Ricardo Palma y la Filosofía: Imaginación, Tradición y Utopía Moral
Gustavo Flores Quelopana Past-President de la Sociedad Peruana de Filosofía
I. Introducción: ¿Puede un literato ser filósofo?
La pregunta que abre este ensayo —“¿De cuándo acá ha de ser el autor de un libro el que mejor lo entienda?”— no solo es provocadora, sino que plantea una inquietud epistemológica: ¿quién tiene la autoridad para interpretar una obra? En el caso de Ricardo Palma, esta pregunta cobra especial relevancia, pues su obra más célebre, Tradiciones Peruanas, ha sido leída principalmente como literatura costumbrista, humorística o histórica, pero rara vez como una expresión filosófica.
Sin embargo, existe una larga tradición de escritores que han sido también pensadores profundos. Desde los trágicos griegos como Esquilo y Sófocles, hasta figuras modernas como Goethe, Thomas Mann, Hermann Hesse o César Vallejo, la literatura ha servido como vehículo para explorar las grandes preguntas de la existencia, la moral, el tiempo, la historia y el alma humana. En ese linaje se inscribe Ricardo Palma, aunque de forma menos reconocida.
La filosofía no siempre se expresa en tratados sistemáticos ni en lenguaje técnico. A menudo se manifiesta en intuiciones, metáforas, narraciones y símbolos. Palma, con su estilo picaresco y su aguda ironía, construye una visión del Perú que no solo entretiene, sino que interpela. Su crítica al presente desde el pasado virreinal, su preocupación por la ética pública, su rechazo al positivismo y su concepción dinámica de la tradición revelan una filosofía implícita que merece ser desentrañada.
Además, el contexto histórico en el que escribe Palma —la consolidación de la República peruana en el siglo XIX, marcada por el caos político, el centralismo limeño y la exclusión del mundo indígena— le otorga a su obra una dimensión crítica. Aunque su mirada es criolla y limitada en alcance social, su idealismo moral y su apuesta por una identidad nacional basada en valores éticos lo convierten en un pensador que sueña con un Perú mejor.
Este ensayo propone, entonces, leer a Ricardo Palma no solo como el gran tradicionista, sino como un filósofo de la imaginación moral. A través de sus relatos, Palma nos ofrece una visión del mundo que combina historia, ética, estética y utopía. Y como todo filósofo auténtico, su obra no envejece: rejuvenece con cada lectura, porque toca las fibras más profundas del alma peruana.
II. Tesis: Ricardo Palma como filósofo de la imaginación moral
La obra de Ricardo Palma, especialmente sus Tradiciones Peruanas, ha sido celebrada por su ingenio narrativo, su humor criollo y su valor documental sobre el Perú virreinal y republicano. Sin embargo, más allá de su dimensión literaria, Palma construye una visión del mundo que puede ser leída como una filosofía implícita: una filosofía que no se expresa en conceptos abstractos, sino en imágenes, intuiciones y relatos.
Este ensayo sostiene que Ricardo Palma encarna una filosofía nacionalista y moral, articulada a través de la imaginación dinámica y la narración histórica. Su crítica al positivismo, su rechazo al utilitarismo, su preocupación por la ética pública y su concepción fluida de la tradición revelan una postura filosófica que interpela al presente desde el pasado. Palma no propone una filosofía sistemática, sino una filosofía vivida, encarnada en personajes, situaciones y símbolos que reflejan las aspiraciones más profundas del alma peruana.
Esta filosofía palmesca se articula en tres dimensiones fundamentales:
La crítica moral al presente, desde una ética idealista.
La imaginación dinámica, como potencia creadora de sentido.
La concepción revolucionaria de la tradición, como diálogo entre pasado y futuro.
En las siguientes secciones, desarrollaremos cada una de estas dimensiones, mostrando cómo Ricardo Palma, sin pretenderlo explícitamente, se convierte en un filósofo de la imaginación moral y un pensador clave para la reflexión sobre la identidad peruana.
III. Crítica moral al presente desde una ética idealista
Ricardo Palma vivió en una época marcada por el desencanto republicano. El Perú del siglo XIX, tras la independencia, se debatía entre el caos político, el centralismo limeño, la exclusión del mundo indígena y la influencia creciente del positivismo europeo. En ese contexto, Palma se convirtió en un observador agudo de la realidad nacional, y desde sus Tradiciones Peruanas lanzó una crítica moral que, aunque envuelta en humor y picardía, revela una profunda preocupación ética.
Palma no fue un moralista dogmático, pero sí un idealista. Su ética no se basa en normas rígidas, sino en valores universales como la honra, la honestidad, la dignidad y el respeto por la historia. En relatos como Dos excomuniones y El alcalde de Paucarcolla, se lamenta de la pérdida de estos valores en la vida pública. Su crítica no es abstracta: está encarnada en personajes que representan la decadencia moral del Perú republicano.
“¡Qué tiempos aquellos en que la honra valía más que el oro!” — El alcalde de Paucarcolla
Esta frase, aparentemente nostálgica, encierra una crítica directa al materialismo y al utilitarismo que Palma percibe como corrosivos. El positivismo, con su énfasis en la ciencia, el progreso y la utilidad, le parece insuficiente para construir una república ética. En Lida, por ejemplo, cuestiona el triunfo de la razón instrumental sobre los valores espirituales, mostrando que el progreso técnico sin moral es estéril.
Palma no propone una ética religiosa ni secularista. Aunque anticatólico, no se aparta de los valores permanentes que trascienden credos. Su mirada es humanista, idealista, platónica: cree en la existencia de esencias morales que deben guiar la vida pública. En este sentido, su filosofía se opone tanto al relativismo como al pragmatismo político.
Además, su crítica moral está vinculada a su visión del Perú criollo. Palma desconfiaba del indio y desconocía el Perú profundo, lo que limita su alcance ético. Sin embargo, su idealismo republicano —aunque elitista— busca una regeneración moral del país. Sueña con un Perú desinfectado de taras y corruptelas, donde la tradición no sea un peso muerto, sino una fuente de valores vivos.
En resumen, la crítica moral de Palma se articula como una ética idealista que se opone al positivismo, al utilitarismo y al materialismo. Su literatura no solo entretiene: interpela, denuncia y propone. Y en esa propuesta ética está el germen de una filosofía nacional que aún tiene mucho que decir.
IV. Imaginación dinámica como potencia creadora de sentido
La imaginación en Ricardo Palma no es mero ornamento literario ni recurso estético: es el núcleo generador de sentido en su obra. A esto lo denomino “imaginación dinámica”, aquella facultad humana que sueña en imágenes, no en conceptos, y que permite a la razón elevarse hacia lo espiritual. En Palma, esta imaginación se convierte en una herramienta filosófica que articula historia, intuición y utopía.
A diferencia de la imaginación reproductiva —que copia lo real— o la imaginación técnica —que proyecta soluciones prácticas—, la imaginación dinámica es creadora, simbólica, reveladora. Es la que opera en los sueños, en la poesía, en el mito. Palma la utiliza para animar el pasado virreinal y proyectar desde él una crítica al presente. Sus tradiciones no son reconstrucciones arqueológicas, sino ficciones vivas que interpelan la realidad contemporánea.
Por ejemplo, en La camisa de Margarita, Palma transforma una anécdota trivial en una metáfora del orgullo limeño, la honra familiar y el absurdo social. La historia se vuelve símbolo, y el símbolo, imagen del alma criolla. Esta operación imaginativa no busca documentar, sino revelar. En otras palabras, “Palma sueña con un otro presente desde el pasado virreinal”.
La imaginación dinámica también permite a Palma doblar el tiempo. Sus relatos no siguen una cronología lineal, sino que conectan épocas, personajes y valores en una fluencia simbólica. El pasado no está muerto: es potencia viva que dialoga con el presente. Esta concepción temporal —más cercana a la mitología que a la historiografía— revela una filosofía del tiempo como interacción, no como compartimiento estanco.
Además, Palma entiende que la imagen precede al concepto. En su obra, la imagen es ontogenética: nace antes que la representación racional. Por eso, su filosofía no se expresa en definiciones, sino en escenas, gestos, diálogos y símbolos. La poesía es “metafísica de la palabra”, y Palma la practica desde la prosa narrativa.
Esta imaginación dinámica tiene también una dimensión ética. Al soñar con un Perú desinfectado de taras y corruptelas, Palma no propone un programa político, sino una utopía moral. Sus intuiciones reveladoras —más que razonamientos— apuntan a una regeneración espiritual. En este sentido, su imaginación no es evasiva, sino crítica; no es nostálgica, sino transformadora.
En resumen, la imaginación dinámica en Ricardo Palma es una potencia filosófica que crea sentido, anima el pasado, critica el presente y sueña con un futuro ético. Es la facultad que le permite hacer visible lo invisible, y convertir la literatura en filosofía viva.
V. Concepción revolucionaria de la tradición como diálogo entre pasado y futuro
Uno de los aportes filosóficos más originales de Ricardo Palma es su manera de entender la tradición. Lejos de concebirla como un conjunto de costumbres fijas o un archivo muerto del pasado, Palma la transforma en una herramienta crítica, viva y en constante diálogo con el presente. Esta visión lo sitúa dentro de lo que se denomina la semiótica tradicionista, en contraposición a la semiótica tradicionalista.
La diferencia entre ambas no es menor: mientras la semiótica tradicionalista concibe el tiempo como una secuencia de compartimientos separados —pasado, presente y futuro como esferas absolutas—, la semiótica tradicionista lo entiende como una fluencia, una corriente en la que el pasado se proyecta hacia el presente con una visión de futuro. En este marco, la tradición no es un monumento intocable, sino una fuente de sentido que puede y debe ser reinterpretada.
Palma encarna esta actitud revolucionaria. Sus Tradiciones Peruanas no son ejercicios de nostalgia ni intentos de restauración conservadora. Por el contrario, son intervenciones críticas que utilizan el pasado virreinal como espejo para cuestionar las taras del Perú republicano. En relatos como El alacrán de Fray Gómez o La boleta de soldado, el autor revela las contradicciones morales, políticas y sociales de su tiempo, valiéndose de anécdotas históricas para iluminar las sombras del presente.
Esta operación implica una concepción activa de la historia. Para Palma, el pasado no es un depósito de verdades eternas, sino un campo de batalla simbólico desde el cual se puede construir una identidad nacional más ética y coherente. Su tradición es, por tanto, presente-vivo, no presente-muerto. Está abierto al diálogo, al cambio, a la resignificación.
Este enfoque lo diferencia de los tradicionalistas que ven en la historia una herencia sagrada e inmutable. Palma, en cambio, reconoce que toda tradición es una construcción cultural, y como tal, puede ser reinterpretada. Su literatura es una forma de semiosis: un proceso de producción de sentido que articula pasado y presente en función de un ideal moral.
En este sentido, Palma no solo es un narrador del pasado, sino un filósofo de la historia. Su obra plantea una pregunta fundamental: ¿para qué sirve la tradición? Y su respuesta es clara: para transformar el presente. Esta actitud lo convierte en un pensador moderno, incluso subversivo, que utiliza la memoria no para conservar, sino para renovar.
VI. Conclusión: Palma, filósofo de la imaginación moral
Ricardo Palma, el gran tradicionista peruano, no escribió tratados filosóficos ni se proclamó pensador. Sin embargo, su obra encierra una filosofía implícita que merece ser reconocida y estudiada. A través de sus Tradiciones Peruanas, Palma articula una crítica moral al presente desde una ética idealista, moviliza una imaginación dinámica como potencia creadora de sentido, y propone una concepción revolucionaria de la tradición como diálogo entre pasado y futuro.
Su rechazo al positivismo, al utilitarismo y al materialismo no se expresa en términos doctrinarios, sino en intuiciones narrativas que revelan una profunda preocupación por la desinfección moral de la república. Su imaginación, lejos de ser evasiva, es crítica y transformadora. Y su visión de la tradición, lejos de ser conservadora, es dinámica, abierta y viva.
Palma nos enseña que la filosofía no siempre se encuentra en los tratados, sino también en los relatos. Que la imaginación puede ser una forma de pensamiento profundo. Y que la tradición, bien entendida, puede ser una herramienta para construir un futuro ético. Por eso, su obra no envejece: rejuvenece con cada lectura, porque toca las fibras más hondas del alma peruana.
En tiempos de crisis moral y de desconexión histórica, volver a Palma es volver a pensar el Perú. No como un país atrapado en sus taras, sino como una nación capaz de soñar, imaginar y transformar. Su legado filosófico —aunque no siempre reconocido— es una invitación a mirar el pasado con ojos críticos, el presente con responsabilidad y el futuro con esperanza.
Bibliografía
Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas. Edición crítica de Oswaldo Holguín Callo, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2005.
Palma, Ricardo. Pasionarias. El Havre: Tipografía Alfonso Lemale, 1870.
Palma, Ricardo. Ropa Apolillada. Lima: Imprenta y Librería del Universo de Carlos Prince, 1891.
Kant, Immanuel. Crítica del juicio. Traducción de Manuel García Morente, Editorial Losada, 2004.
Holguín Callo, Oswaldo. “Bibliografía de Ricardo Palma.” Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Pontificia Universidad Católica del Perú – Academia Nacional de la Historia del Perú, 2005.
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