MÍSTICA Y TRADUCCCIÓN
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
Afirmar la
inexpresabilidad de la experiencia mística es sostener su intraducibilidad.
Pero
qué es aquí lo intraducible, por qué todos podemos comprender de qué se trata
pero admitimos que no se puede expresar.
La
traducción ha sido tema favorito de los estudiosos del lenguaje. El problema ha
girado en torno a lo que debe considerarse una buena traducción y sobre los
límites de la traducción.
Malinowski
en su estudio etnográfico del lenguaje primitivo incidió en que la traslación
del sentido de una lengua a otra era muy limitada. No obstante es innegable que
en el lenguaje se hace evidente su carácter elíptico y se comprende mucho más
de lo que se expresa. Lo que hace posible la comprensión mutua, por muy
distinto que pueda ser el medio idiomático.
Otro es
el problema que presenta la traducción en las lenguas culturales. Conocida es,
al respecto, la posición de Croce que refiriéndose a una obra de arte literario
sostiene que una lengua nunca puede traducir en realidad a otra.
Es
innegable que existe el genio particular de cada lengua, pero conviene no
exagerar porque hasta la lengua inflexional de Aristóteles y la lengua
aglutinante de Kant han sido traducidas, por ejemplo, a una lengua aislante
como el chino.
Para la
teoría de la traducción de Karl Vossler existen capas no idiomáticas de sentido
que están detrás de las capas idiomáticas. Es decir, la traducción descansa en
la relación entre las distintas capas idiomáticas de sentido. Lo que es
susceptible de traducción es el contenido intuitivo latente o el registro común
de la experiencia humana. Este contenido latente es el que hace posible la
comunicación inteligible.
El
semiólogo Umberto Eco, en su libro Decir
casi lo mismo. Experiencia de traducción, sostiene que el traductor tiene
que interpretar antes que traducir, pero el criterio subjetivo de la traducción
no significa necesariamente infidelidad, sino, más bien, fidelidad al sentido de lo expresado. Lo que
significa afirmar que se es fiel a la traducción captando el contenido latente
común de la experiencia humana.
No muy
distinto es el problema de traducción que afronta la ciencia. Pues, mientras
más adelanta menos puede decir y se encuentra en la desconcertante situación de
que es incapaz de traducir sus conceptos últimos a categorías del discurso
ordinario. Por ello, la ciencia se ve obligada, como subrayaba Bergson, a
traducir su simbolismo de relaciones al metafísico simbolismo de cosas.
Aquí la
pregunta pertinente sobre el éxtasis religioso es si es posible aplicar la
teoría de la traducción al fenómeno de la mística de lo inexpresable.
Lo
inexpresable es lo intraducible por excelencia. Aquí no se hace referencia a
una lengua primitiva ni a una lengua cultural, sino, más bien, a la capa no
idiomática que está detrás de las capas idiomáticas y que es tocada por lo
divino. Sin embargo, la capa idiomática se muestra impotente para verter el
contenido de la experiencia mística. No obstante, todos los hombres comprenden
intuitivamente que aquella experiencia mística vislumbra mucho más de lo que
podría expresar.
Parece
posible establecer, de una forma general, por lo menos, lo que se traduce y lo
que no puede serlo en la experiencia mística. Lo traducible es su
inexpresabilidad e incomunicabilidad, y lo intraducible es el contenido del
contexto místico. Es asombroso, por cierto, que aun en el límite del carácter
elíptico del lenguaje, se comprenda la inexpresabilidad mucho más de lo que se
pueda expresar.
Hay,
pues, límites a la comprensión de la comunidad idiomática primitiva y cultural,
y ese límite es la inexpresabilidad de la comunicación mística. En la
experiencia mística hay visiones completamente extrañas al lenguaje humano de
cualquier nivel. No puede ser traducido directa (sentido literal) o
indirectamente (sentido metafórico), sino sólo vivenciado personalmente en un
rapto involuntario.
En todo
caso, lo que puede traducirse de la experiencia mística está más allá de las
formas idiomáticas y es susceptible de comprensión a un nivel del sentido no
idiomático. Pero lo que se comprende es un registro de experiencia muy
particular e infrecuente que escapa a las categorías nocionales y a las formas
idiomáticas.
En la
medida en que está en juego el problema de la naturaleza inexpresable y
supralógica del éxtasis –problema del cual surgió nuestro estudio de la
mística- tiende a confirmarse nuestra doctrina de cierto contenido latente
común de la experiencia humana que tiene que ver con la mística que hemos
llamado “primordial”, como manifestación de una dimensión sobrehumana y divina.
Si en la
actualidad se pudiera reunir a todos los místicos posibles sería una reunión de
silencio y meditación. La cual sólo podría transitar una pequeña fracción de
la humanidad, pero casi todos podrían comprender desde la capa exterior de lo
que se trata. La Sagrada Escritura enseña que el hombre pre-adánico hablaba
directamente con Dios y la venidera nueva humanidad recuperará dicho lenguaje.
Es de suponerse que el nuevo hombre libre de pecado vivirá en un estado místico
o semi-místico permanente de perpetuo goce de la luz divina, sin que ello
represente en absoluto la condenación del lenguaje y la razón natural. No se
trata, absurdamente, de abandonar el lenguaje natural, manejar sólo símbolos no
idiomáticos y llegar a un estado en que todos deberíamos ser místicos y
permanecer silenciosos.
Aquellas
doctrinas que sostienen que la razón y el lenguaje sólo son útiles para manipular la realidad pero no para conocerla realmente, exageran. La
consecuencia que provocan es la de llevar hacia la parálisis de la razón y el
lenguaje a favor de la notación pura, el intuicionismo alógico o el
narrativismo subjetivizante. Terminan pulverizando la realidad misma y desvirtuando
el discurso.
El
lenguaje y la razón, sin duda, pueden expresar la realidad en diversos niveles
sin deformarla. Incluso el lenguaje metafísico expresa la realidad a un nivel
no empírico. Y sólo la mística señala el límite de la comunicación lingüística.
Lima, Salamanca 18 de Febrero 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.