miércoles, 10 de septiembre de 2025

Feminismo contemporáneo: entre la disolución de lo femenino y la crisis de sentido

 


Feminismo contemporáneo: entre la disolución de lo femenino y la crisis de sentido

Introducción

El feminismo contemporáneo, lejos de ser una simple evolución del pensamiento emancipador de las mujeres, se ha convertido en una amalgama ideológica que, en muchos de sus sectores, ha perdido el norte ético, espiritual y antropológico. En su afán por deconstruir todo lo establecido, ha abrazado postulados relativistas, nihilistas, ateos y culturalistas que no solo distorsionan la verdad revelada, sino que también socavan los fundamentos de la dignidad humana. Este ensayo busca deslindar esta corriente del feminismo del cuidado, que sí reconoce los valores propios de la mujer, y demostrar cómo el feminismo dominante actual se ha convertido en un agente de disolución cultural.

I. De la emancipación a la fragmentación

El feminismo surgió como una respuesta legítima a siglos de desigualdad estructural. Desde el derecho al voto hasta la lucha por la autonomía corporal, sus primeras olas buscaron justicia. Sin embargo, el feminismo contemporáneo ha mutado hacia una forma de pensamiento que ya no busca la equidad, sino la disolución de las diferencias ontológicas entre los sexos, negando que lo masculino y lo femenino tengan vocaciones distintas pero complementarias.

Este feminismo ya no se basa en la dignidad compartida entre hombre y mujer, sino en una sospecha constante hacia lo masculino, que ha derivado en discursos de confrontación, exclusión y, en algunos casos, odio visceral. La crítica legítima al patriarcado ha sido reemplazada por una hostilidad hacia la figura del varón, visto como opresor por naturaleza.

II. Relativismo y nihilismo como fundamentos

El feminismo contemporáneo se sostiene sobre una ética relativista, donde no existen verdades morales absolutas ni principios objetivos. Todo se reduce a la experiencia subjetiva, a la vivencia individual y a la autopercepción. Esta visión ha desembocado en una fragmentación moral, donde cada grupo define su propia ética, sin referencia al bien común ni a la ley natural.

El nihilismo, por su parte, se manifiesta en la negación de todo sentido trascendente. La maternidad, el amor, el cuerpo, la sexualidad… todo es deconstruido, vaciado de significado y convertido en objeto de consumo o de lucha política. El feminismo ya no propone una visión elevada de la mujer, sino una disolución de lo femenino en nombre de la autonomía radical.

III. Culturalismo y ateísmo militante

El feminismo actual ha abrazado el culturalismo posmoderno, que niega cualquier esencia humana y reduce todo a construcciones sociales. Así, ser mujer ya no implica una vocación natural, sino una identidad fluida, negociable y muchas veces desligada del cuerpo. Esta visión ha llevado a la promoción de agendas como la ideología de género y la normalización de prácticas que, desde una perspectiva tradicional, se consideran contrarias al orden natural.

Además, el feminismo contemporáneo ha adoptado una incredulidad religiosa militante, que no solo cuestiona la fe cristiana, sino que la acusa de ser origen de la opresión. Se ha tergiversado el mensaje de Cristo, reinterpretando las Escrituras desde una óptica ideológica, y negando la complementariedad entre hombre y mujer como diseño divino. En lugar de redescubrir el evangelio como fuente de liberación auténtica, se lo ha convertido en blanco de desprecio y distorsión.

IV. La promoción de la agenda LGBTIQ+

Una de las expresiones más visibles del feminismo contemporáneo es su alianza con la agenda LGBTIQ+. Esta alianza no se limita a la defensa de derechos civiles, sino que promueve activamente la normalización de conductas que, desde la ley natural y la antropología cristiana, se consideran desordenadas. La homosexualidad, la identidad transgénero y otras expresiones son presentadas no solo como legítimas, sino como superiores al modelo heterosexual tradicional.

Esta promoción no reconoce que la dignidad humana no implica la validación de todas las conductas, sino el llamado a vivir conforme a la verdad del ser. La ética actual, influida por el feminismo radical, ha perdido esta distinción, y ha convertido la libertad en un absoluto desligado de la verdad.

V. El feminismo del cuidado: una alternativa digna

Frente a esta deriva ideológica, el feminismo del cuidado representa una alternativa que merece ser rescatada. Este feminismo reconoce:

  • La diferencia sexual como riqueza, no como opresión.

  • La vocación femenina al cuidado, la empatía y la entrega, como virtudes propias y valiosas.

  • La posibilidad de amar sin perder la identidad, y de vivir relaciones equitativas sin negar la complementariedad.

Este feminismo no busca destruir lo masculino, sino reconciliarlo con lo femenino en una visión armónica del ser humano. Tampoco niega la fe, sino que muchas veces se nutre de ella para proponer una ética del amor, del servicio y de la justicia.

VI. Deslinde necesario: feministas con vocación ética vs. feminismo relativista y nihilista

No todo el feminismo contemporáneo está atrapado en la lógica del relativismo y la disolución. Existen pensadoras, activistas y teólogas que, aunque se identifican como feministas, no han renunciado a una visión ética sólida ni a la dignidad ontológica de lo femenino. Este deslinde es crucial para evitar reduccionismos y para reconocer que el debate interno dentro del feminismo es tan profundo como el externo.

Feministas con vocación ética

Estas autoras han defendido la dignidad de la mujer sin negar su diferencia ontológica ni su vocación natural al cuidado, la empatía y la entrega. Algunas incluso han buscado reconciliar el feminismo con la fe cristiana, la ley natural o una crítica racional al orden político moderno:

  • Carol Gilligan: psicóloga y filósofa estadounidense, pionera del feminismo del cuidado. En In a Different Voice (1982), propuso una ética relacional basada en la empatía, la responsabilidad y el vínculo humano, en contraste con la ética abstracta de la justicia. Gilligan no niega la diferencia sexual, sino que la reivindica como fuente de una moral femenina propia, profundamente humana y no relativista.

  • Carole Pateman: teórica política británica que, en The Sexual Contract (1988), desmonta las bases del liberalismo moderno al mostrar cómo el contrato social excluye a las mujeres mediante un contrato sexual implícito. Aunque su crítica es radical, Pateman no cae en el relativismo ni en la disolución del sujeto femenino; su enfoque conserva una estructura ética y racional que busca justicia sin negar la naturaleza humana.

  • Elisabeth Schüssler Fiorenza: teóloga feminista que propone una lectura crítica de la Biblia desde la justicia, sin negar su valor espiritual.

  • Marcela Lagarde: promotora del concepto de “feminismo del cuidado”, que reconoce la dimensión relacional y afectiva de la mujer.

  • María Zambrano: filósofa española que defendió una visión espiritual y poética de lo femenino, lejos del materialismo ideológico.

  • Sojourner Truth: activista cristiana afroamericana, cuya lucha por los derechos de la mujer estuvo guiada por una profunda fe en Dios.

  • Matilde Hidalgo de Procel: pionera del feminismo latinoamericano, médica y política ecuatoriana, que integró su vocación profesional con valores éticos y espirituales.

Feminismo relativista, nihilista y culturalista

Por contraste, otras figuras han promovido una visión del feminismo que niega toda esencia femenina, abraza el relativismo moral y se alinea con ideologías que contradicen la ley natural y la verdad revelada:

  • Judith Butler: principal exponente de la teoría queer, que sostiene que el género es una construcción fluida y que la identidad sexual no tiene base biológica ni natural.

  • Simone de Beauvoir: aunque influyente, su obra El segundo sexo plantea que “no se nace mujer, se llega a serlo”, lo que ha sido interpretado como una negación de la naturaleza femenina.

  • Angela Davis: activista marxista que ha vinculado el feminismo con la lucha revolucionaria, promoviendo una visión materialista y antirreligiosa del género.

  • Graciela Hierro Pérez-Castro: filósofa mexicana que defendió el placer como eje de la ética feminista, en una línea que relativiza el orden moral tradicional.

  • Celia Amorós: crítica del pensamiento cristiano y defensora de una ética secular, culturalista y deconstructiva del género.

Estas autoras han procedido a una ruptura con la tradición, la fe y la antropología clásica, promoviendo una visión del ser humano desligada de su naturaleza y de su vocación trascendente.

Conclusión

El feminismo contemporáneo, en muchas de sus expresiones, ha dejado de ser una propuesta de justicia para convertirse en una ideología de confrontación, fragmentación y disolución. Su base relativista, nihilista, atea y culturalista lo ha alejado de la verdad revelada, de la ley natural y de la vocación femenina. En lugar de promover la dignidad de la mujer, ha contribuido a la confusión de identidades, a la ruptura de vínculos esenciales como la maternidad y la familia, y a la exaltación de estilos de vida que contradicen el orden moral objetivo.

Frente a esta deriva, el feminismo del cuidado y otras corrientes éticas ofrecen una alternativa digna, donde la mujer es reconocida en su diferencia, en su vocación relacional, y en su capacidad de amar, servir y construir. Este feminismo no niega la fe, ni la naturaleza, ni la complementariedad entre los sexos; al contrario, las reivindica como fuentes de sentido y plenitud.

El deslinde entre feministas éticas y feministas relativistas es urgente. No se trata de rechazar todo el feminismo, sino de rescatar lo valioso sin aceptar lo destructivo. La mujer no necesita ser desarraigada de su esencia para ser libre; necesita ser reconocida en su verdad para ser plenamente humana. Solo así podrá el feminismo volver a ser una fuerza de renovación cultural, espiritual y moral, en lugar de un agente de decadencia.

Bibliografía

Feminismo ético y del cuidado

  • Gilligan, Carol. In a Different Voice: Psychological Theory and Women's Development. Harvard University Press, 1982.

  • Pateman, Carole. The Sexual Contract. Stanford University Press, 1988.

  • León-Correa, Francisco Javier. “Ética del cuidado feminista y bioética personalista.” Persona y Bioética, vol. 12, no. 1, 2008.

  • Castro-Bernardini, Ximena. “El ecofeminismo: la inclusión de la ética del cuidado a la reflexión sobre la crisis ambiental.” Revista Kawsaypacha, no. 13, 2024.

  • Ortiz Millán, Gustavo. “Ética feminista, ética femenina y aborto.” Debate Feminista, vol. 49, abril 2014.

  • Schüssler Fiorenza, Elisabeth. In Memory of Her: A Feminist Theological Reconstruction of Christian Origins. Crossroad, 1983.

  • Zambrano, María. Filosofía y poesía. Fondo de Cultura Económica, 1989.

  • Lagarde, Marcela. Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. UNAM, 1990.

  • Flores Quelopana, Gustavo. Contra el Género. Lima: IIPCIAL, 2024.

Feminismo relativista, nihilista y culturalista

  • Butler, Judith. Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity. Routledge, 1990.

  • Beauvoir, Simone de. Le Deuxième Sexe. Gallimard, 1949.

  • Davis, Angela. Women, Race & Class. Vintage Books, 1981.

  • Hierro Pérez-Castro, Graciela. Ética del placer. UNAM, 1993.

  • Amorós, Celia. Hacia una crítica de la razón patriarcal. Anthropos, 1985.

Filosofía, teología y crítica del relativismo

  • Aquino, Tomás de. Suma Teológica. Ediciones BAC.

  • Ceballos, Gerardo Castillo. La dictadura del relativismo. Ediciones Palabra, 2006.

  • Brenes, Rafael. El ocaso de la ética moderna. Rialp, 2012.

La mujer como musa de la razón: una corrección a la distorsión feminista de Geneviève Fraisse

 


La mujer como musa de la razón: una corrección a la distorsión feminista de Geneviève Fraisse

En el marco del pensamiento contemporáneo sobre el papel de la mujer en la historia intelectual y afectiva de grandes figuras masculinas, se han publicado obras que, lejos de reivindicar a la mujer como sujeto racional autónomo, la exaltan como fuente de inspiración, cuidado y conservación. Este ensayo parte de una crítica directa al feminismo filosófico de Geneviève Fraisse, particularmente a su obra La musa de la razón, y propone que libros como Las mujeres de Vallejo de Miguel Pachas Almeyda, Las mujeres de Goethe de Pablo de Saint-Victor y Las mujeres de Haya de María Luz Díaz Paredes no ratifican su tesis, sino que la corrigen desde una perspectiva más fiel a la naturaleza femenina.

I. Fraisse y la distorsión del ser femenino

Geneviève Fraisse sostiene que la modernidad excluyó a la mujer del espacio racional, relegándola al rol de musa, y que el feminismo debe reivindicar su derecho a ocupar el mismo lugar que el hombre en el pensamiento, la política y el saber. Sin embargo, esta postura exagera el interés de la mujer por conquistar ese espacio, y en el proceso, distorsiona su esencia. La mujer, por naturaleza, no necesita competir con el hombre en el terreno de la razón abstracta; su fuerza reside en el cuidado, la belleza y la conservación. El feminismo que busca simetría absoluta entre hombre y mujer termina negando la riqueza de lo femenino como diferencia.



II. Miguel Pachas Almeyda: Vallejo y sus mujeres

En Las mujeres de Vallejo, Pachas Almeyda presenta a doce mujeres que marcaron la vida del poeta César Vallejo. Desde su madre, María de los Santos Mendoza, hasta Georgette Marie Philippart Travers, su compañera final, todas ellas influyeron profundamente en su sensibilidad poética. Georgette, en particular, no solo lo acompañó en su vida afectiva, sino que preservó y publicó su obra, convirtiéndose en guardiana de su legado. Sin embargo, ninguna de estas mujeres aparece como creadora de pensamiento autónomo; su papel es el de musa, cuidadora y catalizadora emocional, lo cual corrige la visión de Fraisse al mostrar que la mujer no necesita ocupar el espacio racional para ser esencial.



III. Pablo de Saint-Victor: Goethe y la inspiración femenina

Las mujeres de Goethe de Saint-Victor es una obra que retrata al genio alemán a través de las mujeres que lo amaron, lo desafiaron y lo inspiraron. Charlotte Buff, Friederike Brion, Lili Schönemann, Charlotte von Stein y Cristiane Vulpius son figuras que moldearon su obra, pero no desde la autoría intelectual, sino desde la presencia afectiva y estética. Saint-Victor no pretende convertirlas en filósofas, sino en mujeres que encarnan la belleza, la emoción y la intuición que Goethe necesitaba para crear. Esta obra reafirma que el espacio natural de la mujer está en la inspiración, no en la formulación racional.



IV. María Luz Díaz Paredes: Haya y las mujeres que lo sostuvieron

En Las mujeres de Haya, Díaz Paredes reconstruye la historia del líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre a través de ocho mujeres que lo acompañaron, lo financiaron y lo amaron. Ana Billinghurst, injustamente calumniada en otras biografías, es reivindicada como una figura de convicción y coraje. María Luisa García Montero es descrita como la más fascinante. Estas mujeres no redactan manifiestos ni lideran movimientos, pero sostienen el proyecto político desde el afecto, la lealtad y el sacrificio. Díaz Paredes no busca convertirlas en sujetos racionales, sino en figuras que encarnan la continuidad emocional y moral del líder. Además, aborda con firmeza el tema del supuesto homosexualismo de Haya, sin convertirlo en eje central, y reafirma que su vínculo con estas mujeres fue profundo y significativo.

V. Reivindicación del rol femenino como musa

Las tres obras mencionadas corrigen a Fraisse no negando su crítica, sino mostrando que la mujer, en su rol de musa, cuidadora y conservadora, no es inferior ni excluida, sino esencial y complementaria. La musa de la razón no necesita ser autora de tratados filosóficos para ser parte del pensamiento; basta con ser la chispa que enciende la creación, la presencia que sostiene el genio, la figura que da sentido al caos racional.

VI. Conclusión

El feminismo que busca simetría absoluta entre hombre y mujer corre el riesgo de borrar la diferencia que hace valiosa la presencia femenina. Las obras de Pachas, Saint-Victor y Díaz Paredes muestran que la mujer, en su rol natural de inspiración, cuidado y belleza, corrige la distorsión feminista de Fraisse y reafirma su lugar en la historia del pensamiento, no como competidora, sino como fuente esencial de sentido. La musa no es una figura decorativa, sino la raíz profunda de la razón masculina.

Bibliografía

1. Pachas Almeyda, Miguel. Las mujeres de Vallejo. Editorial Infolectura, 2023. 

Obra que documenta la vida amorosa y sentimental de César Vallejo, mostrando cómo sus vínculos afectivos influyeron en su poesía. Incluye perfiles de doce mujeres, desde su madre hasta Georgette, su esposa.

2. Saint-Victor, Paul de. Las mujeres de Goethe. Traducción y prólogo de Urbano González Serrano. Ilustraciones de Kaulbach. Madrid: Librería de Victoriano Suárez, 1884. 

Ensayo literario que explora la vida emocional de Goethe a través de las mujeres que lo inspiraron, destacando su papel como musas y catalizadoras de su obra.

3. Díaz Paredes, María Luz. Las mujeres de Haya: ocho historias de pasión y rebeldía. Lima: Editorial Planeta, 2023. 

Investigación biográfica que reconstruye la historia de Víctor Raúl Haya de la Torre desde las mujeres que lo acompañaron, lo sostuvieron y lo amaron. Reivindica su papel como figuras afectivas y políticas, sin convertirlas en autoras racionales.

4. Fraisse, Geneviève. La musa de la razón: democracia exclusiva y diferencia de los sexos. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Madrid: Cátedra, 1991. 

Obra filosófica que denuncia la exclusión de la mujer del espacio racional en la modernidad, y propone una crítica feminista al modelo ilustrado de ciudadanía.