lunes, 20 de mayo de 2024

PENSAR SIN FRONTERAS

 

VARIOS

 

PENSAR SIN FRONTERAS

[Libro publicado en 2022, Lima, Iipcial]

 





 

JOSÉ CHOCCE-Filósofo/UNFV

 

El maestro Flores Quelopana nos vuelve a sorprender con una obra polémica y de rigor [Pensar sin fronteras, 2022]. Esta vez aborda un tema crucial y muy debatido. ¿Qué es filosofar?

Y nos dice que filosofar es aquella actitud inherente a la esencia humana. Diríase que, si no reflexionamos sobre estas preguntas netamente filosóficas ya no seríamos propiamente humanos. “El filosofar es el pensar sin fronteras”, afirma con acierto, y para sustentar aquello rompe con la definición convencional de filosofía del magisterio occidental. Es así como, nos ofrece una obra ágil y dialogada, donde elabora argumentos que sostienen que: “La filosofía es polimórfica y multívoca”.

Así pone la pica en Flandes dentro del corazón del paradigma eurocéntrico de filosofía. Y lo hace con una aguda polémica con filósofos nacionales y europeos. Nuestro filósofo es un escritor prolífico, tiene un pensamiento vivo, una pluma conceptuosa, una obra sistemática, un sistema propio, pero en constante desarrollo.

 

 

TERESA ARRIETA-Filósofa/UNSA

 

La modalidad de entrevista que adopta Gustavo Flores Quelopana, le ha permitido exponer de una manera muy clara su punto de vista sobre lo que es la filosofía, sus razones de discrepancia con reconocidos pensadores del ámbito nacional, latinoamericano y europeo y su propuesta de una filosofía que coincide con el existir “porque nos devuelve al mundo”.

Partiendo de su definición de filósofo: “el que se siente interpelado por multitud de asuntos que hieren su alma”, Flores Quelopana se rebela contra la predominante concepción tradicional de filosofía, que califica a todo lo que está fuera de su esfera como simplemente “pensamiento” o “cosmovisión”, de manera que propone una reclasificación del concepto de filosofía: la teoría restringida (originada en Grecia), la teoría ampliada (expresión mítica) y la teoría general (propia de la condición humana). Con ilustrada fluidez va diseñando su ontología latinoamericana, coincidiendo con Arguedas al considerar que somos “todas las sangres”, es decir ni europeos ni indios, sino mestizos; con todo, advierte el peligro de convertir una realidad etnocéntrica en universal. Recalca la necesidad de una “ciudadanía pensante” para cuyo logro es sustancia la contribución de la filosofía, que tiene como auténtica meta el “incitar a pensar”.

Finalmente, reconoce su antievolucionismo por considerar que “el evolucionismo es el arma etnocéntrica más bárbara que existe”, denunciando como “bárbaros” a quienes han eliminado el espacio de lo sagrado, perdiendo con ello la armonía del hombre con la naturaleza, que sí conservan muchos pueblos ágrafos. En suma, “¿Qué es filosofar?” de Gustavo Flores Quelopana, es un importante aporte -ilustrado, serio, apasionado y provocador- a la comprensión de una actividad enigmática, fascinante y “esencialmente” humana.

 

ROSA AGUILAR VERÁSTEGUI-Filósofa/Univ. Londrina-Brasil

 

Leer a Gustavo Flores Quelopana nos permite observar su lealtad por la Filosofía. Proponiendo una filosofía polimórfica y multívoca que rechaza la visión etnocentrista, acredita que la filosofía es consustancial a la condición humana. Afirma que la filosofía va siempre hacia lo universal. Resalta la importancia de los filósofos latinoamericanos, sin desmerecer los aportes de los filósofos europeos o americanos, dado que: “El universalismo filosófico evita el provincialismo universalista occidental y el etnocentrismo relativista antioccidental”. Lo que lo exime de posturas dogmáticas y maniqueístas frente a cualquier filósofo. Gustavo deja en claro que la fuente de todo filósofo es la realidad, no la academia. Así entendemos que: “filosofar es existir, porque es un pensar que nos devuelve al mundo”. Finaliza criticando la modernidad, que se olvidó del sentido de lo sagrado, de la Naturaleza con la cual estamos acabando, de ella somos fruto y hay que asumirla con reverencia.

 

 

FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS-Club Mundial de Filosofía/Argentina

 

La prolífica y sesuda obra de Gustavo Flores Quelopana se incardina en una suerte de textos fundamentales para poder pensar en tiempos en donde se nos invita, o mejor dicho, impone o condiciona a que pensemos lo menos posible o directamente no lo hagamos.

Aquí radica el quantum de valor indispensable en el pulso filosófico de Quelopana. No tanto en la cantidad de textos, de obras y de premiaciones o distinciones en el campo filosófico en general, sino que, por intermedio de argumentos y posiciones, indaga en un proceso, discutible y polémico, pero que no puede dejar de considerarse indispensable para tenerlo en cuenta en el presupuesto mínimo de no abandonar el elemento basal y constitutivo de lo humano. Administrado las diferencias, saludamos esta obra de Quelopana, que asentada en convicciones y determinaciones de una dinámica de identidad no deja de pensar y de invitar a que sigamos haciendo, en tiempos en donde este acto se tornó revolucionario, indispensable y determinante.

 

 

RICARDO LICLA MEZA- Filósofo/UNMSM-PUCP

 

¿Qué es filosofar? [primera conversación del libro Pensar sin fronteras] de Gustavo Flores Quelopana, no sólo es un diálogo, sino un monólogo. Es lo primero en la medida en que a través del “logos” que brota del alma llega a sostener que el “filosofar es pensar sin fronteras”. Es un monólogo en cuanto no pretende universalizar sus reflexiones, sino tan solo invitar a la reflexión. “No escribas para que los demás piensen como tú, sino simplemente para que piensen. El filósofo debe incitar el pensar, nada más”. Es así que como uno de nuestros filósofos más prolíficos de los últimos tiempos nos irrumpe con un estilo poco usual, el diálogo filosófico, para reafirmar una de sus tesis más irreverentes, según la cual: “La filosofía es universal, polimórfica y multívoca al mismo tiempo, y está anclada en la misma condición humana”. En consecuencia “no hay cultura sin filosofía, por arcaica que sea”. Esta filosofía –“universalismo filosófico” (o filosofía floresiana)- de estilo propio y dialogante, como no podía ser de otra manera va de la mano con el acontecer político: “Filosofía y Política caminan unidas, pero no confundidas. El filósofo cumple su misión desde la trinchera del pensamiento, no desde el palco parlamentario”.

 

 

ANA LACALLE FERNÁNDEZ- Filósofa/Universidad de Barcelona

 

El presente ensayo, a modo de diálogo, de Gustavo Flores Quelopana afronta la problemática, presente en la América colonizada, de cómo reconstruir la identidad de la diversidad cultural frente a la actitud etnocentrista occidental.

Con cuestiones formuladas en forma de diálogo ficticio Flores Quelopana no sólo pretende brindar su perspectiva y sus argumentos, sino dar cuenta de las críticas de las que ha sido objeto.

Reconociendo el coraje y la honradez que muestra, se me origina una pregunta -que de alguna manera aparece en el ensayo-: Si la voluntad es combatir el etnocentrismo y el particularismo vernáculo -como él lo denomina- ¿Por qué utilizar la categoría de filosofía de origen netamente griego y bastión nuclear del etnocentrismo que denuncia?

¿No se incurre en una contradicción al intentar generalizar un término occidental para dar cuenta de las cosmovisiones originarias, que no cosmogonías, término atribuido a lo mítico desde una perspectiva occidental en oposición al Logos, que, cabe decir, está profundamente cuestionada en la Filosofía occidental?

Hoy se sustenta por parte de un conjunto relevante que no hay oposición entre Mito y Logos. Sintetizando, tal vez, tras el empeño de universalizar el término de filosofía subyace la creencia de que lo filosófico, tal como se ha conceptualizado en Occidente, es superior, y por ello se ve necesario reconceptualizar el término Filosofía para hacerlo extensivo a las diversas formas de pensar del humano de Asia, Africa, América, para que sea reconocido el mismo valor que a lo occidental.

De alguna manera, no sé si se incurre en alguna contradicción y, sin quererlo, se continúa idolatrando lo occidental. La cuestión está en pleno replanteamiento, y a eso intenta contribuir Flores Quelopana desde este rico ensayo, alzando su análisis y reflexión para aportar luz a una cuestión que no es exclusivamente semántica.

 

 

LUIS ENRIQUE ALVIZURI-Filósofo/URP

 

Cuando a uno le explican en qué consiste la filosofía lo entiende rápidamente debido a que lo asocia a un fenómeno que a todos los seres humanos nos es común: la intriga sobre nuestra existencia. Es casi seguro que el único ser que tiene esa “sensación” angustiosa es el humano, puesto que en los animales vemos muchas cosas similares a nosotros, pero en ningún caso detectamos que se “sientan” ajenos a su realidad y a su medio.

Es esa “ajenidad” en cuanto a la relación entre nuestro ser y el mundo en que vivimos, lo que nos impulsa a preguntarnos: ¿Qué soy?

Si esta situación solamente se hubiera dado en un pueblo, como el griego, estaríamos hablando de una peculiaridad dentro de nuestra especie, pero como es algo que, a través de la etnología y de nuestra experiencia personal, sabemos que es común a todos los seres humanos, podemos llegar a la conclusión que la misma “sensación” se produce en todos por igual, por lo tanto, todo ser humano es un ser filosofante por naturaleza.

Como bien dice Flores Quelopana, esto que es tan obvio a simple vista no lo es para un occidental, haciendo que el problema de la definición de qué es filosofía no se encuentre en ella misma, sino más bien en quién lo define. Es decir, en cómo el observador lo entiende. Esto mismo sucede en las ciencias cuando tratamos de interpretar los hechos mediante palabras que resultan ser metáforas para “humanizarlas”. De modo, que es Occidente, el que por razones de supremacía y para reservarse “la exclusividad de pensar correctamente”, quien establece un parámetro, un prerrequisito para aceptar que algo sea filosofía, y esa condición resulta curiosamente ser: “que se haga a la manera de Occidente”. Si no se ejecuta de es manera, entonces no es filosofía, sino pensamiento o cosmovisión. Flores Quelopana exhibe en su disquisición sobre la filosofía una vasta cantidad de ejemplos y pruebas que demuestran que el filosofar no es una “especialidad occidental” sino una expresión humana que puede ser efectuada de muchas maneras y no sólo mediante el ejercicio de la razón.

Pero todo ello cae en el vacío, no por los argumentos que pueden ser muy puntuales y acertados, sino porque lo que está en juego es la primacía de una civilización sobre las demás, en el sentido que “si Occidente domina es porque sabe pensar con sensatez y con razón”, mientras que los demás sólo tienen “pensamientos primitivos o pre filosóficos”.

Si Occidente aceptara que todos los pueblos de la Tierra hacen filosofía significaría que éstos también tendrían iguales derechos e iguales razones para creer que sus culturas son también capaces de conocer el mundo, con os cual la autoridad que los occidentales suponen tener sobre los demás se derrumbaría y dejarían de ser vistos como “superiores” o como “la avanzada de la humanidad”.

 

ZENÓN DEPAZ-Filósofo/UNMSM

 

Gracias Gustavo. Lo he leído con interés. Sólo dos acotaciones: nunca he dicho ni escrito que la filosofía producida en Europa tenga superioridad o algún tipo de ventajas frente a otras formas de sabiduría (justo por eso no creo que éstas nada ganan al etiquetarlas como filosofía).

Lo otro es que, en el libro aquel [alude a su libro La cosmo-visión andina en el Manuscrito de Huarochirí (2015)], uso el término “cosmo-visión” (así, separado con guión) no para referirme a “cosmovisión”, sino a una experiencia relacional enraizada en el cosmos (a algo así como un sentimiento cósmico, holístico de la vida).

Por tanto, no sé cómo pueda representar el mainstream de los cultores de la filosofía occidental o de los que fetichizan la palabra filosofía. Para nada. Ninguna de mis tres tesis se ha ocupado de algún filósofo europeo, ni siquiera les he dedicado un solo artículo. Me ocupo de ellos en clase porque enseño en una Escuela de Filosofía…conversamos.

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