lunes, 14 de agosto de 2023

LAS PALABRAS Y LAS COSAS (reseña)

 

En esta obra (1966) Foucault (1926-1984) pretende liberarse de la fenomenología, el existencialismo y de la epistemología. La famosa expresión "muerte del hombre" aparece por primera vez en el libro y sólo una vez al final, pero fue una provocación para toda una generación educada bajo el existencialismo.
Dos ideas centrales presiden sus páginas: la idea de episteme (cada época tiene su episteme o apriori histórico que determina su saber) y la discontinuidad (entre epistemes no hay progreso sino corte histórico). Si la episteme clásica se configura como una relación entre lo finito y lo infinito, la episteme moderna aborda la finitud desde la finitud. El hombre y el sueño antropológico es una invención moderna. Psicoanálisis, etnología y filología disuelven al hombre en estructuras inconscientes que lo determinan y se le escapan. La episteme es un fantasma sin alma. La llegada del hombre al saber coincide con el fin de la episteme que decreta la muerte del hombre.
Foucault es otro intento fallido de escapar del idealismo subjetivo en la modernidad imperialista, donde toda la cultura y el espíritu objetivo queda hipostasiado, la episteme queda convertida en una estructura sin sujeto. El filo irracionalista de su pensamiento queda evidenciado en el divorcio entre la idea de estructura y praxis humana. Sencillamente la historia ya no lo hacen los hombres, sino las zombis estructuras del saber. Las teorías ya no ascienden de la realidad a los libros, sino que la realidad asciende al mundo por la teoría. Si desde Schopenhauer y Nietzsche el conocimiento del mundo se vuelve en interpretación del mundo, con Foucault las estructuras ciegas del mundo configuran el propio mundo. Con ello se refleja la profundización del irracionalismo en la filosofía burguesa bajo el imperialismo.
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FENOMENOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN (reseña)

 

La principal conclusión teórica de la obra (1945) es que lo primario no es el pensar sino el percibir, antes que el "yo pienso" está el "yo percibo". La intencionalidad no es solamente una propiedad de la conciencia, sino de un cogito sumergido en la facticidad del sentir y percibir. Y la principal conclusión práctica es que la conciencia siempre es encarnada, el cuerpo, aunque esté animado por la intencionalidad de la conciencia, es la condición de la posibilidad del mundo.
Merleau Ponty (1908-1961) sólo sacó medio cuerpo de la jaula laberíntica del idealismo cartesiano, por cuanto la percepción se absolutiza y el sujeto percipiente es el nuevo sujeto absoluto. Su giro epistémico aún permanece en el horizonte modernista de la inmanencia y del idealismo subjetivo al aislar al hombre ya no desde la conciencia, sino desde el cuerpo. Pues el cuerpo también se configura desde las relaciones sociales y la cultura.

TRÁNSITO HISTÓRICO

                                           TRÁNSITO HISTÓRICO

Desentrañar el significado profundo que tiene la hora histórica presente no es hacer un ejercicio de historia, de crónica periodística, ni de política internacional y menos de geopolítica, sino que es hacer un esfuerzo de filosofía culturológica para poder atisbar su sentido y dirección subyacente tras los hechos empíricos.

De manera que en esta exploración se ha podido advertir que nos encontramos ante un cambio de época que evidencia el desgaste profundo del mundo del capitalismo liberal y su orden global unipolar. Al mismo tiempo se deja advertir que emerge un nuevo orden mundial multipolar con una fuerza e ímpetu que acelera el enterramiento del viejo orden. Y la guerra en Ucrania ha servido de partera de la historia.

La comadrona de la guerra recibe a un niño que nace joven ágil y robusto, el cual desafiante pone en jaque las pretensiones de perpetuidad del senil imperio hegemónico, que no cesa de tambalearse y tropezar continuamente. El riesgo es que en su porfía por no dejarse arrebatar el trono recurra a las armas nucleares, como parece que insensatamente tiene calculado. Su inteligencia ya no es lúcida, es más, se ha vuelto más cínica, perversa y peligrosa. Encarna la inteligencia del mal, con todas sus características psicopáticas, narcisistas y manipuladoras.

Esto significa que la crisis de la paz mundial actual no puede ser analizada al margen del poder en la sombra que representan los integrantes del Club Bilderberg. Pero, al mismo tiempo, se puede observar que no hay unidad ni homogeneidad en sus integrantes, aunque si bien hegemoniza su ala radical fascista, tienen enfrente el ala moderada y diplomática de la coexistencia pacífica. Este último trata de recuperar el tiempo perdido para evitar la catástrofe al que conducen la otra parte de los amos del mundo.

Mientras tanto, sus operadores políticos de la Administración Biden tratan de acelerar la confrontación directa con Rusia y China, a sabiendas de su inferioridad militar para una confrontación convencional. Por ello, la amenaza del uso del arsenal nuclear, por parte del Imperio del mal, es real y confía irracionalmente en ese recurso estratégico. Ante ello las fuerzas geopolíticas más lúcidas en el mundo buscan la disuasión, la coexistencia pacífica y la negociación al conflicto. El mundo está en vilo ante la codicia ciega de las fuerzas que andan en retirada de la historia.

La esperanza aparece con la unión de las fuerzas progresistas en los BRICS, el posible fracaso de la reelección del senil Biden, la posible contención de la OTAN para no guerrear directamente con Rusia, la no injerencia norteamericana en Taiwán y el cambio del equilibrio de fuerzas al interior de los amos del mundo.

Con ello el mundo conocerá una nueva época, más pacífica, justa y colaboradora. Se habrá derrotado al Superhombre nihilista, que se siente imperialmente más allá del bien y del mal, y se habrá abierto una nueva relación metafísica entre inmanencia y trascendencia, lo temporal y lo eterno.