Reseña
a
Los Amautas Filósofos
Un ensayo de filosofía prehispánica
de
Gustavo Flores Quelopana,
Luis Enrique Alvizuri
Los amautas filósofos es un libro insólito, nuestro prolífico autor ya nos había sorprendido anteriormente con otro texto no menos especial, como fue el de La metafísica de la luz en el Inca Garcilaso, un tratado de contenido sorprendente que expone a nuestro ilustre mestizo como el primer filósofo de la historia moderna del Perú. Pero en Los amautas se retrotrae la indagación filosófica hacia más atrás, se pregunta por qué el Inca Garcilaso llamó a los amautas “filósofos” y la respuesta cree hallarlo en la traducción garcilasiana de la palabra “Pachacamac”. Los dos ensayos reunidos en esta obra, y que fueron primitivamente ponencias en el último congreso nacional de filosofía realizado en el Cusco, encuentran su punto de inflexión en la teología de Pachacamac.
Según Flores, la clave hermenéutica para comprender la razón que tuvo el Inca Garcilaso para llamar a los amautas filósofos se halla en la cerrada defensa que hizo de la traducción de la palabra Pachacamac como “animador” en vez de “creador”, todo lo contrario de la intención cristianizante, aunque distorsionada, de la mayoría de cronistas españoles e indios.
A partir de aquí Flores emprende la tarea de extraer todas las consecuencias implícitas en la afirmación garcilasiana, asumida como auténtica debido a que se trata de la única aseveración que defiende el verdadero sentido y significación de la traducción quechua. Los amautas fueron platicantes de cosas sutiles, tomados con la máxima consideración por el Inca, su figura humana correspondía a la del sabio que indagaba tanto los asuntos prácticos como teóricos, pero en lo teórico tuvieron como saber supremo al conocimiento religioso.
Ahora bien, Pachacamac no es creador del mundo sino animador, no hace el mundo, pero da vida al universo. Esto supone cuestionar que los antiguos peruanos conocieron la concepción cristiana de la creación ex nihilo, pues el dios Pachacamac es fuerza y vida incesante que transforma, pero no forma a plenitud la cosa, su dación de vida es sobre una realidad preexistente, no hay auténtica creación ex nihilo, lo que hay es una ordenación desde una nada que es algo en sentido privativo o negativo. El ser o mundo universo adviene a la vida no desde una nada absoluta, como en el cristianismo, sino desde una nada que es algo. El mundo o la Pacha no surgen en consecuencia por un acto de pura y radical creación de Pachacamac. Mas aun, Pachacamac o el dios vivificador y la Pacha o el mundo informe son eternos y la ordenación metafísica impide una identificación radical entre dios y el mundo. Por eso, lo que en realidad eternamente existe es una dualidad metafísica en la mentalidad inca. Este dualismo tripartito inca impide hablar de un panteísmo, que es consecuencia de un monismo. No hay coincidencia ni con el panteísmo ateo, que identifica dios y mundo, ni con el panteísmo acosmista, donde dios es la realidad y el mundo su emanación. La teología inca no se resuelve en un panteísmo sino en un henoteísmo, donde lo divino prevalece desde una base dualista que no le resta realidad al mundo. Pachacamac como primera causa ontológica de animación y no de creación encarna la verdadera metafísica inca, la cual exige trascender el universo profano y acceder a otro universo sagrado sólo accesible para los amautas dedicados al conocimiento de la divinidad. Pues Pachacamac como luz procreadora no deja brillar en el interior mismo del hombre, y es probable que haya sido percibida como la luz mística de la trascendencia. De este modo Flores añade que el principio de la luz divina, asociada también a la divinidad solar, buscada por amautas-sacerdotes y filósofos anacoretas, mencionados por el cronista Murúa, fue un fenómeno muy extendido, según las iconografías y monumentos, en el mundo andino.
Desde este punto de vista Flores plantea que el horizonte mental del hombre andino e inca no está delimitado por el imperio logocrático del concepto, muy propio de Occidente, sino por el imperio mitocrático del plurisigno y la armonía de los contrarios, que encuentra en la tradición religiosa la base principal de su reflexión. El amauta no es sólo el maestro o profesor sino el pensador, sabio y taumaturgo que puede hablar con los dioses. Pachacamac no sólo es algo sagrado descubierto por la religión inca, sino que también es idea alumbrada por la reflexión filosófica. Y es que las filosofías no sólo tienen una intención mítica, sino que la filosofía misma antes de ser ordenación de conceptos fue comprensión de imágenes y símbolos. Pues hay metafísica primera en las mitologías, el pensamiento mítico no puede escapar a la filosofía. De ahí que el dios Pachacamac sea concebido desde aquel privilegiado instante en que la poesía, la religión y la filosofía se encuentran fusionadas en uno solo. Así el filosofar mitocrático se da en continua transferencia entre lo conceptual-lógico y lo intuitivo metafórico.
De este modo, para Flores Quelopana la filosofía no una “golosina intelectual”
fruto de la hibridación cultural acaecida desde la Conquista, no es
transposición de una tradición cultural heterogénea, es más bien parte de
nuestra ancestral naturaleza americana. Por ello puede decirse que atribuir el
pensar filosófico al mundo precolombino no es resultado de dejarse llevar por
el prestigio de la palabra “filosofía”, ni por razones de la antigüedad de la
civilización andina, sino que, obedece a la constatación de que Grecia no es la
medida de toda filosofía posible si tomamos en cuenta la diferente profundidad
del anhelo metafísico de las altas culturas premodernas. Anhelo metafísico que
preformó en la India la filosofía metacósmica, cuyo ascetismo anhela la huida
del mundo y busca traspasar el ser; en la China la filosofía intracósmica, que
se afana en armonizar la vida con el rito del cosmos; en Grecia la filosofía
microcósmica, que busca la claridad conceptual del universo delimitado; en
Occidente la filosofía macrocósmica, que escudriña la conquista del cosmos y el
dominio heroico del mundo; y en los Andes prehispánicos la filosofía
mesocósmica, la cual indaga en el mundo la vivificación incesante del
mundo-universo.
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