martes, 3 de julio de 2012

REFLEXIONES MITOCRÁTICAS (Segunda Parte)

REFLEXIONES MITOCRÁTICAS DESDE TOLUCA

(Segunda Parte)
Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía
                                              
Gris es toda teoría y verde el arte de la vida
J. W. Goethe

En mi reciente estadía académica en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad (IESU), de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), para impartir el Curso sobre Cómo situar el Eurocentrismo, a partir de mi libro Las Filosofías Marginadas que en el 2010 lo reelaboré en mi subsiguiente obra La Filosofía Mitocrática y Mitocratología, el evento fue matizado por una obra teatral denominada El Pájaro Azul, que en el fondo trasmitía al hombre de hoy la necesidad de recuperar su capacidad de ensoñación y de imaginación pero dentro de la visión occidental antropocósmica. El susodicho pájaro azul de la obra estaba a fin de cuentas ligada al afán prometeico del hombre occidental.

Y mientras esto sucedía en el escenario en medio de la oscuridad del teatro me iba revoloteado en mis sienes la idea de cómo debía haber sido la imaginación y la ensoñación del hombre ancestral y cómo debió haberse reflejado en la filosofía mitocrática.

Pues bien, la capacidad de ensoñación y de imaginación desplegada en los márgenes de una visión intracósmica como la China, metacósmica como la India y micro-macrocósmica como la precolombina debió haber sido cualitativamente distinta. Sobre ésta última recuerdo a la amable Dra. Hilda Vargas, responsable del Progama de la No-Violencia, poniéndo a la disposición durante la última sesión del día viernes una grabación sobre la música ritual de una antiguo pueblo maya. Comenzaba un tamboril que se podría decir que seguía los latidos del corazón, luego se sumó el golpeteo de otro tambor mayor que aceleró e intensificó tanto el sonido como el ritmo para hacer sentirnos cómo el microcosmos se integraba al macrocosmos.

Esta idea holística de integración en vez de dominio o manipulación es la nota esencial de las visiones ancestrales (China, India, Precolombina) y que preside la recreación de las imágenes de la imaginación. Es más, se trata de la integración de lo finito y lo infinito, lo temporal y lo eterno, lo relativo y lo absoluto, lo inmanente y lo trascendente. En otros términos, estamos ante una hermenéutica mitizante de lo perenne, sólo comprensible fuera de los marcos ilustrados de la hiper-racionalista hermenéutica de la sospecha.

Se podría pensar que lo perenne no sólo es preocupación de la hermenéutica mitizante ancestral sino también de la hermenéutica racional los griegos y de la hermenéutica teológica los cristianos. Lo cual es cierto aunque incompleto, porque la diferencia sustancial se da en el orden de su ontología fundamental. Los griegos sistematizaron racionalmente el principio metafísico ancestral nihil ex nihilo (nada viene de la nada) y la gran ruptura metafísica acontece con el cristianismo y su principio metafísico creatio ex nihilo (Creación a partir de la nada) que escandalizaba las mentes racionales griegas. Es por eso que se puede afirmar que lo perenne pervive en la cultura cristiana pero en diferentes términos, y son términos de largo alcance porque modifican la misma comprensión del tiempo y de la historia. El tiempo cíclico o el eterno retorno ancestral y prolongado en la filosofía griega será reemplazado por el tiempo asintótico o vectorial del cristianismo.

De manera que sería inexacto sostener que en el hombre occidental siempre predominó la visión temporalista y que dicha visión presidió su imaginación. Esto sólo ocurriría desde la modernidad con el racionalismo matematizante cartesiano y con el factum del empirismo. Desde entonces se fue abriendo camino una hermenéutica de la facticidad que encuentraría su madurez en Heidegger y su extensión en Gadamer.

La hermenéutica de la facticidad circunscribe la ontología fundamental dentro del horizonte de la temporalidad. Pero al estar atrapada dentro de los marcos temporalistas deja de lado lo eterno. Esta interpretación del ser, la verdad y la historia a partir de la temporalidad absoluta equivale a un menoscabo ontológico de la realidad dentro del horizonte del reduccionismo inmanentista. El nuevo mito de la modernidad es la idolatría de la temporalidad. Y con ello el pretendido salto sobre la metafísica occidental queda efectuada pero en sentido negativo, es decir, nihilista.

Por el contrario, para entender la imaginación del hombre ancestral y su filosofía mitocrática es necesario echar mano de la hermenéutica remitizante, esto es, de una hermenéutica "en" "por" y "sobre" el mundo, que no reduce el mundo a lo temporal e inmanente sino que toma en cuenta lo perenne y eterno. Con esto la ontología ancestral es más rica y compleja porque da cabida a un substrato supratemporal y trascendente. Así pues la hermenéutica supratemporal ancestral se halla ante el enigma de que la existencia humana, temporal y finita se encuentra marcada no por su propia interpretación sino por la interpretación divina. Por eso el alma de dicha hermenéutica consiste en aceptar que lo Otro sobrehumano tiene razón. Por supuesto que el cristianismo con la idea de persona y libre albedrío trastoca profundamente los términos en que lo finito se relaciona con lo divino. Pero lo que aquí nos concita la atención es la concepción ancestral pagana antes que cristiana.

Muy bien, y mientras estas elucubraciones iban visitando mi mente durante la función del Pájaro Azul también me vino una interrogante mucho más enigmática: ¿Y cómo vivenciarían los hombres ancestrales los acontecimientos conocidos hoy en día bajo el nombre de lo "paranormal"? Estos fenómenos son muy importantes en tanto que el hombre ancestral está signado por el simbolismo de lo sobrenatural. Tanto así que los acontecimientos más decisivos de su vida histórica están determinadas por estas vivencias.

Aun cuando dentro de la atmósfera del racionalismo, positivismo y temporalismo filosófico este acápite es considerado casi tema tabú, sin embargo hubo filósofos contemporáneos vivamente interesados por este lado misterioso de la realidad. Entre ellos estuvieron Henri Bergson, William James y Gabriel Marcel. Por lo demás, los mediums o parapsicólogos forenses gozan de la mejor reputación entre los suyos.

Pues bien, me aventuro a exponer mi idea según la cual las monumentales arquitecturas megalíticas de las civilizaciones antiguas que demandaron un ingente e inexplicable esfuerzo tuvo su origen no en motivaciones políticas, funerarias o de otra índole, sino en fenómenos paranormales fuertemente vivenciados por reyes o sacerdotes. Es decir, los templos o pirámides astronómicas estaban obsedidas por determinar calendáricamente cuándo sobrevendría la visión catastrófica advertida en la experiencia paranormal.

Si al hombre de mente científica de hoy lo deja atónito y desconcertado los fenómenos de clarividencia, telepatía, premonición, telergia, entre otros, no es difícil imaginar el enorme impacto cultural que representaría dentro de una cultura sacralizada. Sería asumido como un mensaje perentorio de los dioses, que advierten el desastre e instan a tomar providencias por lo menos para el rey-semidivino.

Pues bien, esta relación entre la realidad explicada y lo inexplicable sigue siendo hasta el día de hoy un asunto no resuelto para el pensamiento científico, el cual se ve en muchos casos obligado a abandonar toda explicación admitiendo la realidad del fenómeno. Pero qué hay detrás de dichos fenómenos, ¿otra realidad? ¿un mundo sobrenatural y supratemporal? A la luz de las evidencias es cada vez más difícil negar su realidad o reducirlo a mera alucinación. El terreno de la fe, la religión y de la creencia trata de afrontarlo con mayor o menor éxito. Por el momento no ahondaré al respecto porque las casi tres horas de función de la obra de teatro no dieron para más. Pero de cualquier modo resulta innegable la irresistible y peligrosa atracción que ejerció el fenómeno paranormal sobre el hombre ancestral y que incluso sigue ejerciendo sobre la humanidad actual.

Lima, Salamanca 03 de Julio 2012

miércoles, 27 de junio de 2012

REFLEXIONES MITOCRÁTICAS

REFLEXIONES DESDE TOLUCA SOBRE LA FILOSOFIA MITOCRÁTICA
Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía
                                                         

¡Tenía que ser un instituto de investigación universitario del país azteca el que tendría que interesarse por otro modo de pensar no abrumado por el eurocentrismo! La verdad es que yo mismo me encontraba sorprendido por esta invitación que por segunda vez me hacían desde el exterior –la primera fue a Colombia en el año 2009- para escuchar mis planteamientos sobre la Filosofía mitocrática, pues mi otra invitación a Panamá fue para disertar sobre la crisis del humanismo en la cultura posmoderna. Más sorprendente es el hecho que todas estas invitaciones se produjeran a pesar del cortísimo tiraje de mis ediciones –ninguna llegó a los cien ejemplares-. El éxito editorial hasta hoy me ha sido esquivo. Pero debo reconocer que gracias a mi librera en Lima, la señorita Virginia Vílchez, mis obras se han difundido por el internet. Si esto lo unimos a la visión intuitiva y a la fresca percepción de mis investigaciones, entonces en algo es explicable que mis viajes se produzcan. Ahora bien, en Colombia di la conferencia final en un evento dedicado a las Filosofías Ancestrales. La experiencia de este viaje me proporcionó el impulso y el incentivo necesario para escribir una exposición sistemática y más desarrollada sobre mi planteamiento mitocrático. Fruto de ello fue mi libro del 2010 “Filosofía mitocrática y mitocratología”. Ahora llego a México para impartir no una conferencia, sino, un curso, el primero en su género que se imparte a nivel mundial, para explayarme con mayor detalle en mis planteamientos. Es curioso que los organizadores no conocieran dicho libro, sino uno anterior, “Las Filosofías Marginadas” publicado en el 2007, y sobre la base de este libro hicieron la invitación. Yo asocio esta atención por mis ideas dentro del marco del interés por la diversidad cultural, el Foro Permanente para las cuestiones Indígenas y el Desarrollo Sostenible que promueve la Asamblea General de las Naciones Unidas. Tanto así que para el año 2014 se tiene previsto realizar la Conferencia Mundial sobre Pueblos Indígenas. Además, Guatemala ha sido nombrada como capital de la filosofía por la UNESCO. Bueno, con el propósito de enriquecer mis estudios e impresiones sobre lo precolombino y el pensamiento ancestral sugerí a mis anfitriones que incluyan en el curso una visita a algún sitio arqueológico, propuesta que fue acogida con creces, pues eligieron una visita a Malinalco. Como resultado de todo ello tengo la esperanza de que me sea útil en mis reflexiones.

Llegué al aeropuerto Benito Juárez de D.F. México el día sábado 16 de junio a las 6:30 de la mañana. Era un día frío por el paso de una drástica tormenta caribeña y la persona designada para recogerme y llevarme a la ciudad de Toluca me iba relatando los encantos de la ciudad así como el clíma electoral que se vive en estos momentos en el país azteca. Por mi parte miraba asombrado el tamaño descomunal de la megalópolis mexicana, cuya densidad poblacional es más notoria por su concentración territorial. aparte de ello no ocultaba mi inquietud por el clima de violencia e inseguridad que se desataba en ese país como consecuencia de la abierta lucha del gobierno del Presidente Calderón contra los cárteles de la droga. El viaje hacia Toluca duró casi una hora, pues la carretera lucía lleno de autos que salían de excursión. De inmediato me atrajo el paisaje de los cerros y los llanos bañados de toda clase de árboles, en especial pinos. Daba la impresión de un bosque que se desparramaba por doquier en el horizonte. Yo que en mi adolescencia viví un año en la encantadora ciudad de Huaraz en Ancash, de súbito vino a mi memoria la frondosa cordillera negra y su espesa arboleda.

Bueno, pero en el fondo de mí mismo latía impaciente la inquietud por el curso que tenía que dictar en el IESU de la UAEM de Toluca. El IESU es el Instituto de Estudios sobre la Universidad, presidido por el amigable Dr. Sergio González, perteneciente a la importante Universidad Autónoma del Estado de México en Toluca. Yo nunca había impartido un curso, nunca había sido profesor, y acostumbrado a escribir y a disertar como conferencista no resolvía en mi mente la manera en que tendría que desarrollar dicho curso. Todo el contenido de lo escrito sobre la filosofía mitocrática bullía en mi cerebro pero no encontraba el hilo de Ariadna para resolverlo. Cuando llegado el momento me ví ante una mesa en forma de herradura y llena de investigadores me vino la inspiración y el mensaje comenzó a discurrir con fluidez durante cinco días, al menos eso creo. El especialista en Heidegger el Dr. Rubén Mendoza, gran contertulio, de enorme sencillez y que en tono de broma decía que en la visita a la Iglesia de Chalma y al magnífico y robusto árbol llamado Aguaguete había dejado colgado su tesis como petitorio de un milagro, me manifestó en su oficina del instituto que yo tenía un estilo clásico de disertación. Y obviamente aludía a que no hice uso de los medios tegnológicos al alcance. En verdad siento que estos medios no dejan pensar, es más, estorban el pensamiento.

En todo caso ha sido una experiencia enriquecedora, amenizada por una muy buena programación por parte de la maestra la Dra. Rosario Guerra, la profesora Hilda Vargas, su brazo derecho y responsable del Programa de la No-Violencia, y su equipo de investigadores, quienes supieron alternar el curso con música de cuerdas, banquete culinario precolombino de sabor mexica, una inolvidable e idónea obra de teatro ("El pálaro azul") y una excursión arqueológica al pueblo de Malinalco,cuya pequeña pirámide trunca data de 1501.

Por mi parte pude conocer con la profesora Hilda el Centro Ceremonial de Toluca, construído durante la presidencia de Portillo, y el recorrido por la ciudad, incluído Metepec, lo hice con mi anfitriona la gentil profesora Cristina. Al final del evento tuve la fortuna de hacer migas con el Dr. Jorge Loza, el Dr. Loreto Salvador Benítez, conocí también a la Mag. Coral Herrera, que me introdujo a la lectura de la magnífica narradora mexicana Esther Seligson, la Mag. Elena Escalona, la química Carolina Caicedo y la especialista en Hannah Arendt la Mag. Claudia Abigail, entre otras interesantes personas. Coronando toda esta ilustre prosapia de investigadores compartí el último almuerzo del evento con el destacado filósofo el Dr. Noé Héctor Esquivel, gran conocedor de Habermas y Gadamer,así como autor de importantes obras que recibí en obsequio.No me extiendo más sobre estos importantes detalles -como la sabrosa carne "arrechera"- porque el motivo del presente breve escrito es relatar las reflexiones sobre la filosofía mitocrática queme suscitó el evento.

En lo que sigue expondré en líneas generales lo más sustancial de lo comunicado,y lo haré en forma de cuestionario o entrevista.

-¿Qué es la filosofía mitocrática?
- La filosofía mitocrática es la forma de reflexión filosófica de los pueblos ancestrales o míticos, que daban cuenta de los orígenes del mundo, del hombre y de la existencia sin divorciarse del mundo religioso.
- ¿Entonces por qué no llamar simplemente "Mito" a esta forma de pensar en vez de "Filosofía"? 
- Porque el mito ancestral implica una forma de filosofar distinta a la griega.
- ¿Cuál es la diferencia?
- El filosofar griego desde Parménides y Aristóteles está presidido por el principio de identidad, mientras que el filosofar mitocrático lo está por el principio de contradicción o armonía de los contrarios.
- ¿Acaso quiere decir esto que los principios lógicos varían en el pensar filosófico? 
- Los principios lógicos son permanentes, no hay hombre prelógico, lo que varía es la estructuración diferenciada de los principios lógicos. Esto se deduce del último Lévy-Bruhl y de las investigaciones de Lévi-Strauss.
- Pero la palabra "filosofía" es de origen griego
- Efectivamente, como también lo es la "geometría", la "física", la "psicología", etc. etc. pero esto no significa quer estos asuntos eran desconocidos para los pueblos ancestrales. Sobre la filosofía hay que distinguir su "forma" y su "fondo". Su forma es de origen griego pero su fondo toca a una situación universal que concierne a la condición humana.
- Pero esto nos lleva a trascender la razón mientras que la filosofía es un asunto racional y divorciado de la religión.
- La filosofía griega es un asunto racional divorciado de lo religioso desde Jenófanes y no antes, con excepción de Demòcrito y Leucipo. Recordemos que para Tales de Mileto "todo está lleno de dioses", para Pitágoras las prácticas ascéticas y religiosas son de gran importancia, y para Heráclito la justicia divina es la armonía de los contrarios. Es decir, ya en la filosofía presocrática se advierte una forma de filosofar que no está divorciada de la religión y que refleja un filosofar ancestral.
- ¿Quiere decir esto que el filosofar ancestral es mítico y a la vez filosófico?
- Cierto, el filosofar mitocrático no está dominado por el imperio logocrático del concepto sino por el imperio mitocrático del símbolo y la metáfora. También se puede filosofar a través de metáforas y símbolos. Y esto es así porque el mito no sólo invita a pensar sino que hay mito filosofante y filosofías mitizantes.
- ¿Cuál es la diferencia?
- El mito filosofante responde a una estructura escatológica (une el alfa y el omega), universaliza la experiencia, investiga la relación entre lo arquetípico y lo histórico, e inicia la especulación ontológica sobre la ruptura entre lo original y lo histórico. Mientras que la filosofía mitizante (Platón,Schelling) parte de estructuras racionales para arribar al límite de lo indecible o lo que escapa al principio de identidad.
- Pero comprender esto supone una nueva comprensión del mito
- Y lo supone sobre las bases de los nuevos aportes de la antropología, la semiótica, el psicoanálisis lacaniano especialmente, porque por ejemplo éste último ayudó a comprender el sentido del sinsentido o que lo real rebasa el sentido de lo racionalmente descrito. Todo lo cual conduce a entender al mito más allá de su estrecha lectura ilustrada que lo remitía a lo ficticio sino que lo reubica bajo la luz de una hermenéutica remitizante que le devuelve su sentido auténtico.
- ¿Y cuál es ese sentido auténtico?
- Que en el mundo ancestral lo que nosotros llamamos mito no era mito sino conocimiento legítimo de la realidad, no era ciencia como la entendemos hoy, ni mera sabiduría, sino filosofía, es decir un conocimiento que tiene que ver con la verdad y su encuentro.
- ¿Por qué "encuentro" en vez de"búsqueda"?
- Porque las filosofías ancestrales son saberes de salvación y no saberes teóricos, aquí el protagonista no es la razón humana sino la razón divina que ilumina a la humana.
- ¿Entonces por qué llamarla "filosofía" cuando hasta su sentido es diferente?
- Porque es una forma fundante de dar cuenta del mundo y de la existencia de las cosas,y esto se dió a través de las cosmogonías y las teogonías.
- ¿Pero esto no es una interpretación demasiado estructuralista que vacía de su forma narrativa a los mitos?
- No, porque no invalida la narrativa mítica sino que interpreta su sentido más profundo. Este es uno de los objetivos de la hermenéutica remitizante.
- Volviendo a la Razón ¿esto acaso significa que el mito reemplazó a la razón en lo ancestral?
- No, al contrario, implica más bien que es necesaria una nueva teoría de la razón que no sólo de cuenta de las ciencias formales sino de las humanas. Esto es, que el logos humano comprende el logos de la ratio y el logos del mytho. Ambos son necesarios para que el hombre viva una vida equilibrada espiritualmente. De modo que el mito no reemplazó a la razón en lo ancestral, el hombre ancestral era racional porque en el mito hay la presencia de la razón, lo que pasa es que no se dio la hegemonía del principio de identidad sino del principio de contradicción, el de identidad permanecía subordinado.
- ¿Si la filosofía es propia de la condición humana entonces qué fue la filosofía antes de su forma mitocrática?
- Fue filosofía empiriocrática no empiriocriticismo, es decir fue un pensar guiado por la intuición, la sensación que trasciende el dato y va hacia la primera formulación de lo numinoso. Data de más de 50 mil años en primer entierro humano efectuado por los neandertales, esto es que la presencia de la idea de algo que sobrevive después de la muerte está presente mucho antes de lo que suponemos.
- ¿Quiere esto decir que podemos hablar de distintas metafísicas?
- La filosofía conceptual griega dio origen a la metafísica teórica, la filosofía mitocrática ancestral dio origen a la metafísica metafórica, y la filosofía empiriocrática se da estrechamente con la metafísica vital.
- ¿Si esto es así qué sería en última instancia la filosofía?
- Una condición fundamental de humanización por la cual el homínido se espiritualiza, es decir se vuelve humano. Sólo el hombre se problematiza el ser, su destino y la posibilidad de trascender. El hombre es una criatura filosófica por antonomasia, pero no siempre se filosofa del mismo modo.
- ¿Y si a través de los milenios no se filosofa del mismo modo entonces Grecia no es la medida de toda filosofía posible?
- No lo es, y sólo el pensamiento eurocéntrico puede creer que lo sea.
- ¿Pero porqué llamarla "mitocrática"?
- Porque simplemente remitirla a los mitos no explicaba bien la diferencia con el pensar griego, había que crear una categoría que la diferenciara y la idea me la sugirió la crítica de los pensadores post estructuralistas como Foucault, Deluze y Derrida, quienes con su crítica a la conceptolatría de la razón revelaron la dependencia logocrática de occidente al principio de identidad y que hacía falta iluminar la diferencia. Así surgió la idea de lo "mitocrático".
- ¿Finalmente tiene algún futuro la filosofía mitocrática o se limita de dar cuenta de lo ancestral?
- Pienso que lo mitocrático no puede morir,como tampoco puede hacerlo lo conceptual, no sólo porque está conformando la estructura lógica del hombre, sino porque los desafíos de nuestro tiempo exigen un pensar más holístico, una visión más poética, imaginativa y emotiva que haga posible vivir en un mundo con justicia y caridad al mismo tiempo. Y el hombre en última instancia no puede vivir sólo a base de conceptos sino que siente vivamente lo indecible de lo real, lo misterioso de la vida y la necesidad de ser humilde ante el enigma de la existencia.

Lima, Salamanca 27 de Junio 2012

viernes, 15 de junio de 2012

LA DIALÉCTICA EN LA ENCRUCIJADA

LA DIALÉCTICA EN LA ENCRUCIJADA

Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

                                                             

I. Las dialécticas
Si tomamos el criterio clasificatorio de Georges Gurvitch tenemos "dialécticas ascendentes positivas" (Platón), "dialécticas ascendentes negativas" (Pascal, Kierkegaard) y "dialécticas ascendentes y descendentes" a la vez (Hegel).

En Heráclito la dialéctica no es método sino Ley, Logos que contiene la interaccióbn y oposición permanente pero no la conciliación entre los opuestos, la síntesis. En Platón hay una dialéctica juvenil (método de ascenso del eidos por error) y otra de la vejez (método de deducción racional de formas). En Aristóteles ésta es una técnica lógica para el diálogo. En Plotino es un proceso de multiplicidad creciente a partir de lo Uno. En San Agustín es la existencia contradictoria del hombre. En Fichte es movimiento real de la historia y de la sociedad. En Hegel es el proceso de la autoconciencia de la realidad, nace y desemboca en el Espíritu. En Proudhon la dialéctica es inmanente, atiestatal y a la síntesis de la Revolución opone la conservación de los opuestos a través de la conciliación y cooperación.

II. La Dialéctica en Marx
La dialéctica en manos de Marx no sólo es un procedimiento de análisis sino un instrumento de interpretación supracientífica del acontecer social. La mixtificación que sufre consiste en contener un substrato ideológico que lo contamina e invalida como método científico. Al respecto, no hay duda que la ideología influye sobre la ciencia pero la ciencia avanza también por caminos propios y libres de influjos ideológicos.

Marx enlaza a la dialéctica la praxis revolucionaria, la lucha de clases y el triunfo final del comunismo. El comunismo se vuelve en el nuevo absoluto social, el criterio de verdad depende de la posición de clase, la lógica dialéctica desmerece el papel de la cooperación entre clases a favor de la contradicción, se reifica las fuerzas productivas y se sobrestima el determinismo económico. 

No obstante confrontada la dialéctica de Marx con la realidad sus predicciones no se cumplieron, a excepción del capitalismo monopolista. Es más, el neocapitalismo occidental sujetó bajo su control a las contradicciones antagónicas y demostró su gran capacidad de adaptación en diversos planos. Lo más patético es que en las propios organizaciones de masas imperó el reformismo y luego el gansterismo presupuestívero, y en los ex países comunistas el proletariado nunca se realizó en la revolución sino que fue oprimida por la burocracia del partido único. Y lo previsto por Aron se está cumpliendo, a saber, que la lucha de clases es diluída y manipulada en las sociedades postindustriales por el desarrollo tecnocrático y cibernético.

III. La dialéctica en Engels
Engels con su "dialéctica de la naturaleza" valida el determinismo por cuanto la praxis humana es neutralizada por el carácter inexorable de las leyes científico-sociales. El resquicio que todavía quedaba abierto en Marx es cerrado en Engels. Entonces predominan las fuerzas objetivas del proceso social, que ya no son productos de la actividad humana sino de un proceso puramente naturalista y materialista.

Ahora bien, la microfísica y la microbiología niegan este determinismo de la naturaleza, e instauran la perspectiva de que la posibilidad prevalece sobre la necesidad tanto en el campo natural como en el social. La interpretación escatológica engelsiana del tránsito del capitalismo al comunismo también colisiona con las relaciones de cooperación y con la seudoverdad de que las fuerzas productivas se autodirigen y autocrean. Lo que significa también que la génesis del capitalismo y la lucha de clases es sólo de carácter tendencial y no necesario.
IV. La dialéctica soviética
En la dialéctica soviética imperó la desconexión de la práctica con la teoría por el oportunismo pragmático de los grupos dominantes, donde se desmereció la iniciativa de las masas.

La enorme vaguedad epistemológica de los términos "cualidad, cantidad y negación", así mismo la distinción soviética entre la "negación constructiva y negación destructiva", el carácter "antagónico" que se anida en los estados socialistas, contribuyó a los atropellos políticos y al abuso ignominioso del poder. Al final, tanto el comunismo como el capitalismo postindustrial terminaron incorporando la protesta de las masas al orden institucional volviéndolas conciliadoras e inmediatistas.

Además, en las categorías de la dialéctica se confundió la esencia con "proceso y con cosa", se supuso un kosmos noetos, las formulaciones de "causa y efecto" adolecían de vaguedad, sobre la "necesidad y la contingencia" se terminó restringiéndose la libertad a lo social y el libre albedrío quedó olvidado, se confundió la significación de la categoría de la "realidad" con el de "necesidad", la categoría de "posibilidad" quedó avasallada por la de "necesidad" y demasiado dependiente de la "praxis de clase" y fue injusto su reproche a la metafísica clásica sobre la escisión entre forma y contenido. Sobre el conocimiento resultó sumamente cuestionable que la herramienta produzca el Espíritu, la sensación y el concepto no eran mero reflejo sino una compleja codificación neurocerebral-espiritual. En la lógica se terminó aceptando la lógica formal pero como un conocimiento de nivel inferior, mientras que se mantuvo la imprecisión de los "conceptos concretos" de la lógica dialéctica.

Durante el marxismo soviético, especialmente desde Stalin, en la sociedad socialista la praxis revolucionaria de las masas fue reemplazada por la evolución social dirigida por el Estado. Con ello le fue común con el socialismo utópico la negación de la ley de unidad y lucha de contrarios. En realidad, al arrebatar a las masas su capacidad de negación, de contradicción, anquilosó la dialéctica en antidialéctica y dogmatismo. Con la Perestroika se evidenció que en el socialismo existía la contradicción antagónica y su represión significó su calamidad.

V. La dialéctica en Mariátegui
J. C. Mariátegui fue concebido en los años 30 como un intelectual populista, en los 40 fue adoptado por el comunismo peruano como un comunista "convicto y confeso", desde fines de los 60 hasta los 80 se asentó su imagen de marxista heterodoxo (por asimilar el materialismo histórico y tomar distancia del materialismo dialéctico, así como por tomar en cuenta lo nacional, el aspecto ético del socialismo). Y actualmente se acepta su heterodoxia como piedra de toque de su pensamiento.

Esto ha llevado a pensar que Mariátegui acepta la dialéctica en la historia más no en la naturaleza, y, aun cuando este punto no está del todo agotado, está claro que no renuncia a la dialéctica, asume toda la escatología del materialismo histórico -incluso sus "horrores" (véase la Carta a Samuel Glusberg del 30 de abril de 1927)-, aunque no se detuvo en el análisis filosófico de sus categorías fundamentales. Lo singular en el Amauta es que la praxis individual no queda neutralizada por el carácter inexorable de las leyes científico sociales, de ahí su admiración por Nietzsche, Sorel, Romain Rolland, y otros. Pero no dio el paso crucial hacia una fundamentación científica de las leyes de la dialéctica. Además, su óptica historicista dependió del método dialéctico. Pero tuvo la suficiente lucidez de no pensar, como después lo haría Lukacs, de que "piensa equivocadamente" toda una clase social.

VI. La dialéctica de Lukacs
Lukacs en vez de proceder a una fundamentación científica apostó al carácter necesario de las leyes dialécticas de la historia.y supuso la validez de la lucha de clases para todas las etapas de la historia. También hizo depender la óptica historicista del uso del método dialéctico, simplificó excesivamente la interacción entre el ser social y la conciencia de clase. Y su noción de "conciencia de clase" fue deformada en el sentido de que toda una clase social "piensa equivocadamente".

VII. La dialéctica en Sartre
Para Sartre hay otro existencialismo que no se desarrolla contra el marxismo, aunque reconoce que el marxismo stalinista congeló la relación dialéctica entre "teoría y práctica". 

Sartre evoluciona del existencialismo antimarxista de posguerra al existencialismo marxista de los cincuenta. En éste la praxis individual se integra al materialismo histórico. Dice el "marxismo no está por revisar sino por hacerse" y proclama que el existencialismo es la única vía concreta y fundada de investigación marxista.

Sartre fue el primero en formular la fundamentación de la dialéctica marxista. Frente al marxismo dogmático que funda su metodología en las llamadas "condiciones objetivas" de la historia, Sartre lo funda en la "razón dialéctica" que hace inteligible al marxismo y a la historia. La dialéctica congelada soviética hace del hombre un producto de las determinaciones materiales, mientras que en Sartre el hombre no sólo es hechura de los condicionamientos objetivos, sino también de la praxis individual. 

El método progresivo-regresivo arranca de la praxis individual (abstracto) para alcanzar la historia como totalidad (universal-concreto) y retomar a lo individual enriquecido (particular-ampliado). La razón dialéctica a priori es el instrumento para inteligir lo real a partir de la praxis individual. 

La praxis individual es: 
1.la fuente generatriz de los conjuntos "prácticos" (entre ellos lo "práctico inerte"),
2. las dialécticas individuales generan antifisis o reinado del hombre sobre la naturaleza,  
3.la anti humanidad o reinado de la materialidad inorgánica sobre el hombre -con sus enajenaciones, antagonismos y violencias-, y 
4. la propia antifisis para edificar el reino de lo humano.

Para Sartre la praxis genera la antipraxis, la dialéctica ha generado la antidialéctica. Los conjuntos práctico-inertes (la serie, la masa) es la negación de la praxis individual y la matriz de los grupos revolucionarios. Sirviéndonos de las categorías sartreanas podemos decir que lo anético es el reinado de la antifisis y la antipraxis en el hombre, más aun de la presencia de una praxis degenerativa en sentido personal y moral.

La inteligibilidad perfecta de la Historia transita por tres momentos: praxis individual-praxis serial-praxis común, todo lo cual conduce a la praxis concreta e histórica. La praxis individual (razón dialéctica constituyente) al objetivarse en el mundo material se enajena; la praxis serial (lo práctico inerte) sólo puede ser negado como antipraxis cuando las praxis individuales se integran en una praxis común de grupo, así el hombre se libera de su sometimiento a lo material y recupera su libertad.

En suma, Sartre intentó fundamentar la dialéctica ubicándola en el terreno histórico y evitando proyectarla sobre la Naturaleza, así como haber destacado, superando a Marx, las mediaciones dadas entre el mundo humano y sus producciones en un movimiento dialéctico que oscila entre la libertad, la subjetividad, la serie, lo práctico inerte, los conjuntos y los grupos.

No obstante, es problemático en Sartre su intento de fundar la praxis individual en la dialéctica de Marx; su dialéctica peculiar condena a la sociedad a una alternancia indefinida entre libertad y alienación, praxis y antipraxis; opone injustificadamente la razón dialéctica a la razón analítica; otorga a la dialéctica una dudosa omnipotencia sobre el mundo de lo humano; su concepto de enajenación se mueve en un círculo vicioso, pues resulta insuperable la contradicción "hombre-materia"; su concepción de clases y clases sociales privilegia problemáticamente la praxis individual; y, por último, no ofrece una imagen concreta de la historia sino un  esquema abstracto.

VIII. La dialéctica en Althusser
Para Althusser toda contradicción se presenta en la práctica y en la experiencia histórica como una "contradicción sobredeterminada". En este sentido, sus aportes epistemológicos (criterio de verdad, relación teoría-práctica, etc.) y dialécticos (la sobredeterminación) son muy importantes.

No obstante, se le han dirigido la siguientes objeciones: 1. es la historia real y no la ideología teórica la que fija la necesidad de transformación teórica, por ello su aporte epistemológico es "teoricista" (Adolfo Sánchez Vásquez); 2. borra la distinción entre teoría y práctica al establecer la "práctica teórica"; 3. su criterio de verdad deriva hacia un corpus místico y sacralización de la teoría, al separar la verdad de una teoría científica de la práctica histórico social; 4. mantiene una concepción negativa de la ideología sin observar su lado positivo; y 5. conserva el dogma historicista hacia un destino preconcebido, confundiendo la realidad histórica con un fin determinado (la sociedad comunista sin clases).

IX. Las tareas de la dialéctica
1. A la luz de los avances en la microfísica y microbiología resulta justificado restringir la dialéctica al campo de la historia.
2. El status científico de la dialéctica debe corresponder a la episteme de las ciencias sociales (es decir a su carácter tendencial).
3. Siendo de carácter tendencial e histórico no es el único método válido y debe ser complementado por otros métodos (tipológico, fenomenológico, estructural, funcional, etc.).
4. Debe evitarse su contaminación del dogmatismo ideológico (historicismo no dependa de la escatología del materialismo histórico -G. Gurvitch, Francisco Nicoli-).
5. La lucha de clases y la revolución no se asientan exclusivamente en el método dialéctico.
6. La dialéctica no es omnipotente en el mundo de lo humano (la razón dialéctica no es sino una de muchas en el ámbito antropológico).
7. No oponerse tajantemente a la razón analítica (verdades a priori, independientemente de la experiencia).

En suma, la dialéctica debe basarse tanto en los criterios de objetividad y coherencia interna como en los enunciados que no se adecúan a la verdad observacional y empírica, complementarse con otras metodologías, y evitar fundarse en ideologías. Sin perjuicio de su status gnoseológico y científico, la dialéctica debe ser admitida como un caso especial del conocimiento filosófico.

Lima, Salamanca 15 de junio del 2012




miércoles, 13 de junio de 2012

MARIÁTEGUI: NUEVAS IDEAS


MARIÁTEGUI MAESTRO: NUEVOS ENFOQUES
Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía
Conferencia pronunciada en la Universidad Enrique Guzmán y Valle-La Cantuta/Chosica durante la Mesa Redonda- tema: “Mariátegui Maestro”- 14.06.2012

                                                       
I
Su análisis educativo
Mariátegui es un pensador que pertenece a la era del capitalismo industrial y del alborear del socialismo en el mundo, en cambio nosotros pertenecemos a la era del capitalismo cibernético y del ex-comunismo. Y sin embargo resulta sorprendente cómo mucho de su análisis sobre la educación mantienen vigencia. Por qué esto es así, cuando incluso está en crisis lo que se entiende por “mariateguismo”. La respuesta más inmediata es porque todavía vivimos en una sociedad que pone el primer lugar el “tener” sobre el “ser”.

Si quisiéramos hacer un esfuerzo de síntesis de sus planteamientos sobre la educación diríamos que 5 son sus tesis fundamentales.
  1. La educación es eminentemente un problema económico social
  2. Debe tener como soporte nuestra realidad
  3. Valorar la ciencia y los métodos de enseñanza
  4. Aprender no sólo es un proceso cognoscitivo sino también práctico
  5. Y son 4 los aspectos educativos más importantes: a. principios generales de la reforma educativa, b. el problema del libro, c. el problema de la universidad, d. la educación artística y la formación de la mujer.

Cuando el Amauta sostiene que la educación es un problema eminentemente económico social se está refiriendo que existe una relación solidaria entre la economía y la educación, y que en nuestra América la educación sólo puede ser entendida como problema económico social. Economía y Educación son realidades solidarias. En otros términos, sin democracia política y económica no hay democracia educativa, por tanto abordar sus problemas de modo aislado es artificioso y precario. Las crisis educativas coinciden con las crisis políticas, es reflejo fiel de la crisis estructural del país. Y añade que sólo aboliendo la servidumbre –nosotros aquí decimos la explotación del hombre sobre el hombre- y no con la simple escuela se redime al indio –aquí apostillamos: se redime al hombre-.

Sobre la escuela laica dice que no es ningún renacimiento del liberalismo sino el producto histórico del capitalismo que se reconcilió con la religión. Por tanto es una fórmula de liberaloides y radicaloides. Los casos de Italia, Francia y Alemania demuestran que la libertad de enseñanza es una ficción. Pues el estado siempre conforma la educación pública acorde a las necesidades de las clases dominantes. En consecuencia, no hay escuela apolítica ni neutral, hay escuela proletaria y escuela burguesa. Por ello, la crisis de la escuela coincide con la crisis de la política. Por ello, al analizar la crisis de la reforma educativa en Chile, bajo la persecución política del general Ibáñez, sostiene que una revolución educativa no es una cuestión meramente técnica sino que requiere de la acción revolucionaria en el plano social y político.

Desarrollando su idea afirma que el socialismo adopta plenamente la idea de la escuela única, pues la igualdad económica es la base de la igualdad cultural. Mientras en el capitalismo la enseñanza es una enseñanza de clase, en el socialismo se convierte en una enseñanza universal. La suerte de la reforma educativa no es independiente de la fortuna de la revolución política. Los más sensibles a las nuevas corrientes de la enseñanza son los normalistas, próximos al pueblo y educados por la burguesía en la abnegación y sacrificio económico y material. Las nuevas ideas sobre la educación han brotado del campo fecundo de la experimentación y creación de la escuela primaria. Así no extraña que las escuelas normales sean el hogar de la nueva ideología pedagógica. Más lo que le falta al maestro primario es orientación ideológica. El problema de los preceptores no está en multiplicar las escuelas sino en dignificar esta profesión, reemplazando la escuela de clase por la escuela única.

Sobre la Universidad afirma que su crisis es crisis de maestros y crisis de ideas. Hay catedráticos estimables, lo que no hay son maestros apostólicos, proféticos, líderes, que se afilien a una ideología renovadora y combativa. Nuestros catedráticos son hombres tubulares, como dice Maúrtua, y no hombres panorámicos. Pero mientras las cumbres están peladas y yermas, la llanura está poblada de brotes nuevos. En 1928 la Universidad peruana estaba urgida de reformas, todo era viejo, impermeable y desvencijado, profesores y métodos por igual en decadencia. El maestro mediocre exige disciplina en el claustro, pero el verdadero maestro no se ocupa de este tópico porque su vida misma es ejemplo. La crisis no es de disciplina sino de maestros. Las mayores figuras de la cultura peruana han sido extrauniversitarias.

Ocupándose del problema del libro dice que la Biblioteca nacional desde 1885 a 1925 no ha vivido ningún progreso. Su bibliografía es insuficiencia y paupérrima, atrasada y anémica, no es un órgano vivo para el investigador y para el estudioso. Y no lo es porque es la cenicienta del presupuesto nacional. Aun cuando el deporte y el baile (hoy la televisión y el internet) restan público al libro, no obstante éste seguirá siendo índice de civilización. En uno de sus aspectos el problema cultural del país es el problema editorial. El público lee poco por falta de hábito de la lectura y por su elevado costo. Razón demás para proteger e impulsar la difusión del libro. El índice libro no sólo refleja la riqueza económica sino también la madurez cultural de un pueblo.

Sobre la educación artística, tan venida a menos en las escuelas publicas de hoy, afirma que el gusto musical es resultado de un largo proceso de educación. Si al gran público no le gusta la música sinfónica es porque aun no se hace esfuerzo alguno por educarla artísticamente. Es urgente establecer la enseñanza artística en las escuelas. Si en el Perú la cultura es sacrificio y penuria es porque su clase dirigente sólo asimila de Occidente su progreso material y técnico más no su arte y humanismo.

Sobre el feminismo escribe que en literatura se escucha ya una poesía característicamente femenina. Ante el advenimiento del socialismo declina la mujer de lujo y surge la mujer de trabajo. Hay feminismo orgánico y otro diletante, en ambos se da la tendencia proletaria, pequeño burguesa y burguesa. Es importante que el Estado moderno preste atención al problema sexual para tener una población sana, adecuada e instruida sobre el tema –en cambio hoy ya no existe el curso de Educación familiar, antes llamada educación para el matrimonio-.

Y concluye reflexionando sobre la vagancia, cuya raíz, dice, está en la economía y la educación, de ahí que se la pueda extirpar no reprimiéndola sino previniéndola.

II
Su valor en el presente
Las consideraciones sobre la educación del Amauta mantienen su valor ante las megatendencias de la sociedad mundial y exigen de ella un cambio radical. Entre las megatendencias tenemos:
a)    La globalización económica, social y cultural de los valores del mercado que consolida la mentalidad consumista, competitiva, privatista, e individualista del ser humano.
b)    El predominio del saber técnico y práctico sobre el saber humanístico. Lo que completa la pobreza espiritual del hombre actual.
c)    La crisis de valores. Unida a la importancia suprema del dinero, agente destructor de todo valor.
d)    La ruina acelerada del medio ambiente.

Esta es nuestra realidad y debemos preguntarnos si el socialismo mariateguista es el camino para solucionarlos. No hay consenso sobre lo que significa el “mariateguismo”, más aun se exige su reconstrucción, cuando no otros su olvido.

De ahí la urgencia de precisar si el marxismo de Mariátegui (con sus tres elementos esenciales: el materialismo histórico más no el materialismo dialéctico, la determinación de la infraestructura y la lucha de clases, a lo cual añade la soreliana superioridad moral del proletariado y la idea del mito revolucionario) sirve para afrontar los desafíos de la educación actual. O por el contrario si su marxismo debe ser reconstruido ampliamente (rechazar el partidismo gnoseológico, el determinismo económico, la idea de lucha de clases y el mito revolucionario dirigido a la emoción) y preservarse lo valioso (el contenido ético del marxismo y no echar mano de la dialéctica) antes de emprender las tareas de la nueva educación.

III
El enfoque político-social
Como vemos el mariateguismo vive actualmente su propia encrucijada y, sin embargo, en su naturaleza proteica es aun capaz de darnos respuestas meridianamente claras sobre el problema educativo. Así ante la revolución de los paradigmas pedagógicos del presente (aprender a pensar de Vygotski), acción comunicativa o diálogo crítico de Habermas, constructivismo o construcción mental de los conocimientos de Piaget, conceptualismo o la formación de analistas simbólicos de De Zubiría, unidad entre trabajo-educación del modelo cubano, educación liberadora de la enajenación  de Freire y MacLaren, Pensamiento complejo de Edgar Morín, Hominización o búsqueda de la realización personal hasta la creatividad  de Peñaloza, Aprender a investigar de Pedro Demo, Pensar-investigar como bucle curricular de Moya Obeso, Memorístico tradicional y Aprender a sentir de Flores Quelopana) resalta su aguda y profunda observación de que la revolución educativa no es una cuestión meramente técnica y de métodos sino que requiere de la acción político-social.

No basta enseñar a pensar ni es suficiente enseñar a sentir si simultáneamente no se transforman las estructuras socioeconómicas de la sociedad. Sobre estas consideraciones el maestro Emilio Barrantes forjó su categoría de la “edupolítica”, subrayando la estrecha ligazón entre lo educativo y los cambios sociales que la sostengan. Y de este enfoque panorámico adolece el pedagogo actual. Su pedagogía es meramente técnica y tubular, haciéndolo incapaz de revertir la vida competitiva, el individualismo del mercado deshumanizante.

De su original planteamiento sobreviven 6 elementos:
1. la síntesis de lo autóctono y lo occidental, 
2. el afán por rebasar el capitalismo alienante, 
3. la importancia del mito como esperanza, 
4. el valor moral del socialismo, 
5. su postura creativa antidogmática, 
6. el arraigo cultural,
7. el hombre como criatura metafísica 

Y todos ellos por su cariz humanístico son de importancia primordial para el proceso educativo. Su propuesta hacia un socialismo sin calco ni copia es la guía para superar el naufragio del comunismo y la bancarrota del capitalismo, para encontrar un modelo alternativo a la economía capitalista y a la economía planificada, así como para responder a los desafíos que plantean los nuevos factores: 1. La recuperación del mito, 2. La crisis de la Razón universalista, 3. el desequilibrio entre población y ecología, 4. la revolución tecnológica, 5. el crisis del Estado nación, y 6. el falso liberalismo del poder global. Mariátegui, gracias a su espíritu antidogmático y amplitud de espíritu, está vigente en esta hora de búsqueda de alternativas económicas, sociales, culturales y educativas.


Lima, Salamanca 13 de junio del 2012

martes, 12 de junio de 2012

MARIÁTEGUI y LO MITOCRÁTICO


MARIÁTEGUI Y LO MITOCRÁTICO
Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

                              

Mientras que en el Perú no se logre al mismo tiempo la justicia social y la libertad el legado de Mariátegui seguirá vigente. No obstante, mientras no se rescate el mito y lo andino ningún cambio profundo será posible en el Perú. 

Aun cuando no hay consenso sobre lo que se quiere significar con la palabra "mariateguismo"  (una elección dogmática y violentista, el camino por un socialismo pequeño burgués utopista, la vía romántica de un marxismo heterodoxo y social–demócrata, una racionalidad alternativa con su socialismo indoamericano, un paradigma ético, resulta inútil y hay que arrojarlo justificadamente al basurero de la historia) en estos tiempos de avance incontenible de la globalización del hiperimperialismo, de la nihilista cultura posmoderna y de la pérdida de valores humanos, sobrevive de su esforzado pensamiento 6 elementos:

1. la síntesis de lo autóctono y lo occidental, 
2. el afán por rebasar el capitalismo alienante, 
3. la importancia del mito como esperanza, 
4. el valor moral del socialismo, 
5. su postura creativa antidogmática, 
6. y el arraigo cultural. 

Y a la luz de la Revolución velasquista del 68, del hundimiento del socialismo real en el 90 y de la quinta revolución tecnológica resulta siendo obsoleto o sumamente cuestionable:

7. su indigenismo,
8. el determinismo económico, 
9. el partidismo gnoseológico,
10. la idea de la lucha de clases
11. el recurso al materialismo dialéctico (que él mismo evitó)


Además, los elementos más vivos del Amauta están presentes en otras dos importantes aportes del pensamiento peruano, a saber, la teología de la liberación de Gustavo Gutierrez y la teoría de la colonialidad del poder y del saber de Aníbal Quijano. Por tanto, no es posible afirmar que en el marxismo de J.C.M. preponderan los elementos muertos sobre los vivos sino que es al contrario. 

El balance es que el marxismo de Mariátegui no está muerto, aun cuando debe ser reconstruido ampliamente (no mantener lo andino como lo central en la reconstrucción cultural, rechazar el partidismo gnoseológico, el determinismo económico, la idea de lucha de clases; y preservando lo valioso (la síntesis de lo autóctono y lo occidental, el contenido ético del marxismo, la importancia del mito y no echar mano de la dialéctica). No hay duda de que hoy atraviesa su peor momento la interpretación ortodoxa, mantiene su presencia la interpretación heterodoxa, pero incluso ésta ya no mantiene su mismo vigor que antes.

Ahora se comprende mejor, que de poco sirve repetir los mitos sobre su figura, porque el propio Mariátegui no estuvo libre de unilateralidades, de esquematismos y de deficiente información. Es a todas luces una interpretación de cliché verlo como un marxista convicto y confeso. 

En primer lugar, es insuficiente repetir mecánicamente la fórmula que “peruanizar el Perú” sea la síntesis entre lo andino y lo occidental, sin analizar previamente en qué consiste dicha síntesis y qué elementos de lo occidental hemos de conservar sin caer presos de la racionalidad eurocéntrica.

En segundo lugar, recordemos que si en su momento Mariátegui descubre el instinto comunista en el indio comunero, Hernando de Soto descubre, en otro momento histórico, el instinto de comerciante del indio migrante urbanizado y constituido como informal, el cual se incorpora creativamente a la economía de mercado, demostrando que en vez de apoyarse en la eficacia redistributiva del Estado toma en sus propias manos la eficacia productiva como microempresario. No obstante, la transformación material y espiritual operada en el elemento andino a favor de la libre competitividad del mercado, en vez de hacernos ver al mismo como la reserva de una nueva racionalidad más bien refuerza preocupantemente la racionalidad instrumental y la lógica de medios del antropocentrismo moderno y occidental.

En consecuencia, no vemos en el indoamericanismo una alternativa a la crisis civilizatoria de Occidente, que de paso estamos inmersos. Este indocentrismo solamente ve el instinto comunista del indio comunero de ayer sin prestar atención al indio comunero de hoy y al indio migrante y citadino ganados por la lógica del poder y del dinero. Justamente por ello, por el cambio mental operado en el elemento indígena y por el fracaso del marxismo, es muy difícil hablar de “volver a Mariátegui”; y menos aún de su vigencia.

En realidad, la modificación de los patrones de consumo y la búsqueda de una nueva racionalidad desborda la problemática y la figura del Amauta. Ciertamente que la importancia que le otorgó Mariátegui al factor cultural puede servir estupendamente para contrarrestar el predominio de la lógica de acumulación y de los instrumentos, y puede contribuir para que no seamos gobernados por la dimensión tecnológica. Pero ya esto pertenece a una temática que le toca superficialmente y que más bien nos pertenece a nosotros como un desafío para la Humanidad del siglo XXI.

En tercer lugar, Mariátegui destacó que el camino para nuestros pueblos no es el rechazo a Occidente sino la asimilación de su ciencia y su pensamiento conjugado con la tradición andina. Convencido que el marxismo debía nutrirse de la raza como elemento decisivo, discrepando en este punto con Busto e Ingenieros, quienes pensaban que lo indígena era un lastre para el socialismo, se decidió a matrimoniar el socialismo con el indigenismo porque en la defensa de la comunidad indígena y en la dimensión utópica del comunismo agrario encontraba los puntos nodales de una nueva interpretación de la realidad peruana.

En cuarto lugar, al margen que su tesis sobre el indio y la tierra fue rechazado por el bolchevismo dogmático y totalitario de la III Internacional, lo que interesa aquí es cómo Mariátegui contrapone la idea de peruanidad con la idea del indio. Para él la peruanidad le parece una ficción, en cambio el indio es una realidad verdadera cuyo problema radical es la tierra, la pachamama, la cual contiene toda una cosmovisión ancestral de respeto y armonía cósmica. La verdadera patria de los indios es la pachamama que no sólo es tierra sino también mito y fe. Pero a la fe ficticia e intelectual opone Mariátegui “la fe heroica y religiosa de los que acometen peligrosamente por la victoria de un nuevo orden”.

Justamente sus tesis sobre el indio y la tierra han perdido vigencia por cuatro razones: 
1. porque en un país pluriétnico es discriminatorio y antidemocrático convertir al indio en la base biológica de la nación, 
2. porque las reformas agrarias impulsadas desde la Alianza para el Progreso de los años 60 y el gobierno militar velasquista de los 70 resolvieron en gran parte el problema de la tierra pero no la pobreza que hoy no es exclusiva del indio, 
3. la andinización de la política peruana no ha significado necesariamente el descubrimiento del sentido de patria ni de la identidad nacional, temática que al parecer la desborda, y 
4. porque la cosmovisión ancestral está siendo relegada y devorada por la racionalidad instrumental y la lógica de medios de la modernidad occidental, a pesar de que el pueblo peruano no ha perdido el sentido religioso de su existencia.

En cambio resulta muy fecunda su énfasis en el mito y en la fe, en medio del desgaste del discurso de la Razón universalista y el imperio logocrático del concepto. Occidente ha derivado hacia esta espantosa crisis de la cultura nihilista sobre la base del imperio de la racionalidad conceptual y aquí no se trata de denostar ésta en favor de otra sino de equilibrar su relación con la racionalidad mítica. Este es su aspecto más fecundo para lograr una nueva civilización.

De este modo, ir más allá de Mariátegui no sólo significa cuestionar el indoamericanismo, pues si lo étnico es más básico que lo clasista lo nacional es más amplio que lo étnico, sino que su verdadero legado está en un socialismo basado en una relación nueva entre el concepto y el mito. Los desafíos del capitalismo global exigen no sólo nuevos enfoques y soluciones, menos ideológico mas pragmático y realista, sino una nueva reivindicación del mito ante lo conceptual.

Finalmente, tanto la vigencia como el adiós a Mariátegui se resuelve en la medida en que seamos capaces de sin regresar a su letra, podamos rescatar su espíritu: nacional, libertario y justiciero dentro de un socialismo renovado, abierto y creativo frente a los desafíos anéticos, relativistas y nihilistas de la posmodernidad.

La frase mariateguista “peruanizar el Perú” debe ser llenado de nuevo contenido universalista, capaz de responder al fracaso de la globalización ultraliberal y al modelo civilizatorio de la modernidad occidental que redujo la Naturaleza a objeto, desencantó al mundo e instauró la cultura del consumismo, la increencia, el pragmatismo y el nihilismo. Y esto se consigue a través del mito y de una hermenéutiza mitizante. 

Si la primera etapa de desarrollo de la izquierda nacional estuvo signado por el cientismo y el racionalismo y el proceso revolucionario del 68 sacó adelante su segunda etapa mediante el descolonialismo, hoy a la tercera etapa le toca imaginar la respuesta MITOCRÁTICA para cuatro nuevos factores: 1. crisis de la razón universalista, 2. el desequilibrio entre población y ecología, 3. la revolución tecnológica, 4. el crisis del Estado nación, y 5. el falso liberalismo del poder global. Sin adentrarse en lo andino y en el mito no habrá posibilidad de cambio real en el Perú.

Lima, Salamanca  13 de Junio 2012