GUSTAVO FLORES QUELOPANA:
BIOGRAFÍA Y OBRA
Gustavo Flores Quelopana (Lima, 1959). Es una de las inteligencias filosóficas más activas de Perú y uno de los peruanos que hacen más sólidos y estrechos los vínculos entre su país y el extranjero. Ha sido invitado como profesor visitante en Colombia (2009), Panamá (2011) y México (2012). En Colombia (Escuela Normal de Bucaramanga) y México (Instituto de Estudios sobre la Universidad-IESU-Universidad Nacional de Toluca) dictó conferencias sobre su propuesta de filosofía mitocrática ancestral y crítica al eurocentrismo. En Panamá (Universidad Nacional de Chiriquí) disertó sobre sus categorías de "anetismo" e "hiperimperialismo" en la globalización neoliberal. Conferencista de palabra conceptuosa en diversas universidades del Perú.
Fue presidente de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino-SITA Perú, Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía, Miembro Honorífico del Colegio de Profesores del Perú-Lambayeque, miembro fundador de SIFANDINA-Sociedad Internacional de Filosofía Andina, de SAEKANT-Sociedad Andina de Estudios Kantianos, de SIAO-Sociedad Internacional Antenor Orrego, presidente fundador de la única ONG peruana dedicada a la filosofía, IIPCIAL-Instituto de Investigación para la Paz Cultura e Integración de América Latina, ha escrito en diversas revistas académicas, y animador de diversos cenáculos de filosofía.
Filósofo, poeta y escritor peruano. Su prolífica obra alentó el debate sobre la filosofía ancestral y prehispánica (propuso la teoría de la filosofía mitocrática), los fundamentos de la crisis de la globalización neoliberal (plantea la teoría del hiperimperialismo), cuestionó la cultura posmoderna actual (creando la categoría del Deus in terris) y articuló su pensamiento crítico de la civilización actual en torno a la categoría del hombre anético. Desde el 2013 integra sus tres vías de investigación a través de una hermenéutica remitizante capaz de recuperar una filosofía del ser, la trascendencia y superar la división actual entre fe y razón frente a la hermenéutica desmitizante de la modernidad que desembocó en la increencia, escepticismo, inmanentismo, nihilismo y hedonismo. Sus diversos trabajos sobre historia de las ideas lo colocan como un pensador referente entre los garcilasistas, orregianos, kantianos y tomistas.
Desde los términos de la sociología de los intelectuales Gustavo Flores Quelopana se caracteriza por ser un intelectual disidente. Un intelectual disidente que marca una nítida distancia frente a la filosofía dominante, la Universidad, el Estado y la Nación. Y que no compromete sus convicciones a ningún otro poder que no sea el de su conciencia y pensamiento. Efectivamente, desde su alto mirador busca convertirse en un guía de la conciencia humana, orientado al ideal, a lo que debería ser, a rebelarse contra el statu quo. Así lo hace contra el empirismo y racionalismo de la filosofía moderna, el nihilismo de la postmodernidad, el Estado sometido al neoliberalismo de las megacorporaciones hiperimperialistas y la nación anatópica e imitativa. Se erige así como un rebelde y un guía que ilumina nuevos caminos para la civilización.
Gustavo Flores vino al mundo en un año crucial para la vida política de América Latina y del Perú, 1959, cuando los victoriosos barbudos castristas entran triunfantes en la ciudad de La Habana tras huir el dictador Batista. Nace en un hogar de clase media capitalina y su primera escuela es el colegio San Andrés o ex Anglo Peruano. En 1960 el maestro Raúl Porras Barrenechea desobedece al gobierno de Prado y da un memorable discurso en defensa de Cuba y contra EEUU en la Cumbre de San José de Costa Rica, negándose a la expulsión de la hermana república y defendiendo los principios de no intervención y libre determinación de los pueblos. En 1965 vendría el fracaso de la experiencia guerrillera del MIR, surgido de una separación radical en las entrañas del APRA que ya había empezado un proceso conservador. El MIR fue el inicio de una corriente llamada de la "nueva izquierda" que se proponía actuar sin las directivas de la burocracias externas. En 1967 fracasa el reformismo civil del presidente Belaunde Terry, lo que dará paso al reformismo militar cuyas reformas antimperialistas, tercermundistas y nacionalistas darían paso a un Perú postoligárquico. Pertenece a una generación convulsionada. Crece durante los años del nacionalista e izquierdista gobierno revolucionario de la Fuerza Armada encabezado por el General Velasco Alvarado (1968-1975). A los tres años de iniciar estudios universitarios en San Marcos se inicia en el país la violencia desatada por Sendero Luminoso (a partir de 1980). Cuando el líder de esta organización es capturado en 1992 ya Gustavo Flores había comenzado su carrera de escritor. Las siguientes etapas de su pensamiento (culturalista, realista, mitocrática y remitizante) acontecerán en los siguientes tres décadas de neoliberalismo mundial.
A la generación de Gustavo Flores pertenecen otros distinguidos intelectuales peruanos, como Osmar Gonzáles Alvarado (1959), Teodoro Hampe Martínez (1959-2016), José Pancorvo (1952-2016), Miguel Polo Santillán (1963), entre otros. Esta generación debió remontar la tragedia del oscurantismo humanitario, cultural y político que devino de la cruenta guerra antisubversiva y del gobierno represivo del fujimorismo, para recuperar la verdad, la moral, el respeto por el ser humano y el sentido de una vida en común. Además debía de afrontar los problemas globales del cambio climático, el mito del desarrollo sostenible, el antropocenio destructivo, el crecimiento de la desigualdad social, la amenaza del terrorismo nuclear, la nueva guerra fría y el incremento de la cultura acientífica junto a la barbarización cultural. No se trata de una generación fundadora, pero sí de una generación que trata de dar respuestas a desafíos globales, sobre la base de tres generaciones paradigmáticas: la del Novecientos, la del Centenario y la de la Profesionalización. Esta generación del 21 es más consciente que sólo se puede ser original en tanto que los particularismos convivan al lado de lo universal, en vez anularse entre sí. La humanidad de lo propio sólo se sostiene dentro de la experiencia universal. Será por toda esa exigencia de respuestas nuevas que el género literario empleado resulte ser una combinación entre el ensayo y la monografía académica.
Fue presidente de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino-SITA Perú, Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía, Miembro Honorífico del Colegio de Profesores del Perú-Lambayeque, miembro fundador de SIFANDINA-Sociedad Internacional de Filosofía Andina, de SAEKANT-Sociedad Andina de Estudios Kantianos, de SIAO-Sociedad Internacional Antenor Orrego, presidente fundador de la única ONG peruana dedicada a la filosofía, IIPCIAL-Instituto de Investigación para la Paz Cultura e Integración de América Latina, ha escrito en diversas revistas académicas, y animador de diversos cenáculos de filosofía.
Filósofo, poeta y escritor peruano. Su prolífica obra alentó el debate sobre la filosofía ancestral y prehispánica (propuso la teoría de la filosofía mitocrática), los fundamentos de la crisis de la globalización neoliberal (plantea la teoría del hiperimperialismo), cuestionó la cultura posmoderna actual (creando la categoría del Deus in terris) y articuló su pensamiento crítico de la civilización actual en torno a la categoría del hombre anético. Desde el 2013 integra sus tres vías de investigación a través de una hermenéutica remitizante capaz de recuperar una filosofía del ser, la trascendencia y superar la división actual entre fe y razón frente a la hermenéutica desmitizante de la modernidad que desembocó en la increencia, escepticismo, inmanentismo, nihilismo y hedonismo. Sus diversos trabajos sobre historia de las ideas lo colocan como un pensador referente entre los garcilasistas, orregianos, kantianos y tomistas.
Desde los términos de la sociología de los intelectuales Gustavo Flores Quelopana se caracteriza por ser un intelectual disidente. Un intelectual disidente que marca una nítida distancia frente a la filosofía dominante, la Universidad, el Estado y la Nación. Y que no compromete sus convicciones a ningún otro poder que no sea el de su conciencia y pensamiento. Efectivamente, desde su alto mirador busca convertirse en un guía de la conciencia humana, orientado al ideal, a lo que debería ser, a rebelarse contra el statu quo. Así lo hace contra el empirismo y racionalismo de la filosofía moderna, el nihilismo de la postmodernidad, el Estado sometido al neoliberalismo de las megacorporaciones hiperimperialistas y la nación anatópica e imitativa. Se erige así como un rebelde y un guía que ilumina nuevos caminos para la civilización.
Gustavo Flores vino al mundo en un año crucial para la vida política de América Latina y del Perú, 1959, cuando los victoriosos barbudos castristas entran triunfantes en la ciudad de La Habana tras huir el dictador Batista. Nace en un hogar de clase media capitalina y su primera escuela es el colegio San Andrés o ex Anglo Peruano. En 1960 el maestro Raúl Porras Barrenechea desobedece al gobierno de Prado y da un memorable discurso en defensa de Cuba y contra EEUU en la Cumbre de San José de Costa Rica, negándose a la expulsión de la hermana república y defendiendo los principios de no intervención y libre determinación de los pueblos. En 1965 vendría el fracaso de la experiencia guerrillera del MIR, surgido de una separación radical en las entrañas del APRA que ya había empezado un proceso conservador. El MIR fue el inicio de una corriente llamada de la "nueva izquierda" que se proponía actuar sin las directivas de la burocracias externas. En 1967 fracasa el reformismo civil del presidente Belaunde Terry, lo que dará paso al reformismo militar cuyas reformas antimperialistas, tercermundistas y nacionalistas darían paso a un Perú postoligárquico. Pertenece a una generación convulsionada. Crece durante los años del nacionalista e izquierdista gobierno revolucionario de la Fuerza Armada encabezado por el General Velasco Alvarado (1968-1975). A los tres años de iniciar estudios universitarios en San Marcos se inicia en el país la violencia desatada por Sendero Luminoso (a partir de 1980). Cuando el líder de esta organización es capturado en 1992 ya Gustavo Flores había comenzado su carrera de escritor. Las siguientes etapas de su pensamiento (culturalista, realista, mitocrática y remitizante) acontecerán en los siguientes tres décadas de neoliberalismo mundial.
A la generación de Gustavo Flores pertenecen otros distinguidos intelectuales peruanos, como Osmar Gonzáles Alvarado (1959), Teodoro Hampe Martínez (1959-2016), José Pancorvo (1952-2016), Miguel Polo Santillán (1963), entre otros. Esta generación debió remontar la tragedia del oscurantismo humanitario, cultural y político que devino de la cruenta guerra antisubversiva y del gobierno represivo del fujimorismo, para recuperar la verdad, la moral, el respeto por el ser humano y el sentido de una vida en común. Además debía de afrontar los problemas globales del cambio climático, el mito del desarrollo sostenible, el antropocenio destructivo, el crecimiento de la desigualdad social, la amenaza del terrorismo nuclear, la nueva guerra fría y el incremento de la cultura acientífica junto a la barbarización cultural. No se trata de una generación fundadora, pero sí de una generación que trata de dar respuestas a desafíos globales, sobre la base de tres generaciones paradigmáticas: la del Novecientos, la del Centenario y la de la Profesionalización. Esta generación del 21 es más consciente que sólo se puede ser original en tanto que los particularismos convivan al lado de lo universal, en vez anularse entre sí. La humanidad de lo propio sólo se sostiene dentro de la experiencia universal. Será por toda esa exigencia de respuestas nuevas que el género literario empleado resulte ser una combinación entre el ensayo y la monografía académica.
Es
además poeta, narrador, novelista, conferencista y editor. Vive para escribir y
se siente llamado a pensar sobre todas las cosas para dar testimonio y nueva
luz reflexiva. Encarna en muchos aspectos la idea del “pensador”
latinoamericano más que la del filósofo académico. Sus preocupaciones se
extienden más allá de temas estrictamente filosóficos para abarcar toda la
realidad política, social, económica, cultural, poética y religiosa. Es un
exponente del humanismo radical.
Es un
escritor serio y de estilo claro, que suele decir cuanto bulle en su
interior, con carácter, apasionado de alma y desinteresado, de estilo
claro, grandeza de propósito, variedad temática, grave pero no exento de
gracia, atento tanto a las cosas reales pero más a las ideales, en
este sentido no es un ser práctico inclinado a la retórica, sino que gusta
extraer del concepto una plenitud interior y de la palabra el esplendor
conceptual. Inclinado con especial entusiasmo al idealismo filosófico, el cual,
en verdad, es apto para fines revolucionarios. Sabe escuchar y simpatiza con
los que no opinan como él. Prefiere el ensayo, en el cual expresa un profundo
golpe de vista y una singular penetración. Por ejemplo, sabe deducir y exponer
claramente de asuntos aparentemente triviales consecuencias importantes (véase El
Reloj, Kant gastronómico, ¿Arte sin belleza es arte?, Vallejo poeta de la
condición límite). Como poeta tiene sentimiento sin ser sentimentalista,
por eso, alejado de cualquier "poesía de hospital" y del dolor, cultiva
una poesía que canta al amor y a la vida. Influyen sobre su pluma,
especialmente, pensadores como Platón, Tomás de Aquino, Kant, Marx, Jaspers,
Adorno, Fromm y Baudrillard.
Su idea
sobre el hombre anético, presentada en el artículo La agonía de Fausto: el
impacto cultural de la globalización (Revista Sullul, año 1 nº 1, UNMSM,
Lima 2003) y en su libro El imperio posmoderno del hombre anético (2004),
ha sido altamente valorada en la tesis doctoral en Derecho y Ciencia Política
de José Ñique de la Puente (El humanismo jurídico en San Marcos (1951-2003),
Lima 2004). Del mismo modo es importante su contribución al pensamiento
del Inca Garcilaso de la Vega en tres libros, sobre el cual afirma la
existencia de una metafísica de la luz, ser el primer filósofo mestizo de
América y asumir una personal visión del Perú. Sus dos libros sobre
el filósofo chotano Antenor Orrego son muy estimados. Así, es
ponderado por Germán Peralta Rivera en su obra Antenor
Orregor y la Bohemia de Trujillo (Fondo Editorial del Congreso de la
República, Lima 2011, pp.144-148). El filósofo cubano Carlos Alvarez de Sayas (El
mito y la razón, PDF), el Instituto de Estudios sobre la Universidad
(IESU-Universidad de Toluca-México) y el pensador peruano adjunto a la UNESCO
Edgar Montiel, han destacado la importancia de la propuesta de Flores
Quelopana sobre la filosofía mitocrática. No menos relevantes son sus
trabajos dedicados al estudio del pensamiento kantiano y del pensamiento
de Santo Tomás de Aquino. El joven filósofo Francisco Reluz Barturén ha
valorado de Flores Quelopana su libro "Los Peruanos: por qué somos
emprendedores sin ser innovadores" para emprender un estudio sobre la
mentalidad extendida de los peruanos y clasificarlo dentro del grupo de los
revolucionarios de las ideas ("Un enfoque sobre la mentalidad extendida
del peruano contemporáneo", Revista Phainomenon, Unife, vol. 11, n°1, Dic.
2012, pp. 35-45).
Pablo
Macera elogió su seriedad científica (Prólogo al libro Deuda externa y
revolución), Juan Abugattás destacó su sólida voluntad de seriedad
intelectual (Prólogo al libro Kant y la revolución burguesa) y Oscar
Marañon resaltó su vena polémica (Prólogo al libro Mito y realidad del
cristianismo). El eminente y finado sociólogo Dr. Aníbal Ismodes Cairo
escribe: "Debo confesar que me ha sorprendido la lectura del libro
"Racionalidad y Metafísica para la Posmodernidad" escrito por Gustavo
Flores Quelopana. No esperaba tal abundancia de reflexiones y manejo erudito de
los temas que aborda en ese volunmen y, sobre todo, una vinculación casi
directa entre los problemas filosóficos y las realidades vulgares de la vida
social de nuestro país" (Reflexiones de un filósofo peruano, en:
Racionalidad y Metafísica para la Postmodernidad, pp. I-IV). Por sus libros
sobre Kant, David Sobrevilla lo incluye en su trabajo Sobre la recepción de
Kant en el Perú (La filosofía contemporánea en el Perú, p. 126, 208,
395; 1996) y discrepa de su idea de que la filosofía pueda originarse en el
mito (Repensando la tradición de nuestra América, pp. 67-70, 1999).
También el politólogo Francisco Miró Quesada Rada ha destacado la importancia
de la categoría del "hombre anético" para comprender el fenómeno del
neoliberalismo (Filosofía del neoliberalsimo, El Comercio 29-12-03). El docente
de epistemología, filósofo y politólogo, Dr. Marcial Abanto Florida, subrayó de
Gustavo Flores su crítica del pensamiento único tecnocrático, su energía vital
desde una poiesis argumentativa a partir de las honduras mismas del ser, que lo
retrotrae a la insurgencia del "logos" en Kierkegaard (Panorama
Cajamarquino, jueves 03 de octubre del 2013, p. 13).
Sobre
su lírica el finado profesor Pedro Rafael González Alva dijo: "Excelsa la
labor del espíritu cuando se sumerge en el insondable y misterioso mar de la
meditación filosófica. Pero lo es aun más cuando es realizada con mística, no
exenta de sentimiento, y cuando las musas inspiradoras han tocado las puertas
del alma", (Reseña a "Madrigales Prometeicos", pp. 48-55). Y
luego añade: "su obra nos anonada y nos sobrecoge por su original y
misteriosa forma, elegancia y fuerza, con derroche de belleza y sabiduría"
(Prólogo a "Horas sin tiempo", pp. 5-8). Antonio Belaunde Moreyra
estimó sobre su poemática: "tiene el sello de la absoluta sinceridad,
mérito notable de por si de la verdadera poesía cuando brota del corazón
libre". Diana Maceda Sotomayor escribe sobre su estro: "labra las
palabras hasta darles la belleza y la armonía que requieren" (Presentación
de "Novsia", p. 11). Y Luis Enrique Alvizuri con ojo avizor cala
diciendo: "se niega a viajar en el tren y, por el contrario, procura
bajarnos de él para decirnos cosas que hoy a nadie interesan, que parecen
inservibles, insustanciales y dilapidadoras" (Colofón a "Novsia, pp.
47-50).
En el
fondo, el pensamiento de Flores Quelopana se centra alrededor de una
argumentación neo-ontológica, esto es, una idea metafísica fundamental: la
existencia es simultánea a la esencia. Es decir, el hombre se hace a sí mismo
pero lejos de gozar de una libertad ilimitada, exclusiva y monista, tiene que
proyectarse a sí mismo a partir de una esencia propia. El ser del hombre
es una relación dialéctica entre su existencia y su esencia. Lo cual evita caer
en la omnipotencia sartreana de la nada individual, en el pathos exclusivo de
la libertad, y en la negación posmoderna de la realidad y la Divinidad. Se
trata así, a contracorriente del subjetivismo imperante, de un realismo
personalista, que intenta la síntesis entre la metafísica de las
esencias y la metafísica de la existencia.
La
admirable obra de Gustavo Flores, Filosofía mitocrática y mitocratología,
lleva adelante el programa filosófico sugerido por Jaspers sobre la
universalidad de la filosofía, por Iberico sobre el filosofar simbólico y por
Wagner de Reyna sobre el logos del mito. Allí se desarrolla con profundidad la
distinción entre filosofar conceptual y filosofía simbólica, amplia el
horizonte de la filosofía hacia la protohistoria, insiste en la presencia de
distintos tipos histórico-civilizaciones del filosofar y subraya que el filosofar
como condición humana es la clave de la gnoseología y del conocimiento natural.
Se demuestra que la demanda kantiana de "¿Qué puedo saber?" depende
de interrogar previamente "¿Qué es la filosofía como condición de la
existencia humana?". Y su respuesta es clara y directa: es preguntarse no
sólo por lo que tiene una estructura lógica, verificable y refutable, sino
también por lo impensable, inverificable e inexpresable. La filosofía, en este
sentido, refleja la encrucijada ontológica de la condición humana, un ser
finito con insaciable sed de infinito, criatura que abarca un orden lógico y no
lógico de pensamiento, ser que vive en tensión metafísica entre el humus
natural inmanente y el lumen espiritual trascendente. El hombre es un ser de
vocación filosófica porque oscila entre la materia y la forma, lo temporal y lo
eterno, lo natural y lo espiritual, lo lógico y lo supralógico. En
consecuencia, las condiciones del filosofar arraigan hondamente en la condición
humana, en nuestra capacidad de percibir y pensar.
En
suma, la Filosofía no tendría su origen en el pensamiento teórico abstracto
sino en el pensamiento analógico, simbólico y metafórico. La teoría general de
la filosofía metafórica expuesta aquí supone que la metáfora es un símbolo y el
símbolo es una analogía, por lo cual se admite la idea antropológica del hombre
como criatura analógica. Lo cual tiene la gran ventaja de distinguir dos modos
de filosofar en lugar de restringuir la filosofía a las formas discursivas y de
relegar todas las otras concepciones a cierto ámbito irracional. De esta forma,
asimila toda la actividad filosófica al ámbito de la racionalidad o logos,
tanto el mito, los sueños, el rito, la magia, la religión, como la razón serían
formas de la racionalidad humana.
En este
sentido el pensamiento de Flores Quelopana en el debate del filosofar arcaico
bebe de muy diversos pensadores, especialmente E. Cassirer, Karl Jaspers,
Gustave Gusdorf, Lévy-Bruhl,Lévi-Strauss, Mircea Eliade y P. Ricoeur. Más tarde
descubriría sus coincidencias con dos filósofos peruanos: Mariano Iberico y
Alberto Wagner de Reyna. Iberico, en su tratamiento del filosfar simbólico (La
Aparición, 1950), y Wagner de Reyna, en su exégesis del logos conceptual y el
logos participativo (La Poca Fe, 1993). En este tema su pensamiento culmina en
la idea de la filosofía mitocrática. La idea rectora es que el logos filosófico
antes de quedar convertido con los griegos en ordenación de conceptos es
arcaicamente comprensión de imágenes metafóricas, donde queda abolido el
principio de no contradicción y prima la armonía de los contrarios. El
filosofar arcaico se identifica con el mito, es simbólico, onírico, vital,
sagrado, da que pensar en un principio y en un fin, relaciona lo ontológico y
lo histórico y universaliza la experiencia. Su carácter metafórico y poético
permite el acceso a un plano superior del conocimiento, de contenido
espiritual, donde los entes metafóricos son vehículos de acceso a realidades
que no pueden ser expresados mediante el lenguaje abstracto del concepto. Es
más, para Flores la metáfora no sólo es expresión creadora del espíritu humano
sino también del cosmos. El ser mismo sería metafórico, por cuanto es
simultáneamente armonía de contrarios entre la unidad y simultaneidad. El mito
queda concebido no como lo antifilosófico por excelencia, sino como una etapa
del filosofar humano. Es más, Flores piensa que en la propia raíz ontológica de
la realidad humana pulsa la filosofía, y no sólo como aptitud, sino como actitud
ante la vida. A ello lo denomina "la condición del philosophare",
como estructura ontológica permanente apriori de la condición humana. Es por
ello que concibe tres etapas del reflexionar filosófico: filosofía
empiriocrática, donde gobierna la percepción inmediata; filosofía mitocrática,
donde impera el mito, y filosofía logocrática, donde reina el concepto. Con
esta interpretación se distancia de la hermenéutica nativista (que identifica
la filosofía con el mito sin explicar qué debe entenderse por filosofía),
interculturalista (que identifica la filosofía con la cosmovisión), y la
eurocéntrica (que identifica filosofía con pensar conceptual de origen griego).
En sus
últimos trabajos donde medita sobre la encrucijada civilizatoria -"La
Civilización contra lo humano" (2013)- considera que el filosofar
simbólico propone ir más allá del hombre simbólico para enfocarse en el hombre
como ser analógico, asumiendo que la operación analógica es lo que permite el
pensar simbólico mismo. La filosofía mitocrática basada en la metáfora y en el
símbolo se inscribe en un tipo de racionalidad distinta la racionalidad
instrumental de la modernidad, y que la denomina racionalidad estética,
donde lo que predomina no es lo que se dice del objeto sino el modo de
aprehensión por el sujeto. La tarea civilizatoria, según Flores, sería
recuperar y equilibrar la racionalidad estética frente a la racionalidad
instrumental que deshumaniza al hombre.
Es
particularmente interesante su diferenciación entre la racionalidad
instrumental y la racionalidad científico-técnica, la primera es de índole
estrictamente utilitaria y manipuladora, mientras que la segunda tiende a ser
más orgánica, teleológica y subjetiva. Por paradójico que resulte tiende a ver
una confluencia entre la fase neotécnica de la racionalidad científica y la
racionalidad estética, en cuanto favorece un contacto con las zonas más
profundas de lo real, tiende a liberar al hombre de las trabas convencionales
de la vida social, favoreciendo la libertad, la soledad y la contemplación,
como requisitos de la interioridad y la creatividad. En otros términos, para
Flores la enemiga de la racionalidad estética, la metáfora, la cultura, la creación
y la contemplación, no es la ciencia ni la tecnología, sino su manipulación por
parte del consumismo capitalista inmerso en la racionalidad instrumental. De
ahí que lige la necesidad de una profunda revolución política universal a un
rotundo cambio de pensar.
La
originalidad de su planteamiento consiste en que, de este modo, deriva hacia
una hermenéutica remitizante o reconstrucción de la racionalidad sin transitar
por la muerte de Dios. Efectivamente, es en otra obra importante -"La
Hermenéutica Remitizante y la Filosofía Mitocrática" (2013)- donde se unen
sus tres líneas de investigación y sus tres categorías (anetismo,
hiperimperialismo y mitocratismo, para diferenciar las cincos grandes
metafísicas que se han repartido la historia del pensamiento humanidad y que
aun se distribuyen a la humanidad entera, a saber, la metafísica ancestral de
la visión o de la alethéia, la metafísica griega de las esencias, las
metafísica cristiana de la existencia, la metafísica moderna del percipi y la
metafísica cibernética de lo virtual. Como Bergson y Platón, no del
"Cratilo" sino de la "Carta VII", defiende una concepción
en que el lenguaje no lleva hacia la realidad originaria, sino que para
alcanzar lo real hay que trascender el lenguaje y alcanzar una visión mística e
incomunicable. Esta visión es conocimiento en sentido negativo. Rescatar esta
originaria metafísica sería el mecanismo para restaurar el perdido equilibrio
metafísico de la civilización actual estragada en una orgía de pragmatismo,
nihilismo cultural, barbarie científica y extravío espiritual. Plantea una
síntesis jerarquizada entre las metafísicas existentes bajo la hegemonía de la
metafísica de la visión. Piensa que el cosmos se expresa mediante un simbolismo
no lingüístico ni conceptual, sino estético-intuitivo.
Con
ello no le quita al hombre ni a la realidad ni un ápice de su
importancia. El hombre de Flores, no se niega a remontarse al origen
de todas las cosas en Dios, pero se trata de un Dios que subraya la importancia
de la relación horizontal Dios-hombre en vez de la tradicional relación
teológica vertical autoritaria Dios-hombre. En este sentido plantea
una hermenéutica remitizante transmoderna frente a la hermenéutica
desmitizante de la modernidad y posmodernidad. Considera que la modernidad tuvo
el mérito de devolverle al hombre su dignidad pero el demérito de entregarlo en
brazos de la increencia, la secularización, el racionalismo, escepticismo y el
nihilismo. Mediante la hermenéutica remitizante cree posible la recuperación
del enigma y misterio del mundo, lo cual implica una reestructuración
metafísica de la civilización misma. Flores considera que no se trata de
destruir la metafísica subjetiva del percipi, propia de la modernidad,
ni de desmontar la metafísica de la realidad virtual -propia de la
ontología de la máquina- de la posmodernidad, sino de lograr una
jerarquerización que privilegie la arcaica metafísica de la luz o de la
presencia combinada con la metafísica del eidos de los antiguos y la
metafísica de la persona del cristianismo.
Por lo
significativo de sus aportes, el filo crítico, rebelde y contestatario junto a
la originalidad de sus planteamientos, ha concitado la atención y explica que
no resulte sorprendente que a pesar del corto tiraje de sus ediciones y de la
limitada difusión de sus escritos, haya sido invitado varias veces al
extranjero, donde se enteran de sus escritos y planteamientos a través del
internet y del portal de Libros Peruanos, de su amiga librera la señorita
Virginia Vílchez. Con excepción de éste último medio sus obras no están en
librerías, pero constan en la Biblioteca Nacional, en bibliotecas
universitarias y particulares, y no parece sino que el autor no haya
existido nunca.
BIOGRAFÍA
Flores
nació en 1959 en Lima. Su padre era el polígrafo, periodista y poeta Luis
Flores Caballero, de quien recibió su influjo sobre las Humanidades. Su madre
Teresa Quelopana era una mujer emprendedora, quien le legó perseverancia.
Cursólos dos primeros años de sus estudios primarios en el colegio Anglo
Peruano "San Andrés", tras el divorcio de sus padres lo prosiguió en
el colegio "My Home and School", el segundo año de secundaria lo hizo
como alumno externo en el Seminario "San Francisco de Sales", de
padres norteamericanos ubicado en la ciudad de Huaraz, lugar a donde fue por
razones laborales de su padre. Al año siguiente retorna al My Home y es
Presidente del Consejo Estudiantil. Allí culminará en 1976 su secundaria.
A quien
sería su esposa, Emma Aguirre y Girón, la conoce tempranamente, con la cual
tuvo tres hijos y viven juntos hasta el fallecimiento de ella en el 2007. Entre
1979 y 1984 cursó estudios superiores de Filosofía en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Allí fue educado bajo el magisterio de los
filósofos José Russo Delgado, Sixto García y Juan Abugattás, de quienes recibió mayor
influencia. No es posible soslayar en su tránsito hacia la etapa metafísica el
influjo que ejerció sobre él la amistad con el Dr. Antonio Belaunde Moreyra,
personaje de amplísima cultura y sincera fe cristiana. El filósofo,
epistemólogo y politólogo Marcial Abanto Florida (Panorama, Diario
cajamarquino,año 17, n° 5381, jueves 03.10.2013, Columna Invitada, p.
13)destacó sobre los libros de Flores Quelopana: "...al leerlos, descubrí
la energía vital de un autor que ha optado con fecundidad por la racionalidad
posmoderna; crítico incisivo del pensamiento único tecnocrático, desde una
poiesis argumentativa en verdad desafiante, orectiácea e incitadora desde las
honduras mismas del ser. Me hizo recordar a la bellísima insurgencia del
"logos" en Kierkegaard."
Sobre
sus maestros diría: "Mientras el Dr. Russo era un verdadero pozo de
sabiduría, enérgico y erudito, su mirada torva y lejana asemejaba a la de un
Nietzsche, en cuyas clases de filosofía antigua y filosofía moderna imperaba un
silencio absoluto, el mismo silencio admirativo que él mismo bebió de las
clases de su maestro, el Dr. Mariano Iberico; el Dr. Sixto García -que en la
cátedra kantiana venía de una ilustre prosapia sanmarquina sucediendo a la Dra.
Nelly Festini, la cual a su vez sucedió al Dr. Walter Pañaloza- era, por el
contrario, calmado, escueto, lacónico, preciso, riguroso, humilde, más dado a
absolver preguntas, en sus clases promovía la lectura directa de los textos
kantianos y a través de una larga amistad que cultivé con él conocí la bibliografía
de los grandes tratadistas kantianos como Vleeschauwer, Torreti, Heidegger,
Kemp Smith, Goldmann,entre otros; por su parte el Dr. Juan Abugattás era de
temperamento colérico-nervioso, gran polemista, locuaz, demostrativo, generoso,
servicial, discolista y algo inscontante, gustaba estimular el pensamiento
profundo, incluso el metafísico que él no compartía, pero su entusiasmo
exhuberante por las ideas era contagiante y sin límites. Una mención especial
merece el Dr. Oscar Marañon, con quien seguí el curso de filosofía oriental,
especialmente del pensamiento de la India. Era ejemplo de seriedad y dedicación
intelectual, de naturaleza simple y sencilla gustaba del diálogo, animoso y con
fino sentido de humor. Estas eran la figuras sanmarquinas que dejaron una
huella especial en mi espíritu, almas nobles y de sincera y humilde entrega a
las ideas. Años más tarde conocería a otro gran espíritu, me refiero al Dr.
Antonio Belaunde Moreyra, hombre ingenioso, calmo, reposado, diestro y exacto,
de gran cultura humanística y sincera fe cristiana. El trato con él me ayudó
significativamente a progresar en mis problemas de fe. Haciendo un esfuerzo de
síntesis puedo afirmar que ingresé a San Marcos como un deísta y salí de allí
como un agnóstico, para luego caer en el ateísmo y más tarde retornar
lentamente al teísmo."
Su
amplia producción temática y prolìfica producción intelectual lo caracteriza
como un humanista, un pensador, antes que un filòsofo académico. Su evolución
intelectual desde posiciones kantianas, marxistas, culturalistas, metafísicas,
tomistas y posestructuralistas le hizo objeto de críticas desde la izquierda.
Conferencista en diversas Universidades del país es consaiderado como un
destacado orador de palabra conceptuosa.
A lo
largo de su vida recibió la distinción de ser el primer filòsofo no acadèmico
en ser incorporado a la Sociedad Peruana de Filosofía' (2001),
a la 'Sociedad Internacional Tomás de Aquino (2006), de la cual fue
Presidente (2007-2009), fue incorporado como Miembro Honorario del Colegio
de Profesores del Perú (2010) y ser invitado a disertar en
diversas universidades extranjeras (Colombia, Panamá y México).
Su
ingreso a la Sociedad Peruana de Filosofía fue particularmente interesante y
anedótica. Ocurrió en octubre del 2001, a través de la invitación de su
Presidente el Dr. Francisco Miró Quesada Cantuarias. Terminada la ponencia y el
debate, se procedió a votar a mano alzada su ingreso y al final el voto
fue unánime, a pesar de la ácida discusión de sus ideas. La ponencia intitulada
"Neohumanismo metafísico postmoderno" sería publicada en el nº
VIII los Archivos de la Sociedad en el 2003.
Además,
fue animador de varios cenáculos de filosofía (Sanborjino, Yachaywiñay, La
Serpiente de Oro, Frónesis). Y cofundador de varias instituciones filosóficas
(Sociedad Internacional Antenor Orrego, Sociedad Andina de Estudios Kantianos,
Sociedad Internacional de Filosofía Andina). En 1986 creó su propia institución
cultural (Instituto de Investigación para la Paz, Cultura e Integración de
América Latina-IIPCIAL), desde la cual realizó una ingente labor cultural. Con
el Dr. Antonio Belaunde Moreyra impulsó desde 1999 el cenáculo de Filosofía
sanborjino, que congregó a diversas figuras intelectuales y escritores. Con el
himnólogo Julio Rivera Dávalos fundó en 2004 el cenáculo de filosofía
Yachaywiñay ("Casa del Saber"). Junto al filósofo trujillano Víctor
Baltodano fundó en febrero del 2013 el Instituto de Investigación del
Pensamiento Conformacional (IIPECOM). Y en abril de ese mismo año funda con el
filósofo Julio Chávez Rivera la Academia Peruana de Filosofía y Ciencia
(APEFIC).
En
setiembre del 2009 fue invitado a Colombia por la Escuela Normal
Superior de Bucaramanga para disertar sobre Filosofía mitocrática y
pensamiento ancestral. En junio del 2010 fue incorporado como Miembro
Honorario del Colegio de Profesores del Perú-Región Lambayeque. En
setiembre del 2011 viajó invitado al Primer Encuentro de Intelectuales de
Nuestra América por la Universidad Autónoma de Chiriquí en Panamá. En
junio del 2012 viajó a México invitado por el Instituto de Estudios
sobre la Universidad (IESU) de la Universidad Autónoma de México-Toluca para
dictar un curso sobre Eurocentrismo.
PENSAMIENTO Y OBRA
La primera
etapa (1987-1996) se caracterizó por un pensamiento desde la filosofía marxista en su versión lukacsiana, pues sostenía que por medio de
la categoría de la totalidad se podía recuperar su esencia humanista y obtener
soluciones a la mayoría de las preguntas filosóficas. La primera publicación de
Flores (1986) fue el ensayo Teoría y práctica del humanismo marxista. En ella examinaba los fundamentos humanísticos de la
filosofía marxista. Otros trabajos en los que desarrolla dicho enfoque marxista
son Imperialismo y deuda externa en América Latina (1987), La Deuda
Externa y la Revolución (1989), Kant y la Revolución Burguesa (1990), Mito y realidad del cristianismo (1990),
donde desde una hermenéutica historicista intenta demostrar la no historicidad
de Jesús, Kantismo y Marxismo
(1993), donde se extiende en una explicación de la raíz kantiana de la
dialéctica marxista, y La leyenda del Sudario de Cristo (1996), en el que pretende
erigir una explicación cientificista de la religión. Curiosamente sería la
poesía la bisagra que lo liberó del pensamiento marxista. Otro dato interesante
es que en la universidad atosigada de un clima izquierdista, nunca fue
marxista, sino, más bien, kantiano-heideggeriano.
La segunda
etapa (1997-2001) de su pensamiento es de índole culturalista y marca un
vuelco completo en su postura filosófica. Se inicia con el poemario Madrigales
Prometeicos (1997), abandona sus posturas cientistas y materialistas al compás
del pensamiento crítico de la Escuela de Francfort, y asimilando las críticas
postestructuralistas culmina con la ruptura con el eucocentrismo filosófico. Es
la etapa del vislumbre, de la crítica al cientismo, al culturalismo tribalista,
y de ataque al eurocentrismo.
Es
particularmente notorio el papel que juega en este tránsito la racionalidad
prejudicativa del estro poético. Se adscribe al pensamiento crítico de la
Escuela de Francfort de Adorno y Horkheimer en su crítica de la racionalidad de
la Ilustración, el historicismo progresista y el positivismo cientificista; y
recibe también la influencia del pensamiento postestructuralista de Gilles Deleuze en El Anti-Edipo con su idea de
que el enemigo mayor no sólo es el fascismo histórico sino el fascismo que todos
llevamos dentro de nosotros mismos. J. Baudrillard también ha dejado su huella
sobre Flores con su idea de que en el capitalismo cibernético los objetos ya no
tienen como origen a la Naturaleza sino al Código.
Esta
etapa, como se mencionó, fue posibilitada por el tránsito poético: Madrigales
Prometeicos (1997), Lumbre de Intramuros y Versos ascéticos (1999), Cadencias
Metafísicas (2000) y Horas sin tiempo (2002). No volverá a escribir
poesía sino cuatro años después. Se caracterizó por un estudio de la cultura actual, por un lado, y de la
cultura prehispánica, por el otro.
En el
primer caso, la definición de cosificación juega un papel decisivo en su ensayo
La Barbarie Civilizada (1998), la recuperación de lo lúdico, mítico e
irracional en Humanismo de la Postmodernidad (2000), el vislumbre las
categorías del hiperimperialismo, hombre anético y neohumanismo
metafísico en Racionalidad y Metafísica de la postmodernidad (2001), la
crítica del nacionalismo tribalista en Miseria del Culturalismo (2002),
el rechazo del cientificismo racionalista en Miseria del Cientificismo
(2003). Lo que atraería la antipatía de los partidarios del marxismo. En el
segundo caso, jugó un papel crucial, al apartarse tanto del enfoque nativista
como eurocéntrico, en la polémica sobre la filosofía prehispánica en sus obras:
Eurocentrismo y Filosofía Prehispánica (1998) y Racionalidad
Filosófica del Perú Antiguo (2001). Lo que provocaría el rechazo de la
filosofía académica.
La tercera
etapa (2001-2006) de su pensamiento se caracteriza por un enfoque <img alt="Descanso Medico 001.jpg"
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width="136" height="201" class="thumbimage"
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antropológico-metafísico-cristiano,
que reacciona contra la Posmodernidad no tanto por alterar la historia de la
metafísica moderna, con lo cual está de acuerdo en parte, sino porque cree que
el nihilismo de la era hermenéutica y la disolución de las razones fuertes crea
un tipo humano sin absoluto que lo entrega al anetismo disolvente. Es la etapa
en que se crean las categorías del "hiperimperialismo", del
"hombre anético" y de la "filosofía mitocrática"
al hilo de una crítica de la globalización, de la cultura posmoderna y de la
filosofía eurocéntrica. También es la fase en que estudia el pensamiento de
Antenor Orrego, el Inca Garcilaso y prosigue sus investigaciones sobre Kant.
Recibe
la influencia de los pensadores postestructuralistas como G. Bataille, G. Deleuze, J. Derrida y E.
Levinas quienes denuncian el pensamiento
logocéntrico de Occidente. Sobre esta base postula el paradigma del pensamiento
mitocrático, el cual se basa en un conocimiento sintiente en vez de
visual, opone el pensamiento no figurativo al pensamiento de la identidad,
denuncia a Occidente como dependiente de la lógica de la Identidad y descubre
la alteridad en Dios.
Bajo
estos presupuestos interpreta el pensamiento de Antenor Orrego y de Kant, en: El ontologismo
Americanista de Orrego (2003), Orrego, teodicea, metafísica e historia
(2003) y En torno al problema del Ser en Kant (2004). En El Placer
del Mal (2004) examina la naturaleza lábil e inclinada al mal del ser humano, así como
adelanta críticas a la llamada filosofía aplicada y a la filosofía práctica. En
El Imperio postmoderno del Hombre Anético (2004) desarrolló un retrato antropológico de lo que él llamó “hombre
anético posmoderno”, el individuo sin absoluto, despersonalizado e indiferente,
cuya disolución metafísica no está vinculada a un exceso de
racionalismo sino a la exacerbación de la libertad
de la voluntad.
En La
Metafísica de la Luz en el Inca Garcilaso (2005) reivindica al Inca como el primer filósofo de la
tradición moderna peruana, a través de una metafísica de la luz como
manifestación de la divinidad. En La Encrucijada de la Condición Andina
(2005) resalta que la aculturación occidental unidireccional se agotó con la
crisis del ideal universalista de la razón y que lo andino no es un nuevo
proyecto de la sociedad indígena, sino, el último llamado de la nacionalidad
continental de América.
Otras
obras de este periodo son: en el campo de la filosofía prehispánica Los Amautas filósofos (2006), donde
recupera el logos del mito, lo metafórico, analógico y participativo; Filosofía
mitocrática andina (2007), donde expone de modo sistemático su comprensión
no occidental de la filosofía y distingue entre el logos de la ratio y el logos
del mito; y Búsquedas actuales de la filosofía andina (2007), donde
analiza las tendencias nativistas, comunitaristas y culturalistas en el debate
de la filosofía andina.
Esta
tercera etapa se cierra con la obra La Globalización delHiperimperialismo
(2006) y una obra autobiográfica nacida de un casi fatal accidente
automovilístico, Más acá de los anhelos (2006). La cuarta etapa (2006-2010)
se caracteriza por su aproximación a la filosofía de Santo Tomás de Aquino, la
profundización de la crítica a la filosofía posmoderna, indaga el pensamiento
peruano, y culmina con la fundamentación de la categoría de lo mitocrático.
Ocupó
la Presidencia de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino (2007-2009),
escribió El realismo metafísico de Santo Tomás de Aquino (2006) y Sto
Tomás de Aquino. Introducción a sus posiciones fundamentales (2008) en el
que se subraya el terreno platónico en el que se desenvuelve el aristotelismo
tomista.
En el
área de la filosofía peruana: Indagaciones Peruanas sobre González Prada,
Mariátegui, Belaunde, Haya y la idiosincrasia nacional (2006), El Inca
Garcilaso como filósofo (2006), Visión del Perú del Inca Garcilaso (2006), Los
Peruanos por qué somos emprendedores sin ser innovadores (2008). En el debate
de la filosofía contemporánea publica: Hermenéutica Posmoderna del Hombre
sin Absolutos (2007), La Erosión nihilista de la sociedad postmetafísica
(2007), Nihilización del Deus in Terris (2008), La esclavitud de la mujer
liberada (2008), La Filosofía ante la encrucijada del nihilismo (2009), La
Educación ante la sociedad anética posmoderna (2009), El Universo sin sombra o
metaciencia (2010). En el campo poético y de la narrativa literaria da a la
luz: Madrigales prometeicos (1997), Lumbre de intramuros y versos ascéticos
(1999), Cadencias metafisicas (2000), Horas sin tiempo (2002), Sonetos de
esperanzas fustigadas (2006), Más acá de los anhelos. Autobiografía filosófica
(2006), Dieciseis cuadros e historias inverosímiles (2007), la novela La
Fufulla de los Perendeques (2010), Amatorium (2011) y Novsia (2012).
En lo
concerniente al desarrollo de su crítica al eurocentrismo escribe: Búsquedas
actuales de la Filosofía andina (2007), Las Filosofías marginadas y fundamentos
de la teoría mitocràtica de las filosofías no occidentales (2007), Ensayos de
Filosofía mitocrática (2009) y su obra más sistemática Filosofía mitocrática y
mitocratología (2010).
Además
de las obras citadas, Flores Quelopana consignó una importante cantidad de
opúsculos sobre temática filosófica en la Biblioteca Nacional del Perú.
En el
año 2011, fecha de tránsito hacia una nueva postura, publica siete trabajos:
"El Festín de la cosa", "Signos del Cielo. Meditaciones
teológicas", "Alma mente cerebro y máquina o sobre la
inmortalidad", "Educación Humanismo y trascendencia", "La
Filosofía peruana en el final de los tiempos", el poemario "Amatorium"
y el libro colectivo "Vida más allá de la muerte". En en 2012 ha
publicado "Vida sin sentido y olvido de Dios", "Filosofía de la
tecnociencia" y la novela lírica "Novsia". En el 2013 aparece
"La civilización contra lo humano. La verdad bajo ataque" y el libro
que sintetiza todo su pensamiento filosófico, a saber, "Hermenéutica
remitizante y filosofía mitocrática". La idea nuclear de su planteamiento
es que sólo una jerarquía nueva entre las metafísicas existentes (metafísica de
la alétheia, metafísica de las esencias, metafísica de la existencia,
metafísica del percipi y metafísica virtual)que ponga en primer lugar a la
metafísica de la alethéia-esencia-existencia puede recuperar el misterio y el
equilibrio perdido en la sabiduría humana. Esto implica la superación de la
metafísica desmitizante de la modernidad en favor de la recuparación del
misterio del mundo.
CITAS
"Y esta falta de control interno ha generado, en el consumismo
globalizado, un tipo de hombre preso de sus deseos más elementales, que se
construye una moral a la carta, relativista y hedonista, que termina
constituyéndose en lo que denomino el "hombre anético".
"El consumismo y pragmatismo anético globalizado genera un tipo de
hombre que no es precisamente inmoral, más bien es amoral, negador de la ética,
anético; acorde con un sistema que valora a las personas con el mismo criterio
de eficiencia con que valoramos a las máquinas".
"El humanismo luciferino revienta en el achatamiento de nuestro
universo moral".
"El hombre de hoy padece de un nivel más profundo de alienación, está cosificado.
El hombre cosificado es el producto legítimo de la civilización técnica, de la
visión mecanizada del mundo, de una sociedad cuyo eje es el lucro y la ganancia
y de la distorsión cultural de lo objetivo por lo cuantitativo, medible y
calculable".
"Lo más grave de esta etapa hiperimperialista es que el organismo
social se encuentra impedido de socializar los beneficios de la etapa
neotécnica por los intereses mezquinos megacorporativos, lo que hace
que se vaya descomponiendo en barbarie cultural y depravación moral".
"Lo que faltan son las instituciones políticas y sociales para el
cumplimiento completo de la máquina, la cual después de un divorcio de siglos
no vuelve a ofrecer la oportunidad de unirnos con la naturaleza y lo
divino".
"Nos hace falta un héroe, un prototipo, un hombre, un líder
espiritual, un Sócrates que nos interpele por la verdad de nuestra propia
ignorancia".
"No hay duda de que el Perú de la prosperidad económica está enfermo,
débil y postrado espiritualmente, sumido en una profunda debilidad y
abatimiento. Nos sucede el peor de todos los males, a saber, la del espíritu
sin energía ni grandes ideales. Hace falta que el Perú se repliegue sobre sí
mismo, que emprenda la búsqueda de la verdad in interiorem Peruvianus. Lo que falta es la acción interior, la vida
del espíritu, postular un gran ideal".
"De lo que no hay duda es de la necesidad de un nuevo tipo de
mentalidad, sin lo cual no hay nueva civilización, que tenga en cuenta tanto lo
inmanente como lo trascendente, que controle los inventos y la ciencia sin
contenido moral, desmonte el capitalismo de la usura y la especulación, y
restablezca el valor de lo vivo sobre la materia inerte".
"La esencia fáustica de la civilización técnica consiste en el inmenso
empeño del hombre por entregar su libertad a poderes ajenos y extraños, ello es
símbolo del infrahombre sin meta espiritual y revela que su aparente
grandiosidad artificiosa es el culmen del fracaso consigo mismo, con la
Naturaleza y con Dios".
"La civilización contra lo humano es antipoética por antonomasia,
pragmática y reactiva ante lo espiritual, busca exacerbar la voluntad de poder
y de dominio antes que la voluntad de ser y servir".
"El pensamiento simbólico es lo que está detrás de la explicación
mítica, metafísica y prágmática. Pero el pensamiento simbólico contiene en su
parte medular una filosofía simbólica, como aquella que lleva al pensar
concreto no a cualquier pensar abstracto, sino al pensar abstracto por
excelencia, tal como es pensar lo divino por analogía".
"No se puede hacer teología sin filosofía simbólica".
"La civilización contra lo humano ha destruido la voluntad de verdad y
ha impuesto la voluntad de poder del sujeto individualista, monádico y sin
solidaridad".
"El imperio posmoderno del hombre anético representa la fractura de la
libertad con la justicia".
Vocablos y nociones fundamentalesEditar
sección
Dentro
del pensamiento del filósofo peruano G. Flores Quelopana destacan la creación
de tres nuevos vocablos y nociones fundamentales: Hiperimperialismo, anetismo y
mitocrático.
Hiperimperialismo es una noción utilizada en su libro La Globalización del
Hiperimperialismo por el para explicar que la teoría leninista del
imperialismo ha quedado anticuada y sin poder explicativo para dar cuenta de la
actual globalización neoliberal de las postrimerías del siglo XX y de los
albores del siglo XXI. El hiperimperialismo es una nueva mutación capitalista,
que señala la nueva etapa del desarrollo imperialista. Se trata de una nueva
metamorfosis del capitalismo monopólico en capitalismo de las megacorporaciones
privadas, el cual se caracteriza por su carácter descentrado, desterritorializado
y soberano frente a los mismos Estado-Nación, incluso respecto a las metrópolis
del primer mundo. Su surgimiento ha sido posible gracias al desmoronamiento del
socialismo autoritario y la conformación de un mundo unipolar, las cuales
sirvieron de catalizador para precipitar el paso del capitalismo de su fase
imperialista hacia la nueva fase hiperimperialista. El hiperimperialismo pone a
la humanidad ante la disyuntiva de la robotización y la prescindencia del
hombre, o de una rehumanización que ponga las cosas al servicio del hombre y no
al hombre al servicio de la economía.
Mitocrático es el
término empleado en su libro La Filosofía mitocràtica andina en el
debate sobre la filosofía prehispánica, para sostener la existencia de una
forma no occidental de hacer filosofía. Apartándose de las corrientes
eurocéntricas que defienden el origen griego de la filosofía, y de las
corrientes nativistas que identifican la filosofía con el mito pero sin
esclarecer lo que se debe entender por filosofía, Flores sostiene que Occidente
ha desarrollado preponderantemente una filosofía logocrática, donde domina el concepto y la razón; mientras que en otras tradiciones
culturales, como la prehispánica, ha tenido lugar la aparición de un
pensamiento filosófico mitocrático, donde
domina el símbolo y la intuición. Para Flores, la explicación del mundo en las
diversas culturas se ha venido dando no sólo a través de la razón, sino también
a través <img alt="Nuevo libro.jpg"
src="http://static2.wikia.nocookie.net/__cb20130406001212/peru/es/images/thumb/e/ef/Nuevo_libro.jpg/116px-Nuevo_libro.jpg"
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data-image-name="Nuevo libro.jpg"
data-image-key="Nuevo_libro.jpg" />
de la
fe y de la religión. Esto exige reconocer, por un lado, el vínculo que existe
entre la razón filosófica y el mito, el logos racional crece sobre el suelo
fértil del logos mítico, pero en ambos hay meditación filosófica; y por otro,
no se puede negar la presencia de la conciencia intelectual en el seno mismo de
lo mitocrático. En suma, por una parte, sólo aceptando un criterio multívoco y
no unívoco de filosofía es posible reconocer que la filosofía es una creación
sustancial del espíritu humano y no sólo propio de los griegos ni de la cultura
occidental; y por otra, la filosofía americana no es una adaptación del estilo
continental ni un producto heterogéneo, sino el rasgo fundamental de la América
anterior a la Conquista. Anético es el
término que se acuña por primera en la bibliografía filosófica peruana en el Imperio
Postmoderno del Hombre Anético, para denominar al acto moral por medio del
cual la mentalidad moderna convierte al hombre en una criatura sin absoluto.
Este acto moral del hombre anético pertenece a una época en que se completa el
proceso de extinción de lo divino y tras perder el nexo
ontológico
entre Dios y la Criatura, pierde también su propia condición de criatura. Lo
anético no afecta la capacidad humana de sentir lo divino, sino su voluntad de
lo divino. Por eso, remarca Flores que el lema del hombre anético ya no es
“Dios ha muerto”, sino “El hombre ha muerto”. Con la muerte de Dios el hombre
anético, que coincide con el “todo vale” de la época postmoderna, sepulta algo
muy esencial de su ser, a saber, el contacto con lo Absoluto. El anetismo
también señala el tránsito del pensamiento contemporáneo de la cultura de la
increencia a la cultura del nihilismo, pero se trata de un nihilismo integral,
como nunca antes visto en la historia universal. Tal nihilismo integral supone el nihilismo gnoseológico, que niega la posibilidad del
conocimiento de modo radical; el nihilismo metafísico, que niega la posibilidad
de algo permanente en el cambio y la multiplicidad; y el nihilismo moral, que
afirma la desvalorización de los valores superiores. En una palabra concluye
Flores que, el anetismo es resultado de una modernidad que al fracasar el ideal
universalista de la razón se centra en lo cismundano para obviar completamente
lo trasmundano.
Gustavo
Flores Quelopana fundó en 1986 el Instituto de Investigación para la Paz,
Cultura e Integración de América Latina (IIPCIAL), ONG única en su género
al dedicarse a la edición de libros de jóvenes valores de la filosofía peruana
(Luis Alvizuri, Víctor Samuel Rivera, Fidel Gutiérrez Vivanco, Odilón Guillén Fuentes, Nelson
Paucca, J. Rafayle, Julio Rivera Dávalos, Ruth Romero Huamaní, Francisco Reluz
Barturén). También fue el animador en la creación de cenáculos de filosofía (Sanborjino,
Yachaywiñay, Serpiente de Oro. Cofundador con Luis Enrique Alvizuri de SIFANDINA
(Sociedad Internacional de F'ilosofía Andi'na), con Odilón Guillén de SAEKANT
(Sociedad Andina de Estudios Kantianos) , con Julio Rivera Dávalos del' Cen'áculo
de Filosofía Yachaywiñay y fundador de SIAO (Socied'ad Internacional
Antenor Orrego. Fue Presidente de la Sociedad Internacional Tomás de
Aquino (SITA-sección Perú).
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