martes, 2 de septiembre de 2025

Relecturas y distorsiones: crítica a la transposición occidental en la Filosofía tawantinsuyana

 

Relecturas y distorsiones: crítica a la transposición occidental en la Filosofía tawantinsuyana

Resumen Este artículo examina críticamente la propuesta de Asís Orlando Vela Flores en Filosofía tawantinsuyana, señalando cómo su interpretación del pensamiento incaico incurre en una transposición de categorías cristianas y modernas occidentales que desvirtúan la cosmovisión precolombina. Frente a su lectura racionalista, monoteísta, humanista y antropocéntrica, se reivindica una comprensión más fiel del pensamiento andino como mitocrático, henoteísta y cosmocéntrico. Se hace una mención especial a la figura de Wiracocha, se cuestiona la idealización del Incario como una sociedad sin violencia ritual ni jerarquías, y se observa la ausencia de diálogo crítico con los autores citados en la bibliografía del libro.

1. Introducción

La recuperación del pensamiento ancestral andino ha sido objeto de múltiples esfuerzos filosóficos en América Latina. Uno de los intentos más conocidos es el de Vela Flores, quien en su obra Filosofía tawantinsuyana propone una sistematización del saber incaico bajo categorías como racionalidad, monoteísmo y humanismo. Sin embargo, esta lectura ha sido cuestionada por su tendencia a proyectar esquemas occidentales sobre una cosmovisión radicalmente distinta, lo que genera una distorsión conceptual que merece ser revisada.

2. La transposición conceptual en Vela Flores

Vela Flores interpreta al Tawantinsuyu como una civilización filosófica racional, estructurada en torno a principios de orden, armonía y conocimiento empírico. En su esfuerzo por reivindicar el pensamiento incaico como legítimamente filosófico, recurre a categorías como racionalidad, monoteísmo y humanismo, que provienen de la tradición occidental moderna.

Por ejemplo, al destacar la organización social del Tawantinsuyu, Vela subraya su carácter sistemático y funcional, lo que él considera evidencia de una racionalidad práctica. Asimismo, al presentar a Wiracocha como una deidad suprema, propone una lectura monoteísta que se asemeja a la teología cristiana. Finalmente, al centrar el pensamiento en el ser humano como agente transformador de su entorno, introduce una visión antropocéntrica que no corresponde con la relacionalidad cósmica propia de la cosmovisión andina.

Estas categorías —racionalidad, monoteísmo, humanismo— responden más a los marcos interpretativos de la filosofía europea que a la estructura simbólica del pensamiento precolombino. En lugar de una filosofía indígena autónoma, se presenta una versión “occidentalizada” que busca legitimarse ante los cánones académicos modernos, pero que corre el riesgo de desfigurar la esencia espiritual, ritual y comunitaria del saber andino.

3. Wiracocha: ¿creador o hacedor?

Uno de los puntos más problemáticos en la obra de Vela Flores es la caracterización de Wiracocha como “creador”. Aunque inicialmente se le presenta como el origen del cosmos, el autor aclara que Wiracocha no crea a partir de la nada (ex nihilo), sino que organiza el mundo a partir de elementos preexistentes. Esta afirmación genera una contradicción ontológica: si no crea desde la nada, entonces hay una materia o caos anterior a él, lo que implica la existencia de otro principio metafísico.

En términos filosóficos, esto convierte a Wiracocha no en un creador absoluto, sino en un hacedor o ordenador, similar al demiurgo platónico. Su acción no es la de producir el ser desde la nada, sino la de transformar lo ya existente. Esta distinción es crucial, pues desmonta la idea de un dios omnipotente y monoteísta, y revela una cosmología relacional y procesual.

4. Idealización del Incario: entre el humanismo y la evidencia arqueológica

Otro punto controvertible en la obra de Vela Flores es la representación del Incario como una civilización humanista, pacífica y sin sacrificios humanos. Esta visión colisiona con la abundante evidencia arqueológica que documenta prácticas rituales como la Capacocha, en la que niños y jóvenes eran sacrificados en honor a las deidades andinas. Estos actos no eran considerados violencia, sino ofrendas sagradas que aseguraban el equilibrio cósmico y el bienestar colectivo.

Además, el Tawantinsuyu fue una sociedad fuertemente clasista, con una jerarquía imperial encabezada por el Sapa Inca, una nobleza privilegiada, y una masa de campesinos sometidos al sistema de mit’a. Existía una estructura teocrática, donde el poder político se legitimaba por el vínculo con lo divino, y hay registros de formas de esclavitud ritual y laboral, especialmente en contextos de guerra y expansión territorial.

La omisión de estos elementos en la obra de Vela Flores revela una idealización anacrónica, que busca presentar al Incario como un modelo ético y racional compatible con los valores modernos, pero que no se ajusta a la complejidad histórica y simbólica de la civilización andina.

5. La cosmovisión precolombina: mitocrática, henoteísta y cosmocéntrica

Diversos estudios han señalado que el pensamiento precolombino se caracteriza por:

  • Mitocracia: El mito como forma de conocimiento que articula el orden cósmico, social y espiritual.

  • Henoteísmo: Reconocimiento de una deidad principal sin exclusión de otras entidades sagradas.

  • Cosmocentrismo: El ser humano como parte del cosmos, en equilibrio con la naturaleza y los ciclos del tiempo.

Estas categorías permiten comprender el pensamiento andino desde sus propios códigos simbólicos, sin imponerle marcos ajenos. La filosofía precolombina no busca dominar la naturaleza, sino convivir con ella; no busca explicar el mundo desde la razón abstracta, sino desde la experiencia vivencial y comunitaria.

6. Silencio bibliográfico: una omisión metodológica

Un aspecto llamativo de Filosofía tawantinsuyana es que, a pesar de consignar una bibliografía relativamente actualizada, no se establece ningún diálogo explícito con ellos a lo largo del texto. No hay citas, referencias cruzadas ni discusiones críticas que articulen el pensamiento del autor con el corpus académico que él mismo reconoce.

Esta omisión metodológica debilita el rigor argumentativo de la obra, pues impide contrastar sus afirmaciones con otras perspectivas, y da la impresión de una construcción cerrada, autorreferencial y poco comprometida con el debate filosófico contemporáneo. En el contexto de una disciplina como la filosofía, donde el diálogo con otros pensadores es constitutivo del método, esta ausencia resulta especialmente problemática.

7. Conclusión

La propuesta de Vela Flores en Filosofía tawantinsuyana representa un esfuerzo por reivindicar el pensamiento incaico como sistema filosófico legítimo. Sin embargo, este intento incurre en una serie de transposiciones conceptuales que distorsionan la cosmovisión andina al someterla a categorías ajenas como el monoteísmo, el racionalismo y el humanismo moderno. La caracterización de Wiracocha como creador, pese a no crear ex nihilo, revela una contradicción ontológica que desmiente la idea de un principio absoluto. Más aún, la idealización del Incario como una sociedad pacífica y humanista —sin sacrificios humanos ni jerarquías opresivas— colisiona con la evidencia arqueológica y etnohistórica, que documenta prácticas rituales sangrientas, estructuras teocráticas y formas de servidumbre.

A ello se suma una omisión metodológica significativa: la falta de diálogo con los autores citados en la bibliografía, lo que debilita el aparato crítico de la obra y la desconecta del debate académico vigente. En lugar de recuperar el pensamiento andino desde sus propios códigos simbólicos —mitocráticos, henoteístas y cosmocéntricos—, Vela lo reinterpreta desde un marco occidental que lo despoja de su complejidad espiritual y política. Esta operación no solo es epistemológicamente cuestionable, sino que perpetúa una forma de colonialismo intelectual que impide el surgimiento de una filosofía verdaderamente intercultural. Reconocer la alteridad radical del pensamiento precolombino no implica idealizarlo ni traducirlo, sino asumirlo como horizonte propio de sentido, con sus tensiones, contradicciones y potencias.

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