en lo fundamental: en vez de crear un mundo más humano, reproducen la forma enajenante del hombre al servicio de la economía. No producen plusvalor para un capitalista, ellos mismos se convierten en capitalistas, y con ello fortalecen la lógica alienante del capital que no está al servicio de las necesidades del hombre, sino de las necesidades del capital.
Cuando Schumpeter sostenía que el capitalismo tiende a destruir su propia estructura social aludía a una destrucción creativa a cargo de los intelectuales y de la burguesía. Y todos se escandalizaron cuando afirmó que no será el fracaso sino el éxito del capitalismo lo que provocaría el socialismo. Sin duda, esta es una forma de ennoblecer la "creatividad" bajo el capitalismo, pero no es exacta. La supresión del capitalismo no será de una domesticada intelectualidad, ni de una coludida burguesía, ni de las masas desproletarizadas. Vendrá de la propia revolución técnica, de la automatización completa de la economía por la inteligencia artificial.
La creatividad humana bajo el capitalismo se atrofia y pervierte para satisfacer las necesidad de la acumulación de capital mediante el consumo de mercancías. De ahí que la creatividad humana sólo volverá a estar al servicio del hombre cuando se finiquite en la historia el modo de producción capitalista.