lunes, 13 de septiembre de 2021

 UN LIBRO EXCEPCIONAL

Rudolf Otto (1869-1937/68 años) escribió esta obra en 1917 a los 48 años de edad. Su resonancia fue rotunda hasta el día de hoy. En el siglo XIX la religión había sido hecha trizas con la crítica filosófica de Feuerbach, Marx, Engels y Nietzsche, quienes la redujeron a mera justificación. Rompiendo con esta perspectiva, con la teología liberal y con el modernismo Otto fue pionero en la valoración de las religiones no cristianas y de la propia religión para sostener que ésta nace de la propia experiencia humana. Su interpretación luego se consolidó con Küng, Panikkar y Concilio Vaticano II. Husserl y Scheler lo reconocieron como un destacado fenomenólogo de la religión. Harnack en tono de sorna lo llamó "Schleiermacher redivivus" por la dimensión escatológica y subrayar el sentimiento. El núcleo de su planteamiento es que la esencia de la religión es la categoría de lo SANTO. Pero puede haber religión sin lo santo pero no sin lo sagrado o numinoso. Y es así porque considera que lo santo está más allá de lo ético-racional y tiene el doble carácter de MISTERIO TREMENDO y lo FASCINANTE. Por ello, no todo lo numinoso es santo, también puede ser demoníaco. De hecho las primeras religiones fueron demoníacas. Además considera que Cristo es la plenitud perfecta de lo santo. Una religión cuanto más primitiva es, expresa lo numinoso en forma irracional. Pero ni siquiera en las religiones más avanzadas lo numinoso irracional se llega a eliminar. Sin lo racional lo santo no sería santo. Lo santo es lo numinoso saturado de razón y moral, lo demoníaco es lo numinoso pleno de irracionalidad y maldad. Lo santo es una categoría a priori del fondo del alma, pero también es una realidad objetiva. Los grandes dioses de los pueblos bárbaros no nacen de un monoteísmo primitivo, sino de la predisposición a priori del alma. Lo numinoso se revela por grados. Primero es pavor demoniaco y asociado como culto al diablo. Sólo después es racionalizado y moralizado. La religión no tiene su base ni en el telos ni en ethos, sino en lo irracional del espíritu. En suma, no todo lo numinoso es santo, puede ser demoníaco. Pero lo irracional no se circunscribe a lo demoníaco, en Dios puede ser ira santa. Lo santo como valor numinoso no nace de lo conceptual, es irracional y pertenece a la esencia misma del sentimiento religioso.