viernes, 12 de agosto de 2022

INMERSOS EN EL APOCALIPSIS AMBIENTAL

INMERSOS EN EL APOCALIPSIS AMBIENTAL

Gustavo Flores Quelopana



1. Estamos actualmente insertos en el apocalipsis ambiental no porque el hombre sea incapaz de revertir los procesos de destrucción de la naturaleza que ha provocado, sino porque vivimos en medio de un sistema insostenible que muestra una reacción lenta y desganada ante la gran velocidad que cobra la degradación ambiental. Pero ese sistema insostenible tiene su base en el objetivismo metafísico de la modernidad. Efectivamente, dicho objetivismo se expresa en el racionalismo -cogito ergo sum- y empirismo -lo real es lo fáctico, lo nouménico o la cosa en sí no existe-, que configuran una imagen del mundo donde el ser se reduce a lo útil y manipulable. El chato fenomenismo empirista ha impuesto su hegemonía en detrimento de la riqueza ontológica del ser. Las esencias son reducidas a meras ideas mentales, el nominalismo extiende su imperio configurando una realidad inmanentista y secularizada. El giro copernicano del kantismo lo expresa bien: el ser es el poner humano de la razón. En otras palabras, sin un cambio de la imagen metafísica del mundo de la modernidad no hay salida verdadera a la crisis ambiental que nos azota. Tan grave es la crisis ambiental que nos azota que no hay salvación sin un giro desde el existencialismo individualista actual hacia el esencialismo del posible mañana.

2. Esta falta de respeto por el mundo de las esencias hace que no haya ecología cotidiana (urbanismo inhumano, falta de viviendas), ecología cultural (irrespeto a las culturas locales), ecología cotidiana (negación de las diferencias sexuales, libre consumo de drogas, aborto, eutanasia, eugenesia, ideología de género y negación de la familia tradicional) y ecología generacional (falta de consideración por los viejos y los niños del mañana). El deterioro ambiental exigen un cambio en el estilo de vida consumista y materialista que retroalimenta el sistema capitalista.

3. Ni el hombre es una plaga, ni la tecnología por sí misma es la solución. La crisis ambiental es de tal dimensión que exige una solución integral (social, política, económica, cultural y humana). No habrá defensa del medio ambiente mientras los políticos se sigan sometiendo a los dictados de las finanzas mundiales.

4. No obstante, dicha solución integral parece escapar de las posibilidades de la presente civilización sometida al consumismo y a las finanzas de las multinacionales. Cosa remarcada por el Sumo Pontífice Francisco en la Carta Encíclica Laudato Si. El capitalismo y su mezquina lógica de rentabilidad son una amenaza para la solución ambiental, porque el medio ambiente -incluido los humanos- no pueden someterse al cálculo financiero de costos y beneficios. Debe ponerse fin al sometimiento de la política a la economía con su perversa obsesión por el máximo beneficio.

5. El desastre ecológico se hace evidente en la contaminación de mares, ríos y lagos, extinción masiva de especies animales y vegetales, emisión indetenible de gases de efecto invernadero, deforestación para la agricultura, liberación del gas metano, agotamiento de la fertilidad de las tierras agrícolas, la pérdida de las selvas y bosques, la contaminación por agrotóxicos, la destrucción de los pulmones del planeta, desaparición de manglares y barreras de coral, descongelamiento de glaciales y de los polos, aumento del nivel del mar, grandes tormentas, calor y sequías.

6. Al desastre ambiental se suma el desastre humano con el crecimiento desordenado de las megalópolis, sin áreas verdes ni contacto con la naturaleza, repletos de contaminación visual y acústica, hábitos dañinos de consumo, desperdicio de un tercio de los alimentos que se producen, exiguo nivel de acceso a energías limpias y renovables, crecimiento de la pobreza y malnutrición, deterioro del nivel educativo, retroceso de la capacidad cognitiva por el abuso de tecnología digital, privatización del acceso al agua potable, imposición de la cultura del descarte, degradación social con el crecimiento del narcotráfico y consumo extensivo de drogas, exportación hacia los países en desarrollo de los residuos líquidos y sólidos tóxicos, la expansión de laboratorios secretos biológicos, químicos y biológicos como armas militares.

7. Es irracional culpar de la degradación del ambiente natural y humano al crecimiento poblacional de los pobres y excluidos del planeta mientras los países ricos y la élite plutocrática se irrogan el derecho de consumir de modo desproporcionado y de un modo que es imposible generalizar. En la hora actual es monstruoso hablar de ética sin denunciar los poderes económicos que justifican el deterioro ambiental.

8. Hay que decir con toda claridad que son los países ricos, y no los países pobres, los responsables del deterioro ambiental y humano originado por un sistema que privilegia sobre el hombre a las finanzas y al consumismo. La civilización práctica poniendo todo al servicio de las finanzas, el consumismo y la rapidez nos ha llevado a una destrucción ambiental terrorífica. Lo cual tenía que suceder, porque la civilización pragmática se ahoga en ambiciones pero carece de ideales.

9. Existe una deuda ecológica de los países ricos con los países pobres. El origen de la degradación humana y ambiental es la inequidad planetaria impuesta por la modernidad capitalista con su racionalidad instrumental, calculadora, rentista, relativista, anética y nihilista. Los efectos más graves del deterioro ambiental recaen sobre los pobres de la Tierra.

10. La cultura del descarte solamente es la punta del iceberg de la crisis presente, que hunde sus raíces en la crisis de caridad de la racionalidad deshumanizada de Occidente. La modernidad occidental con su recalcitrante inmanentismo ateo y su sociedad postmetafísica, irrespetando la esencia de las cosas, privilegiando lo artificial sobre lo natural, ha llevado de forma incontenible al mundo al desastre.

11. El Nuevo Orden Multipolar debe obligar a los países ricos a saldar la deuda ecológica. Pero vamos directo a la catástrofe civilizatoria por la gran velocidad de la degradación ambiental en medio de un sistema mundial insostenible. El enloquecido hombre prometeico de la modernidad está destruyendo la Creación de Dios. La presente civilización materialista y deshumanizada traiciona y defrauda las expectativas divinas puestas en el hombre.

12. Sin un profundo cambio de las bases metafísicas de la civilización occidental -si no avanza hacia una nueva espiritualidad, una nueva relación entre lo inmanente y lo trascendente- la humanidad no podrá superar el atolladero en que se encuentra.

Las civilizaciones del pasado han desaparecido por hambrunas, plagas, desastres naturales y guerras. Nuestra presente civilización está a punto de desaparecer por una razón tecnológica: no poder remplazar con celeridad el combustible fósil altamente contaminante. Ciertamente que la extinción civilizatoria es una posibilidad permanente, pero nunca como ahora se tuvo tantos medios para impedirlo y tantos obstáculos para no realizarlo. Pero también es cierto que la solución tecnológica resulta totalmente insuficiente cuando faltan valores y humanismo. Y precisamente la cultura posmoderna que azota es falta de valores, relativismo, anetismo, y disolvente nihilismo. Por tanto, hace falta una cultura de un humanismo con Dios que promueva la subsunción de la racionalidad técnico-científica a la ética.

La defensa de la Tierra es una causa por el bien común, que sobrepasa cualquier ideología, religión o postura filosófica. A lo cual sólo se opone el inmediatismo de la rentabilidad económica.

Coda Final

La Carta Encíclica Laudato Si ha recibido críticas desde posturas conservadoras, manifestando su desacuerdo porque a su parecer el documento en vez de limitarse a ser una exhortación apostólica señala culpables políticos, económicos y burocráticos de la destrucción ambiental. Y en realidad el texto denuncia la racionalidad instrumental, la cultura del descarte, la lógica de la renta y beneficio, de la modernidad antropocéntrica sin Dios. ¿Pero acaso se pretende con esta crítica que Roma guardase silencio de los responsables del cambio climático?

El intento ultraconservador de amordazar la voz del Sumo Pontífice busca en el fondo justificar y encubrir la exacción del planeta por las multinacionales imperiales. Esas críticas ocultan y guardan silencio de los muchos aciertos de la Carta Pastoral y arma su pequeño escándalo inventando una absurda acusación ultraconservadora. Y pensar que por ello niegan su calidad de Carta Pastoral y de documento religioso. A todas luces estas posiciones retrógradas no han comprendido el significado de la Encarnación de Cristo ni de la Creación de Dios.

Es notorio una incomprensión y rechazo completo de la doctrina social de la iglesia. Obviamente que con tal parecer jamás admitirán la opción preferencial por los pobres que Laudato Si preconiza y defiende. Se trata de las impopulares pataletas de un catolicismo fundamentalista y desfasado de la historia, propio del excomulgado Marcel Lefevre, de aquellos que rechazan Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín. Ni qué decir de su rechazo de la teología de la liberación. Se trata de una postura reaccionaria, ultraconservadora y decimonónica. En esta distorsión conceptual -muy propia de los relativistas hermeneutas posmodernos- se rememora al fascista Zelensky, que llamó "terroristas" a Amnistía Internacional por señalar que su régimen no protegía a los civiles ucranianos, los masacró y utilizó como escudos humanos.

Son distorsiones conceptuales que nacen de un corazón herido de egoísmo y que la inteligencia solamente se encarga de justificar. Pero es tan grave la crisis ambiental que nos azota que no hay salvación sin un giro desde el existencialismo individualista actual hacia el esencialismo del posible mañana.