lunes, 21 de julio de 2025

TRES FUENTES DE LA UFOLOGÍA INMANENTISTA


 

TRES FUENTES DE LA UFOLOGÍA INMANENTISTA

Tres son las fuentes de la Ufología inmanentista actual: el materialismo panteísta, la cristología extraviada y la mentalidad cientista-tecnologista. Y cuando decimos "Ufología inmanentista" es porque suponemos que es posible una "Ufología trascendente", la cual no es prevaleciente en la actualidad. Pero ahora atenderemos a la primera.

En el horizonte cultural contemporáneo, la ufología ha dejado de ser una simple especulación sobre seres extraterrestres para convertirse en una narrativa que reconfigura la comprensión del cosmos, del ser humano y de lo divino. Bajo una tríada filosófica dominante —el materialismo panteísta, la cristología extraviada y el cientismo tecnologista— se edifica una visión inmanentista que excluye toda trascendencia, relativiza el sentido último de la existencia y despoja al Evangelio de su potencia reveladora

Esta configuración no solo distorsiona la verdad, sino que erige un simulacro espiritual que reemplaza a Cristo con energías, tecnologías y discursos sin redención. En este escenario, es urgente un discernimiento espiritual radical que exponga el corazón ideológico de estas corrientes y reoriente la mirada hacia la luz que no engaña: la verdad encarnada en Jesucristo. Es imprescindible plantear una crítica teológica y filosófica muy clara sobre los fundamentos de la ufología contemporánea. Vamos a desglosar tres bases y su relación con corrientes actuales:

1. Materialismo panteísta

  • Esta visión identifica a Dios con el universo o la energía cósmica, diluyendo su personalidad y trascendencia. De ahí proviene su simpatía con el panteísmo de Spinoza. Dios es identificado con la naturaleza y sus leyes (mecánicas y cuánticas) y el Gran diseño de una mentalidad divina trascendente es descartada de plano.

  • En el contexto de la ufología, muchos sostienen que entidades extraterrestres son manifestaciones de una “conciencia universal” o “energía divina”, lo cual despersonaliza a Dios y lo reduce a una fuerza impersonal.

  • Esta perspectiva se aleja del Dios revelado en Cristo, que es personal, encarnado y redentor, no una energía difusa.

2. Falta de discernimiento espiritual

  • Aquí entra la cristología extraviada, donde Cristo es visto solo como un maestro moral o guía espiritual, no como el Hijo de Dios encarnado.

  • El pelagianismo, que niega la necesidad de la gracia divina, también se infiltra en discursos que exaltan el poder humano o alienígena como autosuficiente.

  • En este marco, los fenómenos interdimensionales pueden parecer “luminosos” o “sabios”, pero sin la confesión de Cristo, no hay luz verdadera.

3. Mentalidad cientista-tecnologista

  • Esta postura idolatra la ciencia y la tecnología como fuentes últimas de verdad, excluyendo la revelación divina.

  • En la ufología, esto se traduce en una confianza excesiva en datos, aparatos y teorías físicas para explicar lo trascendente.

  • El cientismo reduce lo espiritual a lo medible, y desacredita lo que no puede ser replicado en laboratorio, incluyendo la fe y la revelación.

La advertencia es clara: no todo lo que brilla es luz, y en un mundo saturado de mensajes ambiguos, el discernimiento espiritual anclado en Cristo es esencial. 

Señalemos la insuficiencia filosófica y teológica de estos 3 puntos. Cada una presenta limitaciones que impiden una comprensión plena de la realidad desde una perspectiva cristocéntrica:

1. Materialismo panteísta

Insuficiencia filosófica:

  • Reduce la realidad a una sola sustancia (monismo), negando la distinción entre Creador y creación. Es decir, se asume un concepción unívoca y no analógica del ser.

  • Confunde lo trascendente con lo inmanente, diluyendo la noción de Dios como ser personal y libre.

  • El panteísmo no puede explicar el origen del mal ni la libertad humana sin caer en contradicciones internas.

Insuficiencia teológica:

  • Niega la revelación personal de Dios en Cristo, reemplazándola por una “energía impersonal”.

  • Contradice la doctrina de la creación ex nihilo, que afirma que Dios no es parte del universo, sino su autor.

  • El Dios bíblico no se identifica con la materia ni con el cosmos, sino que trasciende toda realidad creada.

2. Cristología extraviada y falta de discernimiento espiritual

Insuficiencia filosófica:

  • Al reducir a Cristo a un maestro ético, se pierde la dimensión ontológica de su ser: verdadero Dios y verdadero hombre.

  • El pelagianismo niega la necesidad de la gracia, lo cual filosóficamente implica una visión excesivamente optimista del ser humano, ignorando su fragilidad y tendencia al mal.

Insuficiencia teológica:

  • Desconoce la centralidad de la cruz y la resurrección como eventos salvíficos.

  • Sin una cristología sólida, el discernimiento espiritual se vuelve subjetivo y vulnerable a engaños.

  • La revelación cristiana exige la confesión de Cristo como Señor, no solo como guía moral.

3. Mentalidad cientista-tecnologista

Insuficiencia filosófica:

  • El cientismo confunde método con metafísica: cree que lo que no puede medirse no existe.

  • Ignora dimensiones humanas como la conciencia, la libertad, el amor o la trascendencia, que no son reducibles a datos empíricos.

  • Filosóficamente, el cientismo es autocontradictorio: su afirmación “solo lo empírico es verdadero” no puede ser verificada empíricamente.

Insuficiencia teológica:

  • Relega la fe a superstición, sin reconocer su racionalidad y su apertura a lo trascendente.

  • Niega la posibilidad de milagros, revelación o intervención divina, cerrando la puerta a lo sobrenatural.

  • La teología cristiana afirma que la verdad no se limita a lo observable, sino que se revela en Cristo y en la Escritura.

Estas tres posturas, aunque populares en ciertos círculos de la ufología, no pueden sostener una visión integral del ser humano, del cosmos ni de Dios

Este panteísmo obliga a la ufología inmanentista a pseudo resolver el problema del mal afirmando que no existe el mal ni el bien, todo es cuestión de perspectiva. su cristología extraviada relativiza hasta la insignificancia la revelación cristiana, y su mentalidad cientista-tecnologista lo explica todo con máquina y leyes de la naturaleza. En una palabra, todo ese enfoque se reduce a una postura materialista, que idolatra la ciencia y repudia la revelación cristiana. Lo cual se condice con la mentalidad inmanentista, atea y nihilista de la cultura moderna y posmoderna.

Desglosemos las insuficiencias filosóficas y teológicas que se derivan de esta postura materialista que permea la cultura moderna y posmoderna:

Panteísmo y el problema del mal

Filosóficamente:

  • El panteísmo, al identificar a Dios con el universo, niega la trascendencia divina y diluye la distinción entre el bien y el mal.

  • Al afirmar que “todo es uno”, el mal se vuelve una ilusión o una perspectiva relativa, lo que impide una ética objetiva.

  • Esta visión anula la responsabilidad moral, pues si todo es parte de la misma energía, no hay actos verdaderamente condenables.

Teológicamente:

  • Niega la existencia de un Dios personal que juzga y redime.

  • Elimina la necesidad de salvación, ya que no hay pecado, solo ignorancia o desconexión energética.

  • Contradice la revelación bíblica, donde el mal es real, tiene consecuencias, y requiere redención.

Cristología extraviada y relativismo religioso

Filosóficamente:

  • Reduce a Cristo a un símbolo cultural o maestro ético, negando su unicidad ontológica.

  • El relativismo afirma que todas las religiones son igualmente válidas, lo que destruye la lógica de la verdad exclusiva.

Teológicamente:

  • Despoja al Evangelio de su poder salvífico, convirtiéndolo en una opción entre muchas.

  • La revelación cristiana se vuelve irrelevante, pues ya no hay verdad absoluta ni necesidad de encarnación.

  • Cristo deja de ser el Verbo hecho carne, y se convierte en una figura intercambiable.

Cientismo y tecnologismo

Filosóficamente:

  • El cientismo afirma que solo lo empíricamente verificable es real, lo cual es una afirmación metafísica que no puede probarse empíricamente.

  • Ignora dimensiones humanas como la conciencia, el amor, la libertad, y la trascendencia.

  • Reduce al ser humano a un mecanismo biológico, negando su dignidad espiritual.

Teológicamente:

  • Niega la posibilidad de milagros, revelación o intervención divina.

  • Relega la fe a superstición, y la espiritualidad a procesos neuronales.

  • La salvación se convierte en una utopía tecnológica, no en una redención espiritual.

Cultura moderna y posmoderna: inmanentismo, ateísmo y nihilismo

  • El inmanentismo niega lo trascendente: todo lo que existe está dentro del mundo físico.

  • El ateísmo práctico vive como si Dios no existiera, incluso si no lo niega explícitamente.

  • El nihilismo afirma que no hay sentido, propósito ni verdad última. Todo es construcción humana.

Estas corrientes convergen en una cosmovisión que excluye a Dios, relativiza la verdad, y despoja al ser humano de su vocación eterna. Frente a este contexto el Evangelio resulta contracultural y abiertamente liberador.

En conclusión:

1. La ufología inmanentista no es un fenómeno neutral ni un simple producto de la curiosidad científica: es una configuración ideológica que sustituye la trascendencia por la inmanencia, la revelación por el mito, y la verdad por el espectáculo. 

2. Al absolutizar la materia, disolver a Dios en energías cósmicas, vaciar a Cristo de su divinidad, y confiar ciegamente en la tecnología, esta corriente construye una espiritualidad simulada que niega toda posibilidad de redención

3. No busca respuestas, sino evasiones. No ilumina, sino confunde. Por eso, ante esta falsa cosmología revestida de misterio, el Evangelio no dialoga: lo confronta. Porque donde se apaga la luz de Cristo, lo que queda no es ciencia ni sabiduría... sino la sombra que imita la gloria para extraviar el alma

4. La ufología inmanentista refleja la crisis nihilista de la racionalidad moderna. Se trata de un materialismo mendaz revestido de mentalidad cientista-tecnologista.

Lo que nos lleva a ratificar que, si los espíritus no glorifican a Dios, si las entidades no confiesan a Cristo como el Hijo encarnado, y si los fenómenos se visten de misterio sin verdad, entonces no provienen de la luz, sino de la sombra que simula el resplandor. No todo lo cósmico es celestial, ni todo lo interdimensional es divino. En un mundo saturado de mensajes velados, energías disfrazadas y revelaciones fragmentadas, solo el discernimiento espiritual anclado en Cristo puede separar la verdad eterna del espejismo que engaña. Todo lo que intenta sustituir el Evangelio, incluso con silencio, belleza o poder, carga en su núcleo la marca del desvío.

Y esto lo afirmo no sólo pensando en los ufólogos contactistas, divulgadores, investigadores ovni, espiritualistas y canalizadores, sino sobre todo en científicos especulativos como Sagan, Jacques Vallée, Michio Kaku y Avi Loeb, que acorazados con el prestigio de la ciencia eluden grave e injustificadamente la cuestión filosófica y teológica.