lunes, 16 de septiembre de 2024

LO QUE HAY DETRÁS DEL SEGUNDO INTENTO MAGNICIDA

 


Este segundo intento de magnicidio contra Trump es el más evidente indicador de la actuación del Estado Profundo -Deep State- contra la candidatura del republicano Donald Trump.

Barack Obama concluyó su mandato en 2016 pasando a la historia como el presidente de los drones asesinos y de la nueva guerra fría iniciada contra Rusia. 

La elección inesperada del republicano Trump representó la incómoda interrupción no tanto de los planes del partido demócrata y el Pentágono contra Rusia, sino del Estado profundo del ala radical del Reich Bilderberg de propinar una derrota militar a Rusia, cercarla y fragmentarla con la OTAN, aun recurriendo a las armas nucleares tácticas.

Conocedora Rusia de los planes guerreristas contra su país se cuidó de dar a conocer sus nuevas armas hipersónicas durante el gobierno de Trump y su sucesor demócrata Biden con el propósito de disuadir cualquier aventura militar en su contra. Pero no tuvo éxito y los planes de guerra en Ucrania del Occidente liberal prosperaron.

Mucha tinta corrió bajo el puente sobre el fraudulento triunfo de Biden sobre Trump en las últimas elecciones del 2021. Y ahora que se presenta a un segundo mandato con claro favoritismo se produce el segundo intento de magnicidio en su contra.

Hasta aquí hay dos preguntas que hay que hacerse: 1. ¿Por qué el partido republicano apoyó a Trump el 2016, conociendo que era un candidato controvertido y radical? ¿por qué el experimentado ex-presidente George Bush guardó silencio en su contra? Todo indica que se sabía sobre los planes guerreristas contra Rusia por parte del lobby demócrata, y la intención fue promover una distensión con la potencia nuclear de Rusia. La segunda interrogante es: 2. ¿Por qué se busca eliminar Trump mediante el magnicidio? No sólo porque Harris no es rival para él, sino que esta vez el Reich Bilderberg, que es el verdadero Estado Profundo, no está dispuesto a que sus planes guerreristas contra Rusia se vean interrumpidos por otra derrota electoral propinada por Donald Trump.

Cuesta trabajo creer que la élite antidemocrática norteamericana esté dispuesta a arriesgar la supervivencia de la civilización sin tomar en cuenta el efecto devastador a nivel global de un enfrentamiento nuclear, que no sólo implicaría a Rusia, sino también a China, Corea del Norte, Irán, India, Pakistán, Israel y el mundo occidental liberal. No habría refugio ni escapatoria en el planeta. Se calcula que una guerra de tales dimensiones acabaría con 5 mil millones de personas en el planeta. Más de la mitad de la población del mundo sería aniquilada. Sería mucho más efectivo que la ligadura de trompas, la eugenesia y la eutanasia que tan alegremente promociona el occidente liberal.

La élite occidental liberal, que ya está inserta en su franco declive histórico, ha perdido la cordura y pone en peligro a la humanidad entera. Sólo lo podrán impedir la Providencia junto a la sabiduría de las otras cuatro civilizaciones del planeta (China, ortodoxa rusa, islámica, hindú. Sencillamente el inmoral y desahuciado Occidente liberal debe entender que la gobernanza global ha cambiado, el eje geopolítico mundial ya no es el Atlántico sino el Pacífico, y no es la guerra sino la Paz la alternativa para transitar hacia un nuevo orden mundial multipolar.

DOS OBSERVACIONES SOBRE EL FUJIMORISMO

 

1. Muerte de Fujimori coincide con agotamiento global del neoliberalismo unipolar

Otro detalle significativo es que el funeral de Fujimori es oficial, en cambio el cortejo fúnebre del General Velasco fue popular. Fueron más 500 mil personas, y el pueblo junto a las organizaciones sindicales se disputaron llevar el féretro. Es un funeral con aroma de condena y olvido popular.

2. El golpe de Estado Blando del fujimorismo
Se suele sostener que los demagogos extremistas son un peligro para la democracia y que hay que evitarlos para no interrumpir la vida democrática. Pero la realidad es más compleja que esta simple recomendación.
Hay un hecho para ilustrarlo que no ha sido destacado por los especialistas y politólogos preocupados por la democracia.
Fujimori fue un candidato outsider, demagogo blando o populista, apoyado por el poder global antidemocrático, que simuló ser antisistema -negó hasta el último minuto que aplicaría shock económico y una vez en el poder lo hizo- para engañar al electorado haciéndose del poder, y luego dio un golpe de Estado.
Es decir, Fujimori es un claro ejemplo de dos cosas: 1. simular ser antisistema para ganar las elecciones, y 2. dar un estilo de golpe de Estado cívico-militar, donde una figura civil asume el poder.
Esto es importante señalarlo porque significa que el poder global para las elecciones peruanas del 2026 buscará otro outsider aparentemente antisistema para ganarse los votos de un electorado radicalizado. También apoyará a uno abiertamente pro-sistema, pero sabe que no ganará. Por eso, necesita emplear diversas estrategias para no perder el poder.
Fujimori fue un caso paradigmático de simulación antisistema y del golpe de Estado blando. La pregunta es: ¿puede aparecer un outsider que aparente ser pro-sistema para luego volverse anti-sistema? No se puede descartar.