martes, 5 de octubre de 2021

SENTIDO HISTÓRICO DE LA REVOLUCIÓN PERUANA

 

 SENTIDO HISTÓRICO DE LA REVOLUCIÓN PERUANA

Gustavo Flores Quelopana

 


Joven peruano, tú no sabes cómo era el Perú antes de la Revolución velasquista. Pero yo te lo diré. Por un lado, estaban los humanos y por el otro los subhumanos. Por casualidad, los primeros eran blancos y mestizos, y los segundos eran indios y campesinos. No se trataba de una distinción establecida por la naturaleza, sino de una perversa discriminación racista de herencia colonial impuesta por siglos por una egoísta clase social llamada oligarquía. La emergencia de las masas y de las clases medias en la vida política, con figuras como Mariátegui, Haya de la Torre, y con intelectuales como Luis Valcárcel y José Uriel García, habían hecho bastante para sensibilizar a la sociedad sobre la condición del indio. Pero mientras no triunfara un cambio estructural en el país, todo seguía igual, y el latifundista seguía siendo señor de horca y cuchillo, con derecho de pernada sobre las indias en sus haciendas. Y en las urbes imperaba el derecho de paso, por el cual el indígena tenía que salir de la acera para no cruzarse con el blanco. A todas luces imperaba un orden social perverso, cruel y discriminador, nada cristiano y por contrario un espíritu lleno de odio y desprecio por el ser humano cuanto más humilde era.

 

Pero quiso Dios que un 3 de octubre de 1968 el General Juan Velasco Alvarado diera comienzo a la Revolución militar de izquierda y antimperialista que cambió para siempre el rostro del Perú. Heredero del mensaje humanista y libertario de Fray Bartolomé de las Casas, Túpac Amaru II y Ramón Castilla, el general Velasco sepultó para siempre a la oligarquía terrateniente y su colonialista racismo que mantenía en el ignominioso servilismo al campesino peruano. Reivindicó la dignidad humana del indio peruano. Muchos fueron sus aciertos y también sus errores. Pero ninguna gran obra se lleva a cabo sin correr riesgos. Como ejemplo de su honradez murió pobre en bienes materiales, pero muy rico en el legado espiritual que dejó a la Patria.

Yo recuerdo que era un niño de nueve años cuando salieron los tanques de la Revolución. Y me dirigía caminando unas pocas cuadras a mi Colegio San Andrés -ex Anglo Peruano- cuando tuve que pasar por delante de la maquinaria bélica. Pero se respiraba una atmósfera nueva de dignidad y una alegría difícil de describir en el ambiente social. Pensé que algo grande y hermoso estaba sucediendo, como si los muertos martirizados por la libertad de nuestra Patria se hubiesen levantado de sus tumbas para saludar una nueva etapa de nuestra historia. Aun lo recuerdo y me emociona. Nunca como en ese momento me sentí tan orgulloso de pertenecer a esta tierra milenaria, hermosa y generosa.  ¡Era mi Perú!  

 

El General Velasco cumplió el gran ideal de nuestros cronistas indios y mestizos. El Inca Garcilaso, Guamán Poma de Ayala, Juan Santacruz Pachacuti eran reivindicados en espíritu y en verdad. El Perú de todas las sangres del gran Arguedas, comenzó a fluir por las venas sarmentosas del Perú profundo. Y por eso estimado joven, no permitamos que la incuria y la inquina de ayer se instale en la gran Patria de hoy. Que ninguna distinción económica, política, racial o cultural nos separe. Cristo vino por todos, y sobre todo por el más humilde y desvalido. Y es aquí donde reside el sentido histórico de la Revolución Peruana de 1968 que siempre se proclamó Humanista, Antimperialita y Cristiana.