FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS-Filósofo/Fundador
de la Escuela Correntina de Pensamiento. Director del Club Mundial de Filosofía
MI RELACIÓN CON EL PERÚ Y CON FLORES QUELOPANA
En mi primera
infancia conocí la cadencia andina en la voz de mi pediatra. La palabra curaba
y en particular la suya que por mis tierras no se escuchaban. Otra médica,
también del Perú, ya en mi segunda infancia me demostraría con su clarividencia
que la ciencia no lo era todo, dios o la idea de, en un mazo de cartas. Llegó
mi adolescencia. Tal como "El pez en el agua" nadé con virulencia e
intensidad, acompañado de don Mario Vargas Llosa que sintetizaba literatura y
política y que me llevaría a conocer a Sartre y con ello a la filosofía. En mi
primera adultez, en ocasión de un congreso de filosofía política, invitado a
brindar una disertación, como en otros lugares a los que iría, no fue sino en
Lima, donde en plenitud reconfirmé lo que había leído y reconocía.
La Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Miraflores, los malecones, la bruma, el cielo encapotado, como las sorpresas tales como el pisco, el orden en el desorden y la filosofía como suspiro de una pasión andina. A distancia esta vinculación no cejó. Tal como testimonia la imagen, pude conocer a grandes intelectuales peruanos de la actualidad. Conocer en ellos, no sólo la envergadura de un pensamiento determinado, trabajoso, inclusivo, razonado, argumentado, sino sobre todo profundamente humano, no sólo en lo teorético, sino en lo cotidiano. La sencillez, humildad, contracción al quehacer continuo del pensamiento y la disponibilidad a la apertura de puertas transforman en leyenda a hombres como Gustavo Flores Quelopana, en quién se puede sintetizar una de las arterias principales del pensamiento peruano como occidental. Destaco a Gustavo, dado el universo conceptual que nos separa y que nos sitúa en las antípodas de las posiciones del pensar. Recuerdo la definición del poeta inglés Samuel Taylor Coleridge, “todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos”. Gustavo pertenece a los primeros, yo a los segundos. Pese a ello, hemos desarrollado y lo seguimos haciendo, junto a este gran pensador peruano, actividades del pensar. Disponernos más allá de las diferencias y de las perspectivas conceptuales, hablan de la grandeza humana y filosófica de Gustavo Flores Quelopana.
Pese a nuestros continuos tropiezos, olvidándonos de lo humano de nuestra
condición, será imposible que lo terminemos de “joder al Perú”. Irradia, nos
da, nos brinda, y en el momento dado, cuál marea de sicigia, estaremos
alineados, orientados, siendo felices con las cartas que nos han tocado,
habiéndolas aprendido a jugar, sentados en las bancas que nos habremos sabido
ganar, habiendo para ello, deja tantas y tanto, pasar. Nada mejor para ello,
que leer, comentando u objetando las consideraciones de un gran filósofo de la
humanidad como lo es Gustavo Flores Quelopana.
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