domingo, 22 de marzo de 2020

HIPERIMPERIALISMO GLOBAL EN LLAMAS


HIPERIMPERIALISMO GLOBAL EN LLAMAS
Gustavo Flores Quelopana
Ex-Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofia
 Hiperimperialismo global en llamas
PREFACIO

El neoliberalismo global está en llamas. Se ha vuelto antipopular. Su derrota es inoculable. Su crédito en las masas se agotó. Su gestión nefasta se puede resumir en sangrar a la clase media y recompensar a la cleptocracia. No hay forma de contrarrestarlo ni ley alguna que les impida hacerlo. La gente común vive en la austeridad mientras que los bancos benefician al 1% de la población emitiendo moneda y subiendo los precios de los activos a sus propiedades y valores.

El neoliberalismo pervirtió la economía convirtiendo al mundo en un casino global improductivo y meramente especulativo. Varias décadas de neoliberalismo global han culminado en el rotundo fracaso que sólo benefició al 1% de la población mundial. La humanidad no encuentra salida a la crisis económica que amenaza con convertirse en una crisis sistémica global.

El capitalismo global no es un revival del capitalismo salvaje ni la continuación del capitalismo en su etapa imperialista. Por el contrario, aquí se trata de ver que el capitalismo global representa una etapa superior del capitalismo monopólico, al que he denominado como fase hiperimperialista.

Hiperimperialismo es el proceso superior del capitalismo monopólico por el cual las megacorporaciones privadas conquistan, someten y luego dominan permanentemente a los propios Estados-nación desarrollados y periféricos, dentro de un sistema de relaciones descentradas y desterritorializadas, que reemplaza el capital productivo por el capital especulativo y desarrolla un nuevo tipo de soberanía, cual es, el de las megacorporaciones privadas.

Todos hablamos de imperios asirio, romano, español, inglés, japonés o norteamericano; pero nuestra definición histórica específica se justifica a sí misma por anticipado cuando se distingue del proceso normal de la formación de los imperios. Las palabras imperio e imperialismo llevan siempre consigo el significado no sólo de conquista, sino también de intentar un pueblo o nación dominar continuamente  a  un pueblo por otro. Pero lo nuevo y desconocido hasta el momento era el hecho que los propios Estado-nación se vieran reducidos por unas todopoderosas megacorporaciones que constituyen en rectoras de un nuevo proceso de dominación global.

Este nuevo enfoque conduce hacia el planteamiento de que para salir de la trampa de la globalización hiperimperialista es necesario organizar el mundo sobre un fundamento no capitalista, pero también hay que mantenerse alejado del socialismo totalitario.

Por supuesto que se puede considerar este libro dentro de los esfuerzos por un socialismo democrático y libertario. De hecho, las enormes crueldades deliberadas de los socialismos tiránicos sólo pueden inspirar la misma enorme repulsa como la que infunde la manipulación, cosificación y enajenación del hombre bajo la sociedad capitalista.

El capitalismo hiperimperialista del siglo XXI no sólo ha abolido la satisfacción de las demandas sociales, el bienestar y la normatividad de los reformadores del siglo XIX y XX, sino que llevado por un telos cibernético está aboliendo el trabajo mismo, y con ello se cristaliza su más demencial sueño de prescindir del trabajador y proclamar la abolición del hombre. Si la burguesía del siglo XIX gritó: “Dios ha muerto”, la de ahora puede anunciar su nuevo evangelio: “El hombre ha muerto”.
G.F.Q

SANTACRUZ PACHACUTI: EL ESTADO JUSTICIA CONTRA EL ESTADO PODER


SANTACRUZ PACHACUTI: EL ESTADO JUSTICIA CONTRA EL ESTADO PODER
Gustavo Flores Quelopana
Ex-Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofia
 Santa Cruz Pachacuti. El Estado-Justicia contra el Estado-Poder
P R Ó L O G O

Juan Santacruz Pachacuti fue un hombre que merece ser mucho más célebre de lo que es en realidad. Era cacique collagua, o sea de sangre noble, venido a menos por la Conquista y perdido en los vericuetos obscuros de la historia, pero por meterse a autor de su famosa “Relación de antigüedades de ese reino del Perú” vence los siglos para renacer como el fénix que se alimenta de los grandes ideales. Leer en primera instancia su obra vuelve a uno más melancólico y pensativo. ¡Cuántas ilusiones, cuántos desengaños, cuánto dolor por el pasado perdido, cuánto papel desperdiciado! Los doctos comentaristas lo subestimaron. Este hombre universal del Renacimiento andino vagaba atónito en el Seiscientos de hecatombe y de extirpación de idolatrías. Pero no deberían ser olvidados los que han sido héroes del pensamiento en el sentido viquiano, todos los que desean y sueñan con las cosas sublimes: la perfección moral, el descubrimiento de lo verdadero, la unión con Dios y el imperio de la justicia.

El tema del Estado-Justicia contra el Estado-Poder sigue siendo tan candente en la actualidad como lo fue hace 400 años en tiempos de Juan Santacruz Pachacuti, cuando colisionaban dos orbes civilizatorios, a saber, el andino y el hispano. Los motivos han cambiado pero el problema de fondo permanece: la injusticia social. En el ayer se trataba de la desestructuración apocalíptica del mundo prehispánico por efecto de la Conquista y la instauración del Virreinato del Perú, que dejó sin certezas a las mentes pensantes nativas más preclaras.

Hoy se trata de una inimaginable desigualdad social, provocada por el repudiado neoliberalismo globalizado encabezado por un puñado de hipermillonarios con soberanía propia, aunado al fracaso de la mitigación y adaptación al cambio climático, fenómenos meteorológicos extremos, grandes pérdidas de biodiversidad, crecimiento de la amenaza de un conflicto nuclear, tensiones geopolíticas, abuso de nuevas tecnologías, colapso de ecosistemas, crisis alimentarias y crisis del agua. O sea estamos al borde de una crisis sistémica global ad-portas del Bicentenario de la Independencia del Perú, que no ha resuelto la segmentación honda entre el Perú profundo y el país oficial. No es extraño, entonces, que volver a pensar en la búsqueda de certezas como lo hizo Santacruz Pachacuti vuelva a ponerse en la sobremesa.

Aquí se examina la estrategia intelectual del cronista indígena, sus ideales y resultados. Y la hibridación sincrética que se constata en la civilización andina refleja la savia palingenésica de una cultura que no ha muerto ni se ha extinguido, sino que ha mezclado su savia espiritual con la cultura fáustica de Occidente, dejando la esperanza de que después de la universal catástrofe de la decadencia civilizatoria del mundo presente pueda servir de semilla para el renacimiento de una nueva Humanidad. El ideal de Justicia en el Imperio Incaico no era idílico, fue recogido por los cronistas y sirvió de motivación para el ideario utopista de los pensadores del Renacimiento europeo. Francis Bacon, Tomás Moro y Tommaso de Campanella vibraron de emoción ante ella. La civilización precolombina sucumbió pero de ella sobrevive dicho ideal que se hace perentorio en nuestros días. El carácter ético del mismo se concilia con la perspectiva de la contemplación y de la gratitud para comprender el problema de la justicia de Dios. No es casualidad que Garcilaso, Guamán Poma y Santacruz hayan abordado el problema desde su convicción cristiana.

Cuando Santacruz escribe su obra había pasado casi un siglo que Vitoria denunciaba en 1534 el carácter injustificado de la guerra contra los peruanos por el grupo de aventureros y salteadores encabezados por Pizarro. La condena de Vitoria impactó sobre las cortes europeas que  escandalizadas se hicieron eco de las atrocidades reveladas también por el padre dominico Bartolomé de las Casas. En 1540 Las Casas se presenta ante el emperador Carlos V para dar su informe. En su controversia con Sepúlveda en Valladolid en 1550 puso énfasis en que no era una guerra cristiana ni justa. El debate abría las puertas al tema de los Derechos humanos. Nuestro cronista es un adelantado en dicho tema y debate. Pero también es un buceador de soluciones profundas. Ya las guerras de liberación inca habían fracasado. La primera, de 1531-1534, y la segunda de 1536 a 1572 colapsan con la ejecución de Túpac Amaru II. De ahí que nuestro cacique collagua busque una solución negociadora ético religiosa en la forma, pero política en su contenido. Detener el abuso, la tiranía y la crueldad del invasor ibérico y lograr la cohesión de las huestes peruleras mediante la nueva religión. No sabía que poderosos curacas regionales habían firmado pactos con el agresor ibérico. Pero el ideal del estado justicia contra el estado poder permanecería incólume a través de los siglos.