CHAMANISMO COMO
FILOSOFÍA ARCAICA
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
Chamanismo significa “saber”,
pero no es un saber de oídas, ni un mero conjeturar mental, sino de un “saber
ver”. Esto es, se trata de un “saber ver” peculiar, no de índole sensorial,
antes bien, espiritual.
Pero este “saber ver
espiritual” no es accesible a todas las personas, por el contrario, sólo
aquellas que son escogidas por seres celestes a través de sueños, señales o
alguna enfermedad transitoria, por lo general mental.
De modo que se trata de un “saber
ver espiritual escogido vía sobrenatural” pero que dentro de la historia de las
religiones se muestra como un especialista en el trance místico, y esto lo ha
hecho ver concienzudamente el destacado filósofo rumano Mircea Eliade (El chamanismo y las técnicas arcaicas del
éxtasis, 1951). Eliade justamente nos hizo explícito que el chamanismo es
el “saber ver espiritual escogido vía sobrenatural y especialista en el trance
místico”.
Nosotros queremos incidir
en otro aspecto de este tipo de saber y asociarlo con la filosofía arcaica. En
otras palabras, el chamanismo es la forma arcaica del filosofar, entendiendo
siempre la filosofía como la búsqueda de respuestas últimas de la realidad, ya
sea mediante el mito de la tradición ancestral o mediante la razón a partir de
Grecia clásica. Es decir, la filosofía es universal y multiforme, cambió de
forma pero no de contenido. Lo que significa que el logos humano no sólo es conceptual sino también participativo, el cual es un oír y ver
por encima de la conceptuación.
Karl Jaspers, a diferencia
de los criterios eurocéntricos de Heidegger, es un defensor del universalismo
filosófico y defiende su tesis en el libro, Los
grandes filósofos. Los hombres decisivos: Sócrates, Buda, Confucio, Jesús
(1956). En su magistral y última obra del filósofo peruano Alberto Wagner de
Reyna, La poca fe (1993), insta a
restaurar lo mítico en su dignidad lógica. Y en la segunda encíclica papal Fides et Ratio (1998) dedicada a la
filosofía –después de Aeterni Patris
de León XIII-, se cataloga de “soberbia filosófica” pensar que la filosofía
como búsqueda de sentido es “sólo atributo de una época y cultura determinada”,
pues “la especulación filosófica se dio tanto en Oriente como en Occidente”,
porque “el asombro es una capacidad fundamentalmente humana y no exclusivamente
europea”.
Nosotros nos ponemos sobre
los hombros de todas estas contribuciones para negar el criterio eurocéntrico
de filosofía y exigir recuperar para el mito su dignidad filosófica. En este
sentido el pensar mítico del mundo arcaico es la forma ancestral de la
filosofía, como afán de trascender la condición humana para conocer y realizar
el ser personal uniéndose con el absoluto o lo divino. Todo lo cual remite a la
estructura ontológica de la existencia humana (véase mi libro Filosofía mitocrática y mitocratología,
2010, y Hermenéutica remitizante y
filosofar mitocrático, 2013).
Ese impulso humano hacia lo
eterno está tanto en la filosofía mítica como
en la filosofía conceptual. Sólo que
en el filosofar arcaico tiene una triple connotación: teogónico-cosmogónica
(dioses venciendo la nada relativa del caos original), ontológico-metafísica
(plantea la ruptura entre lo ontológico y lo histórico), y moral (la finitud
humana se percibe como una nada relativa especial destinada por los dioses a
optar a la eternidad por la vida virtuosa).
Razón no le faltaba a Paul
Ricoeur cuando habla de la triple función del mito: universaliza la experiencia,
establece la tensión entre el principio y el fin, e investiga las relaciones
entre lo original y lo histórico (Finitud
y culpabilidad, 1960). Pero atento como estaba al lenguaje metafórico también
tuvo el mérito de indicar que todo símbolo es una hierofanía, un lazo que une
al hombre con lo sagrado. Por eso el símbolo tiene una función ontológica,
sitúa al hombre en el corazón del ser.
Y precisamente la filosofía
arcaica es básicamente un saber metafórico y simbólico. El fenómeno del
chamanismo total arcaico –a diferencia del chamanismo actual que presenta un
estado de desintegración y decadencia- se especializa en el trance místico para
ascender a los cielos y descender a los infiernos, recoger el alma del enfermo,
guiar al difundo, incorporar el espíritu, lidiar con demonios y semidioses, y
lograr la visión del mundo paradisíaco, pero no con un fin pedagógico sino
principalmente salvífico.
El filosofar arcaico es un
saber de salvación, porque lleva a la situación límite del hombre para revelarle
lo sagrado y lo transhistórico. De ahí la repetición de los arquetipos en el
horizonte del eterno retorno. Pero fue en el cristianismo donde verdaderamente se
supera este horizonte temporal de la repetición del arquetipo celeste del saber
arcaico chamánico, mediante la teología de la encarnación que instaura un
tiempo histórico lineal y de libertad personal.
En ambos hay una
valorización metafísica de la existencia humana, pero de distinta índole,
porque mientras en una es por vía natural y en la otra por vía revelada. Además,
el retorno al modelo transhistórico también es distinto, porque mientras en la
metafísica arcaica se trata de un retorno a la Edad de Oro que paulatinamente
se vuelve en Edad de Hierro; en la metafísica cristiana se trata no de un
retorno al Edén, sino del ingreso a la Nueva Jerusalén, donde lo histórico y el
tiempo no queda suprimido sino redimido.
La intuición de esta
dimensión salvífica de la mentalidad arcaica es expresada con nitidez por el
filósofo peruano Mariano Iberico cuando interpreta el aparecer como totalidad
viviente, simbólica y poética, que contiene el lenguaje del destino (La Aparición. Ensayos sobre el ser y el aparecer, 1950).
Esto nos permite intentar trazar
un cuadro esquemático sobre las articulaciones estructurales del filosofar
arcaico como sigue:
1.- Conceptos
Concepto imagen del filosofar
arcaico vs el concepto puro de la lógica parmenídea-aristotélica.
2.- Comunicación
Alegórica, poética,
metafísica viviente, analógica, simbólica, figurativa.
3.- Interpretación del
cosmos
Como totalidad viviente o
animada y los fenómenos revelan el destino.
4.- Formas conceptuales
No son lógica sino estético-salvíficas
5.-Formas de sabiduría
Mántica, mítica, profética,
mágica, poética, horoscópica.
6.-Sentido de sabiduría
Oracular, iniciática,
intuitiva, escatológica, revelada.
7.- Esfera ontológica
Onírica, pática, cósmica,
vida superior divina.
8.- Propósito del saber
Pensamiento simbólico (lo
que la cosa “quiere decir”) vs pensamiento conceptual (lo que la cosa “es”).
9.- Filosofía simbólica
Es especulación e intuición
del destino.
10.- Principal enemigo
Orgía historicista,
pragmática y tecnicista.
Con esto no estamos
afirmando que el saber humano se basa en la doxa y no en la episteme, en la fe
y no en la ciencia. Ambas cosas no pueden ser confundidas. El rigor, el método
y los testimonios de la Fe son distintos de los de la Razón, pero esto no
quiere decir que una suprime ni invalida a la otra. La Fe trasciende a la Razón
y a su lógica formal, también a la lógica de la razón natural. Pero esto no significa
que el logos del hombre deba vivir una vida reñida entre el logos participativo
y el logos conceptual. Ambos son necesarios y valiosos para elevarse a la
trascendencia y comprender la inmanencia.
De modo que nuestro interés
por reivindicar el carácter filosófico del saber chamánico no está relacionado
con tendencias irracionalistas y fideístas, sino con la percepción del carácter
filosófico de la condición humana en todas las épocas y en todas las culturas.
Lima, Salamanca 20 de
Febrero 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.