jueves, 4 de septiembre de 2025

Tres Ontologías del Origen: Ayni, Sustancia y Don — Un Diálogo entre Cosmovisiones

 


Tres Ontologías del Origen: Ayni, Sustancia y Don —

 Un Diálogo entre Cosmovisiones

La pregunta por el origen no es sólo una inquietud filosófica: es una forma de situarse en el mundo y de responder al misterio de la existencia. ¿De dónde venimos? ¿Qué sostiene lo que existe? ¿Cómo se relacionan los seres entre sí? A lo largo de la historia, distintas culturas han respondido estas preguntas desde marcos ontológicos diversos. Este ensayo explora tres paradigmas fundamentales: la ontología del ayni, la ontología de la sustancia y la ontología del don. Cada una ofrece una visión singular del ser, del origen y de la relación entre los entes. Al compararlas, no sólo se revelan diferencias filosóficas, sino también sensibilidades culturales que configuran modos de vida. Este recorrido busca enriquecer la comprensión del misterio de la creación y del vínculo humano con el mundo y lo trascendente.

Ontología del Ayni: Reciprocidad Cíclica

El ayni, principio central de la cosmovisión andina, concibe el universo como una red de relaciones activas. Nada existe por sí solo: todo ser es en función de su vínculo con otros. Esta ontología no parte de una causa primera ni de una creación desde la nada, sino de una lógica cíclica donde el universo se rehace constantemente en ciclos de intercambio, complementariedad y equilibrio. El ayni rompe con la idea de jerarquía ontológica: no hay un ser supremo que funda la existencia, sino múltiples fuerzas que coexisten y se transforman mutuamente.

Esta visión refleja una ética del cuidado mutuo y del equilibrio, una intuición natural del orden relacional inscrito en la creación. El cosmos no es una máquina ni un regalo, sino una danza de reciprocidades. El ser no se impone ni se dona: se comparte. Esta lógica relacional puede ser vista como una expresión parcial del diseño divino, donde la armonía entre los seres refleja la sabiduría del Creador.

Ontología de la Sustancia: Fundamento Necesario

La ontología de la sustancia, dominante en la tradición filosófica occidental, postula que todo ente es causado por una causa incausada. Esta causa —sea Dios, el Ser, o el Big Bang— fundamenta ontológicamente todo lo que existe. Aquí, el universo tiene un origen absoluto, una ruptura ontológica que lo separa de la nada. La sustancia es aquello que permanece, que da estabilidad al ser, y que permite explicar la existencia desde un principio necesario.

Esta visión ofrece una base metafísica sólida para comprender la trascendencia, la contingencia del mundo y la dependencia radical de la criatura respecto a su origen. En la teología cristiana, esta causa incausada es el Dios personal que crea libremente desde la nada (ex nihilo), no por necesidad, sino por amor. La creación es entendida como un acto fundante, sostenido por la voluntad divina, en quien todo encuentra su ser y su propósito.

Ontología del Don: Gratuidad Radical

La ontología del don va más allá de la sustancia: no sólo postula una causa incausada, sino que la concibe como gratuita. El ser no se explica por necesidad ni por reciprocidad, sino por exceso, por una donación radical que no responde a cálculo ni a equilibrio. El universo es dado, no por necesidad cósmica ni por voluntad mecánica, sino por gracia.

Esta visión resuena profundamente con la afirmación cristiana de que “todo buen don y todo don perfecto desciende de lo alto” (Santiago 1:17). La existencia misma es gracia, y la vida humana está llamada a responder con gratitud, entrega y adoración. El don no exige devolución ni reciprocidad: es puro acontecimiento. No niega la sustancia, sino que la transfigura en relación. En esta ontología, el ser humano no sólo depende de Dios, sino que vive en respuesta amorosa al don de la vida, revelado plenamente en Cristo.

Tradiciones Orientales: Ontologías Relacionales

Las grandes tradiciones filosóficas de Asia —el hinduismo, el budismo y el taoísmo— no encajan fácilmente en los moldes occidentales de sustancia o don, pero comparten profundas resonancias con el ayni, aunque cada una con matices únicos:

Hinduismo

Postula que todo lo existente es una manifestación de Brahman, principio absoluto, impersonal y eterno. Aunque parece acercarse a la sustancia por su idea de un fundamento último, en realidad no hay ruptura ontológica: el universo es no-dual (advaita), y cada ser está interrelacionado con el todo.

  • Relación con el ayni: Interconexión entre atman y Brahman.

  • Diferencia: Tiende a una disolución vertical del yo en el absoluto, mientras que el ayni es horizontal y cíclico.

  • Lectura cristiana: Esta visión puede ser apreciada como una intuición de la unidad del ser, aunque se distingue claramente entre Creador y criatura, evitando la fusión ontológica.

Budismo

Rechaza la noción de un ser permanente. Todo fenómeno es impermanente (anicca), insatisfactorio (dukkha) y sin esencia fija (anatta). El universo es una red de causas y condiciones (pratītyasamutpāda).

  • Relación con el ayni: Interdependencia radical.

  • Diferencia: Ontología del vacío (śūnyatā), donde incluso las relaciones carecen de esencia.

  • Lectura cristiana: Aunque ofrece una ética de la compasión y una profunda conciencia del sufrimiento, se afirma la dignidad ontológica del ser humano como imagen de Dios, y la esperanza en la redención.

Taoísmo

Concibe el universo como un flujo continuo (Dao) que se expresa en la interacción dinámica de fuerzas complementarias: yin y yang. No hay origen absoluto ni causa primera, sino equilibrio espontáneo.

  • Relación con el ayni: Ontología relacional, cíclica, sin jerarquías.

  • Diferencia: Enfatiza la no acción (wu wei), mientras que el ayni implica acción recíproca.

  • Lectura cristiana: El taoísmo puede ser leído como una sabiduría del equilibrio natural, enriquecida por la dimensión personal e histórica del amor como centro del sentido.

Comparación General

OntologíaPrincipio claveRelación entre entesOrigen del universoLógica dominanteLectura cristiana
AyniReciprocidadInterrelación activaCiclo sin principio absolutoNecesitarismo cósmicoReflejo natural del orden relacional inscrito por Dios
SustanciaCausa incausadaDependencia ontológicaRuptura ontológicaFundamento necesarioCompatible con la creación ex nihilo y la trascendencia divina
DonGratuidad radicalDonación sin cálculoExceso inexplicableGracia originariaLa existencia como don amoroso que llama a la respuesta libre
HinduismoUnidad no-dualManifestación de BrahmanNo hay ruptura ontológicaRealización espiritualIntuición válida, pero sin distinción entre Creador y criatura
BudismoVacío interdependienteCausalidad sin esenciaSin origen absolutoImpermanencia y vacíoÉtica valiosa, con afirmación de la dignidad del ser humano
TaoísmoFlujo complementarioEquilibrio espontáneoNo hay causa ni rupturaArmonía relacionalSabiduría natural, enriquecida por el amor personal e histórico

Conclusión

La comparación entre estas ontologías revela que no hay una única forma de comprender el origen, sino múltiples caminos que responden a sensibilidades distintas. Muchas de estas visiones contienen intuiciones valiosas sobre la interdependencia, el equilibrio y la gratuidad del ser. Sin embargo, la plenitud del sentido se revela en Cristo, en quien todas las cosas fueron creadas, se sostienen y encuentran su destino.

Recuperar el ayni, dialogar con el Dao, meditar en el vacío o contemplar la unidad en Brahman no significa adoptar doctrinas ajenas ni relativizar la verdad revelada, sino reconocer que distintas culturas han intuido, desde su lenguaje propio, aspectos del misterio del ser y del orden del universo. Estas intuiciones pueden ser acogidas como expresiones parciales del anhelo humano por lo trascendente, y como señales que apuntan hacia una verdad más plena, donde el origen no es ruptura ni regalo, sino reencuentro con el Dios vivo que crea por amor, sostiene con fidelidad y llama a cada ser humano a participar libremente en su plenitud. En esta verdad revelada, el origen no es una explosión impersonal ni una necesidad cósmica, sino el acto gratuito de un Creador personal que dona el ser como gracia, establece vínculos como expresión de su comunión, y orienta el universo hacia la reconciliación y la gloria. Así, las intuiciones del ayni, del Dao, del vacío o de Brahman pueden ser vistas como destellos de una búsqueda universal que encuentra su cumplimiento en la revelación cristiana, donde el Logos se hace carne, y el sentido del mundo se revela no en la evasión del yo, sino en la entrega del amor.

Estas cosmovisiones —el ayni andino, el Dao oriental, el vacío meditativo o la unidad en Brahman— pueden ser comprendidas como expresiones del logos derivado, es decir, intuiciones parciales que brotan de la razón humana en su búsqueda de sentido y trascendencia. Aunque no revelan la plenitud del misterio, sí lo señalan, como huellas que apuntan hacia una fuente mayor. En contraste, el Logos espiritual, manifestado en las tradiciones abrahámicas —judaísmo, cristianismo e islamismo— no nace del esfuerzo humano por alcanzar lo divino, sino de la iniciativa divina por revelarse al ser humano. Aquí, el Logos no es solo principio racional del cosmos, sino Palabra viva que interpela, guía y transforma. Así, el diálogo entre ambos niveles de logos no relativiza la verdad revelada, sino que la enriquece al mostrar cómo el anhelo humano por lo eterno ha sido respondido por el Dios que habla, actúa y se dona.

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