EL RESURGIR DEL
COMUNITARISMO ANDINO
Comentario al libro ANDINIA
Por: Gustavo Flores Quelopana
El
contexto
Luis Enrique Alvizuri nos obsequia su
segundo ensayo y cuarto libro, Andinia: la resurgencia de las naciones
andinas (IIPCIAL, 2004), como una demostración de que no se necesita
algunas veces publicar mucho para arribar hacia una producción importante. Para
empezar me propongo analizar ante ustedes una idea –la idea de lo andino-,
clara en apariencia, pero que se presta a los más peligrosos malentendidos.
Sobretodo porque hay un conjunto de hechos recientes –como los de Ilave- que
son “signo” de un gran cambio sociopolítico que emerge con energía.
El Perú viene
recientemente de haberse hecho una auto-operación de cirugía de alto riesgo
–tras la caída del régimen fujimontesinista- que ha venido a aliviar
sustancialmente su mal; pero tal proceso ha tenido la inesperada consecuencia
de desencadenar una voluntad política firme de los movimientos sociales de la
civilidad, los cuales desbordan lo ideológico, muestran una recuperación de la
confianza en su capacidad de acción y expresan la reivindicación de los
derechos nacionales a la identidad.
En el fondo se
trata no de un cuestionamiento revolucionario y jacobino sino de un cuestionamiento
ético del modelo de modernización occidental; el cual tiene como telón de
fondo la colisión entre la globalización –como estructura sistémica planetaria-
y el culturalismo –como estructura sistémica regional-. Es decir, estamos ante
dos fenómenos contrapuestos (la globalización y el culturalismo) que cuestionan
el tradicional Estado-nación y que agitan particularmente los campamentos de
dos modelos teóricos en pugna, a saber, los liberales versus los
comunitaristas, y más atrás los posmodernos.
Es en este
complejo contexto, en el que se cruzan las redes multinacionales o estructuras
sistémicas planetarias de la globalización con las redes etnocéntricas de las
tradiciones del culturalismo, donde aparece en la palestra Luis Enrique
Alvizuri con un libro cuyo ideario, por un lado, parece resumir el debate sobre
la identidad nacional protagonizado en nuestro medio entre indigenistas,
hispanistas y mesticistas y, por otro lado, asume vigorosamente un
“comunitarismo andino” que nos plantea el desafío de independizarnos del
tutelaje de la civilización occidental sobre la base del rescate cultural de
nuestra identidad andina.
Es por estos
motivos, que por momentos su libro nos trae a la memoria al insigne precursor
Vizcardo y Guzmán, que desde Europa se dedicó a escribir a favor de la Independencia del continente
americano; de modo similar el libro flamígero de Alvizuri despliega las
banderas de la independencia espiritual y material de los pueblos andinos.
En lo que sigue
me referiré sucintamente a tres puntos cruciales de su libro, cuya importancia
cobra vigencia en el debate actual de las ideas, soy consciente que mi
preferencia es arbitraria por cuanto se trata de un libro con una temática muy
rica y por lo cual deliberadamente dejo intocado muchos otros puntos de su
pensamiento (como la existencia de la filosofía andina, su posición ante los
derechos humanos, entre otros). En consecuencia los aspectos que abordaré son
los siguientes:
(1)su postura en
el debate de la identidad nacional,
(2)el
comunitarismo andino,
(3)y el modelo
de racionalidad que implica su planteamiento.
Lo
Andino como Intrahistoria
Como
es conocido, las doctrinas de la identidad nacional se clasifican en tres corrientes:
-la escuela
indigenista
-la escuela
hispanista
-y la escuela
mesticista
Para la escuela
indigenista, encabezada por Luis E. Valcárcel y Julio C. Tello, el factor
racial indígena es decisivo, todos los restantes elementos deben ser asimilados
por una nación eminentemente indígena. A este respecto se puede apreciar que
Alvizuri comparte con el indigenismo la preocupación por la autonomía, pero
discrepa frontalmente cuando pone el acento no en lo étnico ni biológico sino
en lo cultural y civilizacional. Su arquetipo no es el factor indígena sino la
civilización andina que lo sobrepasa, implicándolo como una superación
dialéctica.
Por su parte, la
llamada escuela hispanista encabezada por José de la Riva Agüero, Víctor Andrés
Belaunde y Raúl Porras Barrenechea, pone el acento en la presencia de elementos
hispánicos que modelan el hecho del mestizaje pero que subrayan la importancia
decisiva del factor religioso y culmina en la tesis del Perú como “síntesis
viviente”, cuya organicidad es la expresión de un relieve axiológico y
funcional. Por su parte, Alvizuri se aproxima a la tesis del Perú como
“síntesis viviente” en tanto que lo andino no alude a una etnia en particular
sino a un proceso civilizacional, aunque éste haya proseguido su desarrollo de
manera soterrada; Además, otra coincidencia suya estriba en el énfasis puesto
en el factor religioso como insoslayable en el hombre andino. Pero su punto de
quiebre con los hispanistas reside en la discrepancia sobre el elemento
hispánico como lo decisivo en el decurso de las naciones andinas.
La tercera
posición llamada mesticista, y muy influida por la raza cósmica de José
de Vasconcelos, representada por Uriel García, José Varallanos, José Carlos
Mariátegui, Arguedas, Aníbal Quijano y últimamente por José Guillermo Nugent,
insiste mucho menos en la base biológica de los fenómenos culturales, el
énfasis está puesto en un tipo humano que ya no es el indio sino el cholo, el
mestizo o el de “todas las sangres”. Frente a ello, Alvizuri está lejos de
poner el énfasis en el crisol de variedades raciales y culturales reabsorbidas
por el cholo, pues su idea de mestizaje no es eminentemente racial sino
cultural.
De esta forma
tenemos que no sería muy difícil asimilar y atribuir a Alvizuri un derrotero
conceptual análogo al indigenismo y hasta con el mesticismo. Pero creo que esto
sería equívoco. Pues para él, el ser de lo latinoamericano –a excepción de
Brasil- es lo andino, entendida ésta como categoría ontológica que
define el destino cultural. Es decir, la circunstancia andina debe
entenderse como una realidad intrahistórica
fundamental de nuestra América. Así, lo andino se constituye –para emplear una
categoría conceptual de Antenor Orrego- en todo un Pueblo Continente que sólo
alcanzará el nivel de un verdadero Estado continente cuando recupere su
identidad y tradición propias quitándose las anteojeras occidentalizadoras.
Lo andino como
realidad intrahistórica es un proceso espiritual en la que se resuelve
la tensión polar entre dos mundos: el andino y el occidental, es el fondo real
y concreto que condiciona el desenvolvimiento profundo de una historia y de un
continente entero. De este modo se vuelve eminente que lo que Alvizuri
desarrolla es una metafísica de la cultura, entendida como aquella realidad
intrahistórica sumergida pero que señala el destino y los afluentes visibles de
la historia misma.
Entonces, por la
concepción de la intrahistoria no es difícil advertir la distancia que lo
separa de las doctrinas de la identidad nacional, donde el telos cultural
depende de lo étnico, cuando no del crisol de razas o de la asimilación
cultural, mientras que aquí es la cultura misma la que depende de un telos
civilizacional. La esencia de la identidad nacional sería lo andino, pero lo
andino entendido como un pluralismo ontológico y cultural armónico con los
Otros y con la Naturaleza. Es decir, un ethos no al servicio del poder
sino de la solidaridad, la integridad y la reciprocidad.
Y esto es de por sí un mérito de Alvizuri. Me
refiero a que su ensayo demuestra que el tema de la identidad nacional no está
agotado, además, pone sobre el tapete la polémica de la “identidad”, en medio
de una guerra de guerrillas a nivel ideológico dirigido desde el Primer Mundo,
con el propósito de relegar y soslayar el problema “identitario” para
suplantarlo por los problemas de lo “multicultural”, dentro de los intereses
corporativos de la globalización. En realidad, los aparatos ideológicos de la
globalización se encuentran en una ofensiva radical a un doble nivel: académico
y de masas, para postergar nuestro problema identitario por seudocategorías
importadas desde realidades europeo-norteamericanas.
El
comunitarismo andino
Fukuyama creyó
en el triunfo del liberalismo tras el derrumbe del comunismo, pero no vio la
insurgencia de un poderoso adversario: el comunitarismo.
El comunitarismo
es una doctrina contextualista, sustancialista, eudemonista en ética y que se
opone al contractualismo liberal. Así tenemos, que sus adalides, como Mcintyre,
quien opone el tomismo a la civilización liberal, Michael Walzer, opone la
tradición judía y Charles Taylor, la tradición hermenéutica. De modo análogo,
encontramos a Alvizuri oponiendo la civilización andina a la civilización
liberal. Él, como los otros comunitaristas mencionados, pone en tela de juicio
el sistema económico, moral y vital de la sociedad de mercado; coincidiendo en
realidad plenamente con las críticas del comunitarismo al liberalismo, y éstas
críticas son básicamente tres:
(1)
crítica
al formalismo moral, que concibe a los sujetos como entidades dialogantes en
abstracto, declarándolo por ello inconsistente, insensible y encubridor;
(2)
crítica
a la concepción artificial y abstracta del individuo como principio ideológico
que lo desarraiga de lo concreto. En este sentido es opuesto a los liberales
progresistas como Ernest Nagel y John Rawls.
(3)
Y
crítica del olvido de la raíz comunitaria de los individuos, los cuales son
sólo en su contexto cultural y vital que les da identidad.
Alvizuri es un
comunitarista andino por su crítica del individualismo, del formalismo y la
valoración de lo comunitario. Pero sobretodo, lo es no tanto por plantear un
modelo teórico comunitarista, una nueva utopía, sino, por verificar en lo
andino la existencia de una realidad comunitarista. En el mundo andino constata
la existencia de una realidad ontológica comunitarista, francamente contrapuesta a los valores de la
sociedad de mercado. Esto significa, que mientras en el Primer mundo el
comunitarismo se presenta como un programa a poner en acción, en el Tercer mundo
peruano Alvizuri verifica que lo comunitario es una realidad viviente en el
mundo andino.
Quizá a estas alturas resulte conveniente
dirigir a Alvizuri las mismas observaciones que Carlos Thiebaut hace contra el
comunitarismo:
a)
Las
críticas del comunitarismo no dan cuenta de la complejidad moral, social y
cultural de las sociedades modernas, aunque acierte al señalar su
individualismo y formalismo.
b)
Las
nociones de comunidad y tradición son altamente cuestionables en tanto que
implica peligros retardatarios y totalitarios.
c)
El
comunitarismo no resuelve el problema del nacionalismo y fundamentalismo.
Todas estas
observaciones llevan a Thibaut a defender una fórmula que concibe la síntesis del imperativo
liberal de tolerancia con el imperativo comunitarista de solidaridad. Lo cual
mostraría justamente que el lado más fuerte del liberalismo es el potencial
regenerador del Estado democrático, lo cual sobrepasa al liberalismo o
capitalismo. Es el potencial regenerador del Estado democrático. Ante esto el filósofo
de la universidad Católica Miguel Giusti ha sostenido que no es el
comunitarismo el principal enemigo del liberalismo sino que lo es el potencial
regenerador del Estado democrático, que es más universal que el liberalismo
mismo.
La
racionalidad del comunitarismo andino
El comunitarismo
político de Alvizuri toma partido por la tradición. Es un modelo basado en
nuestro destino comunitario. Pero él no se adhiere al ideal ilustrado de vida
racional. Al contrario, denuncia un modelo de racionalidad práctica de las
elites de nuestra nación las cuales han vivido siempre enfrentadas a la
tradición y al carácter nacional.
Alvizuri no es así un defensor del proyecto
normativo liberal dentro de la comprensión de nuestro destino, sino, que, al
contrario, partiendo de una postura comunitarista denuncia el fracaso de las
democracias liberales. Su rechazo del republicanismo liberal es en el fondo su
aversión por una metafísica que deriva del racionalismo francés y del
positivismo decimonónico, y que subyace en las instituciones liberales como
verdad abstracta ahistórica y descontextualizada de la lógica
jacobina-caudillesca.
Esto significa,
que para Alvizuri la verdad es creación comunitaria y las élites jacobinas
peruanas descuidaron el ethos nacional. Contra ésta abstracción opone la
resurgencia de las naciones andinas, entendido como un enlace con las prédicas
comunitarias.
En este sentido aspira a una interpretación
alternativa y novedosa de la democracia Latinoamericana. La democracia
verdadera será comunitaria y vinculada a la tradición. Lo que busca Alvizuri,
de este modo, es reconciliar nuestro consenso ideológico en el marco de nuestra
tradición. De manera que Alvizuri no es
un retardatario pensador incaísta, ni un conservador andino posmoderno sino un
restaurador hermenéutico de la identidad colectiva.
Por ello, para él ni siquiera la intensa
movilidad social en el Perú ha desarticulado a la nación andina, sino, que la
ha hecho desembocar en una “modernidad vernácula”, la cual es consciente del
lado perverso de la modernidad occidental (etnocentrismo cultural,
racionalismo, primacía del discurso científico). Pero la modernidad andina,
lejos de reflejar la capacidad de autocrítica de la racionalidad moderna, como
afirmaría Habermas, denuncia lo patológico consustancial de su lógica
unificadora como enfatizan por su parte Lyotard o Derrida.
En suma, para
Alvizuri la racionalidad del comunitarismo andino está más allá de los
principios universales y abstractos que caracterizan a la metafísica de la modernidad,
y que subyacen en el fondo del republicanismo liberal. El modelo de
racionalidad alvizuriana hace de la acción el fundamento de la razón –similar
al modelo aristotélico-hegeliano-, donde la acción no puede seguir siendo
considerada como carente de racionalidad, ni tampoco la razón puede ser
estimada opuesta a la experiencia y a la historia.
En suma, su
libro Andinia: el resurgimiento de las naciones andinas, tiene el
propósito de convencer al lector que la civilización andina no es una utopía,
ni un desideratum sino una realidad viva, dinámica y en desarrollo que nos
envuelve y modela hacia un destino superior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.