MACEDONIO VILLAFÁN-Universidad
Nacional Santiago Antúnez de Mayolo
Pensador de la peruanidad
La gravísima crisis política que sufre nuestra patria exige pensar en
ella. Sea en sus problemas más
coyunturales o en sus agendas más inmediatas, sea en sus líneas más
trascendentes o las de mayor proyección en el tiempo. Pensar en el Perú es la
tarea urgente; por ello es el momento es que más se necesita de la contribución
de los filósofos, de los pensadores, de los intelectuales, de los profesionales
y de la gente sencilla que intuye bien las heridas que no afectan y duelen a la
gran mayoría de peruanos mientras una minoría de plutócratas y políticos sin
conciencia nos hunden cada vez en un pantano de corrupción en que se reducen
los privilegiados y se acrecientan los pobres.
En ese pensar acerca del Perú, una dimensión importante es la definición
de nuestro ser como peruanos, demarcar nuestras esencias más características;
responder a la pregunta quiénes somos y a partir de esa respuesta trazar
nuestros derroteros históricos. Es en esa dirección que el filósofo peruano
Gustavo Flores Quelopana comparte un conjunto de reflexiones en su libro Dialéctica
de la peruanidad. Entre la corrupción y la esperanza (2018). Tenerlas
presente puede abrirnos alternativas y horizontes prometedores a los peruanos.
Son numerosos los planteamientos de Flores, sin embargo, considero que
hay que subrayar algunos de ellos. Su lógica expositiva propone premisas y a
partir de ellas proyecta alternativas. Repasa la dinámica de la corrupción
regentada por una república criolla. Para acabar con esa situación malsana
-propone Flores- cada nación ha de tomar en cuenta dos elementos fundamentales:
el factor nacional o la identidad y la ruptura metafísica con la filosofía
moderna.
Flores sostiene que toda revolución y evolución social en el Perú está
destinada al fracaso al no tomar en cuenta que la síntesis identitaria debe ser
hegemonizada por lo andino. Lo cual debe implicar la asimilación crítica de la
occidental racionalidad instrumental y su subordinación a la racionalidad humanística-ecológica
(andina, se entiende). Enfatiza este filósofo que la miseria moral e
intelectual del Perú será incurable hasta que se acabe con todo el cadavérico y
oprobioso mundo capitalista que cosifica a la persona, que exhala un olor
pútrido a muerto, escéptico hasta la médula, sin profundidad metafísica, sin
pasión por el ideal, indiferente hacia los valores. En esta honda crisis
-observa Flores Quelopana- nuevamente lo andino vuelve a ser subsumido, soterrado
y marginado en todos los acontecimientos por una visión criolla y occidental de
las cosas. Que sin embargo actualizar lo
andino es la revisión de posibilidades latentes en los gérmenes intrahistóricos
del alma nacional frente a un mesticismo o un hispanismo que no comprende la
profundidad andina del país.
En consecuencia, tal como ya lo planteara Arguedas, en su libro Flores
Quelopana se dedica a trazar un reto importante que nos puede definir a los
peruanos: pensar la raíz y el corazón andino de la Patria. El cual -advierte-
no es estático sino dinámico; que lo andino no es algo racial, étnico, ni de
clase, sino que es algo espiritual, cultural y un pathos transhistórico que nos
exige afrontar y asumir. Es toda una tarea histórica.
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